LAS MALAS PRÁCTICAS
Con el método de investigación en la escuela, que necesariamente conlleva la consulta entre pares y terceros y la evaluación formativa que la obliga, sin necesidad de formar grupos, porque todo el curso es un grupo, aseguramos un aprendizaje participativo, con la resolución acelerada de controversias (para lo que el docente debe estar muy atento) mantenemos un ritmo, con cortes parciales y evitamos la evasión mental de los alumnos con problemas de mantener la atención. Pero siempre deben estar atentos a no caer en la facilidad de sentarse en los escritorios levantando un vallado entre nosotros y nuestros alumnos. Igual cuando corregimos trabajos mientras los alumnos hacen otro y no estamos disponibles para la consulta o la controversia. En el aula el docente no debe tomarse descansos, ni realizar otro trabajo, aunque sea del mismo curso. O caer en: https://eldiariodelaeducacion.com/…/no-delataras-que-hacer…/
RECURSOS EDUCATIVOS PARA LA DIVERSIDAD
Educación Social de las Personas Diversas.
miércoles, 31 de julio de 2013
Educación Social de las Personas Diversas.
miércoles, 31 de julio de 2013
ALGUNAS MALAS PRÁCTICAS DOCENTES QUE DEBEMOS EVITAR
A continuación se presentan 10 pasos con los que podemos limitar la participación del alumnado y así empezar a convertirnos en un mal profesor. Si por el contrario quieres ser uno de esos bichos raros que todavía creen en la mejora de la calidad de la enseñanza y que trabaja para ofrecer a los niños lo mejor de sí mismo, no tienes más que hacer lo contrario que aparece en esta guía.
A continuación se presentan 10 pasos con los que podemos limitar la participación del alumnado y así empezar a convertirnos en un mal profesor. Si por el contrario quieres ser uno de esos bichos raros que todavía creen en la mejora de la calidad de la enseñanza y que trabaja para ofrecer a los niños lo mejor de sí mismo, no tienes más que hacer lo contrario que aparece en esta guía.
Utilizar preguntas cerradas o de respuesta determinada: cuidado con plantear preguntas abiertas ya que pueden generar respuestas inesperadas. Lo más cómodo para el docente es hacer preguntas que sólo tengan como respuesta sí o no, y que no permitan inferir o interpretar los contenidos de una manera diferente a la que piensa el profesor. De esta forma evitaremos estimular el pensamiento crítico.
Redirigir o contestar las preguntas lo antes posible: el tiempo de espera o pausa que utiliza el profesor al hacer una pregunta es crucial para recibir respuestas de los alumnos. Si no respondemos las preguntas o las redirigimos antes de que contesten los alumnos, corremos el riesgo de que los alumnos piensen por sí mismos y les acostumbremos a hacernos perder el tiempo con sus reflexiones.
Crear un ambiente inhibidor: cuidado con la forma de formular las oraciones. Si utilizamos la primera persona del plural los alumnos pueden sentirse integrados y robar el protagonismo al profesor (hoy voy a hablar…, en lugar de hoy vamos a hablar…) Puede ocurrir que si propiciamos el diálogo entre alumnos, éstos pueden tomar el poder en la clase y no dejar al profesor contar todo lo que sabe.
Juzgar las aportaciones: si el profesor le quita importancia a las aportaciones erróneas o inadecuadas, en lugar de castigar o reprochar dichas aportaciones, puede ser que los alumnos se sientan demasiado seguros y pongan en duda la capacidad del profesor. Si queremos que el alumno sienta amenaza sobre su imagen social o se sienta inseguro no hay más que ponerle en ridículo en cuanto intervenga con una aportación que no es del todo correcta.
No tener en cuenta la participación en la evaluación: a los alumnos ya les gusta interactuar. Si queremos reducir esto, es importante que tengamos más en cuenta el resultado final obtenido que la actitud de participación en clase. Valorar la actitud y la participación es demasiado complicado.
