AdSense

lunes, 31 de julio de 2023

IGUALDAD Y EQUIDAD 1 - JUSTICIA Y EQUIDAD




IGUALDAD Y EQUIDAD 1 - JUSTICIA Y EQUIDAD
El derecho a la igualdad está admitido en nuestra Constitución Nacional (CN), artículo 16, donde se
afirma que todos los habitantes de esta nación “son iguales ante la ley, y admisibles en los empleos
sin otra condición que la idoneidad. La igualdad es la base del impuesto y de las cargas públicas”.
Pero, ¿todos tienen las mismas oportunidades para formarse y poder ingresar en determinados
empleos? Y además, ¿qué significa que la igualdad sea la base del impuesto y de las cargas públicas?
¿Que todos tienen que pagar lo mismo? ¿Y si existe una desigualdad de base, porque hay gente que
tiene mucho dinero y bienes, y otros muy poco o casi nada?
Actividades
1 Observen la situación que ocurre en ambos cuadros de la ilustración. En el primero, a
cada chico le dan lo mismo. En el segundo, al tercero le dan el doble, y al primero nada.
¿Lo consideras justo? ¿Por qué?
2 Busquen otro ejemplo similar.

A fines del siglo XVIII, en la Declaración de Derechos del
Hombre y del Ciudadano de la Revolución francesa,
cuando surgen esos derechos (catalogados como
“primera generación de derechos humanos”), se pone el
acento en la libertad y en la igualdad de los ciudadanos.
Sin embargo, una segunda generación de derechos
humanos, a comienzos del siglo XX, considera que para
que el hombre pueda gozar realmente de libertad es
necesario que primero pueda satisfacer sus necesidades
de vida. Pero sus condiciones de vida no dependen
exclusivamente de él, sino también del desarrollo
económico social del país donde vive, y de las políticas
más o menos distributivas que se lleven a cabo. De este
modo, los derechos fundamentales no comienzan con
las libertades del individuo sino con las condiciones de
su realización, que son los derechos sociales.
Por ejemplo, si un trabajador pierde su trabajo y no
encuentra otro, porque hay mucho desempleo, a esta
persona le está faltando su derecho al trabajo, a una
vida digna, y puede ser que muchos otros derechos
encadenados como los que veremos en este libro.
Más allá de la igualdad ante la ley y el derecho de
trabajar y ejercer toda industria lícita existentes en
nuestra Constitución, está fallando la condición para
la realización de la plena condición humana, que es el
núcleo de los derechos humanos.
DIVERSAS INTERPRETACIONES DE
LA JUSTICIA COMO EQUIDAD
Evidentemente, lo justo es que a cada uno se le dé lo
que le corresponde. Pero este es un concepto vacío de
contenido, que se llena de acuerdo a la concepción de
cada sociedad, en un momento histórico determinado.
En otras épocas, o en regímenes de gobierno oligárquicos
(en los que un pequeño grupo domina y se beneficia
del gobierno), los privilegiados gozaban de mayores
ventajas profesionales y educativas, exenciones
impositivas, mayores derechos políticos y posibilidad
de ocupar cargos; en cambio, los no privilegiados
debían soportar los trabajos más duros y las cargas más
pesadas (por ejemplo, los siervos en la época feudal, o
los esclavos a lo largo de la historia de la humanidad).
Por esto en el siglo XVIII se planteó que lo justo es que
exista igualdad ante la ley o ante las cargas públicas.

TOMADO DEL LIBRO CONSTRUCCIÓN DE CIUDADANÍA 1

Qué diferencia hay entre la igualdad y la equidad?
La igualdad es una idea de cómo debería ser el trato personal y social, mientras que la equidad es una realidad que implica el reconocimiento de características y condiciones personales y sociales para que la aplicación de la igualdad sea justa.8 ago 2022
https://www.anesvad.org › igualdad...
Igualdad y equidad diferencia y valores

ACTIVIDADES
Igualdad de trato y no discriminación. Preguntas y respuestas
¿Qué es la discriminación? ...
¿A quién afecta la discriminación?
¿Dónde se produce la discriminación?
¿Quién puede discriminar?
¿Qué formas existen de discriminación?
¿Cómo se manifiesta la discriminación? ...
¿Por qué se produce la discriminación?

domingo, 30 de julio de 2023

DERECHOS ECONÓMICOS, SOCIALES, CULTURALES Y AMBIENTALES


¿Qué son los DESCA?
Los Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales (DESCA) son los derechos humanos relativos a las condiciones sociales, económicas y ambientales necesarias para una vida digna. Están relacionados con la atención de la salud, la educación, el trabajo, el acceso a la vivienda, la alimentación, el agua, la seguridad social, la participación en la vida cultural y el disfrute del medio ambiente, entre otros.

Aunque usualmente se realiza una distinción entre los DESCA y los derechos civiles y políticos, todos son derechos humanos y como tales no sólo son universales -corresponden a todas las personas por igual, sin discriminación alguna-, sino que son indivisibles -no pueden separarse unos de otros- e interdependientes -vinculados entre sí-.


Estos derechos están contemplados en nuestra Constitución Nacional, especialmente a través su artículo 75, inc.22, que consagra con jerarquía constitucional diversos instrumentos internacionales de derechos humanos que los contemplan: Especialmente el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC) y la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH), la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre (DADH), la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH) -Pacto de San José de Costa Rica- y su Protocolo Adicional en materia de derechos económicos, sociales y culturales -conocido como Protocolo de San Salvador, aprobado por Ley N° 24.658-, la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) y la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPD).

ACTIVIDADES

preguntas
¿Qué es el derecho económico social cultural y ambiental?
¿Cuáles son los derechos de tercera generación y en qué consiste?
¿Qué son los derechos y cómo se clasifican?
¿Dónde se encuentran establecidos los derechos sociales económicos y culturales?

DERECHOS Y DEBERES


¿Qué son los derechos y los deberes?
Todas las personas, independientemente de la edad, el origen, la cultura y de cualquier otra circunstancia, tenemos unos derechos que se deben respetar. Igualmente todos, del más pequeño al más mayor, tenemos también unos deberes que cumplir. Tanto los derechos como los deberes son necesarios para vivir en sociedad y para convivir bien con los demás.

Cada derecho lleva aparejados unos deberes y unas responsabilidades. Así, por ejemplo, como niños y jóvenes, tenéis reconocido el derecho a la educación, pero este derecho comporta, al mismo tiempo, un deber y una responsabilidad para vosotros: el deber de ir a la escuela y la responsabilidad de estudiar. Otro ejemplo de que nuestros derechos piden nuestro compromiso es que tenéis derecho a no ser agredidos y, por lo tanto, también el deber de no agredir a los otros. Y aún otro: tenéis derecho a la salud y, por lo tanto, el deber de ir al médico, de tomar los medicamentos, de no actuar poniendo en peligro vuestra salud: comiendo inadecuadamente, haciendo actividades en las que os podéis hacer daño o podéis hacer daño a los otros y perjudicar su salud.

Por lo tanto, si queremos que los derechos de las personas de nuestro entorno sean respetados, tenemos el deber de no vulnerar estos derechos. Si queremos que el lugar donde vivimos sea agradable, tenemos que respetarlo, tanto si sólo es nuestro como si es de todos.

Los derechos son las necesidades de las personas que han sido reconocidas jurídicamente, a través de leyes internacionales, nacionales y autonómicas. Estos derechos de todas las personas están recogidos en la Declaración de Derechos Humanos, y en cada Estado, en su Constitución.

https://www.sindic.cat/es/page.asp?id=125

ACTIVIDADES
¿Quién tiene derecho a recibir la información sobre salud y educación?
2. ¿Tienen derecho a recibir información las personas con capacidades limitadas?
3. ¿Tienen derecho los menores a recibir información de su salud y educación?
4. ¿Quién tiene que dar la información?
5. ¿Qué comprende el derecho a la información de salud y educativa?
6. ¿Puede la persona renunciar a recibir información?


IGUALDAD Y EQUIDAD



Conceptos de igualdad y equidad: se parecen pero no son lo mismo
Igualdad y equidad son dos palabras que suelen utilizarse de forma indistinta y, aunque es cierto que están relacionadas, su significado es diferente como también lo es el reconocimiento institucional que se concede a cada uno de los términos.

La definición que nos da la Real Academia Española de la Lengua (RAE) del vocablo igualdad es: «Principio que reconoce la equiparación de todos los ciudadanos en derechos y obligaciones». 

La igualdad es un derecho humano reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas que quiere garantizar el trato igualitario a todas las personas ante la ley sin discriminaciones ni privilegios.

La equidad es definida por la RAE como: «Justicia natural, por oposición a la letra de la ley positiva», es decir, la guía para aplicarla no es tanto el texto de la ley como lo que se concibe como justo actuando en conciencia.

He aquí la mayor diferencia entre ambos términos. La igualdad es una idea de cómo debería ser el trato personal y social, mientras que la equidad es una realidad que implica el reconocimiento de características y condiciones personales y sociales para que la aplicación de la igualdad sea justa.

Uno de los ejemplos donde se percibe más claramente la diferencia entre la igualdad y la equidad es en el trato a las personas según su género. La igualdad de género estipula que hombres y mujeres tengan los mismos derechos y en las sociedades más desarrolladas esto es así sobre el papel. El problema es que la igualdad formal no tiene en cuenta las barreras invisibles que suponen los valores y las normas imperantes.

La equidad de género va un paso más allá al considerar los factores que constituyen el pensamiento social para evitar las trabas que evitan la aplicación del espíritu y la intención de la norma.
https://www.anesvad.org/estapasando/igualdad-y-equidad-diferencia/

ACTIVIDADES

1) Detalle las principales normas del marco jurídico nacional que protegen el derecho a
la educación en condiciones de igualdad y equidad. Incluir normas que protegen de
manera específica el derecho a la educación de las mujeres y las niñas.
2) Facilite información sobre:
a. La tasa de analfabetismo, según sexo, edad, raza, etnia y región (urbana y
rural).
b. Número de alumnos/alumnas matriculados en las escuelas públicas según
sexo en todos los niveles educativos (escuela primaria, secundaria, terciaria y
universidad)..
c. Evaluaciones sobre el nivel de calidad de la enseñanza pública según sexo y
región.
d. Número de alumnas embarazadas matriculadas en las escuelas públicas.
3) Sobre la gratuidad de la educación:
a. Informe hasta qué nivel educativo se garantiza la gratuidad en la educación.
b. Describa las medidas o políticas que viene implementando el Estado para
fomentar y garantizar que las mujeres accedan a la educación primaria,
secundaria y superior.
4) Facilite cifras sobre la deserción escolar según sexo, edad, raza, etnia y región, e
indique las medidas adoptadas para reincorporar a niñas y adolescentes que se
retiran y/o abandonan la escuela.
5) Identifique los principales desafíos – estructurales, económicos, culturales y sociales
a. para que las niñas accedan a la escuela.
b. para garantizar que las niñas culminen sus estudios en la escuela.
c. para abordar el analfabetismo en las mujeres adultas.
d. para proteger a alumnas embarazadas de formas de discriminación.
6) Indique los mecanismos jurídicos internos para denunciar el acoso sexual en los
centros educativos y/o de formación académica y/u otras formas de discriminación
contra las mujeres..
7) Indique los mecanismos jurídicos internos disponibles para las mujeres víctimas de
discriminación en la esfera educativa.

sábado, 29 de julio de 2023

CASPALÁ 3



Caspalá. Patrimonio Cultural y Resistencia.
Te presentamos una serie documental producida por el Museo Nacional Terry sobre las tradiciones, las prácticas culturales y las luchas de la Comunidad Indígena de Caspalá, Jujuy.

Caspalá es un pueblo de 250 habitantes ubicado en los valles de altura de Jujuy. Se llega desde Humahuaca, por un camino de montaña, luego de seis horas de viaje. Es una región habitada desde tiempos prehispánicos, atravesada por caminos ancestrales como el Qhapaq Ñan.

En 2021, el pueblo fue reconocido por la Organización Mundial del Turismo como uno de los "mejores destinos del mundo" por su tranquilidad, estilo de vida rural y comunitario. Sin embargo, un año más tarde, esa forma de vida se vio afectada por una serie de conflictos territoriales.

En esta serie documental, producida entre los meses de mayo y julio de 2023 por el Museo Nacional Terry junto a la Secretaría de Patrimonio Cultural de la Nación, se presentan las tradiciones agrícolas, textiles y ganaderas, los deseos y las luchas de la Comunidad Indígena Pueblo Kolla Caspalá, a través del testimonio de sus habitantes.

La serie cuenta con cinco capítulos en los que participan Lucía Apaza, Hilda Cruz, Silvana Llanes, Pablo Cruz, Paola Coronel, Gregoria Salas, Batallanos, Francisca Coronel, Escolástica Batallanos, Lidia Balcarce y Nicolasa Figueroa.

Capítulo 1. Tierra de agricultura y pastoreo.

Capítulo 2. Tejer, bordar y luchar.

Capítulo 3. Un territorio habitado hace miles de años.

Capítulo 4. Una cancha que era un monumento de su cultura comunitaria.

Ficha técnica
Realización y registro: Blas Moreau y Andrés Irigoyen

Producción y contenidos: Juan Muñoz

Logística: Juan José Castelo

Montaje: Martín Tejo

Música original: Fermín Irigoyen

Comunicación: Camila Bages, Lara Nicolás y Flavia Fernández

https://museoterry.cultura.gob.ar/noticia/caspala-patrimonio-cultural-y-resistencia/

martes, 25 de julio de 2023

LAS PIONERAS DEL FÚTBOL FEMENINO

Aire de Santa Fe

DEPORTES | SELECCIÓN ARGENTINA
La Selección Argentina femenina sabe de hazañas: las pioneras que golearon a Inglaterra y sentaron la base del fútbol femenino en nuestro país
El repaso histórico de un momento bisagra en la historia del fútbol femenino en nuestro país.

23 DE JULIO DE 2023 - 11:07
La Selección Argentina femenina sabe de hazañas: las pioneras que golearon a Inglaterra y sentaron la base del fútbol femenino en nuestro país
Las futbolistas argentinas celebran el pase a semifinales del Mundial de 1971, tras golear a Inglaterra por 4 a 1. Por este partido, se celebra el día de la futbolista el 21 de agosto.


 Por Andrés Yossen
El fútbol en la República Argentina está abrazado de forma vital con nuestra sociedad. En nuestro país, prácticamente recordamos como una fecha patria, el partido entre Argentina e Inglaterra por los cuartos de final de la Copa Mundial de México 1986, en donde Diego Armando Maradona comenzó a inmortalizar su figura futbolística en el Estadio Azteca, consiguiendo luego la segunda copa para las vitrinas de nuestro país en materia del fútbol masculino. Pero hay una historia anterior en el tiempo, ubicada también geográficamente en el Estadio Azteca, que durante muchos años estuvo invisibilizada.


Hoy en día, en la previa al debut de la selección argentina femenina en el Mundial de Australia - Nueva Zelanda 2023; sumado a la visibilización y acción de jugadoras y dirigentes de la AFA, se conmemora un triunfo histórico de un grupo de jugadoras que en medio de muchísimo esfuerzo, pudieron viajar a participar en un mundial en el que vencieron al país que inventó este deporte, en la segunda mitad del Siglo XIX.

