Los fósiles han alimentado infinidad de fábulas y leyendas: Plinio interpretaba los dientes de tiburón fósiles como “lenguas de piedra”, los erizos fósiles como huevos de serpiente y el ámbar como orina de lince endurecida. En la edad Media, los ammonites se interpretaban como serpientes enrolladas. Incluso en el siglo XVIII, aún llegaron a interpretarse peces y plantas fósiles como restos del diluvio, y a un anfibio fósil como a un hombre testigo del mismo.
Entre las primeras interpretaciones científicas de los fósiles, debemos mencionar a Leonardo da Vinci, que en sus Libros de Notas (1490) hace una interpretación correcta de las “almejas fósiles” y del proceso de fosilización. Más tarde, Nicolaus Steno (1667), interpreta correctamente las “glosopetrae” (lenguas de piedra) como dientes de tiburones fósiles; y a las conchas marinas incluidas en las rocas como restos de animales del pasado que quedaron enterradas en sedimento que se transformó en roca.
Los fósiles solo se encuentran en rocas sedimentarias; no pueden conservarse en magmáticas ni en metamórficas, excepto en algunas pizarras, ya que las presiones y temperaturas que alcanzan estas rocas borran las estructuras que configuran el fósil.
La mayor parte de las veces los fósiles se encuentran dispersos, incompletos y en mal estado de conservación, por lo que no son especialmente útiles para reconstruir la vida de esos organismos. No obstante, en ocasiones se encuentran en lo que se conoce como yacimientos de excepcional conservación, lugares donde llegamos a tener organismos enteros que han conservado plumas, tegumentos con su color, el nácar en las conchas, embriones (en huevos fósiles), coprolitos (excrementos fosilizados) o tejidos que se pueden estudiar al microscopio (como en el caso de muchas plantas). El ámbar, el hielo o los hidrocarburos son algunos de los materiales propicios para preservar restos orgánicos en el tiempo.
Es de ese tipo de yacimientos de donde los paleontólogos obtienen la mayor información para extraer conclusiones paleobiológicas de gran interés. Y es por eso por lo que estos importantes yacimientos están, o deben estar, protegidos por la ley.
Araña e insecto fósiles en ámbar Huevos de dinosaurio Fósil con partes blandas
Fósiles de araña e insecto conservados en ámbar
Imagen de Oregon State Unioversity en Wikimedia commons. Licencia cc Huevos de dinosaurios en un nido
Imagen de He-Ba-Mue en Wikimedia commons. Licencia cc Fósil de Scipionyx samniticus que conserva partes blandas
Imagen de Giovanni Dall'Orto en Wikimedia commons. Licencia cc
Importante
Los fósiles, aún apareciendo incompletos, son en muchos sentidos los únicos "testigos" del pasado, proporcionando información cronológica y siendo indicadores ambientales (con ellos reconstruimos los ecosistemas y climas del pasado). Por último, las teorías evolutivas no quedarían corroboradas sin los valiosos datos que han aportado los fósiles.
Para saber más
Uno de estos yacimientos paleontológicos en especial estado de conservación es el yacimiento de Las Hoyas, Cuenca, donde han sido hallados aves, anfibios, peces, plantas, insectos, etc. del periodo Jurásico.
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