Publicado el 11 de enero de 2018
Ladrillo hueco utilizado como método pasivo de relevamiento de anfibios. Foto: CONICET Fotografía/ Verónica Tello.
Phyllomedusa_boliviana. Foto: Gentileza investigador.
Oreobates berdemenos. Foto: gentileza investigador.
Mauricio Akmentins. Foto: CONICET Fotografía/ Verónica Tello
Mauricio Akmentins con uno de los tres grabadores digitales instalados en el Parque Nacional Calilegua. Foto: CONICET Fotografía/ Verónica Tello.
Mauricio Akmentins trabaja con Martín Boullhesen. Foto: gentileza investigador.
Yungas, el tesoro verde
Investigadores del CONICET analizan como la modificación de los hábitats inciden en la diversidad de anfibios que viven la selva jujeña.
Ladrillo hueco utilizado como método pasivo de relevamiento de anfibios. Foto: CONICET Fotografía/ Verónica Tello.
Phyllomedusa_boliviana. Foto: Gentileza investigador.
La selva de las Yungas es una ecorregión que abarca desde el departamento de Santa Cruz en Bolivia hasta la provincia de Catamarca en el norte de Argentina que se caracteriza por ser una selva nublada, producto de la orografía de los Andes.
Junto a la selva misionera es uno de los ambientes del país con mayor diversidad de flora y fauna. Una porción de este ecosistema en la provincia de Jujuy se preserva desde 1979 en el Parque Nacional Calilegua. Esta área protegida presenta cuatro estratos bien diferenciados: selva pedemontana, selva montana, bosque montano y pastizal de altura que sirven de hábitat a más de 250 especies de aves, más de 25 especies de anfibios y otras tantas de mamíferos.
Un grupo de investigadores del CONICET del Instituto de Ecorregiones Andinas (INECOA, CONICET-UNJU) integrado por Marcos Vaira, investigador independiente del Consejo, Laura Pereyra y Mauricio Akmentins, ambos investigadores asistentes, estudian cuál es la influencia de la modificación del paisaje en los patrones de diversidad de anfibios en las Yungas jujeñas.
“Hay grandes vacíos en el conocimiento de la biodiversidad del Noroeste argentino, primero hay que conocer qué especies tenés y después cómo manejarlas y conservarlas. Una de las funciones que tenemos que cumplir los biólogos es inventariar la diversidad y la otra tarea es el monitoreo de cómo son los impactos de la actividad humana y cómo se pueden morigerar o revertir en el mejor de los casos”, advierte Mauricio Akmentins, investigador asistente del Consejo en el INECOA.
Una de las líneas de investigación del grupo es sobre las ranas marsupiales que se caracterizan por tener un modo particular de reproducción: las hembras tienen en la espalda una bolsa de piel en la que se desarrollan los renacuajos. Existen tres especies de este tipo en el país, en el caso de dos de ellas: la Rana Marsupial Grácil y la Rana Marsupial de Baritú, la hembra deposita los renacuajos ya bastante grandes en pequeños cursos de agua y en el caso de la Rana Marsupial de Calilegua, la rana directamente “pare” a los juveniles completamente formados. Esta última puso en estado de alerta a los científicos porque no se tiene registro de ella desde hace más de 20 años.
“Estas tres ranas son endémicas en Argentina y habitan exclusivamente en las Yungas. Particularmente la de Calilegua se describe en el año 1967 y durante casi 30 años era frecuente registrarla. Desde el año 1996 en adelante se dejó de encontrar en la naturaleza. Es una señal de alarma perder una especie en una región de la cual es exclusiva, sobre todo en un área protegida. No se puede hacer nada hasta confirmarse si está o no, entonces estamos avocando la mayor cantidad de esfuerzos a redescubrirla y en ese caso recién tomar medidas. Sabemos que no la escuchamos ni vimos más, la gran incógnita es por qué”, explica Akmentins.
La desaparición de una especie no es un hecho particular de la Argentina, ya que a nivel mundial ocurre un fenómeno que es la declinación global de anfibios. Hay varias razones para esta posible desaparición, una es la presencia de un hongo que afecta la piel de los anfibios que, si bien no se detectó en estas especies sí en algunas especies de anfibios de Yungas del sur de Bolivia. La piel es un órgano vital para estos animales que la usan para respirar, intercambiar agua y es la primera barrera de defensa como en cualquier vertebrado. La modificación del hábitat es el otro gran culpable de la disminución de diversidad. Finalmente, otra causal es el cambio climático global. Los anfibios son de sangre fría y tienen la piel desnuda entonces dependen mucho de la temperatura y humedad ambiental.
Sin embargo, el investigador considera que es cuestión de tiempo volver a registrar a la rana marsupial del Calilegua en su hábitat.
“En los últimos dos años ha habido en el Neotrópico grandes esfuerzos en la búsqueda de animales desaparecidos. Se están redescubriendo muchas especies que ya se creían extintas. Formalmente se toma un tiempo considerable como 50 años para afirmar que una especie se extinguió, en nuestro caso vamos 20 años es decir que estamos dentro del marco temporal y creemos que todavía está en el ambiente. Las Yungas son bastante inaccesibles, sólo podemos ver una pequeña porción, además no estamos en todo momento en el campo. Por eso incorporamos una nueva metodología para aumentar el esfuerzo de búsqueda, así tenemos más chances de encontrarla”, aclara el biólogo.
El Sonido de las Yungas
Actualmente, como parte de la tesis del becario doctoral Lic. Martín Boullhesen, se instalaron en el Parque Nacional Calilegua tres grabadores digitales automatizados que registran sonidos a razón de tres minutos por hora durante las 24 horas del día durante los 365 días del año. El paisaje sonoro se compone de la biofonía que son los ruidos provocados por los animales, la geofonía que son los causados por el ambiente (el viento, la lluvia, etc.) y ahora se incorpora la antrofonía que son producidos por los seres humanos. El objetivo del proyecto es hacer una descripción formal de los paisajes sonoros en los tres estratos de las Yungas.
Esta es una herramienta importante para monitorear la diversidad de anfibios porque se puede identificar qué especies están presentes por su canto de anuncio y estimar la abundancia. Además, sirve para analizar si hay una variación entre los pisos altitudinales y entre estaciones de los paisajes acústicos. Es un instrumento valioso porque los datos se producen en tiempo real.
Los grabadores están acompañados por un software de reconocimiento automático para procesar la enorme cantidad de datos que se generan. En este sentido, Akmentins explica que si bien la tecnología no es nueva la combinación sí lo es y con ella se puede ver cómo cambia la diversidad de especies que a veces no desaparecen, sino que cambian de ambiente. No siempre se puede relacionar directamente la pérdida de hábitat con la pérdida de especies.
“Estamos en un contexto de crisis global de la diversidad. Se considera que es una de las más grandes extinciones masivas de diversidad a nivel mundial y está provocada por actividades humanas. Es importante estudiar y conservar especies no solamente porque uno está cuidando los recursos naturales, sino que son recursos que implican posibles desarrollos industriales. Por ejemplo, se han desarrollado muchas drogas a partir de las secreciones cutáneas de anfibios. Estamos perdiendo una farmacia entera”, concluye Akmentins.
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