"Las Pioneras": La primera hazaña de la selección argentina femenina
Elba Selva, la futbolista que le marcó cuatro goles a Inglaterra en el Mundial de 1971.
Elba Selva, la futbolista que le marcó cuatro goles a Inglaterra en el Mundial de 1971.
La anécdota data del año 1971, tras una goleada de la Selección Argentina ante Inglaterra por 4 a 1 en el Estadio Azteca con cuatro goles de Elba Selva; en el marco de un mundial no organizado por la Federación Internacional del Fútbol Asociado. Cabe destacar que este tipo de certámenes organizados por la entidad madre del fútbol mundial, recién fueron una realidad veinte años más tarde, donde a partir de 1991 se daba nacimiento a la Copa Mundial Femenina de la FIFA-.
Elba Selva, en el Estadio Azteca de México.
Elba Selva, en el Estadio Azteca de México.
Luego de la hazaña ante Inglaterra, la selección argentina femenina cayó por 5 a 0 con Dinamarca en las semifinales, y 4 a 0 con Italia por el encuentro del tercer y cuarto puesto, quedando entre las cuatro mejores de la competición mundialista. Este torneo, se disputó desde el 15 de agosto hasta el 5 de septiembre de 1971, donde Dinamarca fue campeón, y la selección argentina se quedó con el cuarto lugar. En aquellos tiempos, el fútbol femenino no se encontraba en los planos de los medios. Trabajando, vendiendo rifas y cosiendo sus propias camisetas, las chicas argentinas realizaron el gran sueño de viajar hasta México para disputar el torneo internacional. Un dato para destacar, es que viajaron sin botines ni cuerpo técnico, lo que enaltece aún más la hazaña de la selección, ante la ventaja brindada por no poseer estos elementos elementales para disputar un torneo de fútbol, y mucho más en el marco de una competencia de estas magnitudes.
Póster del II Campeonato Mundial de Fútbol Femenil de México 1971.
Póster del II Campeonato Mundial de Fútbol Femenil de México 1971.
Las Pioneras del fútbol argentino: a 51 años de una victoria histórica que eternizó el "Día de la Futbolista"

Finalmente, las chicas que conformaron este histórico plantel, integran actualmente la ONG “Pioneras del fútbol argentino”; compuesta por 17 exjugadoras que conformaron aquella nómina mundialista, y han estado presentes en la última Copa del Mundo Femenina de la FIFA disputada en Francia acompañando al plantel que disputó el torneo. Estas mujeres, fueron “ pioneras”, de un fútbol femenino -con registros de juego a principios del Siglo XX en nuestro país, como consigna el libro “Qué jugadora” de Ayelén Pujol- que se encuentra en constante crecimiento y con resultados muy alentadores: histórica participación en el Mundial de Francia, además de la medalla plateada en los últimos Juegos Panamericanos celebrados el año pasado en Lima. De esta manera, conforme al paso del tiempo y la adquisición de derechos por parte de las jugadoras en todo el país y la instalación del fútbol profesional de manera obligatoria en la Primera División por parte de la Asociación del Fútbol Argentino, se van rompiendo las barreras ideológicas de un deporte que, en nuestro territorio, sigue luchando por agrupar a todos los que deseen jugarlo.

https://www.airedesantafe.com.ar/deportes/la-seleccion-argentina-femenina-sabe-hazanas-las-pioneras-que-golearon-inglaterra-y-sentaron-la-base-del-futbol-femenino-nuestro-pais-n490601

domingo, 23 de julio de 2023

REVOLUCIÓN FRANCESA



¿Qué fue la Revolución francesa?
La Revolución francesa fue un proceso de transformaciones sociales y políticas que comenzó en 1789 y terminó aproximadamente en 1799. Inició como un levantamiento protagonizado por sectores burgueses, nobles y populares contra la monarquía absolutista y contra los privilegios de la nobleza en Francia. A lo largo de los años, se convirtió en un período de conflictos violentos no solo contra los partidarios del absolutismo, sino también entre distintas facciones dentro del bando revolucionario.
La Revolución francesa fue influida por las ideas de la Ilustración y el liberalismo, así como por circunstancias económicas y sociales, y tuvo tal impacto político e ideológico que influyó en episodios revolucionarios de otros países (como en Hispanoamérica) y se la suele considerar el inicio de la Edad Contemporánea.

Entre los hechos destacados de la Revolución francesa se cuentan la abolición del feudalismo, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, la redacción de una Constitución y la instauración de una república. También fueron importantes la formación de clubes políticos, la implementación de medidas contrarias a privilegios nobles y clericales, y la oleada de violencia que llevó a la decapitación del rey (Luis XVI) y la reina (María Antonieta).

ACTIVIDADES 1
Preguntas frecuentes

a.- ¿Qué fue la Revolución francesa?

b.- ¿Cuál era el lema de la Revolución Francesa?

c.- ¿Cuáles son las etapas de la Revolución francesa?

Ver además: Revoluciones burguesas

La sociedad francesa antes de la revolución
Revolución francesa - Ilustración
El primer y el segundo estado conformaban solo el 3 % de la población francesa.
Antes de que estallara la revolución, la sociedad francesa estaba compuesta por tres estamentos denominados estados:

Primer estado. Era integrado por el clero, tanto alto (de origen noble) como bajo (de origen plebeyo). No pagaba impuestos y recibía de los campesinos un diezmo o contribución, que consistía en un 10 % de sus cosechas. La enseñanza era impartida y controlada por la Iglesia, que también podía censurar publicaciones.
Segundo estado. Era conformado por la nobleza, propietaria de tierras y cuyos privilegios eran hereditarios. Tampoco pagaba impuestos y recibía, en cambio, tributos señoriales de los campesinos. También ocupaba cargos cortesanos y administrativos.
Tercer estado. También llamado “estado llano”, era integrado por la burguesía (comerciantes, banqueros, profesionales, intelectuales), el campesinado (pequeños propietarios, arrendatarios o jornaleros) y el artesanado urbano (en ocasiones agrupado en gremios). Pagaban impuestos y carecían de poder y derechos políticos.
El primer y el segundo estado conformaban una casta privilegiada que representaba aproximadamente el 3 % de la población. El tercer estado representaba alrededor del 97 % de la población, pero debía mantener con sus impuestos a los otros dos estados. Sin embargo, el tercer estado carecía de representación para decidir sobre la política impositiva, pues los Estados generales (asambleas convocadas por el rey para que los tres estados opinaran por separado sobre asuntos fiscales) no eran convocados desde 1614.

La organización política antes de la revolución
El orden social y político de Francia antes de la revolución fue llamado Antiguo Régimen. Además de estar dividido en tres estamentos o estados, el Antiguo Régimen estaba organizado en una monarquía absoluta cuyo rey, Luis XVI, concentraba el poder político y gobernaba “por derecho divino”, legitimado por el alto clero.

Los cargos de la corte y la administración eran generalmente ocupados por sectores de la alta nobleza. Luis XVI, junto con la reina consorte, María Antonieta, y los cortesanos, hacían muestras de opulencia desde su palacio en Versalles, mientras el estado llano debía mantener a la nobleza, el clero y la monarquía con sus impuestos.

La burguesía (que integraba el tercer estado) tenía en general instrucción intelectual, estaba influida por las ideas de la Ilustración y el liberalismo, y detentaba poder económico. Por tal razón, aspiraba a ganar influencia política para decidir en materia fiscal y, finalmente, socavar los privilegios de la nobleza, reemplazar el absolutismo por formas democráticas de gobierno y fomentar sus actividades económicas en detrimento de las estructuras feudales del Antiguo Régimen. Los campesinos y la plebe urbana, sobre quienes recaía el mayor peso impositivo, también aspiraban a un cambio social.

Causas de la Revolución francesa
Las causas que desencadenaron la Revolución francesa fueron múltiples. Entre ellas, se destacan:

Los cambios en la estructura social. La sociedad del Antiguo Régimen seguía atada en buena medida al feudalismo, un sistema implementado desde la Edad Media en el que los nobles eran dueños de tierras trabajadas por jornaleros o usufructuarios. También existían derechos señoriales por los que los nobles podían recaudar tributos y peajes de campesinos y pequeños propietarios, y la Iglesia cobraba un diezmo.
Pero la vida urbana y la expansión del comercio aceleraron el crecimiento de una nueva elite económica, conformada por comerciantes, banqueros y profesionales (la burguesía), que comenzó a aspirar a obtener derechos políticos.También se amplió la presencia de artesanos y sectores humildes en la ciudad, que en ocasiones pudieron recibir educación y participar políticamente mediante la lectura de periódicos o la asistencia a clubes. En el campo, las técnicas y tecnologías tradicionales del feudalismo impedían la adaptación a la creciente demanda de alimentos.
El aumento de la población. La sociedad francesa había alcanzado una mejor calidad de vida, incluso entre sectores plebeyos que, en algunos casos, tuvieron acceso a la educación. La reducción de la tasa de mortalidad y el aumento de la expectativa de vida generaron un importante aumento de la población, que en 1789 llegó a los 26 millones de habitantes, lo que hizo de Francia el país más poblado de Europa. La creciente demanda de alimentos se tornó difícil de satisfacer, sobre todo cuando una mala cosecha afectó al campo en 1789.
La difusión del pensamiento ilustrado. En aquellos años, cobró vigor un movimiento cultural e intelectual llamado Ilustración, que consideraba que el único camino para explicar el mundo era el uso de la razón, que permitía “iluminar” la verdad allí donde antes se imponía la oscuridad de la ortodoxia religiosa.
Las ideas de la Ilustración (como las obras de Montesquieu, Voltaire o Rousseau) influyeron en sectores burgueses, e incluso nobles, que cuestionaron el “derecho divino” a gobernar que se arrogaban los monarcas absolutos (como Luis XVI). A cambio, propusieron mecanismos equilibrados de gobierno, basados en la división de poderes, la formulación legal de derechos y obligaciones, y el principio de la soberanía nacional.
La crisis económica. Entre 1788 y 1789 se agravó una crisis económica que fue el resultado de dos hechos: la deuda contraída por la corona francesa a raíz de su participación en la guerra de independencia de los Estados Unidos (1775-1783), que profundizó los problemas financieros que ya atravesaba el reino; y una sucesión de heladas y malas cosechas, especialmente en 1788 y 1789.Esto generó escasez de alimentos, aumento de precios de la harina y el pan, disminución de la actividad comercial, empobrecimiento, desempleo y malestar social. El rey intentó aumentar la carga impositiva pero se vio obligado a convocar a los Estados generales, con representación del clero, la nobleza y el tercer estado.
El comienzo de la Revolución francesa
Revolución Francesa
El 14 de julio de 1789 el pueblo de París tomó por la fuerza la fortaleza de la Bastilla.
Cuando se reunieron los Estados generales en Versalles en mayo de 1789, representantes del tercer estado y de la nobleza reclamaron cambios en el sistema de votación, pero estos fueron rechazados. El 17 de junio, los representantes del tercer estado se proclamaron a sí mismos Asamblea Nacional, lo que significó un desafío institucional a la monarquía.

El rey mandó cerrar la sala donde se reunía la Asamblea Nacional, por lo que esta se mudó a un campo de juego de pelota y sus integrantes juraron proseguir unidos hasta proclamar una Constitución. A ellos se unieron algunos nobles y miembros del bajo clero. Poco después, conformaron una Asamblea Nacional Constituyente.

El rey movilizó tropas en París y Versalles, y decidió destituir a su ministro de finanzas, Jacques Necker, por considerarlo demasiado tolerante con el tercer estado. El 14 de julio de 1789, el pueblo de París reaccionó a estos hechos saliendo a las calles para respaldar a la Asamblea Nacional Constituyente. En un enfrentamiento que duró algunas horas, logró tomar la Bastilla, una fortaleza parisina que funcionaba como prisión y armería, y que era además un símbolo de la monarquía.

Este episodio se replicó con levantamientos leales a la Asamblea Nacional Constituyente en distintos puntos de Francia, quemas de títulos que consagraban derechos señoriales en áreas rurales, la abolición de los privilegios feudales (el 4 de agosto) y la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (el 26 de agosto). Por esta razón, el 14 de julio se convirtió en la fecha simbólica del inicio de la Revolución francesa, y desde 1880 se lo conmemora como Fiesta Nacional de Francia.

Las etapas de la Revolución francesa
Revolución Francesa
Entre los principales grupos revolucionarios estaban los jacobinos y los girondinos.
El proceso revolucionario duró aproximadamente diez años y atravesó distintas etapas:

La Asamblea Nacional Constituyente (1789-1791). Durante esta etapa, se promulgó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, se estableció la constitución civil del clero (junto con otras medidas contrarias a los privilegios de la Iglesia), y comenzó la discusión para redactar una Constitución. En la asamblea se distinguieron dos tendencias, que se ubicaban en distintas áreas de la sala: a la derecha estaban los partidarios del Antiguo Régimen, mientras que a la izquierda se ubicaban los partidarios de reformas profundas.
Además, se formaron clubes y grupos políticos que ejercían presión, como los jacobinos y los cordeleros (ambos de tendencia republicana). El rey quiso huir y fue hecho prisionero. Cuando se votó la Constitución en 1791, Luis XVI fue obligado a jurarla y se conformó una monarquía constitucional.
La Asamblea Legislativa y la monarquía constitucional (1791-1792). Una vez jurada la Constitución que establecía la división de poderes, la Asamblea Nacional Constituyente se disolvió y se conformó la Asamblea Legislativa. En esta etapa fueron importantes las discrepancias entre dos grupos:
Por un lado, los jacobinos (representados por profesionales y pequeños propietarios con influencia en sectores populares, que aspiraban a cambios radicales, como poner fin a la monarquía y fundar una república con sufragio universal masculino).
Por otro lado, los girondinos (portavoces de la alta burguesía, que aspiraban a cambios moderados, como limitar el poder real sin abolirlo, o el sufragio restringido). También se desató una guerra contra Austria y Prusia (a las que luego se aliaron otras naciones), que habían conspirado con Luis XVI para restablecer el absolutismo en Francia.
La Convención (1792-1795). El 10 de agosto de 1792 se produjo una insurrección en París que implicó el asalto al palacio de las Tullerías, donde se alojaba el rey. La encabezó Georges-Jacques Danton y llevó a la destitución del rey. El 20 de septiembre se formalizó la abolición de la monarquía y el establecimiento de la república, que gobernó mediante una Convención y un Comité de Salvación Pública, y adoptó oficialmente el lema “libertad, igualdad, fraternidad”. La integraron sectores identificados como Gironda (moderados), Llanura (centro) y Montaña (mayormente jacobinos).
En 1793, Luis XVI y María Antonieta fueron ejecutados en la guillotina, acusados de conspirar contra la república. A continuación, bajo el gobierno del jacobino Maximilien Robespierre en el Comité de Salvación Pública, comenzó una etapa conocida como “el Terror” en el que fueron guillotinadas miles de personas acusadas de apoyar la contrarrevolución. En 1794, una revuelta de sectores moderados contra Robespierre acabó con la vida de este, también ejecutado en la guillotina.
El Directorio (1795-1799). La Convención aprobó una nueva Constitución en 1795 (año III de la república, pues el gobierno revolucionario había comenzado a contar los años a partir de la proclamación de la república), que reemplazó el sufragio universal masculino por el sufragio censitario, y formó un Directorio que reemplazó a la Convención.Durante sus años de gobierno, el Directorio se enfrentó tanto a los sectores realistas (que buscaban restaurar la monarquía) como a los sectores jacobinos (que buscaban medidas más radicalizadas). En materia militar, se destacó el general Napoleón Bonaparte, que resultó exitoso en diversas campañas al servicio de la república.
El Consulado (1799-1804). Cuando se sucedieron una serie de revueltas en Francia, Napoleón Bonaparte retornó al país y encabezó un golpe de Estado que estableció un Consulado y dictó una nueva Constitución que le permitió concentrar el poder político. En 1804, se coronó emperador.
Consecuencias de la Revolución francesa
Revolución Francesa
La Revolución francesa abolió el feudalismo y declaró los derechos del hombre y del ciudadano.
Entre las principales consecuencias de la Revolución francesa se destacan:

La supresión de los privilegios feudales y de la servidumbre personal, que tuvo efectos duraderos en Francia luego de su promulgación en 1789 y que permitió la modernización política y económica de la nación, a pesar de las reacciones absolutistas que la sucedieron.
La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789), cuyos principios incidieron en las constituciones que se redactaron en Francia y en otras naciones a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, y que es el documento precursor de las políticas de derechos humanos. Entre otros enunciados, estableció que todos los hombres nacen libres e iguales (no se menciona a las mujeres), que tienen derecho natural a la libertad, la propiedad y la seguridad, que la soberanía reside en la nación, entre otros. Este documento estuvo inspirado, a su vez, en la Ilustración, el liberalismo y la Constitución estadounidense (redactada en 1787).
Algunos símbolos de la revolución y la república, como la escarapela tricolor y el himno “La Marsellesa”, que se convirtieron en símbolos de la nación francesa hasta la actualidad.
El Código Napoleónico, que fue el primer código civil moderno y, si bien fue creado en 1804, codificó buena parte de la legislación que había sido elaborada durante los años de la revolución (incluida la abolición del feudalismo y los derechos de propiedad) y tuvo efectos duraderos en Europa.
La inspiración de las revoluciones de 1830 y 1848, así como de otras experiencias revolucionarias y republicanas en Francia y el mundo, a pesar de que las transformaciones políticas de la Revolución francesa habían sido frustradas tras la coronación de Napoleón como emperador (1804) y la restauración absolutista (1815).
Sigue con: Monarquía parlamentaria

Compartir
Referencias
Bergeron, L., Furet, F. & Koselleck, R. (2011). La época de las revoluciones europeas 1780-1848. Siglo XXI.
Britannica, Encyclopaedia (2022). French Revolution. Encyclopedia Britannica. https://www.britannica.com
Davies, P. (2014). La Revolución francesa. Una breve introducción. Alianza.
Vovelle, M. (2000). Introducción a la historia de la Revolución francesa. Crítica.
¿Cómo citar?
"Revolución Francesa". Autor: Augusto Gayubas. De: Argentina. Para: Enciclopedia Humanidades. Disponible en: https://humanidades.com/revolucion-francesa/. Última edición: 30 enero, 2023. Consultado: 23 julio, 2023.

