Las crónicas de la Independencia dan cuenta de un pequeño número de mujeres que salieron del anonimato, ya sea por su solidaridad hacia la causa patriota, por su apoyo logístico a los soldados o por ser dueñas de casas donde se llevaron grandes discusiones para dirigir los destinos de la revolución.
En todos estos escritos, son pocos los renglones dedicados a mujeres que pelearon codo a codo con los hombres en el frente de batalla. La experiencia revolucionaria y la militarización, si bien habían llevado a la mujer a un rol más activo, ésta seguía representando valores tradicionales. Quizás por ello el papel de las mujeres como soldadas ha sido y es todavía vedado de la historia y de la memoria. Sin embargo, la figura de María Remedios del Valle hace justicia a las mezquindades y a los olvidos de los relatos historiográficos sobre el proceso de la Independencia.
¿Quién fue?
Mujer negra, pobre, guerrera, esposa y madre de varios hijos, María Remedios del Valle fue una de las pocas mujeres que comenzó a luchar en las guerras de la Independencia desde que se formó el primer gobierno patrio el 25 de mayo de 1810. Su primera participación fue en la Expedición del Alto Perú junto a su marido y a sus dos hijos. Ella, como muchas otras mujeres, acompañó a la tropa alimentando a los soldados, curando heridos y también peleando con ellos.
Así lo hizo en la batalla de Huaqui, donde desafortunadamente perdió a su marido y a sus dos hijos. Lejos de rendirla, sumó más coraje para pelear en las contiendas de Tucumán y Salta. Debido a su bravura y valentía, Manuel Belgrano la nombró Capitana. A pesar de este gran reconocimiento, la suerte no estuvo de su parte en las derrotas de Vilcapugio y Ayohúma, donde fue herida de bala, capturada por los realistas y azotada públicamente. Muchas veces estuvo a punto de ser fusilada, sin embargo, pudo sortear los embates tenazmente.
De vuelta en Buenos Aires, no le fue fácil que la reconocieran como capitana y que le pagaran su sueldo, y cuando lo consiguió fue por poco tiempo.
¿Qué se dijo sobre ella a lo largo de la historia?
La historia de la heroína comienza a trascender fuera del ámbito militar en la década de 1820, cuando se realizó el primer reconocimiento por los servicios prestados a la Patria durante las campañas militares al Alto Perú entre 1810-1814. El trámite emprendido por María Remedios del Valle contó con el apoyo y el compromiso de los generales Juan José Viamonte, Eustaquio Díaz Vélez, Juan Martín de Pueyrredón y de los coroneles Hipólito Videla, Manuel Ramírez y Bernardo de Anzoátegui, quienes a través de diferentes expresiones y elogios destacaron la bravura, el patriotismo y su espíritu abnegado de servicio. Estos oficiales, que gozaban de valimiento y reconocimiento (tanto social como profesional), declararon larga y elocuentemente a favor de una retribución monetaria para María Remedios del Valle.
En una de las peticiones de las sesiones legislativas del 18 de julio de 1828, Juan José Viamonte en defensa de la capitana de la patria, expresaba lo siguiente:
“Yo no hubiese tomado la palabra porque me cuesta mucho trabajo hablar, si no hubiera visto que se echan de menos documentos y datos. Yo conocí a esta mujer en la campaña al Alto Perú y la conozco aquí; ella pide ahora limosna; porque después de esa vida durante tantos años, herida y maltratada, no podía trabajar naturalmente”
Durante las gobernaciones de Rosas, los jefes militares del Ejército del Norte escribieron sus memorias y muchos de ellos, enfrentados al entonces gobernador, buscaban enaltecer su figura junto a la de Manuel Belgrano, entre ellos, el tucumano Gregorio Aráoz de Lamadrid, quien aporta mucho a la representación de Remedios, dirá respecto a la derrota de Belgrano en Ayohúma:
“Es digno de trasmitirse a la historia una acción sublime que practicaba una morena, hija de Buenos Aires llamada tía María y conocida por madre de la Patria, mientras duraba este horroroso cañoneo como a las 12 día 14 de noviembre y con un sol que abrasaba. Esta morena tenía dos hijas mozas y se ocupaba con ellas en lavar la ropa de la mayor parte de los jefes u oficiales, pero acompañada de ambas se la vio constantemente conduciendo agua en tres cántaros que llevaban a la cabeza. Desde un lago o vertiente situado entre ambas líneas y distribuyéndola entre los diferentes cuerpos de la nuestra y sin la menor alteración.
Lamadrid la reinventa como una mujer dentro de los cánones de conducta “ideales” de una mujer, de una madre, de la época, cuidar y ayudar desde atrás, y no a la par.
Gregorio Aráoz de Lamadrid y José Viamonte
> Gregorio Aráoz de Lamadrid y José Viamonte <
Años más tarde Bartolomé Mitre, en su obra sobre la vida del prócer Manuel Belgrano, María Remedios aparece con una participación fugaz en la Historia. Si bien le llama “Madre de la Patria”, nada dice de por qué se la conocía por ese nombre, ni su rango militar otorgado por Manuel Belgrano. Las omisiones de Mitre respondían a un clima imperante de construcción de relato nacional que buscaba corresponderse con el aluvión inmigratorio europeo, borrando así las raíces de la cultura afro en la historia nacional.
En las primeras décadas del siglo XX, los efectos de la Primera Guerra Mundial y las experiencias nacionalistas en Europa, se hicieron sentir en el país con el arribo del revisionismo, dando una mirada diferente de la construcción de la patria y nuevas perspectivas que reivindicaron figuras como la de Rosas y otras, como la de Remedios del Valle. Carlos Ibarguren, uno de los fundadores de la Sociedad de Historia Argentina volvió a darle relevancia al relato de Remedios del Valle, recuperando los discursos de la sesión de la Sala de Representantes en los que se trató la pensión de Remedios.
En los últimos años, gracias a la valorización académica de los estudios de género (producto de una larga tradición de investigadoras feministas) y de las minorías étnicas la figura de María Remedios adquirió una mayor significación y reivindicación. El hecho de que cada 8 de noviembre celebremos el Día Nacional de los Afroargentinos y la Cultura Afro, en honor a su fallecimiento da cuenta del proceso de revisibilización afroargentina que estamos viviendo.
Valentina Mitrovich
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Área de Investigación
Museo Casa Histórica de la Independencia
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