AdSense

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Cuidados, Educación, tensiones y posibilidades

Cuidados, Educación, tensiones y posibilidades

Es una cuestión que se "debate" día con día, algunas veces se puede y otras no, pero es como el camino del guerrero (y me refiero a mis hermanos los indios, como decía el General San Martín), que implica preparación y gozo, o, disfrute, porque mil veces derrotado el guerrero vuelve por más, porque sabe, que cada vez será mejor, sabe que su objetivo no es el triunfo, no le importa el triunfo, le importa esa evolución, esa mejoría, para, en nuestro caso, lograr ese "ni uno menos", mientras se place, con el canto del maestro (el recordado y el que es realidad), que no solo implica canto, sino cariño, afecto, firmeza, mochila, disfrute, gozo, trabajo, mejora, búsqueda y fundamentalmente, evaluación que, como la educación, debe ser permanente, en un sentido de ida y vuelta. En el camino encuentra el obstáculo del origen, de la familia, del estigma, de la mirada unidireccional, cuando se necesita de pluridireccionalidad, de contención, de empatía, de solidaridad, de valores ciudadanos y humanos, cuidando los sentidos y los modos, como una forma de cuidar al otro, al que se encuentra en posición de ser cuidado, pero de ese cuidado humilde, sencillo, fraterno, humano.

Sabemos que no hay recetas, ni pautas establecidas a priori, porque "el cuidado surge, se crea (o es creado, me atrevo a decir, en la interacción humana, con toda la carga del entorno, o, mejor dicho de la influencia positiva de lo natural y la naturaleza) y se produce en cada instante del encuentro con el otro…" (Sexto Recorrido. ECE), entendiendo que los seres humanos somos gregarios por naturaleza, pero solo aplicamos o debiésemos aplicar tres de las acepciones del diccionario, que no incluye o no debiese incluir la tercera, porque somos esencialmente seres con autonomía y libertad.  [Gregario, ria. (Del lat. gregarĭus). 1. adj. Dicho de un animal: Que vive en rebaño o manada. 2. adj. Dicho de una persona: Que está en compañía de otros sin distinción, como el soldado raso. 3. adj. Dicho de una persona: Que, junto con otras, sigue ciegamente las ideas o iniciativas ajenas. U. m. c. s. m. 4. m. Dep. Corredor encargado de ayudar al cabeza de equipo o a otro ciclista de categoría superior a la suya.  Real Academia Española © Todos los derechos reservados]

En este momento recuerdo y ello ya es reiterado, a la maestra de mi madre, en una escuela confesional, donde la niña concurría en un coche, con chofer que les explicó a sus alumnos de quinto grado, por qué "bajan (o mejor dicho bajaban) turbias las aguas" en nuestra Provincia de Santa Fe, sin olvidar al "árbol que llora", que mi madre supo explicarme en un determinado momento, cuando le pregunté por los motivos de su inclinación a la docencia en alguno de esos encuentros matutinos, antes, mucho antes que debiésemos concurrir a nuestras obligaciones y digo encuentros, porque nos veíamos poco (un rato entre las seis de la mañana y las siete, otro rato al mediodía-antes de que ella regresara a la escuela que dirigía y nosotros a nuestras obligaciones, con dos corolarios a la tarde, en la merienda, para el que se encontrara en la casa, antes de que concurriera a la universidad y luego, por la noche en la cena). En esos encuentros el tiempo se aplicaba a la educación, a la nuestra, pero no ya como docente, sino, como madre. Por ello concuerdo, con Silvia Bleichmar "En el otro se alimentan no solo nuestras bocas sino nuestras mentes; de él recibimos junto con la leche, el odio y el amor, nuestras preferencias morales y nuestras valoraciones ideológicas: el otro está inscripto en nosotros y eso es inevitable (…) Es esa condición de base de la transformación del cachorro humano en ser humano la que genera la expectativa de reencuentro con la solidaridad y el compromiso con el otro humano…" (2002-56)

