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viernes, 14 de febrero de 2014

Fwd: Boletín nro. 157 - Cartas de amor para la historia

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From: boletin@librosenred.com
Date: 13 Feb 2014 23:16:40 +0100
Subject: Boletín nro. 157 - Cartas de amor para la historia
To: guillofca@yahoo.com.ar

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Boletín de LibrosEnRed Nº 157
14 de febrero de 2014
[image: trans]
"He hecho esta carta más larga de lo usual porque no tengo tiempo para
hacer una más corta".

Simone de Beauvoir (1908- 1986), escritora y filósofa francesa

En este número:

1. Editorial: Cartas de amor para la historia2. Recomendados del mes +
una colección de cartas de regalo 3. Efemérides: carta de Bécquer
desde una celda 4. Direcciones 5. Suscripciones
1. Editorial
[image: 01]

El festejo de San Valentín nos da la excusa perfecta para compartir
una linda selección de cartas de amor.

Linda y variada, porque reflejan no solo las distintas personalidades
de sus autores, sino también la singularidad de las situaciones en que
fueron escritas: encontramos novios que recorren todas las formas de
la nostalgia para hacerle saber a su enamorada cuánto la extrañan;
despedidas tajantes y definitivas tanto como intentos desesperados (lo
que posiblemente transmite un tormento mayor aún) de que la relación
no se extinga; cartas plácidas de reconocimiento y gratitud, e incluso
sutiles reproches, de esos que tras una apariencia lúdica ocultan un
reclamo bien real.

Por ejemplo, una carta entre amantes, la de Adolfo Bioy Casares (ya
unido por entonces -año 1951- en matrimonio a la escritora Silvina
Ocampo) dirigida a Elena Garro (casada, por su parte, con Octavio
Paz):

Mi querida, aquí estoy recorriendo desorientado las tristes galerías
del barco y no volví a Víctor Hugo. Sin embargo, te quiero más que a
nadie... Desconsolado canto, fuera de tono, Juan Charrasqueado (pensando
que no merezco esa letra, que no soy buen gallo, ni siquiera
parrandero y jugador) y visito de vez en vez tu fotografía y tu firma
en el pasaporte. Extraño las tardes de Víctor Hugo, el té de las seis
y con adoración a Helena. Has poblado tanto mi vida en estos tiempos
que si cierro los ojos y no pienso en nada aparecen tu imagen y tu
voz. Ayer, cuando me dormía, así te vi y te oí de pronto: desperté
sobresaltado y quedé muy acongojado, pensando en ti con mucha ternura
y también en mí y en cómo vamos perdiendo todo. Te digo esto y en
seguida me asusto: en los últimos días estuviste no solamente muy
tierna conmigo sino también benévola e indulgente, pero no debo
irritarte con melancolía; de todos modos cuando abra el sobre de tu
carta (espero, por favor que me escribas) temblaré un poco. Ojalá que
no me escribas diciéndome que todo se acabó y que es inútil seguir la
correspondencia... Tú sabes que hay muchas cosas que no hicimos y que
nos gustaría hacer juntos. Además, recuerda lo bien que nos entendemos
cuando estamos juntos... recuerda cómo nos hemos divertido, cómo nos
queremos. Y si a veces me pongo un poco sentimental, no te enojes
demasiado... Me gustaría ser más inteligente o más certero, escribirte
cartas maravillosas. Debo resignarme a conjugar el verbo amar, a
repetir por milésima vez que nunca quise a nadie como te quiero a ti,
que te admiro, que te respeto, que me gustas, que me diviertes, que me
emocionas, que te adoro. Que el mundo sin ti, que ahora me toca, me
deprime y que sería muy desdichado de no encontrarnos en el futuro. Te
beso, mi amor, te pido perdón por mis necedades.

Winston Churchill, en cambio, le escribe su esposa (el 23 de enero de
1935) en clave de apacible celebración:

Mi querida Clemmie:

En tu carta desde Madras me escribiste algunas palabras muy queridas
por mí sobre cuánto enriquecía tu vida. No puedo expresarte qué placer
me dio esto, porque me siento siempre de forma aplastante tu deudor,
si puede haber cuentas en el amor... Lo que ha sido para mí vivir
todos estos años en tu corazón y compañerismo ninguna frase puede
transmitirlo. El tiempo pasa velozmente pero ¿no da felicidad ver cuán
grande y creciente es el tesoro que hemos recolectado juntos, en medio
de las tormentas y de las tensiones de tan agitados y en cantidad
trágicos y terribles años?

Tu amante esposo.