Sobre el autor
Autor: Augusto Gayubas
Doctor en Historia (Universidad de Buenos Aires)



Fuente: https://humanidades.com/revolucion-francesa/#ixzz88KAYS2DQ

ACTIVIDADES 2

1.- ¿Era absoluta la monarquía absoluta?
2.- ¿Condujo el pensamiento ilustrado a la Revolución?
3.- ¿Fue una revolución burguesa?
4.- ¿Inventó el doctor Guillotin la guillotina?
5.- ¿Tiene algo que ver la Antigüedad clásica con la Francia revolucionaria?
6.-¿Por qué hubo campesinos que lucharon contra la Revolución?
7.- ¿ Cuál fue el gobierno que sucedió a la revolución?
8.- ¿Generó un efecto de contagio en lo inmediato?
9.- ¿Cuántos muertos dejó, aproximadamente, la Revolución Francesa?
10.- ¿Qué pasó con los territorios de exterior de la monarquía francesa?

DE 1946 A 1955 EN LA HISTORIA ARGENTINA


Tecnologías, pensamientos sociales y lenguajes
TESEOPRESS
Bibiana Apolonia Del Brutto (coordinación general); Federico Arguto, Paula Beatriz Kohan y María José Olguin (colaboradores)
2
Progreso, ciencia y técnica en el peronismo clásico (1946-1955)
Anterior

Siguiente
Federico Arguto[1]
Introducción
Refe­rir­nos a la exis­ten­cia de un pero­nis­mo clá­si­co enmar­ca­do den­tro del perío­do 1946-1955 pre­su­po­ne la pre­sen­cia de varios pero­nis­mos (cada uno con sus carac­te­rís­ti­cas espe­cí­fi­cas y ele­men­tos comu­nes que per­mi­ten su deno­mi­na­ción como tal) a lo largo de la his­to­ria argen­ti­na. Asi­mis­mo, nos remi­te inme­dia­ta­men­te a los deba­tes en torno a la cues­tión del popu­lis­mo y sus par­ti­cu­la­ri­da­des en Amé­ri­ca Lati­na, con­si­de­ran­do al var­guis­mo bra­si­le­ño, al car­de­nis­mo mexi­cano y al pero­nis­mo argen­tino como los para­dig­má­ti­cos, sien­do una refe­ren­cia obli­ga­da en cual­quier aná­li­sis sobre la temática.

Par­ti­cu­lar­men­te en el pre­sen­te ensa­yo se pre­ten­de inda­gar si exis­tió una con­cep­ción espe­cí­fi­ca de pro­gre­so bajo el pero­nis­mo, tenien­do en cuen­ta las con­ti­nui­da­des y rup­tu­ras que pudie­ran exis­tir en rela­ción a los pen­sa­mien­tos socia­les pre­vios en Argen­ti­na. Para ello se ana­li­za­rá cuá­les fue­ron las polí­ti­cas guber­na­men­ta­les imple­men­ta­das liga­das al pro­ce­so de indus­tria­li­za­ción en curso bajo el perío­do men­cio­na­do, con­si­de­ran­do cen­tral­men­te aque­llas vin­cu­la­das al impul­so científico-técnico. Tam­bién se ten­drán en cuen­ta dis­cur­sos y docu­men­tos ofi­cia­les del perío­do en cues­tión, con­si­de­ran­do que es allí donde logra plas­mar­se dicha concepción.

De este modo, se inten­ta­rá con­tex­tua­li­zar las polí­ti­cas imple­men­ta­das por el pero­nis­mo clá­si­co den­tro del marco de los popu­lis­mos lati­noa­me­ri­ca­nos para­dig­má­ti­cos, con­tem­plan­do a la vez las tra­di­cio­nes pro­pias del pen­sa­mien­to social argen­tino aso­cia­das a una par­ti­cu­lar con­cep­ción de pro­gre­so que pudie­ran ser con­si­de­ra­das como ante­ce­so­ras del mismo.

En la pri­me­ra parte del tra­ba­jo se bus­ca­rá con­tex­tua­li­zar al pero­nis­mo clá­si­co en el marco de los popu­lis­mos lati­noa­me­ri­ca­nos del siglo XX, seña­lan­do algu­nas con­cep­tua­li­za­cio­nes bási­cas a modo de marco de refe­ren­cia en la temática.

Luego se ras­trea­ran, den­tro del pen­sa­mien­to social argen­tino, los ante­ce­den­tes del pero­nis­mo que podrían ser con­si­de­ra­dos por­ta­do­res de una simi­lar con­cep­ción del pro­gre­so impul­san­do el desa­rro­llo de la cien­cia y la téc­ni­ca en el país, con la inten­ción de dar cuen­ta del carác­ter dis­rup­ti­vo o pro­fun­di­za­dor de deter­mi­na­dos pen­sa­mien­tos y pro­pues­tas polí­ti­cas que ten­drían las imple­men­ta­das por el pero­nis­mo aso­cia­das al mode­lo de indus­tria­li­za­ción por sus­ti­tu­ción de impor­ta­cio­nes (I.S.I.).

Pos­te­rior­men­te se inda­ga­rá cuá­les fue­ron los pre­ce­den­tes a nivel nacio­nal que sen­ta­ron las bases para el impul­so de la edu­ca­ción téc­ni­ca y la pro­fe­sio­na­li­za­ción de los obre­ros en el marco de un inci­pien­te desa­rro­llo indus­trial, ya desde los comien­zos del siglo XX. Estos pro­yec­tos serían luego reim­pul­sa­dos con mucho más vigor duran­te la déca­da del cua­ren­ta y del cin­cuen­ta en el marco de una pro­fun­da refor­ma edu­ca­ti­va que se plas­ma­ría con cla­ri­dad en la crea­ción de la Uni­ver­si­dad Obre­ra Nacio­nal (U.O.N.) pero que cla­ra­men­te exce­de a la misma y se expre­sa en una serie de polí­ti­cas edu­ca­ti­vas diversas.

En cuar­to lugar se inves­ti­ga­rá cuá­les fue­ron las polí­ti­cas imple­men­ta­das duran­te la pri­me­ra y segun­da pre­si­den­cia de Juan Domin­go Perón aso­cia­das al pro­ce­so de indus­tria­li­za­ción en curso, con­si­de­ran­do las medi­das adop­ta­das liga­das a la nacio­na­li­za­ción o esta­ti­za­ción de deter­mi­na­dos ser­vi­cios y dando cuen­ta, tam­bién, de los con­di­cio­na­mien­tos que la coyun­tu­ra eco­nó­mi­ca impli­có en la modi­fi­ca­ción de cier­tas medi­das ten­dien­tes a superar el mode­lo agro-exportador. Estas dife­ren­cias se plas­ma­rían en el Pri­mer y Segun­do Plan Quinquenal.

Conceptualizaciones en torno al populismo latinoamericano
De acuer­do a lo plan­tea­do por Veró­ni­ca Gior­dano y Waldo Ansal­di: “el popu­lis­mo fue una expe­rien­cia obser­va­ble his­tó­ri­ca­men­te en Méxi­co (1934-1940), Bra­sil (bási­ca­men­te duran­te la últi­ma pre­si­den­cia de Var­gas, 1951-1954, pero tam­bién bajo las de Jânio Qua­dros y João Gou­lart, 1960-1964) y Argen­ti­na (inequí­vo­ca­men­te entre 1945 y 1955, pero no des­a­pa­re­cien­do por com­ple­to des­pués del derro­ca­mien­to de Perón, exten­dién­do­se más mal que bien hasta 1975)”[2]

De los tres casos para­dig­má­ti­cos el único que se apro­xi­mó a la secuen­cia régi­men oligárquico-populismo fue Bra­sil, pues­to que en el caso argen­tino el popu­lis­mo fue una res­pues­ta a la cri­sis de la demo­cra­cia libe­ral encar­na­da en el refor­mis­mo y a una falli­da res­tau­ra­ción con­ser­va­do­ra, mien­tras que en el caso mexi­cano fue el freno a las “fuer­zas socia­les desata­das” en el perío­do 1910-1920, es decir a un pro­ce­so de radi­ca­li­za­ción basa­do en la alian­za campesina-obrera.[3]

Sin embar­go, duran­te el gobierno de Láza­ro Cár­de­nas se lle­va­ron a cabo una serie de medi­das que recu­pe­ra­ron los pos­tu­la­dos ini­cia­les de la Revo­lu­ción. De esta mane­ra, la radi­ca­li­dad de la refor­ma agra­ria junto a otras medi­das tales como la nacio­na­li­za­ción de com­pa­ñías petro­le­ras extran­je­ras y la imple­men­ta­ción de una expe­ri­men­tal “edu­ca­ción socia­lis­ta” duran­te el gobierno popu­lis­ta de Cár­de­nas con­tras­ta­ron cla­ra­men­te con el carác­ter tec­no­crá­ti­co y con­ser­va­dor que tuvo el gobierno de Calles. De acuer­do a lo seña­la­do por Hans Wer­ner Tobler: “en el curso de pocos años la tenen­cia de la tie­rra en la región agrí­co­la más impor­tan­te del alti­plano cen­tral fue modi­fi­ca­da drás­ti­ca­men­te, la hacien­da tra­di­cio­nal fue eli­mi­na­da casi por com­ple­to y el núme­ro de eji­da­ta­rios bene­fi­cia­dos por la refor­ma aumen­tó fuer­te­men­te. En 1940, al final de la Pre­si­den­cia de Cár­de­nas, nada menos que casi la mitad del total del terreno cul­ti­va­do corres­pon­día a los eji­dos que ahora tam­bién reci­bie­ron mayor ayuda esta­tal en las áreas del cré­di­to, el apoyo téc­ni­co y la comer­cia­li­za­ción de sus productos.”[4]

Alan Knight[5] sos­tie­ne que el car­de­nis­mo fue en reali­dad una coa­li­ción menos pode­ro­sa y homo­gé­nea de lo que suele pen­sar­se. En tal sen­ti­do, sos­tie­ne que fue más “catra­mi­na” que “colo­so”. Por otra parte, el autor plan­tea que el car­de­nis­mo fue un “popu­lis­mo” con carac­te­rís­ti­cas noto­ria­men­te dife­ren­tes al var­guis­mo y al pero­nis­mo (en lo ideo­ló­gi­co, emo­cio­nal y gene­ra­cio­nal) dado que se trató del últi­mo ester­tor de la vieja causa revo­lu­cio­na­ria antes de que un nuevo lide­raz­go toma­ra el con­trol del país duran­te los años cuarenta.

Res­pec­to del var­guis­mo, cabe seña­lar que el popu­lis­mo bra­si­le­ño se edi­fi­có sobre la expe­rien­cia del Esta­do Novo (con ele­men­tos anti­li­be­ra­les y la deman­da de un Esta­do fuer­te) pero tam­bién sobre la etapa demo­crá­ti­ca com­pren­di­da entre 1934-1937. Tal como indi­can Ansal­di y Gior­dano: “El Esta­do Novo pro­fun­di­zó una etapa de indus­tria­li­za­ción por sus­ti­tu­ción de impor­ta­cio­nes que no fue acom­pa­ña­da de trans­for­ma­cio­nes estruc­tu­ra­les agra­rias. La socie­dad se urba­ni­zó cre­cien­te­men­te, al tiem­po que la com­ple­ji­dad de la divi­sión social del tra­ba­jo se incre­men­tó. Esta sir­vió de base a una orga­ni­za­ción social cor­po­ra­ti­va con­ce­bi­da como una demo­cra­cia de nuevo tipo, fun­da­da sobre el prin­ci­pio de jus­ti­cia social.”[6]

Por su parte, Mackin­non y Petrone[7] reto­man a Weffort quien ana­li­za el popu­lis­mo bra­si­le­ño a par­tir del pro­ce­so de cri­sis polí­ti­ca y desa­rro­llo eco­nó­mi­co que se abre con la revo­lu­ción de 1930 en Bra­sil. Para el autor, fue la expre­sión del perío­do de cri­sis de la oli­gar­quía y el libe­ra­lis­mo, del pro­ce­so de demo­cra­ti­za­ción del Esta­do, y una de las mani­fes­ta­cio­nes de las debi­li­da­des polí­ti­cas de los gru­pos domi­nan­tes urba­nos al inten­tar sus­ti­tuir a la oli­gar­quía en las fun­cio­nes de domi­nio polí­ti­co. Si bien plan­tea que el popu­lis­mo fue la expre­sión de la irrup­ción de las cla­ses popu­la­res en el pro­ce­so de desa­rro­llo urbano e indus­trial de esos dece­nios, sos­tie­ne que la derro­ta de las oli­gar­quías no afec­tó de mane­ra deci­si­va el con­trol que ellas man­te­nían sobre los sec­to­res bási­cos de la eco­no­mía. Esto llevó a que el nuevo gobierno tuvie­ra que mover­se den­tro de una com­pli­ca­da red de com­pro­mi­sos y con­ci­lia­cio­nes entre intere­ses dife­ren­tes y a veces con­tra­dic­to­rios median­te un “Esta­do de compromiso”.

Los tres casos de los popu­lis­mos lati­noa­me­ri­ca­nos para­dig­má­ti­cos se aso­cian fre­cuen­te­men­te al mode­lo de indus­tria­li­za­ción por sus­ti­tu­ción de impor­ta­cio­nes (ISI) aun­que pre­sen­tan cier­tos mati­ces: mien­tras que en el caso mexi­cano el gobierno de Cár­de­nas imple­men­tó como polí­ti­ca de Esta­do una serie de medi­das liga­das al mode­lo ISI sin que estu­vie­ra cla­ra­men­te arti­cu­la­do pre­via­men­te, los popu­lis­mos en Bra­sil y Argen­ti­na die­ron un mayor impul­so a un pro­ce­so que ya venía ges­tán­do­se pre­vio a la cri­sis de 1929.