Pero debo reconocerlo fui un privilegiado de la vida, porque este "viejo loco" de hoy se transformó en un alumno y luego estudiante de transporte público, o, de "pata en el suelo", como me dijera uno de mis maestros, que era uno de esos seres imperdibles, que regalaba sabiduría, la genuina, la que surge de la humildad, de la sencillez, del don de gente, de la maestría de la ciudadanía (que no tiene nada que ver, o, en realidad tiene todo que ver con la calle, pero con la universidad de la calle). No me gusta hablar mucho de mí, pero ya que estamos en esto vamos a terminar con el relato completo, porque mi abuela materna, en sus últimos años exigió, que el pequeño Guillermo viaje cuatrocientos kilómetros, los fines de semana largo, para completar su educación, con ella y me transformó en un aprendiz  de la exploración y de la cocina, ya que durante el día tenía como misión seguir un itinerario prefijado, todos los días y por la noche empezaba la clase teórico-práctica de cocina, matizada, con el recuerdo y enseñanzas de mi abuelo y del pariente ilustre de esta rama de la familia, me refiero al que pueden conocer como Diego Abad de Santillán, o, más familiarmente, como Baudilio García, ese anarquista loco que fue el último en retirarse de la República Española muerta, por la ola fascista, seis meses después, porque quería asegurarse que todos sus combatientes y compañeros tengan la oportunidad de replegarse a lugar seguro. Por el otro lado, un maestro del sincretismo religioso, como fue y es Elder Cámara, el Cardenal Rojo de algún Papa e impulsor del Concilio Vaticano II, jesuita pleno de enseñanzas del "camino del guerrero", que supo hacerme llegar sus ideas, su enseñanza, su apuesta por lo humano, por la ciudadanía plena, me tironeaba desde la otra rama de mi familia, de la mano de mí padre y sus normas, sus leyes, su democracia popular, su criollismo humilde y sincero, que alguna vez lo llevó a plantarse, pistola de por medio, frente a un juez ilegal, que permitía la tortura (en defensa de un cliente, otro criollo genuino y sencillo, que tuvo la desgracia de chocar contra el estigma del origen y la falta de escuela).

Por ello, "se construye y se pone en escena la ciudadanía", unas veces como en una obra de teatro, como en un filme (reitero que debe cuidarse de no excederse en la dramaturgia, en desmedro de la realidad) y otras se debe ejercer, no solo el derecho, sino la obligación de cuidar el respeto, el amor y el compromiso, que son las claves de la construcción colectiva, que ya sabíamos, pero nos olvidamos en la larga noche neoliberal, que siguió a la tarde de perros del Terrorismo de Estado. Existen niños o jóvenes, que podemos llamar Francisco, sin ninguna connotación política o religiosa, que sufren del estigma de ser de una familia mal, el del relato de la Vicedirectora (del archivo Fílmico Pedagógico: "Autoridades que construyen infancias. CePa.2010), pero me tocó conocer a muchos "niños mal de familias bien" y sobre ello nadie se explaya, porque parece ser un "desliz menor", como la cleptomanía de gentes de familias bien. Por ello la ley, la norma es igual para todos, porque nos permite cuidar y cuidarnos, siempre pensando que "te necesito y me necesitas", porque no podemos dejar de aprender, para aprehender de nuestros alumnos, para "hacer de la escuela un lugar que enseña, cuida y ampara", que incluye la obligación de "ir a buscar" a nuestros alumnos, o, estudiantes, enarbolando los sentidos, la palabra, las normas y legalidades de nuestro habitar, para lograr "cuidar a los actores, niños, jóvenes, maestros…", como una forma de convivir naturalmente en la escuela.  

http://youtu.be/LDrDck7wzJY

Guillermo Fernando Cámara
Teléfono Celular 342-5045816

No hay comentarios:

Publicar un comentario