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jueves, 18 de mayo de 2023

INTRODUCCIÓN. CIUDAD Y CIUDADANÍA




 INTRODUCCIÓN. CIUDAD Y CIUDADANÍA LUCÍA ÁLVAREZ ENRÍQUEZ INTRODUCCIÓN1 La cuestión de la ciudadanía ha dado lugar a fuertes debates e interesantes controversias en la entrada del siglo XXI. Esto es así debido a que numerosos fenómenos de orden político-social del mundo contemporáneo han propiciado nuevas realidades donde la ciudadanía se ha desplazado de sus ejes tradicionales y ha abierto nuevos ámbitos de expresión. Esto ha acontecido principalmente, desde las últimas décadas del siglo pasado, con el advenimiento de la economía global y la expansión de los regímenes neoliberales. El nuevo marco mundial generado por estos fenómenos ha dado lugar al menos a dos dimensiones particulares de la ciudadanía antes no claramente manifiestas: una en el ámbito mundial, transnacional y otra en el terreno local, en particular en el que refiere a las realidades urbanas. La tradición más hegemónica y vigente de la ciudadanía indica que ésta es una condición de los individuos que se expresa en la relación Estado-sociedad. Refiere a la existencia de un orden jurídico-formal que exalta la condición legal e igualitaria de los individuos ante la ley, reconoce su pertenencia a una comunidad política representada por el Estado-nación y la vigencia de un régimen de derechos que resguarda su carácter de miembros de dicha comunidad. En lo sustantivo, desde la Revolución francesa de 1789 hasta nuestros días, la noción de liberal se ha mantenido, extendiéndose por más de dos siglos, con el Estado-nación como garante y protector de los derechos ciudadanos. 1 Este libro y el seminario que le dio origen fueron realizados gracias al financiamiento del Proyecto PAPIIT núm. IN 301314-2, “Construcción de ciudadanía en la ciudad de México”, de la UNAM. 10  LUCÍA ÁLVAREZ ENRÍQUEZ Pese a la persistencia de esta tradición, los cambios en la vida económica y social de fines del siglo XX, y de manera muy particular el advenimiento de la globalización y el posicionamiento de las ciudades como centros nodales de este nuevo orden, han puesto en cuestión algunos de sus referentes estructurales y más significativos: el Estado-nación, en primer lugar, como garante obligado de la ciudadanía y como depositario de la comunidad política; el acceso a la condición ciudadana mediante el reconocimiento legal y la membresía a esta entidad; la acreditación y la construcción de derechos mediante procesos jurídicos formales, entre otros. Las nuevas condiciones de las ciudades y su función estratégica en el mundo global así lo atestiguan. Hoy las ciudades no sólo son los centros de poder económico y político, también son los sitios de confluencia de las grandes poblaciones y de numerosas migraciones; actualmente concentran a escala mundial más de 60% de la población y, debido a los movimientos migratorios y al crecimiento poblacional, se calcula que cada día se añaden 185 mil habitantes a la población urbana, razón por la cual las ciudades son el virtual receptáculo de la sociedad del siglo XXI. Las ciudades contemporáneas figuran como enclaves duales, divididos y desintegrados, en donde se concentran y coexisten las poblaciones más privilegiadas y las más desfavorecidas; condensan lo mejor y lo peor de la sociedad: sirven de conexión con las redes globales, pero internamente generan fuertes desconexiones con las actividades locales y los distintos sectores de la sociedad. Atraen a sectores de elite, profesionalizados y especializados, pero también a grandes grupos de inmigrantes pobres; las grandes oleadas migratorias suceden en estos espacios porque ellos son el locus de las oportunidades económicas y concentran un alto porcentaje de las oportunidades de trabajo (Taylor, 2010). En las grandes urbes operan fuerzas globales como la inversión inmobiliaria, que reorganiza los usos de los territorios urbanos; las marcas y las firmas que homogeneizan el consumo y los modos de vida; el redireccionamiento de la acción estatal. Son espacios regulados principalmente por las fuerzas del mercado o intereses económicos específicos, y la reorganización territorial que hoy se vive es el resultado de ese proceso, donde mercantilizar el espacio, aumentar productividad, hacer competitivas sus actividades, reducir el Estado y agrandar mercados, son vertientes de un mismo impulso y de una misma visión. Por ende, las grandes ciudades hoy disputan espacios de liderazgos de distintas naturalezas (financieros, económicos, de servicios, culturales) y producen una nueva geografía social (Portal, 2010). INTRODUCCIÓN. CIUDAD Y CIUDADANÍA  11 En la urbe del nuevo siglo se presentan elevados niveles de concentración de la renta y el poder que generan inminentes ámbitos de pobreza y exclusión, procesos de depredación del ambiente; contribución al cambio climático y aceleración de las migraciones y de la urbanización; la segregación social y espacial, y la privatización de los bienes comunes y del espacio público. En estas condiciones, la ciudad se convierte en un ámbito de disputa y reclamo por nuevos espacios y mejores condiciones de vida. El derecho a la ciudad es enarbolado por distintas minorías y sectores desfavorecidos, dejando ver el cúmulo de conflictos y contradicciones que representa la ciudad. Conjuntamente con los grandes inversionistas y los inmobiliarios —que reclaman privilegios espaciales, financieros y económicos—, las mujeres, los desempleados, los jóvenes y los grupos étnicos generan demandas por el espacio social y el espacio público, por los bienes urbanos y el empleo. De aquí emerge una pregunta más que pertinente: ¿de quién es la ciudad? Las ciudades, como locus de la sociedad contemporánea, se han convertido en sitios privilegiados para la renegociación de la ciudadanía gracias a que en ellas se hace el negocio de la sociedad moderna, incluyendo el de la transnacionalización: se disputan los recursos, los bienes, los capitales, los nuevos poderes, los nuevos proyectos urbanos y también las visiones de ciudad. Las nuevas demandas con respecto a la ciudad han hecho surgir nuevas formas de ciudadanía y demanda de derechos, que tienen en el lugar su principal foco de atención. La ciudad como espacio de inversión y realización del capital y como espacio de oportunidades de trabajo, sitio de asentamiento, reconocimiento de culturas y ejercicio de capacidades. En los intersticios de las fuertes polaridades de la ciudad moderna surgen iniciativas de la sociedad civil a través de las cuales se cuestionan los procesos globalizadores en diversos planos, buscándose generar formas de pertenencia, nuevas propuestas de desarrollo urbano y estrategias diversas de sobrevivencia. Todo ello impacta en la construcción de muy variadas formas de ciudadanía que promueven nuevas modalidades de apropiación de lo producido, en el seno de los propios parámetros de la sociedad global neoliberal. De este modo, las grandes transformaciones de las sociedades urbanas han generado cambios profundos en la concepción de ciudadanía: los procesos ligados a la globalización, de acuerdo con Holston y Appadurai (1996), han dado lugar a fuertes incertidumbres y cuestionamientos sobre aspectos sustantivos de la ciudadanía que parecían estables: cuál es la comunidad de lealtad, cuáles son los ámbitos de inclusión, dónde está la ubicación del poder soberano, cuáles son las prioridades del derecho y el rol de las identidades culturales. 12  LUCÍA ÁLVAREZ ENRÍQUEZ El papel estratégico de las ciudades ha abierto una brecha para el replanteamiento de la ciudadanía al dimensionar de manera distinta el papel del Estadonación en la constitución de las pertenencias y la negociación de los derechos. Las dimensiones formal y sustantiva de la ciudadanía encuentran su correlato de manera diferenciada en el Estado-nación (el reconocimiento de la pertenencia individual) y en la ciudad (lo relativo al ámbito civil, político, socioeconómico y cultural), respectivamente. En la teoría, el acceso completo a los derechos depende de la ciudadanía formal (reconocimiento de igualdad ante la ley), mientras que en la práctica el acceso a los derechos depende de la ciudadanía sustantiva y la vigencia efectiva de los derechos sociales, económicos y culturales: es decir, del acceso a los recursos. Existe un reconocimiento de derechos sustentado legalmente y, al mismo tiempo, un reconocimiento de derechos adquiridos mediante las prácticas sociales (Chatterjee, 2008:296). Así, de acuerdo con Saskia Sassen, podemos reconocer al menos dos dimensiones en las que la ciudadanía se reformula en el marco de la experiencia urbana: a partir del reconocimiento de un proceso de desnacionalización de la ciudadanía que remite a una “ciudadanía global”, “transnacional”, y a partir del reconocimiento de un proceso de construcción de una ciudadanía posnacional, que remite a una “ciudadanía local o urbana”. La complejidad de la vida urbana contemporánea desdibuja el vínculo tradicional entre el ciudadano y el Estado-nación, ante lo estratégico de los conflictos urbanos entre los ciudadanos y el capital global (Sassen, 2013:599), donde el Estado-nación aparece de manera tangencial. Todo