Por: Laura Vaillard
"Fica tranquilo. Voce está no Rio", es la frase mágica con la que los cariocas (personas oriundas de Rio de Janeiro, Brasil) te introducen a su estilo de vida pausado, alegre y relajado.
He visitado numerosas ciudades en mi vida. Posiblemente mil, o quizá algunas menos o algunas más. Pero de cualquier forma, Rio sigue siendo una de mis favoritas.
Es una mujer dorada de ojos azules e imponentes montañas. Un hombre robusto, atlético y elegante. Es la conjunción perfecta entre las olas y los montes, el descanso y la energía.
La playa es el sol de esta ciudad, donde todo gira en torno a ella: los jóvenes y no tan jóvenes corren por la orilla, andan en bicicleta, longboard o patineta por la ciclovía y hacen ejercicio en alguno de los puestos de musculatura. Los surfistas viajas por las medio tuberías, los más chicos barrenan las olas y los kitesurfistas vuelan sobre ellas.
Los vehículos también llevan la huella de la arena ya que tanto las bicis como los autos y las camionetas están adaptados para llevar la tabla de surf.
Durante el día los oficinistas trabajan en sus escritorios, y por la tardecita, se dirigen a su "escritorio da praia", esos puestitos ubicados en la costanera donde algunos toman acai, agua de coco o cerveza.
La órbita de Rio gira en torna a la arena y el mar con tal naturalidad que es imposible no regresar a casa con una sonrisa.
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