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domingo, 29 de enero de 2023

LA INCLUSIÓN UNA ASIGNATURA PENDIENTE

La Inclusión: una asignatura pendiente

Luego de escribir este artículo en 2012, para mí sorpresa, en una escuela, que transité en 2021, descubrí que son muchos esos seres inútiles, que creen que existen segundas intenciones, cuando un profesor, con título universitario, con más de cuarenta años de trayectoria, con antecedentes impecables, puede ser sospechado de acercarse a los alumnos de inclusión, con intenciones non santas o verdes (cómo me decían algunas descerebradas), cuando cualquiera puede averiguar esos buenos antecedentes  mencionados. Pero no lo hacen, porque les significa la misma discapacidad que aquella que les impide estudiar. O que les permite esgrimir derechos (respecto a algunas de sus inclinaciones), por sobre los de los otros, en especial los necesitados de inclusión.
Más allá de nuestros deseos (Quieras o no quieras) nos dimos cuenta que invitamos a cenar a alguien que no puede comer los mismos alimentos que el resto de los comensales. Nos dimos cuenta de las diferencias, que no nos alejan, sino que nos hermanan en un mismo sentimiento humanitario de igualdad. Pero ello representa nuevos o viejos retos para esta empobrecida educación que impartimos. Pobreza de valores, de responsabilidad, de humanidad y de contenidos. En algún momento alguien nos convenció de la necesidad de bajar el nivel, para adecuarlo, presuntamente, a un nuevo “público”, cuando la lógica indicaba lo contrario. Nunca llegué a comprender por qué, sistemáticamente, les damos “lo que queda en el fondo del frasco” a los que menos tienen.
A principios de año tomé tres cursos atrasados en los contenidos entre 80 y 150 años y se me explicó, porque soy nuevo en la zona, que existe la costumbre de pactar entre docentes los contenidos. Todavía hoy no termino de comprender la inmensa soberbia de los que creyeron pertinente privar del derecho constitucional a la educación, al conocimiento puro y simple de su propia historia (la argentina) a tres grupos de alumnos, aunque luego se me cuestionó, porque usaba el término “campesinos”, para explicar un hecho histórico a mis alumnos de 16, 17 y 18 años de edad, que viven en una comunidad agrícola ganadera, como es Choele Choel en particular y el Valle Medio en general, porque, presuntamente, no podían entender su significado. Y se trata de chicas y muchachos comunes y corrientes alumnos de escuelas públicas. Luego pretendieron que debían enseñarme a relacionar un tema viejo, con uno nuevo, cuando dicto Historia de Procesos y los procesos solo se cortan, por una línea imaginaria, que usamos, con finalidad didáctica, por lo cual no existen los temas viejos o nuevos, porque todos se encuentran relacionados y solo cambian los hechos, pero no las constantes de ese proceso. Y entonces comprendí, que no importaba, o, mejor dicho, que mis alumnos no importaban, que eran números, que los hicieron invisibles a partir de sus nombres criollos u originarios, de su piel oscura, que solo sirve si los mantengo tranquilos en un aula, por el tiempo que me toca, pero que no sirve el intento de desarrollo de un pensamiento autónomo o crítico. Lo importante es que los contenga en la Escuela, hasta que llega el momento de arriar la bandera y salir. No interesa si se trata de alumnos de familias que son Testigos de Jehová (objetores de conciencia), punk o anarquistas (objetores ideológicos), solo interesa: “que nosotros (los docentes) les hagamos saber”… “qué violamos disciplinadamente sus derechos”, perdón, pero no es lo que me dijeron, sino que, como adultos, los impongamos de sus obligaciones.
Alguna vez me propuse dictar clases de Historia sin mentir; dictar clases de Cívica, sin olvidarme que derechos y obligaciones forman una constante y, fundamentalmente, no prejuzgar sobre niveles cognitivos de mis alumnos, pero parece que eso no figura en los usos y costumbres en esta zona y se me llama: “el viejo loco”, pero yo amo esa “locura” o no hubiese escrito Formación Profesional I, II, III y IV (ver en http://www.ediciona.com/escritor_guillermo_fernando_camara-dirf-17990-c15.htm). Y no me ofenden, ni me hace comportarme de manera “histérica”, como me dijo un supervisor, que no me conoce, no conoce de mi infinita paciencia ancestral, producto de mis genes originarios, que se encuentran aliados con los celtas, que me legó la rama materna de mi familia (sin contar al viejo Tte. Cnel. Fortunato Cámara, que era mulato y, tal vez por ello, su uniforme se encuentra en el Museo Militar de la Av. de Mayo en Buenos Aires, que era mi bisabuelo paterno).  
La Inclusión en zonas rurales
La gran mayoría del territorio de la Provincia de Río Negro se encuentra comprendida en la definición general de zona rural. Con esto no pretendo ofender a nadie. Es la pura realidad en un extenso territorio donde unas muy pocas ciudades llegan a los 100.000 habitantes, la fórmula, para medir la cantidad de habitantes por kilómetro cuadrado es muy clara y sencilla y nos muestra el exacto punto en el que nos encontramos (la Densidad de la población es igual a la división del número de la población por la superficie) lo que nos lleva a afirmar que vivimos en situación de contextos rurales (en la mayoría de los casos), donde se puede mejorar la educación desde el Estado, pero es muy importante el factor humano, que se concentra en la necesidad de profesionalizar a los docentes. No podemos quedarnos de brazos cruzados esperando que el gobierno de turno haga lo que nosotros consideramos necesario. Debemos empezar por nosotros mismos, por reformular nuestras ideas. Ya en la intervención anterior les daba ejemplos de desconexión docente, con la realidad que nos circunda y, en esta réplica, les recuerdo que Rosa Blanco nos dice, que el porcentaje de las tasas de deserción entre zona urbana y rural es inferior al cincuenta por ciento en desmedro de los contextos rurales. Y, por otra parte, sabemos, que la mayoría de nosotros nos desempeñamos, como docentes, en esa realidad. Al menos es lo que espero, pero ya tuve un ejemplo de desconexión espacio temporal, cuando una Vice Directora me cuestionó el uso del término: Campesinos, porque mis alumnos hijos y hermanos de campesinos no podrían entenderlo.