esto remite también, entre otras cuestiones, a la añeja contradicción en el liberalismo entre capitalismo y democracia, entre igualdad formal y desigualdad social (Turner, 1993). A partir de estos reconocimientos surgen muy variadas preguntas acerca de la ciudadanía, tanto en el plano político-ideológico como en el analítico, que son algunas de las cuestiones relevantes en los textos de este libro; principalmente: ¿cuál es el ámbito en el que debe formularse actualmente la cuestión de los derechos y la institución de la ciudadanía: el Estado, la sociedad global, la ciudad?; ¿cuál es hoy la comunidad política de pertenencia?, y ¿cuáles son las nuevas modalidades de ciudadanía y de construcción de derechos que emergen desde los distintos procesos y actores urbanos? Un acercamiento a posibles respuestas para estas cuestiones sustantivas es lo que nos brindan los trabajos que conjunta este volumen. En ellos se abordan de manera particular diferentes dimensiones y formas de expresión del fenómeno ciudadano en las grandes metrópolis del mundo actual. De acuerdo con sus contenidos y con las formas de abordaje de la ciudadanía, distinguimos aquí seis núcleos principales de reflexión. INTRODUCCIÓN. CIUDAD Y CIUDADANÍA  13 El primer núcleo lo constituye un solo trabajo, presentado por Carlos San Juan, quien explora tres dimensiones de la principal tendencia que muestran las ciudades contemporáneas en torno al desarrollo del mercado inmobiliario y a la ola especulativa: la creación de un medio ambiente propicio para este desarrollo, las modificaciones paralelas que lo acompañan: en democracias, formas de gobierno y políticas, y finalmente, el papel y la relevancia de las conflictividades y nuevas movilizaciones sociales generadas por este vendaval especulativo. El segundo conjunto de trabajos se ubica en el planteamiento de nuevas formas de relación y cooperación entre Estado y sociedad que atienden, a veces de manera coordinada y a veces en forma negociada, las demandas y los asuntos ciudadanos en la ciudad. En este grupo se inscriben los trabajos de Joan Subirats y Fabio Velásquez. En el primer caso, con una reflexión de carácter más teórico acerca de las nuevas formas de abordaje de la relación entre la ciudad y lo urbano, y sobre el espacio urbano como construcción social, que deriva en una problematización de las prácticas de innovación social protagonizadas por actores ideológicamente diferenciados y contrapuestos, como las instituciones neoliberales y las iniciativas ciudadanas en el marco de las ciudades españolas. En el segundo caso, la reflexión se encamina al análisis de la relación entre los gobiernos locales de las últimas dos décadas y la ciudadanía en la ciudad de Bogotá, poniendo de relieve tanto la acción ciudadana como las diversas políticas de participación ciudadana de estos gobiernos, que conducen al encuentro de las prácticas institucionales y la movilización social. El tercer grupo de trabajos refiere al tema de la distribución de los recursos y bienes urbanos y a las políticas públicas que regulan esta distribución de manera desigual en las ciudades neoliberales. Abordan esta problemática desde distintos ángulos los trabajos de Gian Carlo Delgado, Ana Rosas Mantecón y Patricia Ramírez Kuri, quienes ponen de relieve el uso del agua, de la infraestructura cultural y del espacio público, respectivamente. Mediante un estudio del metabolismo urbano —consumo de energía y producción de desechos— en las ciudades contemporáneas, Gian Carlo Delgado repara en el caso específico del agua tanto a escala planetaria como en el ámbito regional, para aterrizar en el análisis específico de esta problemática en la ciudad de México y sus implicaciones en el medio ambiente y la ciudadanía. Ana Rosas Mantecón destaca la importancia de la cultura para la regulación de la convivencia en las urbes y pone de relieve los casos de ciudades avanzadas en políticas culturales con este cometido (Bogotá y Medellín); ancla su estudio, sin embargo, en la ciudad de México, donde identifica políticas culturales restrictivas que se traducen en una desigual distribución de la infraestructura cultural y, por tanto, en un desigual acceso ciudadano a este 14  LUCÍA ÁLVAREZ ENRÍQUEZ bien. Por su parte, Patricia Ramírez Kuri aborda el tema del papel de las políticas públicas en el espacio público urbano, reconociendo a éste como espacio común y espacio de ciudadanía, pero también como espacio de conflicto. Su análisis se centra en la función de los gobiernos urbanos como promotores de espacios públicos incluyentes, integradores y democráticos, y en mostrar