| hace treinta y tres años, en un operativo oficial del ejército argentino, realizado en un baldío de la localidad de Sarandí, provincia de Buenos Aires, la dictadura militar quemó 1.500.000 de ejemplares (veinticuatro toneladas) de libros del Centro Editor de América Latina, señera editorial de los años sesenta y setenta en nuestro país, madre de proyectos, creadora de lectores, divulgadora de nuestros mejores pensadores y pensadoras y de temas cruciales para el devenir de nuestras patrias castigadas. Dirigida por Boris Spivacow, quien antes también, a finales de los cincuenta, había fundado, marcando rumbos, EUDEBA, el CEAL (tal su sigla característica, como muchos la llamábamos) fue un espacio de creación, audacia, masificación de la lectura y apuesta por el pensamiento crítico en temas claves desde una perspectiva argentina y latinoamericana. Nunca tan certera, entonces, aquella afirmación de Walter Benjamin: «No existe documento de cultura que no sea a la vez documento de barbarie». Vaya nuestro recuerdo, que queremos compartir con amigos y lectores. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario