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miércoles, 8 de mayo de 2019

ANÁBASIS Y LAS PIEDRAS ABLANDADAS DE ANTIGUAS CIVILIZACIONES

ANÁBASIS Y LAS PIEDRAS ABLANDADAS DE ANTIGUAS CIVILIZACIONES
Ya tratamos, en parte, este tema de una creencia generalizada entre un grupo de personas comprendidas en edades entre los 10 y los 50 o más años, con estudios incompletos por diversas razones, en la intervención de seres de inteligencia superior extraterrestres o de una permanencia en el fondo del mar o bajo los casquetes polares, en las construcciones realizadas por antiguas y originarias civilizaciones de alta cultura en el mundo (Ver los artículos de Ciencia y Religión y Los Contras en la página de Facebook: Guía de Campings Latinoamericanos y en el blog de Google: Guillofca Sustentable Ecoturismo)
Anábasis significa ascensión o subida de algo o expedición al interior, también podemos decir: de algo. Un amigo suele decirme: Son flojos y otro piensa que gustan de vivir equivocadamente. Pero en general todos nosotros, en algún momento somos flojos o nos equivocamos, como seres humanos incompletos, comunes y corrientes. Pero no trataremos en este articulo de los que asumimos nuestras imperfecciones.
Nos detendremos en personalidades agranda das por la soberbia, en esos seres que le temen a todo, en los que no lograron madurar, en los que no les importan los otros, en los que viven atrapados en el consumismo más desenfrenado, en los consumidores de todo aquello que sea ilegal, en los que practican la violación sistemática de todo tipo de reglas, normas o leyes, en especial las naturales, porque, sin dudas, todos pasaron por el sistema escolar, sin que este tenga algún tipo de resultado positivo en sus conductas.
Todos ellos en mayor o menor medida son discriminado res, patriarcales y poco afectos a respetar a las comunidades originarias o a la naturaleza, pero es bastante común que viajen, generalmente en excursiones supuestamente espirituales, que solo se relacionan con plantas y hongos alucinógenos. Sabemos que solo pasaron por algún sistema educativo, que no logro cambiar su educación familiar y hace las veces de un barniz brillante que los impulsa a continuar con sus desatinos. Recuerdo un alumno al que no aprobé en el curso regular, pese a las recomendaciones en contra de los directivos y familiares, que pretendían que con solo mirar algo ya lo sabia y aseguraban, como prueba, que se pasaba el tiempo mirando vídeos presuntamente educativos, cuando en realidad no tenia idea de todas las galimatías que esgrimía, como argumentos solidos (el ejemplo es el de Marco Polo que ya tratamos).
Supongo que el arte de hacer la plancha (que es un dicho argentino vinculado con los que, en el agua, no nadan y solo se mantienen a flote de espaldas) es su deporte preferido. Debe ser muy difícil que una mentalidad de estas características logre comprender que, para todo, se necesita trabajar por mucho tiempo (que implica estudiar) y que en su cerebro resulta mas fácil introducir un elemento extraño y antojadizo ideal, para determinar que esa gente de culturas superiores originarias o antiguas lograron acumular una cantidad de conocimientos biológicos, químicos, físicos, astronómicos y matemáticos que les permitieron crear las bases de sólidas civilizaciones antiguas. Sin descuidar los aspectos sociales que son las estructuras ideales de reinos, imperios y de las confederaciones de ciudades, que, seguramente, exceden sus capacidades de pensar, Es una ciencia ficción, para ellos que enormes sociedades sostenidas económicamente por canales de irrigación, hayan tenido la precaución de considerar en su planificación los efectos del fenómeno meteorológico, como el que nosotros conocemos, como El Niño.