Tomar decisiones sin preguntar a los alumnos: las experiencias previas y la formación del profesor es mucho más cercano a la realidad que lo que piensen los alumnos. El hecho de pedirles a ellos su opinión sobre asuntos relativos a la decoración u organización de la clase o, aún peor, sobre las normas o hábitos de convivencia del grupo, puede hacerles pensar que ellos son los dueños de sus propios actos. El profesor perdería autoridad y poder y les daríamos pie a desarrollar sus propios intereses y no los intereses del profesor.
Fomentar el trabajo individual competitivo: si se organizan tareas en un solo grupo, en lugar de grupos reducidos o parejas, conseguiremos que sólo los más aptos participen, aumentando la autoestima del profesor. Cuando hagamos una pregunta, los alumnos tendrán una oportunidad de cada treinta (en grupos de ese número) para participar, lo cual reduce mucho las posibilidades de que los alumnos digan cosas tontas o creativas. Por otro lado, un ambiente competitivo en clase nos ayudaría a que los alumnos oculten la información a sus compañeros evitando que hablen y se distraigan entre ellos.
No realizar debates o role playing: los debates dan a los alumnos herramientas para rebatir o argumentar sus ideas. Imagina lo peligroso que puede ser esto para un profesor. Es más interesante que los alumnos acepten todo lo que se les diga sin poner en duda lo que se está diciendo.
Utilizar únicamente el libro de texto como recurso didáctico: el libro de texto es una herramienta ideal para conseguir que los alumnos no participen en el aula. Los ejercicios suelen ser cerrados y no permiten la improvisación o el desarrollo creativo. Debemos cuidar que los alumnos no se copien unos de otros para evitar que compartan el conocimiento y que enseñen unos a otros, ya que enseñar es el papel del profesor, no del alumno.
Evitar el uso de las tecnologías de la información y la comunicación: el uso de herramientas digitales de aprendizaje puede hacer que los alumnos se impliquen en la creación de información y conocimiento, llegando incluso a saber más que el profesor sobre el tema a investigar. Para evitar esto, debemos limitar el uso de las TIC a proyectar vídeos o presentaciones de las editoriales. Buscar en internet o escribir un blog les da demasiada libertad.
Redirigir o contestar las preguntas lo antes posible: el tiempo de espera o pausa que utiliza el profesor al hacer una pregunta es crucial para recibir respuestas de los alumnos. Si no respondemos las preguntas o las redirigimos antes de que contesten los alumnos, corremos el riesgo de que los alumnos piensen por sí mismos y les acostumbremos a hacernos perder el tiempo con sus reflexiones.
Crear un ambiente inhibidor: cuidado con la forma de formular las oraciones. Si utilizamos la primera persona del plural los alumnos pueden sentirse integrados y robar el protagonismo al profesor (hoy voy a hablar…, en lugar de hoy vamos a hablar…) Puede ocurrir que si propiciamos el diálogo entre alumnos, éstos pueden tomar el poder en la clase y no dejar al profesor contar todo lo que sabe.
Juzgar las aportaciones: si el profesor le quita importancia a las aportaciones erróneas o inadecuadas, en lugar de castigar o reprochar dichas aportaciones, puede ser que los alumnos se sientan demasiado seguros y pongan en duda la capacidad del profesor. Si queremos que el alumno sienta amenaza sobre su imagen social o se sienta inseguro no hay más que ponerle en ridículo en cuanto intervenga con una aportación que no es del todo correcta.
No tener en cuenta la participación en la evaluación: a los alumnos ya les gusta interactuar. Si queremos reducir esto, es importante que tengamos más en cuenta el resultado final obtenido que la actitud de participación en clase. Valorar la actitud y la participación es demasiado complicado.