Waldo Ansal­di y Veró­ni­ca Gior­dano seña­lan una serie de carac­te­rís­ti­cas comu­nes, tanto desde la retó­ri­ca como desde la práctica: 

“En los popu­lis­mos, las polí­ti­cas de indus­tria­li­za­ción y el desa­rro­llo económico-con una cre­cien­te regu­la­ción esta­tal, aun­que sin des­es­ti­mar por com­ple­to el recur­so a inver­sio­nes direc­tas externas-, estu­vie­ron acom­pa­ña­das (…) por la ape­la­ción a un dis­cur­so anti­im­pe­ria­lis­ta (pero no anti­ca­pi­ta­lis­ta), a veces anti­so­cia­lis­ta. Es aquí donde se apre­cia mejor el papel nodal de los popu­lis­mos en la pre­ser­va­ción del sis­te­ma capi­ta­lis­ta: hicie­ron cam­bios con­si­de­ra­bles en la forma del Esta­do, sin alte­rar la matriz societal…”[8]

No obs­tan­te, los auto­res no dejan de con­si­de­rar que al incor­po­rar a vas­tos sec­to­res de la pobla­ción a la polí­ti­ca, gene­ra­ron una revo­lu­ción polí­ti­ca demo­cra­ti­za­do­ra. Asi­mis­mo plan­tean como un rasgo típi­co del popu­lis­mo la inter­ven­ción del Esta­do a tra­vés de la pro­pie­dad de indus­trias y ser­vi­cios estra­té­gi­cos. Otra carac­te­rís­ti­ca com­par­ti­da se mani­fies­ta a nivel dis­cur­si­vo: ape­lan­do a las masas en tér­mi­nos de pue­blo y tra­ba­ja­do­res, arti­cu­lan­do un dis­cur­so que sin­te­ti­za­ba ele­men­tos tanto de izquier­da como de dere­cha de una forma crea­ti­va. Es pre­ci­sa­men­te este tipo de ape­la­cio­nes lo que defi­ne el carác­ter ideo­ló­gi­ca­men­te ambi­guo de los populismos[9]

Por últi­mo, cabe des­ta­car que a pesar de la ambigüedad ideo­ló­gi­ca expre­sa­da a nivel dis­cur­si­vo, la base social en la que se sus­ten­ta­ron los popu­lis­mos lati­noa­me­ri­ca­nos fue com­par­ti­da con­tan­do con el apoyo fun­da­men­tal de vas­tos sec­to­res de las cla­ses popu­la­res que se iden­ti­fi­ca­ban con estos gobier­nos, vien­do al mismo tiem­po mejo­ras con­cre­tas en su cali­dad de vida, así como el otor­ga­mien­to de una serie de dere­chos en mate­ria social y polí­ti­ca a los que ante­rior­men­te no habían podi­do acce­der. Ejem­plo de ello es lo expre­sa­do por Ansal­di y Gior­dano en torno al pri­mer gobierno de Perón: “Se carac­te­ri­zó, por sobre todas las cosas, por tres gran­des logros: el pleno empleo (en ver­dad, pró­xi­mo al ideal), el incre­men­to de los sala­rios reales (53% entre 1946 y 1949) y una for­mi­da­ble redis­tri­bu­ción de los ingre­sos, que llevó a la clase obre­ra a tener una par­ti­ci­pa­ción del 49%, sin igual ni en el pasa­do ni en el futu­ro (hasta hoy) del país, cam­bio dis­tri­bu­ti­vo que tam­bién favo­re­ció a la clase media. En 1951, casi el 70% de los asa­la­ria­dos goza­ba de pre­vi­sión y asis­ten­cia social.”[10]

Antecedentes
Es posi­ble ras­trear en inte­lec­tua­les y polí­ti­cos argen­ti­nos, ya desde el siglo XIX, una serie de pen­sa­mien­tos socia­les aso­cia­dos a una par­ti­cu­lar con­cep­ción del pro­gre­so. Estos fue­ron el sus­ten­to a par­tir del cual se desa­rro­lla­ron diver­sas pro­pues­tas moder­ni­za­do­ras impul­sa­das prin­ci­pal­men­te desde el Esta­do. En este sen­ti­do, la téc­ni­ca, estre­cha­men­te liga­da a la inves­ti­ga­ción cien­tí­fi­ca, desem­pe­ñó un papel clave para los pro­yec­tos modernizadores.

Entra­do el siglo XX estos pen­sa­mien­tos aso­cia­dos a una espe­cí­fi­ca con­cep­ción del pro­gre­so per­sis­ten y se revi­ta­li­zan como resul­ta­do de los nume­ro­sos avan­ces tec­no­ló­gi­cos y des­cu­bri­mien­tos cien­tí­fi­cos de la cien­cia moder­na. Si bien, desde posi­cio­na­mien­tos polí­ti­cos disí­mi­les, es posi­ble afir­mar la con­ti­nui­dad de dicha con­cep­ción sus­ten­ta­da en el desa­rro­llo de la cien­cia y la téc­ni­ca en inte­lec­tua­les tales como Manuel Ugar­te y Raúl Sca­la­bri­ni Ortiz. Nor­ber­to Galas­so sos­tie­ne que Ugar­te era par­ti­da­rio de explo­tar los recur­sos natu­ra­les y desa­rro­llar inten­sa­men­te las indus­trias con el pro­pó­si­to de res­ca­tar a Amé­ri­ca Lati­na del atra­so eco­nó­mi­co en que se halla­ba y con­du­cir­la hacia un esta­do económico-social superior.

Por su parte, Sca­la­bri­ni Ortiz reali­zó una serie de con­tri­bu­cio­nes teó­ri­cas suma­men­te rele­van­tes a tra­vés de la Fuer­za de Orien­ta­ción Radi­cal de la Joven Argen­ti­na (F.O.R.J.A) a pesar de no haber esta­do ins­crip­to for­mal­men­te en los comien­zos. De acuer­do a lo plan­tea­do por Mario Rapoport: 

“desde allí con­de­nó, ade­más de los nego­cia­dos de los ferro­ca­rri­les, la polí­ti­ca cre­di­ti­cia en manos de la banca extran­je­ra, el estan­ca­mien­to indus­trial, la falta de explo­ta­ción de la rique­za mine­ra e hidro­eléc­tri­ca, la subor­di­na­ción del ser­vi­cio del trans­por­te al capi­tal inglés, y la usura de los emprés­ti­tos exter­nos. Nues­tra socie­dad se topa­ba con una serie de con­tra­dic­cio­nes que debían superar­se: la Argen­ti­na era poten­cial­men­te muy rica con una pobla­ción mayo­ri­ta­ria­men­te mar­gi­na­da social y políticamente.”[11]

En este sen­ti­do, es posi­ble dar cuen­ta de una cons­tan­te en el pen­sa­mien­to de Sca­la­bri­ni Ortiz vin­cu­la­do a su per­ma­nen­te bús­que­da en torno a las cau­sas que impe­dían el desa­rro­llo de la indus­tria nacio­nal. Las inves­ti­ga­cio­nes rea­li­za­das reve­la­ron que la mayor parte de la rique­za nacio­nal se encon­tra­ba en manos bri­tá­ni­cas, resul­tan­do cla­ra­men­te un obs­tácu­lo para el pro­gre­so del país. Era impres­cin­di­ble rever­tir esta situa­ción a tra­vés de la nacio­na­li­za­ción de los ser­vi­cios estra­té­gi­cos para el desa­rro­llo nacio­nal, sien­do fun­da­men­ta­les la uti­li­za­ción de las tec­no­lo­gías de comu­ni­ca­ción y trans­por­te terres­tres, como el ferro­ca­rril y natu­ra­les como el petró­leo. Com­pro­bó feha­cien­te­men­te el papel pri­mor­dial que juga­ba el impe­ria­lis­mo como impe­di­men­to al pro­gre­so nacio­nal y su forma de actuar, cues­tión que tra­ba­jó a lo largo de toda su obra.

Para Sca­la­bri­ni Ortiz, el impe­ria­lis­mo era una preo­cu­pa­ción cons­tan­te, demos­tran­do, a tra­vés de sus inves­ti­ga­cio­nes, como aque­llas tec­no­lo­gías que debían estar al ser­vi­cio del pro­gre­so nacio­nal fun­cio­na­ban en sen­ti­do inver­so, sofo­can­do cual­quier inci­pien­te desa­rro­llo indus­trial que pudie­ra impli­car una com­pe­ten­cia o un ries­go para los intere­ses de las empre­sas bri­tá­ni­cas. Manuel Ugar­te, en cam­bio, denun­ció tanto el impe­ria­lis­mo bri­tá­ni­co como el “peli­gro yan­qui” y sus inten­cio­nes de “inva­dir” comer­cial y moral­men­te el terri­to­rio lati­noa­me­ri­cano a tra­vés de con­quis­tas sucesivas. En este sen­ti­do, Nor­ber­to Galas­so afir­ma: “Su con­cep­ción antim­pe­ria­lis­ta se ha for­ja­do en las inter­ven­cio­nes nor­te­ame­ri­ca­nas en Cen­troa­mé­ri­ca, espe­cial­men­te en la gue­rra cubano-española, y hacia el impe­ria­lis­mo nor­te­ame­ri­cano enfi­la él pre­fe­ren­te­men­te su arti­lle­ría ideo­ló­gi­ca. Sin embar­go, es erró­neo impu­tar­le des­co­no­ci­mien­to del impe­ria­lis­mo inglés (…) Ugar­te libra una dura cam­pa­ña con­tra Ingla­te­rra, con­de­nan­do la acción anti­pro­gre­sis­ta cum­pli­da por el ferro­ca­rril bri­tá­ni­co y reite­ran­do la nece­si­dad de desa­rro­llar indus­trias nacio­na­les para poner fin a las impor­ta­cio­nes en su mayo­ría ingle­sas. Más tarde con­ti­nua­rá com­ba­tien­do con­tra ambos impe­ria­lis­mos o los cas­ti­ga­rá con­jun­ta­men­te bajo el rótu­lo de ´impe­ria­lis­mo anglo­sa­jón´, aun­que siem­pre con­si­de­ra­rá más peli­gro­so al joven y ava­sa­llan­te impe­ria­lis­mo norteamericano…”[12]

Tanto Ugar­te como Sca­la­bri­ni Ortíz com­par­tían una serie de pen­sa­mien­tos socia­les en torno a una con­cep­ción del pro­gre­so en la cual las tec­no­lo­gías exis­ten­tes en el terri­to­rio debían ser pues­tas al ser­vi­cio de un autén­ti­co pro­yec­to nacio­nal que incen­ti­ve el desa­rro­llo indus­trial. Sólo así podría garan­ti­zar­se real­men­te la sobe­ra­nía. De lo con­tra­rio, el accio­nar del impe­ria­lis­mo bri­tá­ni­co o nor­te­ame­ri­cano con­ti­nua­ría inter­vi­nien­do sobre los asun­tos inter­nos, sofo­can­do cual­quier inten­to de desa­rro­llo y apro­pián­do­se de las rique­zas aje­nas, jus­ta­men­te, a tra­vés de las empre­sas que debe­rían ser la “colum­na ver­te­bral” de cual­quier pro­yec­to polí­ti­co eman­ci­pa­dor. En este sen­ti­do, la nacio­na­li­za­ción de deter­mi­na­dos ser­vi­cios con­si­de­ra­dos estra­té­gi­cos serían los cimien­tos a par­tir de los cua­les sería posi­ble una indus­tria­li­za­ción que posi­bi­li­ta­ra rom­per la depen­den­cia de la cual for­ma­ba parte el mode­lo agro-exportador.

Los impulsos a la educación técnica a comienzos
del siglo XX
El inte­rés por fomen­tar la edu­ca­ción téc­ni­ca puede ras­trear­se, pre­vio al pero­nis­mo, por parte de diver­sos sec­to­res que incluían desde pro­gre­sis­tas hasta con­ser­va­do­res. Desde prin­ci­pios de siglo, se con­ce­bía la ense­ñan­za téc­ni­ca como una cues­tión suma­men­te rele­van­te que per­mi­ti­ría solu­cio­nar aque­llos pro­ble­mas liga­dos a la falta de com­pe­ti­ti­vi­dad de las indus­trias nacio­na­les, alen­tan­do a su vez el pro­ce­so de sus­ti­tu­ción de impor­ta­cio­nes en curso.

Asi­mis­mo, era con­ce­bi­do por deter­mi­na­dos sec­to­res mili­ta­res como un tema de carác­ter estra­té­gi­co para la defen­sa del país, des­ta­cán­do­se entre ellos la figu­ra del gene­ral Manuel Savio. Tanto la crea­ción de la Escue­la Supe­rior Téc­ni­ca del Ejér­ci­to, en la déca­da del trein­ta, como la Direc­ción Gene­ral de Fabri­ca­cio­nes Mili­ta­res, en 1941, for­ma­ron parte de esta con­cep­ción liga­da a sec­to­res nacio­na­lis­tas que pre­ten­dían fomen­tar el desa­rro­llo indus­trial como forma de garan­ti­zar la soberanía.

Resul­ta intere­san­te des­ta­car que exis­tie­ron pro­yec­tos ante­ce­so­res a la crea­ción de la Uni­ver­si­dad Obre­ra Nacio­nal, a par­tir de los cua­les se pre­ten­dió dar a la edu­ca­ción téc­ni­ca un nivel de for­ma­ción y espe­cia­li­za­ción supe­rior al vigen­te. Estas pro­pues­tas fue­ron rea­li­za­das por parte del epis­co­pa­do argen­tino y de la Con­fe­de­ra­ción Gene­ral del Tra­ba­jo. La crea­ción de la Uni­ver­si­dad Obre­ra Argen­ti­na, en 1939, fue, quizá, el pro­yec­to más des­ta­ca­do aun­que se tra­ta­ba de una ins­ti­tu­ción de baja calificación.[13]

En tér­mi­nos gene­ra­les, las ins­ti­tu­cio­nes liga­das a la ense­ñan­za téc­ni­ca pre­vias al pero­nis­mo se encon­tra­ban de mane­ra frag­men­ta­da y vin­cu­la­das al nivel secun­da­rio. De modo que, su pro­fe­sio­na­li­za­ción resul­ta­ba urgen­te para darle mayor rele­van­cia e inde­pen­den­cia de la ense­ñan­za media. Este cam­bio comen­zó a vis­lum­brar­se a par­tir de 1943, modi­fi­can­do sus­tan­cial­men­te la estra­te­gia impul­sa­da desde el Esta­do en mate­ria téc­ni­ca. En 1944, se creó la Comi­sión Nacio­nal del Apren­di­za­je y Orien­ta­ción Pro­fe­sio­nal (C.N.A.O.P.), impul­sa­da desde la Secre­ta­ria de Tra­ba­jo y Pre­vi­sión por Juan Domin­go Perón. Desde allí comen­zó un pro­ce­so de cen­tra­li­za­ción de la edu­ca­ción téc­ni­ca a nivel nacio­nal, que sentó las bases del nuevo para­dig­ma en mate­ria edu­ca­ti­va que con­for­ma­ría el pero­nis­mo al plan­tear una refor­ma inte­gral en la edu­ca­ción argentina.

Entre las ins­ti­tu­cio­nes edu­ca­ti­vas liga­das al fomen­to de los sabe­res téc­ni­cos se encon­tra­ban las Escue­las de Artes y Ofi­cios, las Escue­las Indus­tria­les de la Nación, las Escue­las Téc­ni­cas de Ofi­cios y las Escue­las Pro­fe­sio­na­les para Muje­res. En rela­ción a las pri­me­ras, José Anto­nio Sán­chez Román remar­ca que su fomen­to tuvo una clara impron­ta con­ser­va­do­ra esti­mu­la­da por la Liga Patrió­ti­ca Argen­ti­na. Ésta, pre­ten­dió impul­sar­las por todo el país con el obje­ti­vo de doble­gar cual­quier resis­ten­cia de los tra­ba­ja­do­res, al mismo tiem­po que se plan­tea­ba como un obje­ti­vo cen­tral “argen­ti­ni­zar” la clase tra­ba­ja­do­ra median­te la edu­ca­ción “moral” de las muje­res, con­si­de­ran­do que eran ellas quie­nes trans­mi­ti­rían el men­sa­je al resto de la familia.[14]

Educación y peronismo
Duran­te el pri­mer gobierno pero­nis­ta se inten­si­fi­có la estra­te­gia, que comen­zó a deli­near­se en 1943, en la cual la edu­ca­ción téc­ni­ca ocu­pa­ba un lugar des­ta­ca­do. La crea­ción de casi un cen­te­nar de Escuelas-fábrica, escue­las de apren­di­za­je, de capa­ci­ta­ción obre­ra para adul­tos, de capa­ci­ta­ción pro­fe­sio­nal para muje­res así como de misio­nes mono­téc­ni­cas y de exten­sión cul­tu­ral, sería una prue­ba feha­cien­te de los cam­bios imple­men­ta­dos duran­te el perío­do en cuestión.

Cabe men­cio­nar que el impul­so a la difu­sión de este tipo de sabe­res espe­cia­li­za­dos se impar­tía junto a una serie de mate­rias tales como geo­gra­fía, his­to­ria y cívi­ca, bus­can­do de este modo ele­var el nivel cul­tu­ral de los tra­ba­ja­do­res median­te cono­ci­mien­tos de “cul­tu­ra gene­ral” al mismo tiem­po que se ense­ña­ban ofi­cios que posi­bi­li­ta­rían el empleo en las fábricas.

