Imaginemos un lugar circular de paredes de tierra, gruesas paredes hechas de barro, y un techo cónico de paja. Imagina ventanas al norte formando un nicho, para que el sol nos bañe en invierno, contra esa ventana una pequeña mesa y bancos para acomodarse a platicar, contemplar o fundirse con el sol invernal o la misteriosa luna. Imagina en el centro una robusta mesa redonda de unos 2 metros de diámetro, allí rondan las manos amasando, celebrando. en el centro cuelgan los utencillos, y debajo la harina o las semillas para moler. Imaginemos el horno, redondo y de barro también, nació del suelo y puede volver a ser tierra, arde la leña en su hueco, su panza esta afuera pero su boca se abre al interior y en la noche produce flamígeros destellos en la blanca pared. Imaginemos que todo prácticamente se recicla, a través del compost, el canal de recuperación de aguas grises y de el filtro potabilizador de plantas, y que la energía eléctrica la obtenemos de paneles solares para el mínimo consumo que necesitaríamos. Imaginemos la entrada, la antesala como un nido de hornero, allí, en ese hueco cada panadero se saca el abrigo y se pone el delantal, del color que guste o que representa su rol en esta reunión alquímica para hacernos pan. Que puertas afuera solo se circula a pie o en bicicletas, por senderos de corta distancia para llegar al hogar o a otros lugares de trabajo / encuentro a través de huertas, lagunas y bosquecillos de abundante diversidad.
Que algunos lugares vírgenes se mantienen intocables para que el caótico orden natural siga haciendo su magia. Este es mi sueño, y el de muchos, un ideal que ya existe en varios países como "ecovilla" o "comunidad" donde se practica una forma de vida de autosuficiencia, de trabajo y decisiones grupales, de crecimiento sustentable, de educación y aprendizaje constantes. En Argentina todavía una utopía, pero absolutamente posible y que puede crecer con tu imaginación y realizarse a través de tus manos. Qué estaremos esperando? |
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