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miércoles, 20 de julio de 2022

CIUDADES DE PIEDRA, CIVILIZACIONES AGRO-ALFARERAS, UNA CIVILIZACIÓN METALÚRGICA Y POCO SOBRE CIVILIZACIONES DE LA SELVA O DE TERRENOS HÚMEDOS (CIVILIZACIONES DEL BARRO)

CIUDADES DE PIEDRA, CIVILIZACIONES AGRO-ALFARERAS, UNA CIVILIZACIÓN METALÚRGICA Y POCO SOBRE CIVILIZACIONES DE LA SELVA O DE TERRENOS HÚMEDOS (CIVILIZACIONES DEL BARRO) 

 Luego de caminar mucho (digamos que los primeros diez años de cuarenta, por muchos lugares, me fui dando cuenta que faltaba algo en nuestras culturas del sur) mis incógnitas se fueron concentrando en la inexistencia de civilizaciones de barro, aunque pude encontrar algunas de la selva (con sus ciudades) y, desde el inicio me pareció un tanto antojadiza la versión sobre la Cultura Jesuítica Guaranítica. Claro que no por la importancia y el desarrollo de la misma, o, la protección que brindó durante doscientos años al pueblo originario, o, por los logros de su sistema educativo, que no deja de ser europeo. Sino porque la originalidad se sustentaba en muchas bases de origen extracontinental, sin querer, por ello, atacar el enorme trabajo de mi tocayo el Padre Guillermo Furlong (por respeto al mismo y a mi padre). Igualmente, no desconocemos que la originalidad de nuestras ciudades pre-colombinas se fundamentan en su arquitectura realizada entre los 1.800 y los 5.000 metros de altura, que no tiene registros en el resto de la Historia de la Humanidad, o, que tenemos el enorme orgullo de contar entre nuestros desarrollos, en materia de civilizaciones, con la única que no se dedicó a la alfarería y prefirió dedicarse a la metalurgia (Omaguacas). El sistema de ciudades federadas de los Mayas, se replica entre los Tiaquitas (Diaguitas, Huarpes o Pehuenches), aunque también llama la atención que no existan ciudades más al sur del sur de Mendoza y me parece un tema, para estudiar. Pero es llamativo que no hayamos podido encontrar una cultura del barro en este sur del sur, aunque muchos reconocen la inteligencia de los guaraníes y sus etnias emparentadas. Otro tema que me preocupa, que creo relacionado con esto, es el desarrollo de esa presunta etnia, que los portugueses llamaron “los indios gigantes” y el mito o leyenda de su ciudad o ciudades de la selva. 

                                          Antigal de Yavi Chico en la frontera con Bolivia 

 “...La arquitectura prehispánica del norte argentino es una manifestación cultural que ha perdurado hasta nuestros días por varias razones. Primero, es una proyección del paisaje de los Andes, de modo que ha utilizado la materia prima disponible como la piedra y la mampostería en la montaña, o el adobe para las formas que aparecen en la costa. Esta particularidad ha permitido, en el caso de no haber sido reutilizada por alguna cultura posterior en el tiempo, u ocupada y sepultada por los españoles, que este registro haya llegado hasta nosotros. Afortunadamente sobreviven remanentes de importantes monumentos precolombinos que permiten un estudio exhaustivo de sus características. Cóndor Huasi se destaca por el tremendo desarrollo de su Civilización. Entre ellos, acueductos, pirámides ceremoniales (Allpataucas), depósitos funerarios, geoglifos, caminos, andenerías agrícolas, depósitos de alimentos, represas, etc. En suma, todo un repertorio de obras que ha requerido un manejo realmente importante de recursos, mano de obra y, evidentemente, de especialistas -arquitectos sin título- que se encargaron de planearlas y maestros canteros o albañiles de construirlas. Si bien las obras de arquitectura y urbanismo indígena locales no alcanzan la espectacularidad del área central, no le van en zaga en cuanto al manejo de los desniveles y el ingenio del indígena para adaptarse a las irregularidades del paisaje andino. El hombre andino podía vivir hasta altitudes de 4.100, 4.200 metros con economía productiva. Hasta los 3.800, 3.900 metros podía cultivar leguminosas, maíz y papa; a mayores altitudes cobraba importancia la ganadería de la llama y de la alpaca, pero por encima de los 4.200 metros los Andes ya son un páramo sin ocupación antrópica, excepto en las altas montañas nevadas situadas sobre los 5.000 m., donde se construyeron santuarios de altura, adoratorios con arquitectura ceremonial, plataformas y huacas, verdaderas montañas sagradas del culto andino como los de Aconcagua, El Toro, El Plomo y Llullaillaco. El paisaje imprime sus condiciones a las realizaciones arquitectónicas. Por ejemplo los centros urbanos andinos son en mayor medida instalaciones de altura, levantados con el uso masivo de la piedra sobre la montaña, o son ciudades costeras construidas de adobe a la vera del Océano Pacífico, o son aldeas que volcándose hacia la región de la Amazonia van perdiendo monumentalidad por el reemplazo de materias primas como la piedra y la mampostería por leñosas. Bajo los Cerros Aterrazados en El Shincal o Cusco Pequeño o Capital Provincial Inka en Catamarca. El paisaje de los Andes condiciona la adaptabilidad de la vida humana. Todo el tráfico andino era pedestre, se realizaba utilizando la llama o la alpaca como animal de carga. A pesar de carecer de animales de tiro poseía una ostensible dinámica. Los españoles fracasan los primeros cien años en el dominio de estas regiones porque provenían de una cultura mediterránea, que cohabitaba en las llanuras. Ninguna ciudad europea del siglo XVI estaba emplazada en la montaña: Nápoles y Génova por citar las más populosas se emplazaban sobre la costa del Mediterráneo; otras a la vera de ríos de llanura, como París sobre el Sena, Londres sobre el Támesis, Sevilla sobre el Guadalquivir. 