Con las colosales piedras de las construcciones ocurre igual, aunque sabemos que falta investigación o mejor dicho financiamiento de las mismas, para que logremos comprender alguno (o todos) de los misterios de esas tierras tan alejadas de del centro europeo. Pero de ninguna manera podemos dejar que los que contaron con todos los privilegios rebajen el trabajo y el estudio de los que edificaron nuestras altas culturas, por cuestiones religiosas (de antiguas o nuevas religiones) o de desconocimiento supino de realidades muy tangibles. Solo porque no se haya podido comprobar totalmente, como cortaron gigantescos bloques de piedras, sin intervencion externa.
DICCIONARIO FILOSÓFICO de Centeno
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Anábasis *
Etimológicamente procede de una palabra griega “ἀνάβασις” que está compuesta de dos términos: “ἀνά” que significa arriba, y “βασις”, que significa marcha, camino, andadura. Así entonces la “ἀνάβασις” hace referencia a la ascensión de algo, subida y por extensión también significa, expedición al interior de un país, monta a caballo, progreso de una enfermedad, etc. De la misma etimología es el verbo “ἀναβαίνω” que significa, subir, avanzar, montar a caballo, suceder, resultar, proseguir, etc. Así pues la anábasis se opone a la catábasis, del griego “κατἀβασις”, que es todo lo contrario de la anábasis, significa, bajada, descenso. El verbo es “καταβαίνω”, que por supuesto significa bajar, descender, llevar a término, alcanzar, abordar.
En el materialismo filosófico es una figura dialéctica…
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Vid.: Catábasis, Anástasis, Catástasis, Metábasis.
Para citar este artículo:
CENTENO, S.; Anábasis; en: Diccionario filosófico de Centeno; Oviedo-España; 25/09/2017; https://sites.google.com/…/diccionariodecenteno/a-1/anabasis
Biblioteca Digital Santiago
"Anábasis de Alejandro Magno", por Flavio Arriano.
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Tomos I-III
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Tomos IV-VIII
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Sujetos del habla
Pequeño tratado de los grandes vicios
Marina, José Antonio
Este libro es un peculiar tratado de psicología. Se ocupa de las fuentes del mal. Es un ensayo de espeleología íntima, de descenso al núcleo ígneo del volcán humano.
La conciencia moral ha trabajado durante muchos siglos sobre sí misma, perforando galerías en la roca amorfa de nuestra intimidad. Los héroes griegos de la Ilíada tal vez no tuvieran capacidad de reflexión. Nuestros sentidos, nuestros deseos, están vertidos al exterior. Son centrífugos.
Volverse hacia uno mismo exigía una torsión cataclísmica. Y sólo la implacable exigencia moral tuvo potencia suficiente para impulsarla. Tenía razón Sartre al decir que los moralistas han sido los maestros de la introspección. Se quedó corto. Fueron sus inventores. Pero esa búsqueda dividió el mundo en dos mitades. Lo bueno era irreal, estaba fuera, en el reino de los fines. Lo malo, en cambio, está ya en nuestra naturaleza terrible e indecisa. La gran creación consiste en saltar de la realidad a la ficción. En inventar nuestra esencia a partir de nuestras limitaciones.
Marina enlaza la idea de vicio con los hábitos, una noción fundamental para comprender la personalidad humana. Tanto los vicios como las virtudes son hábitos que incitan a actuar, mal o bien. Y tiene siempre presente la idea de «Anábasis», subida, ese afán de superación que define a la naturaleza humana.
El análisis del mal lleva a Marina a reflexionar sobre las tres etapas del descubrimiento moral: lo puro y lo impuro, la falta objetiva o la culpabilidad sin responsabilidad, la falta subjetiva o la unión de responsabilidad y culpa. A su vez, relaciona los grandes vicios con las grandes pasiones, y éstas con los tres deseos fundamentales: el placer, la vinculación afectiva, la ampliación de posibilidades del Yo. Así, Marina, actuando una vez más como detective cultural, se acerca al corazón de las tinieblas, de donde acabará saliendo un resplandor oscuro. Lo hace investigando una poderosa y duradera tradición de la cultura occidental. El canon de la perversidad. Durante más de quince siglos se transmitieron unos detallados planos de los sótanos del alma, divididos en siete grandes estancias: los siete vicios capitales. Esta figuración dio origen a una rica imaginería, a un mundo simbólico completo, que podría llenar museos enteros.
