Y GRUPOS ÉTNICOS DE LA
PROVINCIA DE JUJU
Los pobladores prehispánicos que habitaron la Puna, la
Quebrada y los Valles produjeron e intercambiaron pro-
ductos provenientes de las diferentes zonas ecológicas del
noroeste de Argentina y regiones vecinas. Algunos sitios
fueron lugares de intercambio estratégicos, por su ubica-
ción y la vinculación que generaron entre amplios territo-
rios. Así, Yacoraite fue una importante entrada a la Puna
desde la Quebrada; y el Abra de Zenta, ubicado hacia el
este, fue una gran entrada desde las regiones altas hacia
los bosques de las tierras más bajas, cubiertas por Yungas
y Chaco (Albeck 1994).
La historia de las antiguas poblaciones de Yungas se re-
monta a varios miles de años atrás, cuando los pueblos
de cazadores-recolectores hacían uso de los numerosos
recursos de sus selvas y bosques. Aunque la escasez de
investigaciones arqueológicas en esta región impide co-
nocer estos momentos previos a las ocupaciones de los
pueblos agro-alfareros, sabemos que en sitios arqueológi-
cos ubicados en regiones vecinas se han hallado elemen-
tos provenientes de Yungas, que muestran que hace unos
10.000 años los pueblos cazadores de la Puna utilizaban
recursos de la selva tales como nueces, cañas, pieles, plu-
mas de aves multicolores y caracoles de agua dulce, entre
otras cosas.
Sabemos también que hace 5000 años, los elementos
de la selva seguían siendo de importancia para los habi-
tantes de las tierras altas que ya contaban con prácticas
funerarias complejas. Posiblemente, cinco siglos después,
con la domesticación de los camélidos o, al menos de la
llama que se usó como animal de carga, aumentaron los
mecanismos de intercambio a larga distancia, uniendo las
costas del Pacífico con las Yungas. Hace unos 2500 años,
poblaciones que tenían una tecnología cerámica desarro-
llada se hallaban establecidas en el sur del valle del río San
Francisco, en Jujuy, ocupándolo aproximadamente entre
el 800 a. C. y el 400 d. C. (García Moritán y Ventura 2007).
En el año 1557, un grupo de españoles arribó a lo que
sería posteriormente la jurisdicción de San Salvador de Ju-
juy. Luego de ese momento, la población originaria ingresó
al sistema colonial a la vez que comenzó a sufrir cambios
de todo tipo y a reconfigurar su identidad. Las antiguas
poblaciones padecieron un profundo impacto por la con-
quista y por la concesión de encomiendas en la región. Los
pueblos de indios, fundados por los encomenderos a fines
del siglo XVI y comienzos del XVII, fueron el escenario de
las principales transformaciones. Se les impuso ubicación,
patrones espaciales urbanísticos europeos, instituciones,
forma de acceso a los recursos y nuevas jerarquías y des-
igualdades.
Sica (2006) dice que la jurisdicción que comprendía San
Salvador de Jujuy, si bien desmembró antiguos territorios
prehispánicos, fue el lugar donde sucedieron los cambios
y las transformaciones. En el siglo XVII abarcaba un exten-
so espacio rural y comprendía tres áreas correspondientes
a diferentes ecorregiones, la Puna, la Quebrada de Huma-
huaca y el Valle de Jujuy. En Puna y Quebrada se ubicaban
las sociedades originarias con mayor peso demográfico y
complejidad social y económica del noroeste argentino. La
colonia reunió, de este modo, en un mismo espacio ad-
ministrativo a espacios ecológicos diferentes, a la vez que
fragmentó antiguas regiones. Desde comienzos de ese si-
glo, Jujuy era paso obligado de la ruta que unía Potosí con
Tucumán. Durante el siglo XVIII la economía jujeña (igual
que la salteña, pero en menor escala) se basó en la cría de
ganado vacuno, la fabricación de productos derivados de
éste y la invernada de mulas que se enviaban a Chichas,
Porco y Potosí, todos centros mineros y urbanos del Alto
Perú, en la actual Bolivia.
La presencia religiosa apareció tempranamente y fue
una constante en la región. Apenas comenzada la con-
quista española, los jesuitas desplegaron su accionar
en territorio argentino durante casi dos siglos. En 1756
fundaron la reducción5
San Ignacio, en el campo de Los
Naranjos, ubicado entre la fortaleza de Ledesma y la del
río Negro, que estuvo dirigida a población Toba. Aparen-
temente también se establecieron en el molino de Yala.
Luego, en el año 1767, los jesuitas fueron expulsados del
territorio americano por orden del rey Carlos lII.
Cartilla de etnias..
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