Nota ya aportada el 19/12/2013
EL RELATO CORTO FANTÁSTICO LATINOAMERICANO (El cuento)
Este tipo de relato del realismo mágico latinoamericano no termina, no tiene final y en su trama se enraíza con la realidad y con el "deber ser" pero que por esas cosas de los vaivenes de nuestra propia realidad mágica o fantástica (la latinoamericana) se destacan las cosas desde "lo que no debe ser". Por otra parte también puede llamarse un NO CUENTO, porque es un cuento a medias, con partes de realidad y fantasía, pero en definitiva es un cuento de la realidad o del autor, o, mejor dicho del impacto de la realidad en el pensamiento del autor. El ser un NO CUENTO, no implica que sea realidad, pero tampoco es ficción en un sentido centro europeo.
CUENTO: CONFESIONAL Y PRIVADO, por guillofca
Era una familia del norte del continente: Los padres profesionales vinculados a las actividades académicas. La pareja había nacido en las aulas universitarias, por ese encanto científico, por las cosas de la sociedad. Ambos creían en la bondad humana, en la libertad, en la democracia, en sostener el estado con fines sociales. Desde antes de conocerse ella prestaba servicios voluntarios en una organización sin fines de lucro dedicada a los homeless y el colaboraba con un refugio de animales. Estudiaron, por decisión de sus padres, en escuelas secundarias del Estado. Con el paso del tiempo llegaron los hijos y, cuando el mayor se encontraba en condiciones de cursar la escuela media, optaron por mandarlo a la escuela estatal más próxima, casi sin preguntar, porque no acostumbraban a preguntar obviedades.
Desde que el vástago mayor asistía a su escuela debieron explicar una y otra vez al adolescente, sobre la diferencia entre escuelas confesionales (privadas) y escuelas estatales. En el siguiente año la hija ingresó al colegio del hermano. Ninguno de los pequeños lograba vislumbrar la diferencia entre los sistemas de escuela. Los padres comenzaron a preocuparse y consultaron con otro profesor universitario relacionado con la psicología. Pensaban que hacían algo mal, o, que existía alguna traba anclada en algún recóndito lugar de las vivencias pasadas de sus hijos. Era casi un hecho, algo habían hecho mal, en su educación familiar. Decían compungidos que trataron que los niños identificaran los límites, con las obligaciones necesarias, comunes y corrientes y que, con seguridad, omitieran explicarles cuestiones más legales.
Casi al final del segundo año se enteraron, que un gran grupo de docentes de la escuela había viajado a capacitarse a un bello país del sur, plagado de playas y selvas. Y al año siguiente, que los docentes preparaban un viaje con alumnos, financiado en parte, por los dineros de una Iglesia Principista. No podían creer, preguntaron, consultaron sobre posibles cambios de escuela (siempre les respondieron que debían cambiar su domicilio) y al parecer no había nada que hacer y finalmente, con el orgullo herido los cambiaron a una escuela confesional católica, porque preferían que sus hijos no aprendan a mentir o a estafar y ninguno de ellos era católico, pero reconocían que esas escuelas católicas, claramente, se manifestaban como católicas y el reconocimiento es el principio de la verdad.
EL RELATO CORTO FANTÁSTICO LATINOAMERICANO (El cuento)
Este tipo de relato del realismo mágico latinoamericano no termina, no tiene final y en su trama se enraíza con la realidad y con el "deber ser" pero que por esas cosas de los vaivenes de nuestra propia realidad mágica o fantástica (la latinoamericana) se destacan las cosas desde "lo que no debe ser". Por otra parte también puede llamarse un NO CUENTO, porque es un cuento a medias, con partes de realidad y fantasía, pero en definitiva es un cuento de la realidad o del autor, o, mejor dicho del impacto de la realidad en el pensamiento del autor. El ser un NO CUENTO, no implica que sea realidad, pero tampoco es ficción en un sentido centro europeo.
CUENTO: CONFESIONAL Y PRIVADO, por guillofca
Era una familia del norte del continente: Los padres profesionales vinculados a las actividades académicas. La pareja había nacido en las aulas universitarias, por ese encanto científico, por las cosas de la sociedad. Ambos creían en la bondad humana, en la libertad, en la democracia, en sostener el estado con fines sociales. Desde antes de conocerse ella prestaba servicios voluntarios en una organización sin fines de lucro dedicada a los homeless y el colaboraba con un refugio de animales. Estudiaron, por decisión de sus padres, en escuelas secundarias del Estado. Con el paso del tiempo llegaron los hijos y, cuando el mayor se encontraba en condiciones de cursar la escuela media, optaron por mandarlo a la escuela estatal más próxima, casi sin preguntar, porque no acostumbraban a preguntar obviedades.
Desde que el vástago mayor asistía a su escuela debieron explicar una y otra vez al adolescente, sobre la diferencia entre escuelas confesionales (privadas) y escuelas estatales. En el siguiente año la hija ingresó al colegio del hermano. Ninguno de los pequeños lograba vislumbrar la diferencia entre los sistemas de escuela. Los padres comenzaron a preocuparse y consultaron con otro profesor universitario relacionado con la psicología. Pensaban que hacían algo mal, o, que existía alguna traba anclada en algún recóndito lugar de las vivencias pasadas de sus hijos. Era casi un hecho, algo habían hecho mal, en su educación familiar. Decían compungidos que trataron que los niños identificaran los límites, con las obligaciones necesarias, comunes y corrientes y que, con seguridad, omitieran explicarles cuestiones más legales.
Casi al final del segundo año se enteraron, que un gran grupo de docentes de la escuela había viajado a capacitarse a un bello país del sur, plagado de playas y selvas. Y al año siguiente, que los docentes preparaban un viaje con alumnos, financiado en parte, por los dineros de una Iglesia Principista. No podían creer, preguntaron, consultaron sobre posibles cambios de escuela (siempre les respondieron que debían cambiar su domicilio) y al parecer no había nada que hacer y finalmente, con el orgullo herido los cambiaron a una escuela confesional católica, porque preferían que sus hijos no aprendan a mentir o a estafar y ninguno de ellos era católico, pero reconocían que esas escuelas católicas, claramente, se manifestaban como católicas y el reconocimiento es el principio de la verdad.
Guillermo Fernando Cámara
Teléfono Celular 342-5045816
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