Se comprueba una vez más que la inteligencia humana vuelve ilimitado todo lo que toca. Los deseos también. Baudelaire veía en la infinitud de los vicios una prueba de la infinitud de las aspiraciones humanas. Al acercarse a la formulación clásica de los vicios capitales, Marina descubre un elaborado sistema de las pasiones humanas y de sus ambivalencias. Es decir, el dramatismo enérgico de nuestra condición. Este libro trata, pues, de la vida.
El enigma de las «Piedras de Plastilina» precolombinas
28 de marzo de 2016 ↓ Ir a comentarios

A menudo las leyendas resultan más veraces que los rígidos dogmas que la ciencia oficial quiere imponernos como verdad; tal parece ser el caso de antiguas tradiciones de los pobladores del imperio inca acerca de la existencia de una planta que les fuera regalada por sus dioses y con la que habrían podido ablandar las piedras de modo de volverlas maleables. Esto explicaría la extraordinaria precisión en el corte y tallado de los gigantescos bloques pétreos de las construcciones del incanato, cuyo encastre entre unos y otros es tan perfecto que ni siquiera permite la introducción en las junturas de una delgada hoja de afeitar.
Sacsayhuamán, Cusco, Perú.
La leyenda de las «Piedras de Plastilina», como se la denominaría en tiempos modernos, se fue transmitiendo de generación en generación por los pobladores nativos ante la absoluta indiferencia de la arqueología oficial. Recién hacia 1983, el padre Jorge Lira, un sacerdote peruano experto en folklore andino y sus tradiciones, llevó a cabo un experimento con algunas plantas nativas. Durante catorce años este sacerdote católico había estudiado la leyenda de los antiguos andinos y, finalmente, consiguió identificar cierto arbusto al que los pobladores nativos llamaban Jotcha como la planta que, tras ser mezclada y tratada con otros vegetales y sustancias, era capaz de convertir la piedra en barro.
«Los antiguos indios dominaban la técnica de la masificación —afirmaba el padre Lira—, reblandeciendo la piedra, que reducían a una masa blanda que podían moldear con facilidad». Así lo explicó él en una entrevista que le hicieron ; y poniendo manos a la obra consiguió, luego de múltiples pruebas, ablandar una piedra; pero le resultó imposible hacerla retornar a su estado de dureza inicial, por lo que decidió finalmente que su experimento había fracasado.
Izquierda: Ahu Vinapu, Isla de Pascua. Derecha: Muro Inca en Cusco.
Se cree que la sustancia que utilizó Lira en este experimento habría sido extraída de cierto arbusto, similar a la planta a la que los campesinos —como dijimos— llamaban Jotcha, y cuyo nombre botánico sería según algunos Ephedra andina. No obstante, el padre falleció en el año 1988 y se llevó a la tumba el secreto de la verdadera sustancia y de su utilización, y hasta ahora nadie ha logrado identificar con precisión tan extraña planta y, aunque muchos especialistas aventuran especulaciones, no existen ni siquiera fundamentos absolutamente certeros para relacionarla con la Ephedra andina.
Un secreto con alas
Ahora bien; entre las múltiples tradiciones presentes en toda el área andina, existe una que parece refrendar las curiosas propiedades del arbusto que tanto interesó al sacerdote peruano, y en ellas también se habla de un pájaro que utilizaría dicha sustancia para tallar sus nidos en las piedras.
Son muchas las tradiciones que hay al respecto; tal por ejemplo las narraciones del famoso viajero y explorador inglés Percy Harrison Fawcett; según él, los tiahuanacotas conocían los secretos de una planta que crecía en las selvas amazónicas y cuya savia reblandecía las rocas.