las fuertes contradicciones de las políticas gubernamentales del gobierno de la ciudad de México a este respecto. Un cuarto núcleo de reflexión se aboca a la recuperación de nuevas y distintas modalidades de construcción de ciudadanía que tienen lugar en la ciudad neoliberal. En esta perspectiva, Monika Dowbor y José Szwako hacen referencia al fenómeno de las ciudades brasileñas (cerca de 300) en el año 2013, que sacó a la calle a nutridas poblaciones para exigir y reclamar diversos recursos públicos y protestar por los altos gastos de la Copa Mundial. Estas expresiones se analizan bajo la óptica de repertorio de acción y repertorio de organización, y se caracterizan por adoptar la modalidad de movimientos autónomos, independientes, horizontales y no partidarios, pero con nexos institucionales. Cristina Sánchez Mejorada, por su parte, expone las nuevas estrategias de la organización vecinal en la ciudad de México ante la agudización de los problemas urbanos; esto ocurre en un momento claramente neoliberal del desarrollo urbano, que genera mayor conciencia en las organizaciones sociales y vecinales, de adscripción territorial, al considerar que tienen derecho a intervenir en el destino de sus lugares de residencia y de su entidad. El tema del derecho a la ciudad es puesto de relieve por estos actores de las clases medias urbanas, extendiendo así el ámbito de expresión de este derecho. Lucía Álvarez recupera igualmente el contexto de la ciudad neoliberal y el papel estratégico de las ciudades globales como espacios que han abierto una brecha para el replanteamiento de la ciudadanía, para hacer hincapié en las nuevas modalidades de los sectores populares de la población y, en particular, del movimiento urbano popular en función del acceso y gestión de los bienes urbanos. Menciona la importancia de que estos actores hayan aprovechado las grietas del sistema neoliberal para generar espacios autogestionados y construir ciudadanía. El quinto grupo de trabajos se centra en poner de manifiesto y analizar la emergencia de nuevos actores y espacios de ciudadanía en las grandes ciudades. De este modo, Sergio Tamayo aborda la problemática relación ciudad-ciudadanía en el mundo actual, para explicar la formación de espacios ciudadanos, escenificados por actores sociales y urbanos que se erigen en protagonistas en torno a un programa político y a demandas concretas. Esto se da al mirar a la ciudad desde la perspectiva política, entendida ésta tanto como política institucional como INTRODUCCIÓN. CIUDAD Y CIUDADANÍA  15 en su carácter transgresivo y contestatario (política informal). Para este autor “se trata de mirar a la ciudad desde prácticas y relaciones de poder que reconfiguran prácticas y proyectos de ciudadanía que disputan la hegemonía de la ciudad”. Pedro Pírez analiza el derecho a la ciudad desde la óptica de la democracia de la ciudad, es decir, desde “la capacidad de la configuración y funcionamiento urbano de incorporar de manera equitativa a todos los grupos sociales que en ella residen”. Esta aproximación cobra forma a través del análisis de las prácticas de dos tipos de actores claramente diferenciados de la ciudad de Buenos Aires: los sectores populares (insolventes) y los sectores medios (solventes), para distinguir entre la existencia de las demandas de ciudadanía y las demandas desde la ciudadanía. A su vez, Marta Lamas recupera el tema de la ciudadanía de las mujeres en la ciudad de México, asumiendo la postura de Rian Voet en el sentido de que “en lugar de ver la ciudadanía como el medio para obtener derechos, deberíamos ver los derechos como uno de los medios para lograr una ciudadanía igualitaria”; analiza el camino hacia la construcción de ciudadanía de un grupo de trabajadoras sexuales callejeras como un largo proceso de reflexión, organización e incidencia para obtener el reconocimiento de sus derechos laborales. Esta autora valora este proceso como parte del derecho a la ciudad. Y nuevamente Ana Rosas Mantecón rescata en su texto, ya mencionado, la emergencia de actoras femeninas en la ciudad de México, en el marco de la apropiación de espacios de cultura en el Centro Histórico; en este caso expone las prácticas novedosas de dos grupos populares de mujeres: barrenderas y policías. Finalmente, en un sexto núcleo de reflexión, tenemos el trabajo de Alejandra Leal Martínez, quien centra su atención en los discursos sobre la ciudadanía y el ser ciudadano en la ciudad neoliberal, donde se contraponen la vigencia de la ciudadanía liberal y la ciudadanía de los excluidos. La autora destaca la relevancia de los contenidos