A su adorada Clara le escribe Juan Rulfo (escueto para publicar obra,
pero no para redactar cartas), cuando por circunstancias laborales
debía pasar temporadas alejado de su joven esposa:

Desde que te conozco, hay un eco en cada rama que repite tu nombre; en
las ramas altas, lejanas; en las ramas que están junto a nosotros, se
oye. Se oye como si despertáramos de un sueño en el alba. Se respira
en las hojas, se mueve como se mueven las gotas del agua. Clara:
corazón, rosa, amor... Junto a tu nombre el dolor es una cosa extraña.

Es una cosa que nos mira y se va, como se va la sangre de una herida;
como se va la muerte de la vida.

Y la vida se llena con tu nombre: Clara, claridad esclarecida. Yo
pondría mi corazón entre tus manos sin que él se rebelara. No tendría
ni así de miedo, porque sabría quién lo tomaba.

Y un corazón que sabe y que presiente cuál es la mano amiga, manejada
por otro corazón, no teme nada. ¿Y qué mejor amparo tendría él, que
esas tus manos, Clara? He aprendido a decir tu nombre mientras duermo.
Lo he aprendido a decir entre la noche iluminada. Lo han aprendido ya
el árbol y la tarde... y el viento lo ha llevado hasta los montes y lo
ha puesto en las espigas de los trigales. Y lo murmura el río...

Clara: Hoy he sembrado un hueso de durazno en tu nombre.

Al parecer, el temible Napoleón no encontraba mejor modo de influir en
su esposa, Josefina, que el regaño enfático:

No le amo, en absoluto; por el contrario, le detesto, usted es una sin
importancia, desgarbada, tonta Cenicienta. Usted nunca me escribe;
usted no ama a su propio marido; usted sabe qué placeres sus letras le
dan, pero ¡aun así usted no le ha escrito seis líneas, informales, a
las corridas!

Finalmente, una carta trágica, pero sin duda amorosa: la que le deja
la novelista Virginia Woolf a su marido, Leonard, antes de suicidarse,
el 28 de marzo de 1941:

Querido:

Me siento segura de estar nuevamente enloqueciendo. Creo que no
podemos atravesar otro de estos terribles períodos. No voy a reponerme
esta vez. He empezado a oír voces y no me puedo concentrar. Por lo
tanto, estoy haciendo lo que me parece mejor hacer. Tú me has dado la
mayor felicidad posible. Has sido en todas las formas todo lo que
alguien puede ser. No creo que dos personas hayan sido más felices
hasta que apareció esta terrible enfermedad. No puedo luchar por más
tiempo. Sé que estoy estropeando tu vida, que sin mí podrías trabajar.
Y lo harás, lo sé. Te das cuenta, ni siquiera puedo escribir esto
correctamente. No puedo leer. Cuanto te quiero decir es que te debo
toda la felicidad en mi vida. Has sido totalmente paciente conmigo e
increíblemente bondadoso. Quiero decirte que todo el mundo lo sabe. Si
alguien podía salvarme, hubieras sido tú. Nada queda en mí salvo la
certidumbre de tu bondad. No puedo seguir destruyendo tu vida por más
tiempo.

No creo que dos personas pudieran haber sido más felices de lo que
nosotros hemos sido.

¿Qué otras cartas conocen o les gustan? ¿Alguna carta que ustedes
hayan escrito y quieran compartir? Continuamos el tema en el blog.

Hasta el próximo boletín,

LibrosEnRed

2. Recomendados
[image: 01]
[image]
El mundo ya no está al revés. Canalizando la energía sexual y
superando rasgos primitivos de Gricelio Martín

Einstein dijo: "Para lograr resultados distintos hay que hacer cosas
diferentes". Y si el mundo quiere que las circunstancias cambien, debe
aplicar esta recomendación. Para empezar, hay que educar distinto
porque la manera de educar que se ha utilizado evidentemente no ha
funcionado.

Esta obra es una proyección ficticia pero posible del mundo si se
cambia por completo el esquema de educación y si se asume de una vez
por todas la responsabilidad individual en un cambio efectivo y
definitivo.