En sus escritos, Fawcett hace referencia también a un pájaro «semejante al martín pescador» ;y dice que esas aves vuelan hacia los acantilados rocosos llevando en su pico hojas de cierta especie de plantas, y luego «…se adhieren a la roca como los pájaros carpinteros a un árbol, restregando las hojas con un movimiento circular sobre la superficie», después de ciertas repeticiones en las que se alejan y retornan durante algunos días, «botan las hojas y comienzan a picotear hasta que pronto abren un orificio circular en la dura piedra».
También mucho mas al sur de América, entre los mapuches, existe la leyenda acerca de un pájaro llamado Pitiwe, que guarda un profundo secreto: la utilización de una la planta que disuelve la piedra y el hierro. Diego de Rosales en su obra Historia General del Reyno de Chile; describiendo las plantas medicinales mapuches, habla de dicha hierba y sus propiedades:
Hay otros pájaros carpinteros, que llaman Pito, del cuerpo de un tordo: son pintados de negro, blanco, y burilado y de ellos se derivó a la yerba el nombre de la yerba del pitu, porque usan mas de ella, que los otros pájaros.
Tienen el pico tan fuerte, que rompen, y barrenan cualquier árbol, así para sacar y comer los gusanos, que se crían en sus entrañas, como para edificar sus nidos, abriendo una concavidad, en que se alojan con toda su familia.
Se han hecho célebres por la yerba, que con natural instinto hallaron, para que se quebrante, y desmenuce el hierro, en que se han hecho muchas experiencias, y adquirido su conocimiento con notable maña.
Porque advirtiendo cuando sacan sus polluelos y salen a buscarles de comer, les cierran con una plancha de hierro la puerta del nido los que quieren hacer experiencia de la virtud de la yerba del Pito, y llegando el pájaro carpintero, y hallando cerrado el nido, y que sus polluelos pían dentro, y que no puede entrar, y al punto revuelve a buscar la yerba, que llaman pitu, y refregando con ella la plancha, la rompen, y deshacen como si fuera de papel, que es de las raras virtudes, que se conocen de yerbas, y maravilloso el instinto de este pájaro.
Otras narraciones de viajeros y exploradores tales como Hiram Bingham (a quien se le atribuye el «descubrimiento» moderno de Machu Picchu), por ejemplo, relatan el fenómeno del ablandamiento de la herraduras de hierro de los caballos y de las espuelas del mismo material, al transitar los caballos por sobre una meseta donde crecían determinadas plantas.
Pero todas estas narraciones, tradiciones, leyendas y aún experimentos, continuaron siendo considerados sin fundamento científico, hasta que en otro lugar, a decenas de miles de kilómetros de distancia, en Egipto, y en 1988, casi en la misma época del fallecimiento del padre Lira, el doctor Joseph Davidovits, un investigador sobre materiales geopoliméricos y profesor en la Universidad de Toronto (Canadá), así como director del Instituto para la Aplicación de las Ciencias Arqueológicas (IAPAS) de la Universidad de Barri (Florida) —un investigador con los títulos suficientes como para no ser acusado de farsante por los pseudoescépticos—, publicó, en coautoría con Marguie Morris, el libro The Pyramids: An Enigma Solved (Dorset Press, Nueva York, 1988), obra fundamental para comprender la técnica del reblandecimiento pétreo en el antiguo Egipto. En esta obra, Davidovits expone numerosos ejemplos de construcciones del antiguo Egipto realizadas por medio del reblandeciendo de la piedra, modelándola y posteriormente volviéndola a endurecer una vez era colocada en su emplazamiento definitivo. Además, muestra análisis microscópicos y de rayos X de piedras en cuyo interior han sido descubiertos cabellos, bolsas de aire, fibras textiles, etc.; lo que probaría que durante la manipulación de la roca, ya convertida en una pasta blanda, se introdujeron accidentalmente en ella estos elementos...

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