¿SER DOCENTE, SER AMIGO?
Analizábamos en clase con los estudiantes de educación sobre la importancia de la relación y la interacción entre el docente y sus estudiantes, valorando como ejes de esta relación, el respeto a la persona, la comunicación transparente y la confianza. Surgió de Ellos la pregunta infaltable cuando se abordan estos aspectos ¿El docente debe ser amigo de sus estudiantes? ¿El docente es un amigo de sus estudiantes? ¿Puede o debe haber amistad entre docentes y estudiantes?
Respondí diciendo que tenía la convicción que si algún deber imperativo tiene el docente con sus estudiantes, es el de ser un "verdadero docente" y no el de ser amigo. Como se puede suponer, surgió de inmediato la siguiente interrogación: "Entonces ¿Tú no eres nuestro amigo?" Mi respuesta fue corta y dura: No.
En esos momentos sentí que me derrumbaba por dentro y también pude leer en sus rostros y en sus miradas la gran decepción de esa noche de clases. Al concluir la clase y camino a casa, me fui pensando y cuestionando mi posición, la cual he sostenido en muchos espacios de discusión y en otras clases. Era la primera vez que podía apreciar que mis estudiantes, me sentían amigo y que Yo no pensaba lo mismo. Lo que siento y sentía por ellos en esos momentos, era un enorme cariño, respecto, confianza y consideración. Sin embargo, resultó muy complejo en esos momentos explicarlo.
¿Cómo docentes debemos ser amigos de nuestros estudiantes?
Considero que como docentes tenemos un rol profesional específico: ser docentes. Nada más. Es importante resaltar que para desarrollar una acción educativa adecuada y generar aprendizajes, se requiere que la relación entre docentes y estudiante, esté basada en la confianza mutua, en el respeto recíproco, en la comunicación horizontal y en el logro de un clima favorable a las relaciones cordiales entre todos. Creo en ello, lo promuevo y lo intento vivir en cada experiencia como docente. Estoy convencido además, que es necesario y que ayuda a que mutuamente nos enriquezcamos como personas.
Ser amigo, es otra cosa. Todos tenemos amigos, y con ellos o ellas hemos logrado la confidencia, la complicidad, la broma, el secreto, el disgusto y el amiste, y hasta nos hemos enamorado. La amistad suele ser incondicional, se es amigo para "siempre". ¿Será esa tarea de la docencia? Sigo pensando que no.
Sin perjuicio de lo mencionado, lo que si puede ocurrir es que nuestros estudiantes nos sientan amigos por nuestra calidez, respeto y confianza brindada a ellos, y hasta decidan confiar situaciones, no obstante, es importante ser conscientes de los límites
¿Se puede ser confidente ante una situación irregular o ilícita de nuestro estudiante? ¿Estamos obligados a callar si supiéramos que el secreto confiado no es saludable moralmente hablando? ¿Tenemos que actuar aunque eso pueda ser considerado una traición a la confidencia?
Si somos amigos de nuestros estudiantes, casi estamos obligados a callar; si somos docentes, está claro nuestro rol: orientar, decidir, encauzar, contribuir a solucionar.
Para ayudar a crecer como personas a nuestros estudiantes, pienso que debemos ser docentes. Nuestros amigos, seguramente han jugado un papel muy importante en nuestras vidas, pero muy diferentes a los que jugó algún maestro en nuestras vidas y que nos ayudó a crecer, a decidir o a enrumbarnos ¿Pudo algún amigo poder haber hecho lo que hizo ese docente con nosotros en su debido momento? Es muy probable que no.
Dejo abierto el debate. Es muy importante distinguir muchas veces, esa fina línea que separa la "buena docencia" de la "amistad" ¿Qué piensan?
No hay comentarios:
Publicar un comentario