y del vocabulario que refiere a la ciudadanía reconocida formalmente en la ciudad de México como aquella que resalta las prácticas y los valores cívicos y, desde ese lugar, desconoce y descalifica a los sectores informales, que no los comparten o ponen en práctica, como ciudadanos. Para ilustrar estas concepciones confrontadas, ejemplifica con los comerciantes ambulantes en el Centro Histórico de la ciudad y los franeleros2 en las colonias de clase media. Cabe destacar que el presente volumen es producto del seminario internacional “Construcción de ciudadanía y nuevos actores en grandes ciudades”, que tuvo lugar en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM, en el mes de octubre de 2014. El seminario como el libro 2 Personas que gestionan de manera informal el estacionamiento en la calle. 16  LUCÍA ÁLVAREZ ENRÍQUEZ se enmarcaron en el proyecto PAPIIT de investigación: IN 301314-2 “Construcción de ciudadanía en la ciudad de México”, financiado por la Dirección General de Asuntos del Personal Académico (DGAPA), de la UNAM, 2013-2015. Por este motivo, hago un reconocimiento a este apoyo sustantivo y extiendo mi agradecimiento a la institución. BIBLIOGRAFÍA CHATTERJEE, Partha (2008), La nación en tiempo heterogéneo y otros estudios subalternos, Buenos Aires, Siglo XXI/Clacso. 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TRABAJADORAS SEXUALES CALLEJERAS CONSTRUYEN CIUDADANÍA  325 A los cronistas novohispanos les sorprendió sobremanera que los indios no tuvieran a las rameras segregadas en barrios, calles y casas especiales, y que éstas se confundieran con las buenas mujeres. Todos los estudiosos actuales que revisan crónicas y códices afirman algo significativo: no había espacios especiales para la prostitución, ni lugares particulares o casas específicas para su trabajo (Moreno de los Arcos, 1966; Dávalos, 2002). Cada mujer vivía donde le apetecía. Sahagún (1956), quien trata con más extensión el asunto, describe a la prostituta como: “[…] andadora o andariega, callejera y placera, ándase paseando, buscando vicios, anda riéndose, nunca para y es de corazón desasosegada” (tercer tomo: 129). De ahí en adelante, durante el Virreinato, hubo “tolerancia” y convivencia. Por siglos fueron figuras típicas en nuestras ciudades, y de tolerarlas como mujeres de la mala vida la política moderna ha decidido desaparecerlas. En la ciudad de México, la calle Cuauhtemotzin —que luego se llamó Fray Servando Teresa de Mier—, junto con La Merced, la calle del 2 de Abril, Las Vizcaínas, San Juan de Letrán y Santa María La Redonda, formarían la gran zona roja del centro. Salvador Novo, en su incisivo ensayo “Los prostíbulos y la decadencia de la conversación”, criticó la medida, además de defender a las prostitutas y denunciar la falta de protección del Estado: “Triste destino el de estas trabajadoras no asalariadas que ahora ejercen sin título y sin garantías: dispersas, perseguidas, románticas, el noble servicio que otrora floreció, competentemente organizado, en los burdeles” (Novo, 1979:78). Tal vez el caso más escandaloso de persecución fue el que promovió el llamado “Regente de hierro”, Ernesto P. Uruchurtu,11 quien administró la ciudad durante 14 años en los cuales desmanteló la “zona roja”, además de cerrar las casas de citas, como la de “La Bandida” en la calle de Durango o la de “La Malinche” en Xola.12 A partir de los años setenta, con la administración del presidente Echeverría se reinstaló el comercio sexual en las calles de la ciudad de México y las mujeres volvieron a “pararse” en las esquinas. Sin embargo, desde 1977, con la creación del Fideicomiso del Centro Histórico, la política urbana conducida por el GDF —en asociación con los corporativos empresariales— ha tomado a la gentrificación como su eje, facilitando que el capital privado desplace a ambulantes y trabajadoras sexuales de los espacios abandonados de la política social. La remo11 Uruchurtu encabezó la Jefatura del Departamento del Distrito Federal, cuando ese cargo dependía de la Presidencia de la República, durante los gobiernos de Adolfo Ruiz Cortines, Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz. En 1966 se vio obligado a renunciar debido a fuertes presiones en su contra. 12 Según me comunicó Carlos Monsiváis durante una entrevista en 2003. 