 Figura 2 . Atlas arqueológico, período de Desarrollos Regionales. Las instalaciones mencionadas en el texto son: 1- Rinconada; 2-Yavi Chico; 29-Tastil; 31- Morohuasi; 16- Cabrería;61-La Huerta; 65-Juella; 68-TiIcara; 73-Volcàn; 75- El Shincal; 108-El Churcal; 133-Tolombòn; 134- Quilmes; 137-Rincon Chico; 138-Masao; 141- Loma Rica de Jujuil; 142- Loma Rica de Shiquimil; 148-La Calera; 173- Asampay. 


 Como contraparte, las ciudades indígenas americanas, desde las grandes capitales como Tenochtitlán o el Cuzco, hasta cualquier aldea o villorío centroamericano o del área intermedia colombiana, o de los Andes, se levantaron en zonas serranas. No pocos historiadores americanos han expresado acertadamente que la civilización mediterránea no supo entender las civilizaciones americanas. Por cierto hubo una ostensible diferencia entre unas y otras. Lo escarpado de los Andes frente a la planicies de la Europa occidental. En la España que conquista América nadie vivía por encima de los 1.200, 1.300 metros y si lo hacía, se trataba de un pastor, un marginal que vivía en un páramo apartado de las grandes ciudades Así fue la sorpresa de los españoles cuando encontraron que Tenochtitlán era un centro cosmopolita situado a 2.500 m. sobre el nivel del mar. Lo mismo sucedía con el Cuzco a 3.600 m y algunas aldeas urbanizadas del NOA y Chile, como Tastil, Tilcara, Turi o Rinconada que habían sido levantadas por encima de los 2.500 m. Esto explica la obsesión de los españoles por bajar a los amerindios a los fondos de valle, ya que éstos seguían viviendo sobre las serranías y por lo tanto no eran útiles para sus planes “colonizadores” que consideraban la mita y el yanaconazgo. Si realizáramos una rápida revista de todas las capitales fundadas por España en el NOA (La Rioja, Salta, Jujuy, Tucumán, Catamarca, San Juan y Santiago del Estero) comprobaríamos que todas se emplazan en fondos de valle. Mientras que la arquitectura de las antiguas capitales precolombinas y pucaras indígenas se levantan en lo alto de escarpados cerros de difícil acceso. La arquitectura indígena del NO es una arquitectura de pie de monte, “colgada de los cerros” que fueron nivelados por la construcción de terrazas sobre pendientes que podían superar los 30 grados. También suceden adaptaciones similares en la arquitectura residencial, en la construida para conducir el agua para el riego, y en la de tipo militar o defensiva. Esa milenaria adaptabilidad al paisaje se fue quebrando ante la penetración española, modificando sus formas de vida y generando sociedades complejas que derivarían en las culturas folklóricas de la colonia. La emergencia de los grandes centros urbanos del NOA comienza durante el período conocido como de Desarrollos Regionales o Tardío (900-1470 d.C.) El énfasis en la vida urbana se percibe por la emergencia de grandes instalaciones (llajtas) de trazados urbanos concentrados radiocéntricos, en damero y lineales con altos índices de factor de ocupación del suelo (FOS), la especialización de partes y sectores arquitectónicos y la eclosión de componentes urbanísticos imprescindibles ante la propia concentración, como las plazas, calzadas, basurales y, en no pocos casos, la separación del cementerio como sector independizado del área residencial. Significa asimismo el abrupto crecimiento demográfico, las remodelaciones dentro del espacio urbano, en cuyo crecimiento coexistieron la espontaneidad y el planeamiento conformando crecimientos mixtos. También aparecen dentro de las plantas urbanas componentes arquitectónicos ligados con actividades de molienda comunales y en no pocos casos el cementerio es separado del campo habitacional... Principales instalaciones del NOA en los períodos Desarrollos Regionales e Inka. Los sitios alojados en los Valles de Humahuaca, San Juan Mayo, El Toro, Rinconada, Calchaquí y Hualfín han utilizado las partes altas de los piedemontes, las colinas y las mesetas para la instalación. La instalación humana del período se aparta de las comodidades de los fondos de valle, masivamente usufructuados durante etapas anteriores, reservándolas como nichos ecológicos para actividades económicas; expresadas estas últimas por los vestigios de construcciones vinculadas con la agricultura, la recolección y la ganadería. Estas particularidades nos explican el sentido estratégico-provisorio como causante de la necesidad de buscar, en esas alturas, la protección a un modo de vida preñado de dificultades. Nos hallamos dentro de sistemas culturales dispuestos en territorios apetecidos, contiguos entre sí y geopolíticamente inestables. En otras palabras, los valles fértiles fueron áreas de ocupación muy propicias para las concentraciones urbanas, pero de reducida extensión espacial y, por lo tanto, con recursos energéticos limitados… El desmedido crecimiento demográfico, al acercarse al umbral de la capacidad de sustento regional, debió transformar el inicial comensalismo en la competencia intertribal, este fenómeno condujo a la creación de los poblados estratégicos y los pukará. Las instalaciones del Valle de Yocavil no comparten las características antedichas. Los sitios del faldeo occidental, como Quilmes, Fuerte Quemado, Mojarras, Rincón Chico-Lampacito, Pichiao y Tolombón se asentaron en las terrazas bajas, contiguos a los campos agrícolas y algarrobales y un pukará en los cerros vecinos. Los del faldeo oriental, Loma Rica de Shiquimil y Jujuil, buscaron la protección de mesetas.