Tomar decisiones sin preguntar a los alumnos: las experiencias previas y la formación del profesor es mucho más cercano a la realidad que lo que piensen los alumnos. El hecho de pedirles a ellos su opinión sobre asuntos relativos a la decoración u organización de la clase o, aún peor, sobre las normas o hábitos de convivencia del grupo, puede hacerles pensar que ellos son los dueños de sus propios actos. El profesor perdería autoridad y poder y les daríamos pie a desarrollar sus propios intereses y no los intereses del profesor.
Fomentar el trabajo individual competitivo: si se organizan tareas en un solo grupo, en lugar de grupos reducidos o parejas, conseguiremos que sólo los más aptos participen, aumentando la autoestima del profesor. Cuando hagamos una pregunta, los alumnos tendrán una oportunidad de cada treinta (en grupos de ese número) para participar, lo cual reduce mucho las posibilidades de que los alumnos digan cosas tontas o creativas. Por otro lado, un ambiente competitivo en clase nos ayudaría a que los alumnos oculten la información a sus compañeros evitando que hablen y se distraigan entre ellos.
No realizar debates o role playing: los debates dan a los alumnos herramientas para rebatir o argumentar sus ideas. Imagina lo peligroso que puede ser esto para un profesor. Es más interesante que los alumnos acepten todo lo que se les diga sin poner en duda lo que se está diciendo.
Utilizar únicamente el libro de texto como recurso didáctico: el libro de texto es una herramienta ideal para conseguir que los alumnos no participen en el aula. Los ejercicios suelen ser cerrados y no permiten la improvisación o el desarrollo creativo. Debemos cuidar que los alumnos no se copien unos de otros para evitar que compartan el conocimiento y que enseñen unos a otros, ya que enseñar es el papel del profesor, no del alumno.
Evitar el uso de las tecnologías de la información y la comunicación: el uso de herramientas digitales de aprendizaje puede hacer que los alumnos se impliquen en la creación de información y conocimiento, llegando incluso a saber más que el profesor sobre el tema a investigar. Para evitar esto, debemos limitar el uso de las TIC a proyectar vídeos o presentaciones de las editoriales. Buscar en internet o escribir un blog les da demasiada libertad.
A continuación haz lo contrario de lo que aquí aparece para que los alumnos desarrollen una alta autoestima y aprendan a creer en sí mismos.
Utiliza la competitividad como herramienta fundamental de aprendizaje. Se sabe que la competitividad es una de las mejores herramientas para aumentar el rendimiento. La tensión generada por la competición libera cortisol lo cual es fundamental para que los alumnos mejor dotados estén preparados para asumir los retos. Sólo en los alumnos más débiles un tiempo prolongado de exposición ante el cortisol afecta al hipocampo, desacelerando la generación de puentes entre la memoria a corto plazo y la memoria a largo plazo.
Expón públicamente los fracasos. La comparación social y el sentirse valorado por los demás es uno de los principales factores para aumentar la motivación de los alumnos. Cuidado con esto, si expones los buenos resultados en lugar de los fracasos crearás líderes en el grupo que pueden llegar a quitar el poder.
Genera miedo al error. Responde inmediatamente al error con un castigo o con un refuerzo negativo. Sólo los alumnos más débiles desarrollarán fobia escolar, el resto aumentará rápidamente el rendimiento, ya que el miedo les hará reducir los errores. Algunos profesores dicen que los alumnos deben errar para aprender, pero eso es porque quieren justificar que no saben hacer que sus alumnos acierten a la primera. Si generas miedo al error, los alumnos que no sepan la respuesta estarán callados y sólo responderán los buenos.
Da más importancia al resultado que a la actitud. Está demostrado que los alumnos que centran su motivación en la tarea tienen una mayor capacidad para aprender de manera autónoma. Utiliza rankings o premios y evalúa siempre en función del resultado en lugar de la actitud y de esta manera tú tendrás el control sobre su aprendizaje. Imagina que los alumnos pudieran aprender por ellos mismos, entonces perderías poder. Haz que dependan de ti.