En este sen­ti­do, las refor­mas edu­ca­ti­vas y par­ti­cu­lar­men­te la crea­ción de la Uni­ver­si­dad Obre­ra Nacio­nal (U.O.N), el 19 de sep­tiem­bre de 1948 (e inau­gu­ra­da recién en 1953), deben ser com­pren­di­das den­tro de un con­tex­to his­tó­ri­co sig­na­do por pro­fun­dos cam­bios. Las polí­ti­cas imple­men­ta­das por el pero­nis­mo liga­das a la cons­truc­ción de un Esta­do bene­fac­tor carac­te­ri­za­do por su inter­ven­cio­nis­mo en mate­ria eco­nó­mi­ca, con el obje­ti­vo de for­ta­le­cer el mer­ca­do interno, la redis­tri­bu­ción de los ingre­sos y el cre­ci­mien­to de la indus­tria nacio­nal, resul­tan indi­so­cia­bles de los cam­bios en mate­ria edu­ca­ti­va liga­dos a los sabe­res téc­ni­cos. Se enmar­can en un pro­yec­to inte­gral de refor­ma edu­ca­ti­va como expre­sión del pro­ce­so de moder­ni­za­ción ini­cia­do en la déca­da de 1940. La “Nueva Argen­ti­na” que se esta­ba ges­tan­do reque­ría un cam­bio de para­dig­ma para con­cluir con el mode­lo agro-exportador y, de este modo, poner en mar­cha el pro­yec­to de indus­tria­li­za­ción nacio­nal. Para ello, era impres­cin­di­ble modi­fi­car la for­ma­ción de los tra­ba­ja­do­res, capa­ci­tán­do­los para tra­ba­jar en las fábri­cas argen­ti­nas de mane­ra com­pe­ti­ti­va, sin el reque­ri­mien­to de téc­ni­cos o inge­nie­ros pro­ve­nien­tes del extran­je­ro. La for­ma­ción de pro­fe­sio­na­les argen­ti­nos capa­ces de desem­pe­ñar sus labo­res efi­caz­men­te en las indus­trias nacien­tes era un requi­si­to fun­da­men­tal para garan­ti­zar los pila­res del pero­nis­mo: jus­ti­cia social, sobe­ra­nía polí­ti­ca e inde­pen­den­cia económica.

La crea­ción de la Uni­ver­si­dad Obre­ra Nacio­nal fue per­ci­bi­da por parte de la mayo­ría de los tra­ba­ja­do­res como una reivin­di­ca­ción social que posi­bi­li­ta­ría el otor­ga­mien­to de títu­los uni­ver­si­ta­rios a quie­nes his­tó­ri­ca­men­te se vie­ron nega­dos a dicha posi­bi­li­dad. En este sen­ti­do, la U.O.N. repre­sen­ta­ba un claro sím­bo­lo de la jus­ti­cia social que mani­fes­ta­ba el dis­cur­so pero­nis­ta. Al mismo tiem­po, la for­ma­ción de obre­ros espe­cia­li­za­dos era per­ci­bi­da por parte del gobierno como un aspec­to cen­tral para la con­cre­ción del pro­yec­to indus­tria­li­za­dor. El pro­pio pre­si­den­te Perón lo expre­só con cla­ri­dad en el acto de inau­gu­ra­ción de la U.O.N: 

“Cuan­do en 1944 soñá­ba­mos con la etapa natu­ral que ha de cum­plir el pue­blo argen­tino, pen­sá­ba­mos que la capa­ci­dad ener­gé­ti­ca de los pue­blos, no está sola­men­te en razón del tra­ba­jo que rea­li­zan cuan­ti­ta­ti­va­men­te, sino en el fac­tor cua­li­ta­ti­vo de ese mismo tra­ba­jo (…) Se ini­cia­ba la entra­da en la etapa indus­trial. Y la etapa indus­trial no se puede enca­rar sin capa­ci­ta­ción téc­ni­ca y pro­fe­sio­nal. Fue enton­ces en 1944, cuan­do lan­za­mos la pri­me­ra dis­po­si­ción esta­ble­cien­do la orga­ni­za­ción de la mano de obra y de la capa­ci­dad téc­ni­ca para la indus­tria argentina…”[15]

Es impor­tan­te des­ta­car la reivin­di­ca­ción social que impli­ca­ba en dicho perío­do otor­gar­le jerar­quía a la for­ma­ción liga­da a los sabe­res téc­ni­cos, resal­tan­do al mismo tiem­po la impor­tan­cia de su labor en las fábri­cas. His­tó­ri­ca­men­te, estos sec­to­res popu­la­res fue­ron nin­gu­nea­dos en los dis­cur­sos ofi­cia­les y la for­ma­ción uni­ver­si­ta­ria aso­cia­da úni­ca­men­te a las carre­ras tra­di­cio­na­les (vin­cu­la­das a sabe­res teó­ri­cos y abs­trac­tos) a las cua­les asis­tían los sec­to­res medios y altos.

De este modo, el pero­nis­mo no sólo pre­ten­dió modi­fi­car las jerar­quías a nivel edu­ca­ti­vo sino que, a tra­vés de su dis­cur­so y sus prác­ti­cas, hizo que los sec­to­res popu­la­res fue­ran autén­ti­cos pro­ta­go­nis­tas del cam­bio social que trans­cu­rría. Los tra­ba­ja­do­res en las fábri­cas, así como en otros ámbi­tos labo­ra­les, pasa­ron a ocu­par un lugar des­ta­ca­do y estra­té­gi­co para la “Nueva Argen­ti­na”, cuan­do ante­rior­men­te eran con­si­de­ra­dos por los sec­to­res gober­nan­tes como una pobla­ción a la cual se debía direc­cio­nar y, para ello, nada mejor que la pala­bra de los inte­lec­tua­les pro­ve­nien­tes de las carre­ras tra­di­cio­na­les. Esta visión “hege­mó­ni­ca” buscó alte­rar, lle­gan­do inclu­so a des­de­ñar a los inte­lec­tua­les y a los docen­tes de las uni­ver­si­da­des tra­di­cio­na­les por con­si­de­rar­los reac­cio­na­rios, con­fron­tan­do los absur­dos dis­cur­sos de cier­tos inte­lec­tua­les con las vir­tu­des del pue­blo tra­ba­ja­dor, que a tra­vés de sus prác­ti­cas, apor­ta­ba día a día para el cam­bio social.

Dicha reivin­di­ca­ción no sólo se rela­cio­na­ba con el con­tras­te entre el tra­ba­jo inte­lec­tual y el manual, entre el “saber decir” (liga­do a sec­to­res con­ser­va­do­res) y el “saber hacer” (carac­te­rís­ti­co de los sec­to­res popu­la­res), sino tam­bién con el con­tras­te entre el cen­tra­lis­mo por­te­ño y el fede­ra­lis­mo. La imple­men­ta­ción de diver­sas medi­das en mate­ria edu­ca­ti­va tales como las misio­nes mono­téc­ni­cas y de exten­sión cul­tu­ral, y la crea­ción de diver­sas Facul­ta­des Regio­na­les en las prin­ci­pa­les ciu­da­des del país se encon­tra­ban en tal direc­ción. A tra­vés de ellas se pre­ten­día fomen­tar el desa­rro­llo de polos indus­tria­les en los que gran parte de sus alum­nos y egre­sa­dos pudie­ran encon­trar posi­bi­li­da­des de inser­tar­se den­tro del sec­tor pro­duc­ti­vo. Esto gene­ra­ría efec­tos secun­da­rios que alen­ta­rían el cre­ci­mien­to de las dife­ren­tes ciu­da­des del país, rom­pien­do así con el cen­tra­lis­mo porteño.

El Consejo Nacional de Posguerra
Muchas de las polí­ti­cas que imple­men­tó el pero­nis­mo esta­ban liga­ban al diag­nós­ti­co ela­bo­ra­do por el Con­se­jo Nacio­nal de Pos­gue­rra (crea­do median­te el decre­to 23.817 en agos­to de 1944) del cual el pro­pio Perón for­ma­ba parte al fren­te de su direc­ción, a la vez que desem­pe­ña­ba el cargo de Vice­pre­si­den­te de la Nación. Al mismo tiem­po era miem­bro de la Comi­sión Per­ma­nen­te del Con­se­jo como Secre­ta­rio de Tra­ba­jo y Previsión.

El Con­se­jo se creó en un con­tex­to en el cual era inmi­nen­te el fin de la Segun­da Gue­rra Mun­dial, sien­do una cons­tan­te la preo­cu­pa­ción en torno a la falta de empleo y las nece­si­da­des de indus­tria­li­zar el país. En ver­dad, estos deba­tes ya pro­ve­nían de la déca­da del trein­ta pero sin la orga­ni­ci­dad y pla­ni­fi­ca­ción que se pre­ten­día para el dise­ño de polí­ti­cas de mediano plazo como serían los dos pla­nes quin­que­na­les. Mario Rapo­port plan­tea que la crea­ción del Con­se­jo res­pon­dió al espí­ri­tu de la época, en un con­tex­to en el cual era recien­te la expe­rien­cia del New Deal en Esta­dos Uni­dos y la pla­ni­fi­ca­ción sovié­ti­ca, así como tam­bién las fra­ca­sa­das del fas­cis­mo y el nazis­mo, con­ti­nua­ban en boga. “La expe­rien­cia de la Gran Depre­sión y los pro­ce­sos de indus­tria­li­za­ción a los que dio lugar en los paí­ses peri­fé­ri­cos y la influen­cia de las ideas key­ne­sia­nas, con su preo­cu­pa­ción por el pleno empleo, juga­ron tam­bién un des­ta­ca­do papel. Por últi­mo, la gue­rra misma y la for­ma­ción mili­tar de Perón daban un con­te­ni­do estra­té­gi­co a la for­mu­la­ción de pla­nes eco­nó­mi­cos y socia­les de mediano plazo, que se tra­du­ci­rían luego, en 1946, en los dos pla­nes quin­que­na­les de los gobier­nos peronistas.”[16]

El decre­to fun­da­cio­nal del Con­se­jo prio­ri­za­ba como temas centrales:

“a) Situa­ción eco­nó­mi­ca del momen­to presente

b) Posi­bles des­equi­li­brios deter­mi­na­dos por el fin de la gue­rra y el pasa­je a la paz.

c) Obje­ti­vos a alcan­zar una vez res­ta­ble­ci­da la nor­ma­li­dad de la pos­gue­rra de acuer­do con las moda­li­da­des que se pre­vea carac­te­ri­za­rán el futu­ro eco­nó­mi­co y social.

d) Pro­po­ner medi­das y dis­po­si­cio­nes cuya apli­ca­ción con­ven­ga desde el pre­sen­te para sal­var las difi­cul­ta­des que se pre­vea pue­den pre­sen­tar­se y ajus­tan­do aque­llas a prin­ci­pios de res­pe­to, jus­ti­cia y solidaridad.”[17]

Estos aná­li­sis rea­li­za­dos por el Con­se­jo con­for­ma­ron el sus­tra­to a par­tir del cual se ela­bo­ra­ría el Pri­mer Plan Quin­que­nal. Luego del triun­fo elec­to­ral que per­mi­tió a Perón desem­pe­ñar­se como Pre­si­den­te de la Nación, las fun­cio­nes del Con­se­jo fue­ron trans­fe­ri­das a la Secre­ta­ría Téc­ni­ca de Pre­si­den­cia y fue allí donde las pro­pues­tas ela­bo­ra­das en mate­ria de polí­ti­cas eco­nó­mi­cas y socia­les toma­ron mayor rele­van­cia. Asi­mis­mo, per­mi­tió la intro­duc­ción de nue­vas téc­ni­cas esta­dís­ti­cas en las fun­cio­nes de gobierno con las cua­les ante­rior­men­te no se con­ta­ba per­mi­tien­do, así, una mejor planificación.

Como parte del aná­li­sis de la coyun­tu­ra que reali­zó el Con­se­jo Nacio­nal de Pos­gue­rra, se arri­bó a las siguien­tes con­clu­sio­nes: el ago­ta­mien­to del mode­lo agroex­por­ta­dor y la nece­si­dad de un desa­rro­llo indus­trial; el apoyo de deter­mi­na­dos gru­pos empre­sa­ria­les que tenían un inte­rés eco­nó­mi­co en este pro­ce­so tales como los agru­pa­dos en la Unión Indus­trial Argen­ti­na y afi­nes; la nece­si­dad de pla­ni­fi­car el desa­rro­llo indus­trial que pre­sen­ta­ba diver­sas difi­cul­ta­des tales como pro­ble­mas de efi­cien­cia y maqui­na­ria obsoleta.[18]

La industrialización peronista
Si bien, desde prin­ci­pios de la déca­da del vein­te, en el con­tex­to de la Pri­me­ra Gue­rra Mun­dial, comen­zó en el país una inci­pien­te sus­ti­tu­ción de impor­ta­cio­nes debi­do a las difi­cul­ta­des para impor­tar manu­fac­tu­ras, este pro­ce­so se inten­si­fi­có a par­tir de la cri­sis eco­nó­mi­ca mun­dial de 1929. Sin embar­go, es a par­tir de media­dos de la déca­da del cua­ren­ta, con la lle­ga­da del pero­nis­mo, que se pone en mar­cha un autén­ti­co pro­yec­to trans­for­ma­dor de la matriz eco­nó­mi­ca que garan­ti­za, al mismo tiem­po, el pleno empleo de los tra­ba­ja­do­res y mejo­ra sus con­di­cio­nes de vida.

De esta mane­ra el pro­ce­so de indus­tria­li­za­ción nacio­nal era alen­tan­do por un Esta­do acti­vo que a tra­vés de dife­ren­tes polí­ti­cas pre­ten­día gene­rar las con­di­cio­nes para modi­fi­car el mode­lo pro­duc­ti­vo. En este sen­ti­do, se orien­ta­ron tam­bién medi­das tales como la esta­ti­za­ción de los ferro­ca­rri­les, telé­fo­nos, puer­tos y otras empre­sas de ser­vi­cios; la crea­ción de la Direc­ción Nacio­nal de Indus­trias del Esta­do (D.I.N.I.E.), y de empre­sas esta­ta­les estra­té­gi­cas tales como Gas del Esta­do y Agua y Energía.[19] Res­pec­to de la D.I.N.I.E. cabe men­cio­nar que inclu­yó bajo su con­trol a una trein­te­na de empre­sas metal­me­cá­ni­cas, tex­ti­les, quí­mi­cas, far­ma­céu­ti­cas, eléc­tri­cas y de la cons­truc­ción, la mayo­ría de ori­gen ale­mán, que fue­ron esta­ti­za­das cuan­do Argen­ti­na le decla­ró la gue­rra al Eje en 1945.[20]

Es impor­tan­te recal­car la cen­tra­li­dad que tuvo la nacio­na­li­za­ción del Banco Cen­tral y de los depó­si­tos en 1946, junto a la con­for­ma­ción de un Sis­te­ma del Banco Cen­tral, bajo el cual que­da­ron inte­gra­dos todos los ban­cos y otros orga­nis­mos finan­cie­ros. Asi­mis­mo, la polí­ti­ca cre­di­ti­cia imple­men­ta­da desde el Banco del Cré­di­to Indus­trial Argen­tino gene­ró un fuer­te impul­so a la indus­tria nacio­nal. En 1947 se creó la side­rúr­gi­ca SOMI­SA (Socie­dad Mixta Side­rúr­gi­ca Argen­ti­na):“el obje­ti­vo con­sis­tía en brin­dar bases sóli­das para la indus­tria lami­na­do­ra que se había desa­rro­lla­do duran­te los años de la gue­rra prin­ci­pal­men­te. No obs­tan­te, el pro­yec­to fue demo­ra­do, en parte, por las difi­cul­ta­des para obte­ner los equi­pos nece­sa­rios, dadas las res­tric­cio­nes que ponían los Esta­dos Uni­dos para ese tipo de bie­nes; en parte tam­bién por las pre­sio­nes de los lami­na­do­res pri­va­dos que recla­ma­ban impor­tar esos insu­mos desde el exterior.”[21]

Este fuer­te inter­ven­cio­nis­mo per­mi­tió for­ta­le­cer el mer­ca­do interno y el sur­gi­mien­to de una serie de indus­trias a una esca­la impen­sa­da déca­das atrás. Es impor­tan­te des­ta­car que gran parte del pre­su­pues­to des­ti­na­do a los Pla­nes Quin­que­na­les fue finan­cia­do a tra­vés del Ins­ti­tu­to Argen­tino para la Pro­mo­ción y el Inter­cam­bio (I.A.P.I.). Este era el prin­ci­pal ins­tru­men­to para mate­ria­li­zar la polí­ti­ca y regu­lar el comer­cio exte­rior, ejer­cien­do el mono­po­lio vir­tual de las expor­ta­cio­nes. Se encar­ga­ba de com­prar a los pro­duc­to­res a pre­cios fijos y de reven­der a pre­cios inter­na­cio­na­les. Median­te el con­trol de cam­bios y la fija­ción de los pre­cios de las expor­ta­cio­nes para los pro­duc­tos pri­ma­rios, el IAPI obtu­vo los bene­fi­cios que posi­bi­li­ta­ron el finan­cia­mien­to del Pri­mer Plan Quinquenal.[22]

En este sen­ti­do, Galasso[23] plan­tea que, en el trans­cur­so de pocos años, el gobierno pero­nis­ta logró con­for­mar una pode­ro­sa estruc­tu­ra de empre­sas esta­ta­les estra­té­gi­cas com­pren­dien­do tanto aque­llas que impli­ca­ban una inver­sión de base muy alta, como la side­rur­gia o la explo­ta­ción del car­bón a tra­vés de Yaci­mien­tos Car­bo­ní­fe­ros Fis­ca­les (Y.C.F.); las nuclea­das en el grupo de empre­sas D.I.N.I.E. (49 empre­sas basa­das en las ex-empresas ale­ma­nas Osram, Geigy, Bayer, Cri­sol­di­nie, Metal­di­nie y Ferro­di­nie) y el com­ple­jo de Fabri­ca­cio­nes Mili­ta­res. Así, el Esta­do tomó un pro­ta­go­nis­mo inusi­ta­do en la his­to­ria argen­ti­na lle­gan­do a pro­du­cir bar­cos, vago­nes ferro­via­rios, com­bus­ti­bles y auto­mó­vi­les, entre otras cosas.