 Deberá descartarse como móvil de tal diferenciación a posibles discrepancias cronológicas sustanciales, por cuanto éstas ceden ante otras causales. La alta especialización que presentan Quilmes y sus congéneres occidentales y la necesidad de controlar los algarrobales del fondo de valle, indujo a diversificar el sector residencial estable, ubicado en el bajo con la protección de los pukará emplazados en la cima del cerro. Esta estrategia adaptativa se acentuó durante el dominio Inka y en los momentos iniciales de la ocupación española, donde estas instalaciones perfeccionaron su funcionamiento. 


El Shincal, por debajo del Cerro Aterrazado



 Durante la resistencia aborígen a la invasión europea del Período Hispano-Indígena (1535-1667) los testimonios son elocuentes: “. ..Ha y en es te va ll e d e Yo ca vil u n os 2 0 p u e blo s tod os e ll os con u n pu kará que los pr o te ge y do n de s e a co rra la n cua nd o se l os a com e te , si e nd o l a m ej or g ue rra qu e pue d e ha cér se les tal ar sus chá ca ras y s em ente ras ...” . El cronista Alonso de Abad (1575) grafica con justeza la utilidad de estos bastiones ante la represión que los españoles ejercieron contra la rebeliones indígenas en las décadas de 1560 y 1630 respectivamente, cuyos escenarios fueron precisamente los valles calchaquíes.


Pucará de Tilcara



 La complejización de la vida urbana, la creciente demografía del Período de los Desarrollos Regionales y posteriormente los cambios ideológicos generados por la intromisión inka, fueron los agentes responsables de los sucesivos replanteamientos por remodelaciones de las trazas urbanas de sitios multicomponentes originalmente espontáneos. 



Ruinas de Quilmes




Estas circunstancias se observan en Tastil, Tilcara, La Huerta, Morohuasi, El Churcal Bajo, Rinconada, La Paya y Loma Rica de Shiquimil. Los Pukará de Aconquija, Quilmes, Fuerte Quemado, Tolombón, Co Pintado, Loma Negra de Azampay, Yacoraite, Puerta de Zenta, Hornaditas, Cerro Morado, Pucará de Rodero, Fuerte de Tacuil, Pukará de Gualfín, Puerta de Corral Quemado, Pukará de Humahuaca o Peñas Blancas, Pukará de la Cueva, Co Mendocino, Pukará de Collanzulli, Coyparcito y La Angostura, se acercan, cada uno en su medida, a una concepción de planeamiento partiendo de una estructura militar- defensiva los cuales inscriben el área residencial. El crecimiento de estas ciudadelas pudo ser desde los bastiones hacia adentro, o bien, la estructura defensiva pudo aparecer en fases posteriores a la instauración del sitio.


Pucará de Hualfin




 Ya hemos apuntado que algunos de estos poblados se caracterizan por una habitabilidad discontinua y ocasional. A mitad de camino entre esta concepción de planeamiento por causas bélicas queda un grupo de enclaves estratégicos de residencia permanente y elevado FOS que fueron reductos en los que el sistema defensivo no se expresa plenamente; entre éstos se hallan Volcán, Tastil, Puerta Tastil, Juella y Pozo Verde de Hualfín…”

 https://www.aacademica.org/urbania/14.pdf

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