"Haga el ejercicio de imaginar cómo sería su vida hoy si su educación
sexual hubiera sido oportuna y completa, sin omisiones, sin mentiras,
sin vergüenza. Para comenzar, usted sí habría confiado en sus padres y
no habría tenido que ir a ciegas por la vida aprendiendo de los
errores y lamentando no poder volver atrás el tiempo y recomenzar.
Usted no habría necesitado ser un adolescente rebelde para oponerse al
absurdo comportamiento de los adultos y hoy sería una persona feliz.
Si logra visualizar eso, o si lee este libro, entenderá que no es
descabellado imaginar y lograr cambiar por completo el rumbo de la
humanidad, empezando tan solo por cambiar actitudes, lo suficiente
para hacer desaparecer las líneas imaginarias que dividen los
territorios y fomentan aún más la intolerancia. El primer paso para
lograr algo es soñarlo. Yo ya lo hice. ¿Me acompañas?".

Gricelio Martin es ingeniero químico de la Universidad Nacional de
Colombia y trabaja en administración en el ámbito privado, en Chile.
Publicó anteriormente dos libros, uno en filosofía y teoría social
acerca de la soledad, y otro de poesías. Decidió incursionar en el
género de la ficción, con la idea de promocionar una obra de su madre,
que ella desarrolló por años en el área de educación sexual y que
debería leer todo aquel que quiera cambiar primero para que el mundo
cambie.

El libro está disponible en versión digital (PDF e ePub, Kindle
Edition y Nook Book) y versión impresa.

[image]
Andrenérgicos. Instinto de supervivencia de Ángel Salvador

A fines de la cronología actual, el genetista Lena Lícar desarrolla
los métodos para habilitar las sorprendentes capacidades del instinto
de supervivencia, aquellas virtudes que miles de víctimas manifiestan
involuntariamente en sucesos de extremo riesgo. Esas mismas virtudes
encausan al científico, junto con algunos de sus colaboradores y
amigos, a su más grande aventura en la vida: una cadena de
acontecimientos que serán el inicio de una encrucijada sin precedentes
a nivel planetario.

Ángel Salvador nació en 1977. Es licenciado en Psicología. Es un
apasionado de las artes plásticas y el fantástico universo literario,
que, irónicamente, estaba cautivo en su mente e imaginación. Su amor
por la pintura lo inclinó al gran amor que ahora siente por la
escritura, el espacio de expresión donde la ciencia y el arte
convergen con mágica objetividad.

El libro está disponible en versión digital (PDF e ePub) e impresa.

El clásico de regalo
Cartas a un joven poeta



[image]

Es la obra más conocida de Rainer Maria Rilke. Son las cartas que le
mandó, entre 1903 y 1908, a un joven poeta (Franz Xaver Kappus) que le
había pedido ayuda en la ardua tarea de escribir. Rilke le comunicó su
visión del mundo y abordó lo que le parecía más significativo, desde
la soledad hasta la utilización más potente de los recursos creativos,
con una importancia fundamental de la mirada interior.

¿Usted también escribe? Poesía, ensayo, relatos, novelas...
Sea parte de nuestro catálogo.
Ingrese en la página de planes de edición para conocer nuestras propuestas.
3. Efemérides
>
> El...
>
> ...17 de febrero de 1836 nace el poeta español Gustavo Adolfo Bécquer, representante del romanticismo en España. Sus temas predilectos fueron el amor, la soledad, el desengaño. Entre sus obras podemos mencionar Cartas literarias a una mujer (1861), Leyendas (1857- 1864) y Cartas desde mi celda (1864). Precisamente de esta última (que regalamos completa) es que tomamos el inicio de Carta II, donde se refiere, de modo muy inspirado, al tan mentado asunto del bloqueo del escritor:
>
> Queridos amigos:
>
> Si me vieran ustedes en algunas ocasiones con la pluma en la mano y el papel delante, buscando un asunto cualquiera para emborronar catorce o quince cuartillas, tendrían lástima de mí. Gracias a Dios que no tengo la perniciosa cuanto fea costumbre de morderme las uñas en casos de esterilidad, pues hasta tal puntó me encuentro apurado e irresoluto en estos trances, que ya sería cosa de haberme comido la primera falange de los dedos. Y no es precisamente porque se hayan agotado de tal modo mis ideas que, registrando en el fondo de la imaginación, en donde andan enmarañadas e indecisas, no pudiese topar con alguna y traerla, a ser preciso, por la oreja, como dómine de lugar a muchacho travieso. Pero no basta tener una idea; es necesario despojarla de su extraña manera de ser, vestirla un poco al uso para que esté presentable, aderezarla y condimentarla, en fin, a propósito para el paladar de los lectores de un periódico, político por añadidura. Y aquí está lo espinoso del caso, aquí la gran dificultad.
>
> ¿Quiere recordarnos alguna efeméride?
> ¿Desea enviarnos la redacción de uno de estos recordatorios?

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4. Direcciones para encontrarnos
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