La sus­ti­tu­ción de impor­ta­cio­nes liga­da a las pro­duc­cio­nes de carác­ter estra­té­gi­co era com­pren­di­da por el pro­pio Perón como cen­tra­les desde el punto de vista de la defen­sa nacio­nal y así lo expre­sa­ba ya antes de asu­mir la presidencia:

“Hemos gas­ta­do en el extran­je­ro gran­des sumas de dine­ro en la adqui­si­ción de mate­rial de gue­rra (…) Una polí­ti­ca inte­li­gen­te nos hubie­ra per­mi­ti­do mon­tar las fábri­cas para hacer­los en el país, las que ten­dría­mos en el pre­sen­te, lo mismo que una con­si­de­ra­ble expe­rien­cia indus­trial; y las sumas inver­ti­das habrían pasa­do de unas manos a otras: argen­ti­nas todas. Lo que digo del mate­rial de gue­rra se puede hacer exten­si­vo a las maqui­na­rias agrí­co­las, al mate­rial de trans­por­te, terres­tre, flu­vial y marí­ti­mo, y a cual­quier otro orden de actividad…”[24]

En tal direc­ción se encon­tra­ba el inte­rés sub­ya­cen­te por el fomen­to a la edu­ca­ción téc­ni­ca de los obre­ros argen­ti­nos y el fomen­to a la indus­tria pesa­da: no era posi­ble con­ce­bir la sobe­ra­nía polí­ti­ca como escin­di­da de la inde­pen­den­cia económica.

Así, desde el punto de vista de la estra­te­gia mili­tar y pre­vien­do la inevi­ta­bi­li­dad de una futu­ra gue­rra a esca­la inter­na­cio­nal (por más que con­si­de­ra­ra a la Argen­ti­na como una nación pací­fi­ca), resul­ta­ba prio­ri­ta­rio lograr el auto-abastecimiento fren­te a un posi­ble blo­queo comer­cial futu­ro. Sin ello el país se encon­tra­ría en una situa­ción de clara vul­ne­ra­bi­li­dad inter­na­cio­nal. “Las nacio­nes en lucha bus­can anu­lar el comer­cio del adver­sa­rio, no sólo para impe­dir la lle­ga­da de abas­te­ci­mien­tos nece­sa­rios a las fuer­zas arma­das, sino a la vida de la pobla­ción civil y a su eco­no­mía. El blo­queo inglés y la cam­pa­ña sub­ma­ri­na ale­ma­na son una demos­tra­ción en este sentido…”[25]

Para lograr­lo plan­tea­ba la nece­si­dad de orien­tar la for­ma­ción pro­fe­sio­nal de los jóve­nes hacia un enfo­que indus­trial que prio­ri­ce el tra­ba­jo en talle­res y fábri­cas en lugar de for­mar buró­cra­tas que cir­cu­la­ran por las ofi­ci­nas públi­cas sin sen­ti­do. En esta direc­ción debía enca­mi­nar­se tanto la for­ma­ción en escue­las indus­tria­les y de ofi­cios, como en las facul­ta­des de quí­mi­ca, indus­trias, elec­tro­téc­ni­cas, etc.

En este sen­ti­do, las polí­ti­cas del pero­nis­mo clá­si­co bus­ca­rían impul­sar la gene­ra­ción de nue­vas cama­das de téc­ni­cos pro­fe­sio­na­les argen­ti­nos que pudie­ran per­mi­tir la ela­bo­ra­ción de insu­mos, maqui­na­rias, infra­es­truc­tu­ra y otras manu­fac­tu­ras que posi­bi­li­ta­ran sus­ti­tuir la depen­den­cia del capi­tal extranjero:

“Los téc­ni­cos argen­ti­nos se han mos­tra­do tan capa­ces como los extran­je­ros. Y si alguien cree que no lo son, trai­ga­mos a éstos, que pron­to asi­mi­la­re­mos todo lo que pue­dan ense­ñar­nos. El obre­ro argen­tino, cuan­do se le ha dado opor­tu­ni­dad para apren­der, se ha reve­la­do tanto o más capaz que el extran­je­ro. Maqui­na­rias, si no las posee­mos en can­ti­dad ni cali­dad sufi­cien­tes, pue­den fabri­car­se o adqui­rir­se tan­tas como sean necesarias.”[26]

La Constitución de 1949
La refor­ma de la Cons­ti­tu­ción Nacio­nal fue una de las medi­das de mayor rele­van­cia a la hora de refe­rir­nos al pero­nis­mo clá­si­co. Las modi­fi­ca­cio­nes plas­ma­das en la nueva Cons­ti­tu­ción Nacio­nal refle­ja­ban el pro­ce­so de cam­bio social en curso. Eduar­do Anguita[27] sos­tie­ne que la con­vo­ca­to­ria a una Con­ven­ción Nacio­nal Cons­ti­tu­yen­te se dio en un con­tex­to en el cual se habían con­sa­gra­do los dere­chos eco­nó­mi­cos y socia­les de los tra­ba­ja­do­res, se modi­fi­có drás­ti­ca­men­te el repar­to de las rique­zas y se dotó al Esta­do de meca­nis­mos de regu­la­ción de la renta agraria.

La nece­si­dad de plas­mar estos cam­bios en una refor­ma de la Cons­ti­tu­ción fue expre­sa­da por el pro­pio pre­si­den­te Perón ante la Asam­blea Cons­ti­tu­yen­te Refor­ma­do­ra el 27 de enero de 1949: 

“Con las refor­mas pro­yec­ta­das por el Par­ti­do Pero­nis­ta, la Cons­ti­tu­ción adquie­re la con­sis­ten­cia de que hoy está nece­si­ta­da. Hemos ras­ga­do el viejo pape­le­río decla­ma­to­rio que el siglo pasa­do nos trans­mi­tió; con sobrie­dad espar­ta­na escri­bi­mos nues­tro corto men­sa­je a la pos­te­ri­dad, refle­jo de la época que vivi­mos y con­se­cuen­cia lógi­ca de las des­via­cio­nes que habían expe­ri­men­ta­do los tér­mi­nos usa­dos en 1853. […] El pro­gre­so social y eco­nó­mi­co y las regre­sio­nes polí­ti­cas que el mundo ha regis­tra­do en los últi­mos cien años, han crea­do nece­si­da­des inelu­di­bles; no aten­der­las pro­ve­yen­do a lo que corres­pon­da, equi­va­le a dero­gar los tér­mi­nos en que fue con­ce­bi­da por sus autores.”[28]

De acuer­do a lo expre­sa­do por Suriano y Loba­to se efec­tua­ron pro­fun­dos cam­bios, modi­fi­cán­do­se el viejo para­dig­ma libe­ral de la Cons­ti­tu­ción e incor­po­ran­do una serie de dere­chos socia­les (del tra­ba­ja­dor, de la fami­lia, de la ancia­ni­dad, el dere­cho a la edu­ca­ción y a la cul­tu­ra) así como la reelec­ción del pre­si­den­te: “Se incor­po­ró el Decá­lo­go del Tra­ba­ja­dor, que esta­ble­cía la plena vigen­cia de los dere­chos fun­da­men­ta­les de los tra­ba­ja­do­res e incluía la decla­ra­ción de la pro­pie­dad inalie­na­ble de la Nación sobre los recur­sos natu­ra­les, la nacio­na­li­za­ción de los ser­vi­cios públi­cos y la regu­la­ción del comer­cio externo.”[29]

Si bien la nueva Cons­ti­tu­ción expre­sa­ba que la pro­pie­dad pri­va­da era un dere­cho natu­ral, el reco­no­ci­mien­to de la fun­ción social de la pro­pie­dad sería una inno­va­ción en mate­ria legis­la­ti­va inexis­ten­te hasta la fecha a nivel nacio­nal, per­mi­tien­do así la expro­pia­ción tanto de tie­rras como de empre­sas en pos del bene­fi­cio de la comu­ni­dad. A tra­vés del artícu­lo 40, toma­do de la Cons­ti­tu­ción mexi­ca­na, impe­día la com­pra del sub­sue­lo a empre­sas petro­le­ras extran­je­ras. Asi­mis­mo, en su Preám­bu­lo se reafir­ma­rían los pos­tu­la­dos esen­cia­les del pero­nis­mo: una nación social­men­te justa, eco­nó­mi­ca­men­te libre y polí­ti­ca­men­te soberana.[30]

Median­te la nueva Cons­ti­tu­ción se auto­ri­zó al Esta­do a inter­ve­nir en acti­vi­da­des estra­té­gi­cas y se defi­nió un pro­ce­di­mien­to rigu­ro­so para la nacio­na­li­za­ción de ser­vi­cios públi­cos. El comer­cio exte­rior quedó a cargo exclu­si­vo del Esta­do; mien­tras que en el resto de las acti­vi­da­des eco­nó­mi­cas se garan­ti­zó la libre ini­cia­ti­va pri­va­da, salvo que la misma tuvie­ra mar­ca­da­men­te fines con­tra­rios a los intere­ses de la nación.[31]

El desarrollo científico y tecnológico
Duran­te el gobierno pero­nis­ta el desa­rro­llo científico-técnico liga­do al inten­so pro­ce­so de indus­tria­li­za­ción y fomen­to de los sabe­res vin­cu­la­dos a este alcan­za dimen­sio­nes sin pre­ce­den­tes en la his­to­ria nacio­nal. Según el his­to­ria­dor Diego Hurtado[32], a la hora de refle­xio­nar en torno al desa­rro­llo científico-tecnológico es fun­da­men­tal con­si­de­rar tres sec­to­res en juego que dispu­taban intere­ses: el sec­tor mili­tar, el sec­tor pro­duc­ti­vo y los cien­tí­fi­cos. Así, sos­tie­ne que en Argen­ti­na hubo un pro­ce­so de ins­ti­tu­cio­na­li­za­ción desdoblado:

“…el gobierno pero­nis­ta ins­ti­tu­cio­na­li­za la cien­cia y la tec­no­lo­gía desde una polí­ti­ca cen­tra­li­za­do­ra, enfo­ca­da a pro­ble­má­ti­cas socia­les, pro­duc­ti­vas y a la defen­sa. Por otro lado, el sec­tor de la comu­ni­dad cien­tí­fi­ca (vin­cu­la­da a Hous­say) cree que la ins­ti­tu­cio­na­li­za­ción tiene que darse en otro sen­ti­do: liber­tad de inves­ti­ga­ción, auto­no­mía del Esta­do. Y, como no tiene res­pues­ta desde el sec­tor polí­ti­co, inten­ta crear un sis­te­ma de filan­tro­pía que le per­mi­te empe­zar a crear ins­ti­tu­tos de inves­ti­ga­ción pri­va­dos. Para Amé­ri­ca Lati­na esto es muy original…”[33]

No obs­tan­te, la polí­ti­ca de Esta­do en el campo cien­tí­fi­co duran­te el pero­nis­mo fue suma­men­te rele­van­te, con­cre­tán­do­se en la crea­ción de des­ta­ca­dos orga­nis­mos científico-tecnológicos de van­guar­dia en Amé­ri­ca Lati­na. El 31 de Mayo de 1950 se creó la Comi­sión Nacio­nal de la Ener­gía Ató­mi­ca. La his­to­ria­do­ra Zule­ma Mar­zo­ra­ti expre­sa: “La volun­tad polí­ti­ca y el inte­rés guber­na­men­tal posi­bi­li­ta­ron la crea­ción en 1950 de la CNEA ins­ti­tu­ción desde donde se impul­só la polí­ti­ca ató­mi­ca, en la que se fue con­for­man­do una comu­ni­dad de cien­tí­fi­cos que alcan­zó un alto nivel en esa nueva área de la cien­cia. Duran­te esa pri­me­ra etapa, exten­di­da hasta la caída del gobierno de Perón, se empren­dió la pro­mo­ción de la geo­lo­gía y la mine­ría nuclear; la explo­ta­ción y el pro­ce­sa­mien­to del ura­nio; el desa­rro­llo de la meta­lur­gia y la pro­duc­ción y uti­li­za­ción de radio­isó­to­pos, arti­cu­lán­do­se la inves­ti­ga­ción bási­ca, la apli­ca­da y la tecnológica…”[34]

Reto­man­do el con­cep­to empe­ña­do por Félix Schus­ter de con­tex­tua­li­za­ción situa­cio­nal –enten­di­do como un con­jun­to de fac­to­res his­tó­ri­cos, socia­les y polí­ti­cos que ope­ran en el momen­to de una pro­duc­ción cien­tí­fi­ca deter­mi­na­da, inclu­yen­do a los com­po­nen­tes indi­vi­dua­les, ins­ti­tu­cio­na­les o comunitarios-, Mar­zo­ra­ti enfa­ti­za la rela­ción exis­ten­te entre el marco his­tó­ri­co y el pro­ce­so de pro­duc­ción cien­tí­fi­ca con­si­de­ran­do que ello reper­cu­te tanto en las prác­ti­cas de los cien­tí­fi­cos como en las acti­vi­da­des que se desarrollan.[35]

En este sen­ti­do, aso­cia el pro­ce­so de indus­tria­li­za­ción duran­te el pero­nis­mo, basa­do en recur­sos tales como el acero y el petró­leo, con el inte­rés del gobierno argen­tino por fomen­tar la inves­ti­ga­ción liga­da al desa­rro­llo nuclear pues­to que ofre­cía enor­mes posi­bi­li­da­des en cuan­to a la dis­po­ni­bi­li­dad de ener­gía eléc­tri­ca, pudien­do ser emplea­da en sec­to­res diver­sos tales como la agri­cul­tu­ra, la bio­lo­gía y la medicina.

En 1951, a tra­vés del decre­to 9.695, se ins­ti­tu­yó el ante­ce­den­te de mayor rele­van­cia a la crea­ción del CONI­CET: el Con­se­jo Nacio­nal de Inves­ti­ga­cio­nes Téc­ni­cas y Cien­tí­fi­cas (CONITYC).[36]

Asi­mis­mo, la crea­ción del Ins­ti­tu­to de Físi­ca de Bari­lo­che en abril de 1955, en sus comien­zos diri­gi­do por el Dr. José Anto­nio Bal­sei­ro (de quien, tras su falle­ci­mien­to, la ins­ti­tu­ción toma­ría su nom­bre), fue un acon­te­ci­mien­to suma­men­te rele­van­te para el impul­so a la inves­ti­ga­ción y for­ma­ción de pro­fe­sio­na­les en los cam­pos de las cien­cias exac­tas. Su crea­ción fue pos­te­rior al “Pro­yec­to Hue­mul”, a cargo del físi­co aus­tría­co Ronald Rit­cher. Este pro­yec­to cien­tí­fi­co, impul­sa­do por el pro­pio pre­si­den­te Perón, pre­ten­día desa­rro­llar ener­gía de fusión nuclear de mane­ra con­tro­la­da en el país con el obje­ti­vo de poten­ciar el desa­rro­llo de la indus­tria nacio­nal. Sin embar­go, en 1952 debi­do a las demo­ras por parte de Rit­cher en ofre­cer los resul­ta­dos de las inves­ti­ga­cio­nes (luego de haber­se rea­li­za­do en marzo de 1951 una con­fe­ren­cia en la cual se afir­ma­ban haber­se logra­do reac­cio­nes ter­mo­nu­clea­res con­tro­la­das), el gobierno nacio­nal envió una comi­sión téc­ni­ca diri­gi­da por el Dr. Bal­sei­ro que com­pro­bó que el supues­to des­cu­bri­mien­to era en ver­dad una esta­fa. Rit­cher fue sepa­ra­do de su cargo y las ins­ta­la­cio­nes desmanteladas.[37]

A pesar del frus­tra­do epi­so­dio del “Pro­yec­to Hue­mul”, la crea­ción de la Direc­ción Nacio­nal de Ener­gía Ató­mi­ca (DNEA), depen­dien­te del Minis­te­rio de Asun­tos Téc­ni­cos, con sede en Bue­nos Aires, impul­só nota­ble­men­te el desa­rro­llo de la inves­ti­ga­ción, difu­sión y for­ma­ción de téc­ni­cos rela­cio­na­dos con la ener­gía ató­mi­ca, comen­zan­do así la labor que con­ti­nua­ría la Comi­sión Nacio­nal pos­te­rior­men­te. Median­te dicha ins­ti­tu­ción comen­zó un perío­do de excep­cio­nal cre­ci­mien­to y expan­sión de las acti­vi­da­des cien­tí­fi­cas, y se orga­ni­za­ron los pri­me­ros gru­pos de inves­ti­ga­ción en geo­lo­gía, radio­quí­mi­ca, físi­ca nuclear, radia­ción cós­mi­ca y espec­tro­gra­fía nuclear.[38]

Otro pro­yec­to de rele­van­cia a cargo de un cien­tí­fi­co extran­je­ro fue el caso del inge­nie­ro aero­náu­ti­co ale­mán Kurt Tank a cargo del desa­rro­llo del Pul­qui, pri­mer avión a reac­ción en Ibe­roa­mé­ri­ca y quin­to en el mundo, ins­pi­ra­do en pla­nos que Tank trajo con­si­go desde Ale­ma­nia. En sus dos mode­los, este moderno caza repre­sen­tó un ver­da­de­ro hito en la indus­tria aero­náu­ti­ca argen­ti­na, prác­ti­ca­men­te inexis­ten­te antes de que el equi­po de la Focke-Wulf se ins­ta­la­ra en Córdoba.[39]

El soció­lo­go Aritz Recalde[40] plan­tea que el pero­nis­mo llevó a cabo un mode­lo inte­gral de desa­rro­llo de la cien­cia y la téc­ni­ca en el cual la pla­ni­fi­ca­ción esta­tal liga­da a la pro­mo­ción de la inno­va­ción tec­no­ló­gi­ca tenía la fina­li­dad de indus­tria­li­zar el país. En este sen­ti­do, no era con­ce­bi­ble un desa­rro­llo cien­tí­fi­co autén­ti­co sin la con­so­li­da­ción de la “Nueva Argen­ti­na” indus­trial en la cual los sec­to­res popu­la­res for­ma­ran parte de las polí­ti­cas públi­cas a implementarse:

“El pero­nis­mo pro­fun­di­zó el desa­rro­llo cien­tí­fi­co en áreas de impor­tan­cia estra­té­gi­ca nacio­nal como eran la pro­duc­ción de auto­mo­to­res, de avio­nes, de maqui­na­ria agrí­co­la, de ener­gía ató­mi­ca, petró­leo, dere­cho, geo­po­lí­ti­ca, salud o comu­ni­ca­cio­nes. Dicha tarea impli­có la for­mu­la­ción de Pla­nes Nacio­na­les de Desa­rro­llo inte­gral y sus­ten­ta­ble (Quin­que­na­les) y la orga­ni­za­ción y/o pro­mo­ción de ins­tru­men­tos ins­ti­tu­cio­na­les como fue­ron el Con­se­jo Nacio­nal de Pos­gue­rra, el Minis­te­rio de Edu­ca­ción, la Uni­ver­si­dad Obre­ra, los con­se­jos eco­nó­mi­cos socia­les, las escue­las téc­ni­cas, las Aca­de­mias Cul­tu­ra­les, la Comi­sión Nacio­nal de Ener­gía Ató­mi­ca (CNEA) o de Fabri­ca­cio­nes Militares.”[41]

Una renovación en materia sanitaria
Así como se impul­sa­ron una serie de polí­ti­cas reno­va­do­ras que impli­ca­ron cam­bios de rele­van­cia en mate­ria social y eco­nó­mi­ca, la salud no fue la excep­ción a ello. Duran­te el pri­mer man­da­to del pero­nis­mo se crea­ron una serie de orga­nis­mos de jerar­quía ten­dien­tes a desa­rro­llar una polí­ti­ca cen­tra­li­za­do­ra y moder­ni­za­do­ra median­te la ins­ti­tu­ción de la Direc­ción Nacio­nal de Higie­ne, la Secre­ta­ría de Salud y el Minis­te­rio de Salud Públi­ca. En este últi­mo, Ramón Carri­llo (des­ta­ca­do médi­co neu­ro­ci­ru­jano argen­tino) desa­rro­lló un nota­ble tra­ba­jo, par­ti­cu­lar­men­te en las zonas más pobres del país enfren­tan­do las enfer­me­da­des endé­mi­cas. De esta mane­ra, fue posi­ble erra­di­car enfer­me­da­des tales como el palu­dis­mo, la sífi­lis, lepra y tuberculosis.

La polí­ti­ca sani­ta­ria de Carri­llo, plas­ma­da en los dos pla­nes quin­que­na­les, buscó prio­ri­zar aque­llas cues­tio­nes que ante­rior­men­te el Esta­do no había teni­do sufi­cien­te­men­te en cuen­ta y reque­rían urgen­te aten­ción tales como la medi­ci­na social y la aten­ción materno-infantil. Tam­bién desa­rro­lló una impor­tan­te labor en mate­ria de medi­ci­na pre­ven­ti­va y en la cons­truc­ción de nume­ro­sos esta­ble­ci­mien­tos sani­ta­rios: “Los tra­ba­jos que se lle­va­ron a cabo por inter­me­dio del Minis­te­rio de Obras Públi­cas, por la Sub­se­cre­ta­ría de Cons­truc­cio­nes del Minis­te­rio de Salud (que creó con ese fin) y por la Fun­da­ción Eva Perón, darían como saldo la crea­ción de 4.229 esta­ble­ci­mien­tos sani­ta­rios con 130.180 camas.”[42]

En este sen­ti­do, fue prio­ri­ta­ria la cons­truc­ción de hos­pi­ta­les, ins­ti­tu­tos, cen­tros de aten­ción médi­ca y hoga­res escue­la en todo el país, par­ti­cu­lar­men­te en las zonas más vulnerables.

Kari­na Ramac­ciot­ti seña­la bási­ca­men­te cua­tro estra­te­gias de difu­sión sani­ta­ria imple­men­ta­das: las que tenían como obje­ti­vo inte­grar aque­llas zonas ale­ja­das de los gran­des cen­tros urba­nos, la aten­ción urgen­te de las epi­de­mias, aque­llas que apun­ta­ban al cui­da­do de la salud de los tra­ba­ja­do­res (cen­tran­do la aten­ción en los ámbi­tos de tra­ba­jo) y las orien­ta­das a la pro­tec­ción y el cui­da­do de los niños, tanto en los hoga­res como en las escuelas.[43]

Asi­mis­mo la auto­ra des­ta­ca que si bien la polí­ti­ca sani­ta­ria pro­cu­ra­ba gene­rar un pro­ce­so cen­tra­li­za­dor y moder­ni­za­dor de la san­ti­dad a nivel nacio­nal, el pro­ta­go­nis­mo que tuvo la polí­ti­ca sani­ta­ria desa­rro­lla­da duran­te los pri­me­ros años de gobierno fue pau­la­ti­na­men­te des­pla­za­do por la labor social que se lle­va­ría a cabo a tra­vés de la Fun­da­ción Eva Perón desde media­dos de 1948: “Estas orga­ni­za­cio­nes pasa­ron así a com­pe­tir con las capa­ci­da­des, recur­sos pre­su­pues­ta­rios y áreas de incum­ben­cia del Minis­te­rio y con la figu­ra del mismo Carri­llo, cuya ini­cia­ti­va y poder acu­mu­la­dos en un comien­zo se vie­ron licua­dos (…) con la apa­ri­ción de la Fun­da­ción Eva Perón y las obras socia­les de los sin­di­ca­tos y la reduc­ción del hol­ga­do pre­su­pues­to con el que en un prin­ci­pio contó el Ministerio…”[44]

Tanto desde la Secre­ta­ría de Salud Públi­ca como desde la Fun­da­ción Eva Perón se llevó ade­lan­te un pro­ce­so de pro­fe­sio­na­li­za­ción de las enfer­me­ras pues­to que se tra­ta­ba de una nece­si­dad prio­ri­ta­ria para poder imple­men­tar una efi­caz polí­ti­ca sani­ta­ria a nivel nacio­nal. Así, en 1947, se creó la Escue­la de Enfer­me­ras depen­dien­te de la Secre­ta­ría de Salud y tres años des­pués la Escue­la “7 de mayo” liga­da a la Fun­da­ción Eva Perón.

Cambios y continuidades en los mandatos
Exis­te un acuer­do gene­ra­li­za­do, prin­ci­pal­men­te den­tro del ámbi­to inte­lec­tual, según el cual se dis­tin­guen, a gran­des ras­gos, dos eta­pas o momen­tos de las polí­ti­cas imple­men­ta­das por el pero­nis­mo clá­si­co que se vin­cu­lan estre­cha­men­te con las carac­te­rís­ti­cas que toma­ron los dos pla­nes quin­que­na­les (cabe acla­rar que el segun­do no pudo cul­mi­nar­se pro­duc­to del golpe de 1955) En este sen­ti­do, Rou­gier y Schorr expre­san con cla­ri­dad dicha dife­ren­cia­ción: mien­tras que en un pri­mer momen­to se apli­ca­ría una polí­ti­ca ini­cial expan­si­va, carac­te­ri­za­da por una fuer­te redis­tri­bu­ción del ingre­so, la amplia­ción de los ins­tru­men­tos cre­di­ti­cios y del gasto públi­co, una pro­fu­sa polí­ti­ca de nacio­na­li­za­cio­nes y el impul­so a las acti­vi­da­des indus­tria­les (sobre todo las más liga­das al con­su­mo de los sec­to­res popu­la­res); a par­tir de 1949, en un con­tex­to de cri­sis, se buscó resol­ver los pro­ble­mas de esca­sez de divi­sas com­bi­nan­do el con­ge­la­mien­to de la polí­ti­ca de redis­tri­bu­ción de ingre­sos con un apoyo a las acti­vi­da­des agro­pe­cua­rias y los pri­me­ros inten­tos de avan­zar en la sus­ti­tu­ción de impor­ta­cio­nes de maqui­na­rias e insu­mos intermedios.

Desde otra pers­pec­ti­va, Aldo Ferrer coin­ci­de en seña­lar la apli­ca­ción de medi­das de carác­ter expan­si­vo hasta el año 1950 en mate­ria mone­ta­ria, fis­cal y sala­rial y dis­tin­gue un nuevo curso de acción para 1952: “el nuevo pro­gra­ma eco­nó­mi­co inclu­yó una seve­ra polí­ti­ca de ingre­sos, con la crea­ción de una comi­sión nacio­nal de pre­cios y sala­rios, la con­cer­ta­ción de con­ve­nios labo­ra­les cada dos años, en vez de las reno­va­cio­nes anua­les segui­das en los años ante­rio­res, y el man­te­ni­mien­to de un estric­to con­trol de precios…”[45]

En tal direc­ción apun­ta­ba el Segun­do Plan Quin­que­nal, modi­fi­can­do la Ley de Inver­sio­nes Extran­je­ras (pro­cu­ran­do otor­gar faci­li­da­des para la radi­ca­ción del capi­tal forá­neo) y el cre­ci­mien­to de la indus­tria pesada.

El pro­gra­ma imple­men­ta­do duran­te el pri­mer perío­do pre­si­den­cial se gestó en una coyun­tu­ra inter­na­cio­nal favo­ra­ble en la cual las poten­cias aún sufrían las con­se­cuen­cias nefas­tas de la Segun­da Gue­rra Mun­dial y deman­da­ban prin­ci­pal­men­te bie­nes pri­ma­rios. Esos divi­den­dos obte­ni­dos de los mer­ca­dos inter­na­cio­na­les fue­ron el sus­ten­to eco­nó­mi­co que per­mi­tió un incre­men­to de la inver­sión públi­ca y la pues­ta en prác­ti­ca de una serie de linea­mien­tos ya plan­tea­dos desde el Con­se­jo Nacio­nal de Pos­gue­rra en 1944, tales como la polí­ti­ca de inde­pen­den­cia eco­nó­mi­ca, el desa­rro­llo indus­trial y la defen­sa nacio­nal. Estos logra­ban com­pa­ti­bi­li­zar­se con una serie de pos­tu­la­dos de corte key­ne­siano tales como la bús­que­da del pleno empleo basa­do en una expan­sión del mer­ca­do interno, una modi­fi­ca­ción del rol del Esta­do inter­vi­nien­do en la eco­no­mía y fomen­tan­do la ele­va­ción del nivel de vida de los trabajadores.