La inclusión de alumnos con problemas de aprendizaje
La UNESCO en “Diez preguntas sobre la Educación Inclusiva” reitera la apuesta a una educación de calidad, que nace de la eficacia y eficiencia del docente. Sin descuidar lo que debe hacer el Estado (y en muchos casos no hace), pero los principales actores de esta pequeña obra de la vida real somos nosotros. La conducción de nuestros cursos es únicamente privativa del docente al frente del curso. En ese sentido somos los máximos responsables. El año pasado tuve un alumno de padres alcohólicos, con muchas dificultades para concentrarse y con una fea experiencia en la materia que dictaba en ese momento (Educación Cívica), porque la profesora anterior (de la cual era suplente) se dedicaba a charlar unos quince minutos (en un módulo de ochenta) sobre el tema que anotaba en el Libro de Clases y luego escuchaba las conversaciones privadas de sus alumnos. El alumno de primer año, con las dificultades referidas, no entendía nada. Cuando me hice cargo del curso me observó y luego se propuso participar y, finalmente, trabajó en el segundo trimestre. Lamentablemente, al pasar las notas del mismo, por un error totalmente mío e involuntario, donde debía calificarlo con 7,50 anoté un 6. Entregados los boletines lo encontré díscolo y ausente. No me había dado cuenta del daño que le hice. Le pedí disculpas y le expliqué la situación y lo entendió. Trabajó y logró acumular méritos para un 8,50 en el trimestre. Como le debía un punto y medio lo incorporé a la planilla. El grupo de profesoras que reemplazaba se reintegró a fines de año y pusieron el grito en el cielo (Mejor dicho en la Dirección), por ese y algún otro diez (muy merecido), que había puesto en el Tercer trimestre. ¿Notaron que los docentes tienden a recostarse en grupos, para sentirse protegidos? (con esto no quiero decir que usen tácticas mafiosas). Bueno el grupo “defensivo” me atacó desde fines del año pasado y más aún, cuando se dieron cuenta que podía destapar la olla de la negación del derecho de aprender en esos tres cursos, que les comenté en mi intervención inicial. Hoy se recuestan en la superioridad (sospecho que muy alto), porque alguna de esas profesoras, recientemente, asumió en otra escuela, o, mejor dicho en la misma escuela en la que transcurrió el relato que les comente (que justamente tiene algunos problemas con las notas), porque el alumno y profesor del relato nos encontramos este año en una escuela común y mi antiguo alumno (ya no lo tengo), todos los trimestres, luego de la entrega del boletín, viene con el mismo, para que lo vea y aconseje. El problema es de calidad educativa. No tengo dudas más allá o más acá de las responsabilidades del gobierno en la administración de la Educación.


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