Recientemente me preguntaron sobre este tema y, cómo no lo investigué, no pude dar muchos más datos que los que figuran en la cita. Por otra parte, me pidieron, que si cuento con tiempo, investigue el naufragio de un vapor de la carrera.
Produce sugar in Patagonia. The San Lorenzo sugar mill, a failed sugar beet industrialization project (Río Negro, 1927-1941)
Daniel Moyano1
Susana Bandieri2
1Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Instituto Superior de Estudios Sociales, Universidad Nacional de Tucumán, Argentina
2Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Instituto Patagónico de Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad Nacional del Comahue, Argentina
RESUMEN
En Argentina, la demanda interna de azúcar fue provista por la industria azucarera con base en la caña, desarrollada principalmente en la región norte el país. Pero también se llevaron a cabo emprendimientos fabriles alternativos a partir del procesamiento de la remolacha. El más perdurable se implementó en el entonces Territorio Nacional de Río Negro. Nuestro objetivo es analizar el origen y desempeño productivo del ingenio San Lorenzo, así como los motivos de su prematuro fracaso. Se utilizará información de diferente índole como estadísticas nacionales y regionales, balances de la empresa, medios de prensa e informes técnicos de época.
Palabras clave Empresarios; Región; Industria azucarera; Patagonia
ABSTRACT
In Argentina, domestic sugar demand was provided by the sugar cane industry, developed mainly in the north region. But alternative manufacturing ventures were also carried out from the processing of sugar beet. The most enduring was implemented in the then National Territory of Río Negro. The aim is to analyze the origin and productive performance of the San Lorenzo sugar mill, as well as the reasons for its premature failure. Different types of information will be used, such as national and regional statistics, company balance sheets, press releases and technical reports from that period.
Keywords Entrepreneurs; Region; Sugar industry; Patagonia
INTRODUCCIÓN
Al hablar de la industria azucarera en la Argentina resulta inevitable vincularla con las provincias septentrionales, especialmente con Tucumán, Salta y Jujuy. Esta asociación no carece de fundamentos, ya que entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX se desarrolló en el actual cuadrante noroeste del país una de las agroindustrias más importantes en términos de capital invertido, tecnología incorporada y mano de obra empleada, que convirtió al complejo tucumano y luego a los restantes en los principales polos azucareros orientados a satisfacer la demanda interna. Dicha actividad se basó en el procesamiento de la caña de azúcar (saccharum officinarum), una gramínea de clima tropical por antonomasia que fue adaptada gradualmente a las zonas cálidas de las llanuras subtropicales, aunque es preciso señalar, a costa de una notoria merma en sus rendimientos. Pero la caña no fue el único cultivo sacarífero que se industrializó. La producción con base en la remolacha azucarera (beta vulgaris var. saccharifera), ampliamente difundida en Europa y luego en los Estados Unidos, compartió el mercado mundial del dulce y lideró los adelantos tecnológicos en esta agroindustria hasta el cambio de siglo, los que se adaptaron luego en los principales centros cañicultores y posteriormente se difundieron en las regiones de clima templado.1
En la Argentina, desde mediados del siglo XIX se advirtieron las aptitudes de diferentes zonas de la región central del país para el desarrollo extensivo de esta quenopodiácea y, a pesar de no haber logrado la suficiente atención, se reflotaron recurrentemente algunas iniciativas localizadas (Alazraqui Alonso, 1964). En los años de entresiglos se concretaron ensayos en campos experimentales de empresarios agrícolas y de medianos propietarios abiertos a incorporar cultivos con mayor rentabilidad, de estaciones experimentales públicas y de otras privadas pertenecientes a empresas ferroviarias.2 Los resultados halagüeños en diversos puntos de la campaña bonaerense promovieron la sanción de la ley nacional 2.907, del año 1892, para el fomento del cultivo de remolacha, pero sin aplicaciones concretas. Posteriormente, esta iniciativa tuvo varios correlatos a nivel provincial, como en el caso de Mendoza –ley 526 del año 1910– o de Córdoba –ley 3.188 de 1922– (Ferrarazzo, 1938, p. 37; Schleh, 1939, pp. 61-62,101-102). A la par, instituciones científicas como la Estación Experimental Agrícola de Tucumán –dependiente del gobierno de la provincia– ensayó entre 1917 y 1926 con remolachas de distinta procedencia para aclimatarlas a un ambiente cálido subtropical, comprobando la posibilidad de complementarlas con la caña y, de ese modo, compensar los bajos rendimientos diferenciales de la gramínea (Estación Experimental Agrícola de Tucumán, 1917-1926). Pero la réplica más importante para la temática que tratamos correspondió a la provincia de Buenos Aires que, en 1910, mediante la ley 3.264, otorgó al Ing. Agr. Pedro Riccheri privilegios para instalar fábricas de remolacha en las zonas que juzgara aptas para el cultivo, especialmente en las jurisdicciones del sur. Dicha concesión fue prorrogada en varias oportunidades pero, al igual que las anteriores, no arribó a buen puerto (Schleh, pp. 95-98). Más adelante volveremos sobre esta disposición en particular.
Recién a finales de la década de 1920 se concretaron dos emprendimientos. El primero lo llevó a cabo la S.A. Cía. Azucarera de Cuyo, que construyó su fábrica en Media Agua, al sur de la provincia de San Juan. Dicho proyecto contó desde el principio con un decidido apoyo del gobierno provincial, particularmente de las administraciones de Federico y Aldo Cantoni, a través de medidas de estímulo como exenciones impositivas, cesión de tierras y derechos de riego. El otro emprendimiento, la S.A. Compañía Industrial y Agrícola San Lorenzo Ltda., fue el resultado de la iniciativa privada y emplazó su ingenio en el entonces Territorio Nacional de Río Negro, en San Lorenzo, a 15 km de la localidad de General Conesa (Véase Apéndice, Figura 1 y 2).3 Dichas fábricas encendieron sus calderas en mayo de 1929, dando inicio a las primeras zafras de remolacha azucarera en la Argentina.
Ambos proyectos se respaldaron en estudios auspiciosos de estaciones experimentales públicas y privadas (Alto de Sierra, en San Juan y Cinco Saltos, en el Alto Valle del río Negro), instituciones que señalaron la potencialidad del cultivo remolachero, tanto en rendimientos culturales como en contenido sacarino de las raíces. Estos resultados insuflaron esperanzas sobre un futuro industrial a partir del procesamiento de este tubérculo y representaron las principales bases para la organización de los emprendimientos azucareros. El acondicionamiento de superficies para el cultivo, la construcción de edificios y reparticiones necesarias para la producción y las maquinarias traídas del exterior, conllevaron una considerable inversión de capitales, transformando en pocos años a zonas sin una “tradición” manufacturera-industrial en polos productivos con perspectivas de desarrollo y poblamiento. Pero pronto el entusiasmo se truncó. El proyecto sanjuanino, con solo tres zafras discontinuas, cerró sus puertas y terminó en convocatoria de acreedores en 1933. El ingenio San Lorenzo, por su parte, trabajó con altibajos entre los años 1929 y 1941, para luego clausurar definitivamente el emprendimiento y liquidar la firma.
La pronta frustración de estas expectativas de desarrollo regional generó interpretaciones sesgadas, cultivadas por la prensa local y por sectores políticos de la época, que posteriormente fueron tomadas por los escritos históricos. En el caso específico del ingenio San Lorenzo, se fundó un imaginario social todavía persistente en la norpatagonia sobre la “asfixia” del emprendimiento remolachero..
http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1515-59942018000300940
No hay comentarios:
Publicar un comentario