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Un mundo cambiante
..."Entrevista con el dibujante y reportero Joe Sacco, autor del libro 'La Gran Guerra'.
6. LA GRAN GUERRA Otra visión de la guerra
Siete metros y medio de batalla del Somme
VIRGINIA HERNÁNDEZ @vir_hernandez
GIULIO M. PIANTADOSI (Vídeo) @gmpiantadosi
Recibió una propuesta y cambió de planes. El reportero y dibujante Joe Sacco había renunciado a volver al frente con sus lápices y pensaba que Jacques Tardi ya se había encargado de la Gran Guerra de forma magistral. Pero se debía algo y lo cobró. Fue en Australia, de niño...
Hubo otros conflictos que se interpusieron entre Joe Sacco (Malta, 1960) y la Primera Guerra Mundial, como Palestina, Bosnia e Irak. Pero una llamada de teléfono de un antiguo compañero de piso en Nueva York, Matt Weiland, su editor, resucitó la idea que le rondaba desde niño. Sacco iba a dibujar una enorme panorámica del Frente Occidental. El criterio sería el del tapiz de Bayeux (una obra del siglo XI), que relata la invasión normanda de Inglaterra. Como en el arte medieval, prescindiría de perspectivas y proporciones realistas, y se detendría minuciosamente en los detalles.
REPORTERO
Joe Sacco, en una reciente visita a Madrid. Sergio González Valero
Lo que me impresionaba de pequeño era una carnicería semejante sin ningún motivo. No fue una guerra de movimiento. Los generales no se replanteaban lo que estaban haciendo
Joe Sacco
Antes, además de las exigencias de la actualidad que le imponía su oficio de periodista —uno muy particular, porque en vez de cámara llevaba al frente libretas y lápices para dibujar—, le había paralizado el trabajo de su admirado Jacques Tardi (Valence, Francia, 1946) que, para él, ya había tratado de forma definitiva el conflicto que asoló Europa entre 1914 y 1918 con la célebre novela gráfica 'La guerra de las trincheras'. Pero se debía algo.
Sacco, reportero y dibujante de cómics, se crió en Australia —aunque vive desde hace muchos años en EEUU— y allí, cada 25 de abril, los escolares conmemoraban el desembarco en Galípoli. «Yo era consciente, incluso entonces, de que una guerra apodada 'la guerra que pondrá fin a todas las guerras' debió de haber causado tal cantidad de horrores que los supervivientes creyeron que era la última palabra sobre el asunto», relata en el cuadernillo que acompaña el volumen 'La Gran Guerra' (Reservoir Books), en el que explica su pasión por un acontecimiento que le fascina.
El mayor desastre británico
'La Gran Guerra' es un desplegable de siete metros y medio en el que el dibujante refleja de forma precisa y sin palabras (los apuntes van aparte) el primer día de la batalla del Somme (1 de julio de 1916), el peor desastre sufrido por el Imperio Británico: 10.000 soldados muertos sólo en la primera hora; 20.000, al término de la jornada.
Una planificación absurda por parte de los generales, con Douglas Haig, como comandante, a la cabeza, llevó al matadero a los miles de voluntarios. Jóvenes que seguían alistándose con sentimientos patrióticos, a pesar de los dos años transcurridos desde el inicio de la contienda. Con un plan para ese comienzo de 31 páginas de extensión, salieron en fila de las trincheras con la idea de que la ensordecedora artillería británica (que habían escuchado antes de salir) había acabado con las ametralladoras alemanas y con los enemigos. La realidad no era así y se expusieron a la muerte segura. Los camilleros tampoco llegaban a recoger a los heridos y nadie podía auxiliar a su compañero. Muertos y más muertos. Pero retirarse —la batalla duró hasta noviembre, murió casi un millón de personas entre los dos bandos y terminó disolviéndose como un azucarillo— hubiese supuesto la cobardía y la deshonra.
LOS DETALLES
Sumario
Una de las ilustraciones de 'La Gran Guerra' que retrata los preparativos de la batalla del Somme.
Lo más importante para mí era poder capturar todos los detalles. Cosas muy pequeñas, muy particulares, que no tendrían importancia para la mayoría de la gente. Cómo comían los soldados, cómo eran las cocinas, cómo traían el té al frente… presentar todo esto de una manera acertada
Joe Sacco
«Elegí el primer día del Somme porque marcó el momento en que el hombre de a pie se ve obligado a dejarse de hacer ilusiones sobre la naturaleza de la guerra moderna», relata acerca de una jornada aciaga que tuvo un significado importante en los acontecimientos bélicos que seguirían: «Representa el momento en el que la industrialización se impone a lo humano», asegura Sacco.
La guerra mecanizada que hizo que caballos, sables e incluso bayonetas fueran algo del pasado. Y que la gloria de los héroes que ni veían los rostros de sus enemigos fuera mucho más raquítica de lo que solía. «Lo que me impresionaba de pequeño era una carnicería semejante sin ningún motivo. En su mayor parte, no fue una guerra de movimiento. Los generales no se replanteaban lo que estaban haciendo y seguían mandando tropas al frente», describe sobre una actuación que sigue sin comprender.
Capturar todos los detalles
Para abordar el proyecto, que presenta desde el punto de vista británico debido a su propia formación, releyó libros que ya tenía en su biblioteca, adquirió otros nuevos y se empapó de los testimonios de los que estuvieron en la Gran Guerra. Pero la exquisita minuciosidad del libro va mucho más allá. «Lo más importante para mí era poder capturar todos los detalles. Cosas muy pequeñas, muy particulares, que no tendrían importancia para la mayoría de la gente, pero que a mí me interesaban. Por ejemplo, cómo comían los soldados, cómo eran las cocinas, cómo traían el té al frente… presentar todo esto de una manera acertada». Así que, además de la colaboración del historiador Julian Putkowski en la capital británica, contó como material de referencia para la investigación visual con las decenas de fotografías que fotocopió en el ingente archivo del Imperial War Museum de Londres.
Los detalles le permitieron profundizar en las vidas de los soldados y recordar que cada uno que dibujaba tenía una madre o una novia y que él, al sacarlos de las trincheras, los iba a matar. El libro no se ahorra elementos espeluznantes. «La mayoría de los británicos eran voluntarios porque aunque quedaban soldados profesionales y de reserva, ya habían sido bastante diezmados en las batallas previas. Me impresionó mucho el hecho de que los soldados fueran a la batalla con tal entusiasmo. A muchos de ellos les dijeron que ningún alemán sobreviviría a ese bombardeo, y que ellos iban a poder entrar en las trincheras alemanas y no encontrarían resistencia. Pero este entusiasmo acaba cuando se encontraron con la realidad. Después de esta batalla los soldados no podían decir que seguían entusiasmados. Supongo que pensaban que tenían que continuar peleando, pero ya no había entusiasmo»..."
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