Evalúa el conocimiento no el proceso de mejora. Los alumnos de bajo rendimiento deben entender que no vale sólo con mejorar. Si no son capaces de estar al nivel de los mejores alumnos y demostrar que alcanzan los conocimientos que pide el profesor se han equivocado de lugar. Si te centras en su progresión les subirás su autoestima y eso puede hacer que crean en sí mismos más de lo que deben.
Etiqueta a los alumnos. Una de las cosas que mejor funcionan para bajar la confianza de algunos alumnos es ponerles una etiqueta a principio de curso. El efecto pygmalion hará el resto. Esto te hará tener un mayor control sobre tus alumnos porque ellos se comportarán como tu esperas que se comporten (el vago no hará nada, el despistado siempre olvidará su material en casa…)
Utiliza el castigo para reducir conductas no deseadas. Está demostrado que el castigo reduce la probabilidad de que se produzcan conductas no deseadas. Si sólo utilizas el castigo los alumnos tendrán miedo a actuar y bajarás su confianza, lo cual aumenta tu autoridad como profesor.
Atribuye los malos resultados a la falta de interés de los alumnos. Muchos profesores piensan que los malos resultados de los alumnos se deben a su acción docente. Aunque nuestras lecciones sean aburridas y no enganchen lo que está claro es que si los alumnos no alcanzan el éxito es porque no se esfuerzan, o al menos eso debemos hacer que ellos piensen. Si no lo hacemos podemos caer en el error de que los alumnos sean críticos con nosotros.
Prioriza el orden al disfrute. Algunas estrategias metodológicas pueden ser muy divertidas para el alumnado y eso les hará generar una mayor confianza en sí mismos dentro de la escuela. En cambio estas técnicas normalmente hacen que los alumnos se levanten, jueguen hablen con otros. Si haces esto puedes perder el control de la clase.
Mantén la distancia con el alumno, no seas demasiado cercano. El ser una persona cercana con los alumnos hace que ellos sientan una mayor confianza y que se atrevan a hablar contigo con libertad. El problema de esto es que los alumnos te puede perder el respeto. No te arriegues, utiliza una tarima para estar más alto, llámales de usted, no utilices su nombre, no te preocupes por sus cosas personales y no hables con ellos fuera del aula.
Utiliza la competitividad como herramienta fundamental de aprendizaje. Se sabe que la competitividad es una de las mejores herramientas para aumentar el rendimiento. La tensión generada por la competición libera cortisol lo cual es fundamental para que los alumnos mejor dotados estén preparados para asumir los retos. Sólo en los alumnos más débiles un tiempo prolongado de exposición ante el cortisol afecta al hipocampo, desacelerando la generación de puentes entre la memoria a corto plazo y la memoria a largo plazo.
Expón públicamente los fracasos. La comparación social y el sentirse valorado por los demás es uno de los principales factores para aumentar la motivación de los alumnos. Cuidado con esto, si expones los buenos resultados en lugar de los fracasos crearás líderes en el grupo que pueden llegar a quitar el poder.
Genera miedo al error. Responde inmediatamente al error con un castigo o con un refuerzo negativo. Sólo los alumnos más débiles desarrollarán fobia escolar, el resto aumentará rápidamente el rendimiento, ya que el miedo les hará reducir los errores. Algunos profesores dicen que los alumnos deben errar para aprender, pero eso es porque quieren justificar que no saben hacer que sus alumnos acierten a la primera. Si generas miedo al error, los alumnos que no sepan la respuesta estarán callados y sólo responderán los buenos.
Da más importancia al resultado que a la actitud. Está demostrado que los alumnos que centran su motivación en la tarea tienen una mayor capacidad para aprender de manera autónoma. Utiliza rankings o premios y evalúa siempre en función del resultado en lugar de la actitud y de esta manera tú tendrás el control sobre su aprendizaje. Imagina que los alumnos pudieran aprender por ellos mismos, entonces perderías poder. Haz que dependan de ti.