326  MARTA LAMAS delación del Centro como un lugar seguro, con espacios de consumo para familias de clase media, es ya una realidad; y la compra y reutilización de edificios que antes servían como hoteles de paso ha forzado a reubicarse a quienes ofrecen trabajo sexual en la calle. Así se ha ido diseñando una geografía moral donde se privilegia el proceso de segregación espacial. De ahí que, al no cambiar las condiciones sociales que producen pobreza y delincuencia, una política de “limpieza urbana” se convierta en una política de “limpieza social” (Hall y Hubbard, 1996). La especulación inmobiliaria es más fuerte en los Centros Históricos, y los gobiernos municipales de varias entidades federativas están privilegiando la política de desplazamiento de las trabajadoras pobres. Aunque esta reducción de los espacios empieza a despertar la participación política de los grupos marginados, la situación no es muy promisoria. En la ciudad de México, aun cuando el gobierno ya otorgó el permiso de permanecer en la calle con las licencias de trabajadoras no asalariadas, todavía falta que las distintas delegaciones formalicen su reconocimiento y definan los lugares donde las trabajadoras se puedan “parar” para ofrecer sus servicios. Así, mientras las trabajadoras sexuales reivindican que “La calle es de quien la trabaja”, el avance gentrificador cierra los lugares a donde ellas llevaban a los clientes. Tampoco hay, por supuesto, ninguna propuesta legislativa para regular distintas formas de organización del trabajo, lo que les permitiría —al menos— rentar departamentos sin el riesgo de ser acusadas de “lenocinio” o de “explotación de la prostitución”.13 Ese limbo legal las obliga a luchar por cambios legislativos que les autorice a desarrollar formas de organización del trabajo en locales cerrados. Por todo lo expuesto, y por todos los problemas que implica la hipocresía legal, las trabajadoras que ya obtuvieron sus licencias siguen movilizadas. Ellas son un claro ejemplo de agencia,14 alimentada por la organización y el trabajo político que han venido acrecentando junto con Brigada Callejera. Resulta complicado hacer coincidir procesos de identificación social y política con procesos de individuación subjetiva, sin embargo estas activistas lo han logrado. Los grupos Mujeres Libres y Ángeles en Busca de la Libertad han iniciado su proceso de constitución como cooperativas, con el objetivo de ganar espacios donde llevar a cabo el intercambio sexual mercantil. Si bien su conquista de las licencias significa el inicio de una política de derechos y reconocimiento —lo cual les otorga identidad 13 La legislación no prohíbe la prostitución, sino obtener beneficio de la prostitución ajena. La redacción de tal delito dificulta el trabajo en locales cerrados. En la actualidad si varias compañeras rentan un departamento, quien firme el contrato puede ser acusada de lenona. Para una crítica de la legislación actual, véase Torres, 2014. 14 En el sentido de “capacidad de hacer y de actuar”. TRABAJADORAS SEXUALES CALLEJERAS CONSTRUYEN CIUDADANÍA  327 pública y legal ante los demás y, sobre todo, ante ellas mismas— de ninguna manera les garantiza que la calle se conserve como un lugar donde ofrecer su trabajo. Indudablemente, al luchar por sus derechos laborales como uno de los medios para lograr una ciudadanía igualitaria estas trabajadoras han obtenido un sentido de realización personal y política. Sin embargo, frente al riesgo de ser desplazadas de sus calles tienen que continuar enfrentando la nefasta política que intenta expulsarlas de sus espacios. Esta batalla requiere buscar alianzas con otros sectores de la sociedad, para lo cual hay que armar un nuevo discurso cuyo objetivo principal sería el cambio de perspectiva cultural respecto a la llamada prostitución. Y un adversario poderoso es, evidentemente, el discurso abolicionista en boga. Originalmente el abolicionismo significó “la ausencia del involucramiento del Estado en el registro, otorgamiento de permisos o inspección de las trabajadoras sexuales” (Day, 2010:821). Hoy el abolicionismo pretende erradicar totalmente la compraventa de servicios sexuales, con un discurso que califica toda forma de comercio sexual como violencia hacia las mujeres. Esta postura se articula con la política neoliberal y pretende cristalizar formas de “limpieza moral” en el combate a la trata. Esto ha hecho que las prácticas arraigadas del comercio sexual sean abordadas con lo que Elizabeth Bernstein (2012) califica como el “giro carcelario” de la política neoliberal. Bernstein encuentra que en la tendencia a reformular discursivamente el comercio sexual como “tráfico de mujeres” se alienta una política punitiva: cada vez más se recurre a medidas judiciales y se exige el encarcelamiento no sólo de los padrotes, sino también de los clientes (2012:240). Los abolicionistas asumen el imperativo punitivo neoliberal, y buscan ampliar y fortalecer la intervención del Estado. Cuando la política pública se desplaza de los factores estructurales a los hombres delincuentes (clientes, padrotes y traficantes) no se acaba con el negocio, únicamente lo desplaza a la clandestinidad.15 Bernstein documenta cómo el nuevo discurso abolicionista sobre “las víctimas que hay que salvar” le ha servido a la estrategia carcelaria contemporánea de la agenda económica neoliberal, y ha producido lo que Löic Wacquant denomina una “remasculinización del Estado” (2012:410) al facilitar un control creciente sobre los cuerpos y las vidas de las mujeres. Estos señalamientos nos obligan a una reflexión más crítica sobre las condiciones estructurales que enfrentan las trabajadoras sexuales y que determinan su vulnerabilidad ante la violencia económica y el despojo. 15 Ésa es la frustrada experiencia del modelo sueco. Véase Kulick, 2003. 328  MARTA LAMAS Con este breve panorama he querido mostrar que las trabajadoras sexuales, tradicionalmente excluidas del reconocimiento legal a su oficio, se han convertido en nuevos actores políticos en la ciudad de México. Hace tiempo Chantal Mouffe señaló que la radicalización de la democracia pinta como la única alternativa viable para extender los principios de igualdad y libertad a un número cada vez mayor de relaciones sociales, y que para lograrlo se requiere de la identidad política de ciudadano/a (Mouffe, 1992). Desde su capacidad de autodeterminación, y desafiando el estigma y la discriminación, estas trabajadoras han puesto en práctica una inédita modalidad de construcción de ciudadanía en la ciudad de México. Es probable que el ejemplo de lo ocurrido cunda en otras entidades de la República, vía más juicios de amparo. Ojalá también en esas entidades se den experiencias de formación política como se hizo con el largo y consistente proceso de las integrantes de la Red Mexicana de Trabajo Sexual. La persistencia activista de las trabajadoras que resignificaron el estigma y que hoy son reconocidas como no asalariadas, responde en gran medida a la reflexión crítica y al debate colectivo que han venido dando acompañadas de Brigada Callejera. En ese debate se han tocado varias cuestiones: desde la importancia del activismo hasta un cuestionamiento del orden socioeconómico y una dura crítica a la concepción gubernamental sobre el trabajo sexual. Por eso, desde el convencimiento de que la promoción de la libertad social se arma sobre el respeto a la libertad individual, el “derecho a la ciudad” del que habla Lucía Álvarez (2014) cobra presencia entre estas trabajadoras. En este sentido, con la apropiación de un imaginario de derechos, estas trabajadoras sexuales se han convertido en sujetos políticos que reclaman una ciudadanía igualitaria. La trama del proceso tiene otros elementos que no incluyo por cuestiones de espacio,16 pero lo relatado ejemplifica el valiente despliegue de una forma de construcción de ciudadanía que, al politizar una identidad estigmatizada, abre nuevos frentes de acción y resistencia. 16 El trasfondo del proceso se dio en un contexto que ha contrapuesto el paradigma abolicionista, que considera que la explotación, la denigración y la violencia contra las mujeres son inherentes al trabajo sexual y, por lo tanto, habría que abolir dicha práctica con el paradigma “reglamentarista” que plantea que tal actividad tiene un rango de formas variadas de desempeño que deberían regularse, reconociendo derechos laborales y ofreciendo otras opciones laborales, vía la capacitación (véase Lamas, 2014a y 2014b). TRABAJADORAS SEXUALES CALLEJERAS CONSTRUYEN CIUDADANÍA  329 BIBLIOGRAFÍA ÁLVAREZ, Lucía (2014), Presentación del seminario internacional “Construcción de ciudadanía y nuevos actores en las grandes ciudades”, México, CEIICHUNAM, 13 de octubre. BERNSTEIN, Elizabeth (2012), “Carceral Politics as Gender Justice? The ‘Traffic in Women’, and Neoliberal Circuits of Crime, Sex and Rights”, en Theory and Society Journal, vol. 41, núm. 3, pp. 233-259. Existe traducción al español, en Debate Feminista, año 25, núm. 50, octubre, México. BRIGADA CALLEJERA (2014), ABC de la trata de personas, México, Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez”, A.C. DÁVALOS LÓPEZ, Enrique (2002), “Templanza y carnalidad en el México prehispánico: creencias y costumbres sexuales en la obra de los frailes historiadores”, documento de trabajo número 10, Programa Salud Reproductiva y Sociedad, México, El Colegio de México. DAVIS, Nanette (ed.) (1993), Prostitution. 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INTRODUCCIÓN. CIUDAD Y CIUDADANÍA