Evalúa el conocimiento no el proceso de mejora. Los alumnos de bajo rendimiento deben entender que no vale sólo con mejorar. Si no son capaces de estar al nivel de los mejores alumnos y demostrar que alcanzan los conocimientos que pide el profesor se han equivocado de lugar. Si te centras en su progresión les subirás su autoestima y eso puede hacer que crean en sí mismos más de lo que deben.
Etiqueta a los alumnos. Una de las cosas que mejor funcionan para bajar la confianza de algunos alumnos es ponerles una etiqueta a principio de curso. El efecto pygmalion hará el resto. Esto te hará tener un mayor control sobre tus alumnos porque ellos se comportarán como tu esperas que se comporten (el vago no hará nada, el despistado siempre olvidará su material en casa…)
Utiliza el castigo para reducir conductas no deseadas. Está demostrado que el castigo reduce la probabilidad de que se produzcan conductas no deseadas. Si sólo utilizas el castigo los alumnos tendrán miedo a actuar y bajarás su confianza, lo cual aumenta tu autoridad como profesor.
Atribuye los malos resultados a la falta de interés de los alumnos. Muchos profesores piensan que los malos resultados de los alumnos se deben a su acción docente. Aunque nuestras lecciones sean aburridas y no enganchen lo que está claro es que si los alumnos no alcanzan el éxito es porque no se esfuerzan, o al menos eso debemos hacer que ellos piensen. Si no lo hacemos podemos caer en el error de que los alumnos sean críticos con nosotros.
Prioriza el orden al disfrute. Algunas estrategias metodológicas pueden ser muy divertidas para el alumnado y eso les hará generar una mayor confianza en sí mismos dentro de la escuela. En cambio estas técnicas normalmente hacen que los alumnos se levanten, jueguen hablen con otros. Si haces esto puedes perder el control de la clase.
Mantén la distancia con el alumno, no seas demasiado cercano. El ser una persona cercana con los alumnos hace que ellos sientan una mayor confianza y que se atrevan a hablar contigo con libertad. El problema de esto es que los alumnos te puede perder el respeto. No te arriegues, utiliza una tarima para estar más alto, llámales de usted, no utilices su nombre, no te preocupes por sus cosas personales y no hables con ellos fuera del aula.
Referencias
De la Herrán, A. (2009) Técnicas de enseñanza basadas en la exposición y la participación. En: J. Paredes y A. de la Herrán (coords.) Práctica de la Innovación Educativa. Madrid: Síntesis.
De la Herrán, A. (2009) Técnicas de enseñanza basadas en la exposición y la participación. En: J. Paredes y A. de la Herrán (coords.) Práctica de la Innovación Educativa. Madrid: Síntesis.
Morell, T. (2009) ¿Cómo podemos fomentar la participación en nuestras clases universitarias? Alicante: Marfil.
Cómo ser un mal profesor I: 10 sencillos pasos para limitar la participación del alumno en clase por Jose Manuel Sánchez Galán se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported
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Mar López Sotelo
No delatarás: ¿qué hacer ante las malas prácticas docentes?
Anna Torralbo
Lo que más hace que me cuestione mi trabajo son los adultos y su predisposición por acallar las malas praxis. ¿Hasta cuándo permitiremos que el “compañerismo” esté por encima de las buenas prácticas?
Anna Torralbo
https://eldiariodelaeducacion.com/…/no-delataras-que-hacer…/
Anna Torralbo
Lo que más hace que me cuestione mi trabajo son los adultos y su predisposición por acallar las malas praxis. ¿Hasta cuándo permitiremos que el “compañerismo” esté por encima de las buenas prácticas?
Anna Torralbo
https://eldiariodelaeducacion.com/…/no-delataras-que-hacer…/
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