Educación ciudadana para el siglo XXI


¿Qué significa educación ciudadana?


La educación ciudadana puede definirse como la educación dada a los niños desde la infancia temprana para que se conviertan en ciudadanos críticos e informados que participen en las decisiones que conciernen a la sociedad. De manera específica, se entiende aquí que 'sociedad' es una nación circunscrita dentro de un territorio reconocido como Estado.


Es obvio que dar a conocer las instituciones que forman parte de una nación y crear conciencia sobre la serie de leyes aplicadas a las relaciones humanas y sociales, forma parte de cualquier curso de educación ciudadana. Bajo esta idea, la educación ciudadana se basa en la diferencia entre:

El individuo como sujeto ético y legal, beneficiario de todos los derechos inherentes a su condición humana (derechos humanos), y

El ciudadano como beneficiario de los derechos políticos y civiles reconocidos por la constitución nacional de cada país.

Todos los seres humanos son individuos y ciudadanos de la sociedad de la cual forman parte. Por lo tanto, los derechos humanos y civiles son interdependientes.


Todos los hombres, mujeres y niños llegan al mundo como seres humanos. Gracias a la inmensa conquista histórica de los derechos humanos, todos somos iguales en derechos y dignidad al resto de los seres humanos. Cuando la educación ciudadana tiene el propósito de 'educar a futuros ciudadanos', necesariamente debe dirigirse a niños, jóvenes y adultos, que son seres vivos con el estatus de seres humanos dotados de conciencia y razón. No es posible, por tanto, dejar de considerar a los individuos como sujetos con características individuales propias.


También se incluyen en los derechos humanos a los derechos políticos y civiles, donde obviamente los políticos hacen referencia a los derechos y obligaciones de los ciudadanos. Una educación integral sobre derechos humanos, por lo tanto, toma en cuenta la idea de ciudadanía y considera que un correcto civismo está relacionado con el total de los derechos humanos.


De manera similar, una educación ciudadana que forma 'buenos' ciudadanos (por ejemplo, ciudadanos conscientes de los asuntos políticos y humanos que están en juego en su sociedad o nación) requiere que cada ciudadano posea cualidades éticas y morales. Todos los tipos de educación ciudadana inculcan (o pretenden inculcar) el respeto hacia los demás y el reconocimiento de que todos los seres humanos son iguales. Combaten además cualquier forma de discriminación (racial, de género, religiosa, etc.) al fomentar un espíritu de tolerancia y armonía entre las personas.


Así, cuando hablamos de los propósitos que deben considerarse, ya sea en la educación ciudadana (la cual produce ciudadanos con cualidades morales) o en la educación sobre derechos humanos (que reconoce e incluye los derechos políticos y sociales de todos los individuos), invariablemente debemos discutir la relación entre una buena actitud cívica y los derechos humanos.


En algunos casos, según las tradiciones culturales de cada sistema educativo, tendremos una educación ciudadana enfocada en el conocimiento y ejercicio de los derechos humanos o una educación ciudadana que enfatice los derechos políticos y civiles como base de la ciudadanía y, en consecuencia, de los rasgos nacionales representados por estos derechos y garantizados por los Estados.


Si se toma en cuenta esta relación, la educación ciudadana no sólo implica 'educar ciudadanos', sino también 'capacitar a los niños para la vida adulta y para desarrollar su papel como ciudadanos'.


La educación ciudadana tiene, por lo tanto, tres objetivos principales:



Educar a las personas en temas sobre ciudadanía y derechos humanos a través de la comprensión de los principios e instituciones [que rigen a cada Estado o nación],

Enseñarles a ejercer sus juicios y su facultad crítica, y

Proporcionarles un sentido de responsabilidad individual y comunitaria.


Estos tres objetivos corresponden tanto a la educación del ciudadano, como a la educación del individuo como sujeto ético y legal. Además, sugieren cuatro grandes temas dentro de la educación ciudadana.


La relación entre los individuos y la sociedad: libertades individuales y colectivas y el rechazo a cualquier forma de discriminación.

La relación entre los ciudadanos y el gobierno: qué implican la democracia y la organización del Estado.

La relación entre el ciudadano y la vida democrática.

La responsabilidad del individuo y el ciuda

dano en la comunidad internacional.


https://veronica-alfaro.weebly.com/1iquestpor-queacute-educar-para-la-ciudadaniacutea.html#:~:text=Todos%20los%20tipos%20de%20educaci%C3%B3n,y%20armon%C3%ADa%20entre%20las%20personas.

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