Reto­man­do el aná­li­sis de la polí­ti­ca eco­nó­mi­ca pero­nis­ta rea­li­za­do por Mar­ce­lo Rou­gier, Julio Ben­ve­nu­to expre­sa que: 

“La herra­mien­ta uti­li­za­da sis­te­má­ti­ca­men­te era el incre­men­to sala­rial nomi­nal, que alcan­za­ba mejo­ras del 60% entre 1945 y 1948, acre­cen­ta­ba su par­ti­ci­pa­ción en más de un 10% del PBI en esos tres años y con­for­ma­ba la mitad del ingre­so nacio­nal en 1949 (…) Las polí­ti­cas públi­cas ten­dían a modi­fi­car los pre­cios rela­ti­vos de forma tal que acen­tua­ron el poder de com­pra de los sala­rios, ni espe­cial­men­te a tra­vés del con­trol de pre­cios que reva­lua­ba la mone­da local por un lado, y dis­mi­nuía en tér­mi­nos rela­ti­vos los pre­cios del sec­tor agro­pe­cua­rio y los ali­men­tos por el otro. El siguien­te esla­bón era un sec­tor indus­trial bene­fi­cia­do tam­bién por la polí­ti­ca cambiaria…”[46]

A su vez, la trans­fe­ren­cia de ingre­sos del sec­tor agro­pe­cua­rio hacia el indus­trial a tra­vés del IAPI, posi­bi­li­tó una fuer­te redis­tri­bu­ción de recur­sos hacia los tra­ba­ja­do­res, duran­te los pri­me­ros años del man­da­to pre­si­den­cial, en un con­tex­to de bonan­za eco­nó­mi­ca. Pró­xi­mo a fina­li­zar el pri­mer gobierno, comen­zó a vis­lum­brar­se la cri­sis del comer­cio exte­rior y una pro­lon­ga­da coyun­tu­ra infla­cio­na­ria que for­za­ría un cam­bio de rumbo tem­po­ral que se plas­ma­ría en la deno­mi­na­da “Vuel­ta al Campo” en 1952.[47]

Ante la nueva coyun­tu­ra eco­nó­mi­ca, el gobierno pero­nis­ta buscó corre­gir los des­equi­li­brios de la balan­za comer­cial ape­lan­do a una serie de medi­das de cuño orto­do­xo tales como la res­tric­ción fis­cal y mone­ta­ria. Asi­mis­mo, buscó neu­tra­li­zar la puja dis­tri­bu­ti­va, junto a un con­ge­la­mien­to de los pre­cios y los sala­rios por dos años y la sus­pen­sión de las nego­cia­cio­nes colectivas.[48]

De igual mane­ra, la trans­fe­ren­cia de ingre­sos rea­li­za­da duran­te los pri­me­ros años de gobierno tomó el sen­ti­do inver­so: ahora era el IAPI el orga­nis­mo por el cual se sub­si­dia­ba a los pro­duc­to­res agro­pe­cua­rios con el obje­ti­vo de recu­pe­rar nue­va­men­te la pro­duc­ción tras dos sequías con­se­cu­ti­vas. La cima de la cri­sis se regis­tró en el perío­do 1951-1952 y fue allí cuan­do el gobierno buscó modi­fi­car sus polí­ti­cas alen­tan­do la pro­duc­ción agro­pe­cua­ria por sobre la indus­trial, incen­ti­van­do la inver­sión pri­va­da y bus­can­do gene­rar las con­di­cio­nes que per­mi­tie­ran el arri­bo de capi­ta­les extranjeros:

Reto­man­do a Gir­bal Bla­cha, Carre­ras Doa­llo seña­la que en 1952 se lanzó el Plan Eco­nó­mi­co de Emer­gen­cia, en el cual las acti­vi­da­des rura­les ocu­pa­ron un lugar pre­pon­de­ran­te y se pro­pu­so como obje­ti­vos cen­tra­les: “…acen­tuar la pro­duc­ción y redu­cir el con­su­mo, revi­sar aque­llas dis­po­si­cio­nes sobre el tra­ba­jo rural que impe­dían a los pro­duc­to­res usar sus pro­pios medios de trans­por­te y soli­ci­tar la cola­bo­ra­ción de las orga­ni­za­cio­nes patro­na­les y obre­ras para eli­mi­nar de los con­ve­nios labo­ra­les toda cir­cuns­tan­cia capaz de limi­tar la pro­duc­ción sin causa justificada.”[49]

De este modo, mien­tras que duran­te el pri­mer perío­do de gobierno se buscó imple­men­tar una serie de medi­das pro­tec­cio­nis­tas ten­dien­tes a favo­re­cer el desa­rro­llo indus­trial median­te una trans­fe­ren­cia de ingre­sos pro­ve­nien­te del sec­tor agro­pe­cua­rio y alen­tan­do el con­su­mo de los sec­to­res popu­la­res, en el segun­do man­da­to se buscó com­ple­men­tar medi­das que alen­ta­sen la pro­duc­ción del sec­tor agro­pe­cua­rio junto a una serie de polí­ti­cas que impul­sa­sen el desa­rro­llo de la indus­tria pesa­da, inclu­so favo­re­cien­do la radi­ca­cio­nes de capi­ta­les finan­cie­ros extran­je­ros median­te una ley san­cio­na­da en 1953 que alen­tó, en los años pos­te­rio­res, la radi­ca­ción de empre­sas tales como Fiat y Kaiser.[50]

Estas medi­das de ajus­te cris­ta­li­za­das en el Plan Eco­nó­mi­co de Emer­gen­cia de 1952 fue­ron de carác­ter tran­si­to­rio y pron­ta­men­te se buscó recu­pe­rar el incen­ti­vo a la pro­duc­ción indus­trial. Una vez supe­ra­das las ins­tan­cias más duras de la cri­sis, se apun­tó a recu­pe­rar los linea­mien­tos de más largo plazo. Es por ello que a pesar del mayor dina­mis­mo que se pre­ten­dió otor­gar a la pro­duc­ción rural, el gobierno tam­bién impul­só el desa­rro­llo de las indus­trias de base y pesa­das como una forma de superar, de mane­ra con­sis­ten­te, el dile­ma del estran­gu­la­mien­to externo. En este sen­ti­do, el obje­ti­vo prin­ci­pal del Segun­do Plan Quin­que­nal (apli­ca­ción que se pos­ter­gó hasta 1953) no era tanto evi­tar la cri­sis de la indus­tria sino resol­ver la cri­sis estruc­tu­ral del sec­tor externo de mane­ra com­pa­ti­ble con el sos­te­ni­mien­to de una polí­ti­ca de redis­tri­bu­ción de ingresos.[51]

En este perío­do fue lan­za­da la con­sig­na de la “pro­duc­ti­vi­dad”, sien­do su coro­la­rio el deno­mi­na­do “Con­gre­so Nacio­nal de Pro­duc­ti­vi­dad y Bie­nes­tar Social” en de 1955, en el cual la Con­fe­de­ra­ción Gene­ral Eco­nó­mi­ca (CGE), la Con­fe­de­ra­ción Gene­ral del Tra­ba­jo (CGT) y los repre­sen­tan­tes del gobierno pero­nis­ta bus­ca­ron sen­tar las bases de un acuer­do nacio­nal. La inves­ti­ga­do­ra Mari­na Kabat juzga con dure­za la ini­cia­ti­va del Con­gre­so de la Pro­duc­ti­vi­dad al sos­te­ner que: 

“…cons­ti­tu­ye uno de los even­tos más sig­ni­fi­ca­ti­vos de la lucha de cla­ses en la Argen­ti­na. Repre­sen­ta una pri­me­ra ofen­si­va empre­sa­rial con­tra los dere­chos adqui­ri­dos por los obre­ros a lo largo de dos déca­das. Muchos de los recla­mos empre­sa­ria­les (la rigi­dez de los con­ve­nios en cuan­to a esca­la­fo­nes, la posi­bi­li­dad de cam­biar de hora­rios o fun­cio­nes de los emplea­dos, la cares­tía de los des­pi­dos, etc.) reapa­re­ce­rán en momen­tos pos­te­rio­res cuan­do se dis­cu­ta la fle­xi­bi­li­za­ción labo­ral. Otros pun­tos en dispu­ta con­cier­nen a la rela­ción de fuer­zas exis­ten­te en ese momen­to y el peso de las comi­sio­nes inter­nas y de los dele­ga­dos de fábrica…”[52]

No obs­tan­te es impor­tan­te con­si­de­rar que la opo­si­ción por parte de amplios sec­to­res de los tra­ba­ja­do­res frus­tró dicha ini­cia­ti­va ins­ti­tu­cio­nal que pre­ten­día con­so­li­dar una mayor “racio­na­li­za­ción labo­ral”. En este sen­ti­do, Her­nán Cama­re­ro afir­ma que fue jus­ta­men­te la pro­pia com­po­si­ción de la coa­li­ción pero­nis­ta (basa­da mayo­ri­ta­ria­men­te en la clase obre­ra y los sin­di­ca­tos) la que impi­dió lle­var a cabo las deci­sio­nes en mate­ria de polí­ti­ca eco­nó­mi­ca que el gobierno que­ría imple­men­tar en tal coyuntura.[53]

Conclusiones
A lo largo del pre­sen­te escri­to se pre­ten­dió inda­gar si exis­tió una par­ti­cu­lar con­cep­ción del pro­gre­so duran­te el deno­mi­na­do pero­nis­mo clá­si­co, hacien­do hin­ca­pié en ana­li­zar cuá­les fue­ron las polí­ti­cas que se imple­men­ta­ron duran­te los dos man­da­tos de gobierno. Asi­mis­mo se inten­tó ras­trear cuá­les fue­ron algu­nos de los ante­ce­den­tes en el pen­sa­mien­to social argen­tino. Como se men­cio­nó en un prin­ci­pio, refe­rir­nos al pero­nis­mo inme­dia­ta­men­te nos remi­te a las con­cep­tua­li­za­cio­nes liga­das a los popu­lis­mos lati­noa­me­ri­ca­nos, sien­do los otros dos ejem­plos para­dig­má­ti­cos el car­de­nis­mo mexi­cano y el var­guis­mo en Bra­sil. Es posi­ble encon­trar una serie de simi­li­tu­des entre el pero­nis­mo y los otros dos popu­lis­mos en cuan­to a su espe­cí­fi­ca con­cep­ción del pro­gre­so y la prio­ri­dad que le otor­ga­ron al impul­so de la indus­tria y lo científico-técnico. Los pen­sa­mien­tos socia­les liga­dos a esta espe­cí­fi­ca con­cep­ción del pro­gre­so ante­ce­den a los gobier­nos popu­lis­tas lati­noa­me­ri­ca­nos pero se expre­san con mayor vigor a tra­vés de una serie de polí­ti­cas de Esta­do res­pal­da­da en un fuer­te apoyo de los sec­to­res popu­la­res, resul­ta­do de los pro­ce­sos de amplia­ción de los dere­chos polí­ti­cos y sociales.

El pre­ce­den­te del New Deal en los Esta­dos Uni­dos, junto a la expe­rien­cia de la pla­ni­fi­ca­ción cen­tra­li­za­da imple­men­ta­da por la Unión Sovié­ti­ca y las derro­ta­das expe­rien­cias del nazis­mo y el fas­cis­mo, pro­pi­cia­ron un clima de época ten­dien­te al desa­rro­llo de pro­gra­mas pla­ni­fi­ca­dos. Asi­mis­mo la pro­pia for­ma­ción de Perón y de cier­ta diri­gen­cia pero­nis­ta pro­ve­nien­te de sec­to­res mili­ta­res coin­ci­día con estos mode­los de pla­ni­fi­ca­ción y orga­ni­za­ción (dejan­do de lado, claro está, cómo se juz­ga­ran las expe­rien­cias de pla­ni­fi­ca­ción men­cio­na­das ante­rior­men­te). Al mismo tiem­po, urgía en Argen­ti­na impul­sar la indus­tria nacio­nal de mane­ra inte­li­gen­te y direc­cio­na­da, pro­ce­so que había sido ini­cia­do en la déca­da del vein­te pero de mane­ra “caó­ti­ca”, sin una ade­cua­da estra­te­gia que con­tem­pla­ra el mediano y largo plazo.

Así, en base al aná­li­sis de la coyun­tu­ra rea­li­za­do en el Con­se­jo Nacio­nal de Pos­gue­rra, se pro­ce­de­ría a la ela­bo­ra­ción del Pri­mer Plan Quin­que­nal, bus­can­do imple­men­tar una serie de medi­das pro­tec­cio­nis­tas ten­dien­tes a favo­re­cer el desa­rro­llo indus­trial median­te una trans­fe­ren­cia de ingre­sos pro­ve­nien­te del sec­tor agro­pe­cua­rio y alen­tan­do el con­su­mo de los sec­to­res populares.

Duran­te el pero­nis­mo clá­si­co se imple­men­ta­ron una serie de polí­ti­cas orien­ta­das a impul­sar el cre­ci­mien­to de la indus­tria nacio­nal, uti­li­zan­do, en buena medi­da, las divi­sas obte­ni­das a tra­vés del I.A.P.I., junto a la nacio­na­li­za­ción de ser­vi­cios estra­té­gi­cos: ferro­ca­rri­les, telé­fo­nos, puer­tos y la crea­ción de empre­sas esta­ta­les tales como Agua y Ener­gía y Gas del Esta­do. Todo ello per­mi­tió, en los pri­me­ros años, un cre­ci­mien­to del sec­tor liga­do prin­ci­pal­men­te a la indus­tria livia­na. Asi­mis­mo, cabe seña­lar la crea­ción de SOMI­SA en 1947 y del IAME (Indus­trias Aero­náu­ti­cas y Mecá­ni­cas del Esta­do) en 1951.

A par­tir del Segun­do Plan Quin­que­nal se modi­fi­ca­rían las polí­ti­cas con el obje­ti­vo de alen­tar la fabri­ca­ción de maqui­na­rias e insu­mos inter­me­dios. De la capa­ci­dad de sus­ti­tuir dichas impor­ta­cio­nes depen­día la tota­li­dad del sec­tor indus­trial y esto se expli­ci­ta­ría con cla­ri­dad tanto en los dis­cur­sos como en la ela­bo­ra­ción del Plan que entra­ría en vigen­cia con un año de retra­so en 1953. Para Schorr y Rou­gier, su prin­ci­pal obje­ti­vo era resol­ver la cri­sis estruc­tu­ral del sec­tor externo de mane­ra com­pa­ti­ble con el sos­te­ni­mien­to de una polí­ti­ca de redis­tri­bu­ción de ingre­sos. En cam­bio, Aldo Ferrer enfa­ti­za que en el segun­do man­da­to se apli­ca­ría un fuer­te ajus­te con férreos con­tro­les de pre­cios y res­tric­ción del con­su­mo por parte de los sec­to­res populares.

Es impor­tan­te recal­car que el gobierno pero­nis­ta ins­ti­tu­cio­na­li­zó la cien­cia y la tec­no­lo­gía desde una polí­ti­ca cen­tra­li­za­do­ra y en tal direc­ción se enca­mi­nó la crea­ción de la Uni­ver­si­dad Obre­ra Nacio­nal (for­man­do parte de un pro­yec­to más amplio de impul­so a la edu­ca­ción téc­ni­ca), de la Comi­sión Nacio­nal de Ener­gía Ató­mi­ca, del Ins­ti­tu­to de Físi­ca de Bari­lo­che y del CONITYC.

Esta serie de polí­ti­cas imple­men­ta­das dan cuen­ta de una espe­cí­fi­ca con­cep­ción del pro­gre­so, cuyos pen­sa­mien­tos pue­den ras­trear­se ya desde el siglo XIX, basa­da en diver­sas pro­pues­tas moder­ni­za­do­ras en las cua­les la cien­cia y la téc­ni­ca ocu­pan un papel pri­mor­dial sien­do alen­ta­das desde el Esta­do. Entra­do el siglo XX, algu­nos de los pen­sa­mien­tos socia­les des­ta­ca­dos a nivel nacio­nal, expre­sa­dos por una serie de polí­ti­cos e inte­lec­tua­les, se encuen­tran estre­cha­men­te liga­dos a la defen­sa nacio­nal y la nece­si­dad de imple­men­tar un autén­ti­co pro­yec­to trans­for­ma­dor que garan­ti­ce la sobe­ra­nía tanto en mate­ria polí­ti­ca como eco­nó­mi­ca. Los estu­dios ela­bo­ra­dos por inte­lec­tua­les de la talla de Manuel Ugar­te y Raúl Sca­la­bri­ni Ortíz se encuen­tran en tal direc­ción, coin­ci­dien­do en una serie de aspec­tos: las tra­bas para el desa­rro­llo nacio­nal que impli­ca el impe­ria­lis­mo, la nece­si­dad de nacio­na­li­zar deter­mi­na­dos ser­vi­cios de carác­ter estra­té­gi­co para el país y la pues­ta en mar­cha de un plan indus­tria­li­za­dor que modi­fi­que la matriz económica.

Si bien desde ideo­lo­gías y pro­pues­tas polí­ti­cas disí­mi­les, es posi­ble esta­ble­cer una con­ti­nui­dad en dicha direc­ción, expre­sa­da con sus espe­ci­fi­ci­da­des, en el pero­nis­mo clá­si­co. No obs­tan­te, es impor­tan­te recal­car que las trans­for­ma­cio­nes imple­men­ta­das por dicho gobierno en diver­sos aspec­tos no tuvie­ron pre­ce­den­tes en la his­to­ria argen­ti­na, lle­van­do a cabo una serie de polí­ti­cas liga­das al pleno empleo, la nacio­na­li­za­ción de ser­vi­cios estra­té­gi­cos y otor­gan­do nume­ro­sos bene­fi­cios a los tra­ba­ja­do­res (así como ele­van­do sus con­di­cio­nes mate­ria­les de vida y mejo­ran­do sus­tan­cial­men­te la dis­tri­bu­ción del ingre­so) que no vol­ve­rían a repe­tir­se a lo largo de la his­to­ria nacional.

El pero­nis­mo clá­si­co (par­ti­cu­lar­men­te la pri­me­ra pre­si­den­cia de Perón entre 1946 y 1952) es fre­cuen­te­men­te con­si­de­ra­do como un perío­do memo­ra­ble de pros­pe­ri­dad y cre­ci­mien­to. Sin embar­go, es impor­tan­te dar cuen­ta de las limi­ta­cio­nes pro­pias del mode­lo Stop and go tal como expre­san Rou­gier y Schorr. Ello nos remi­te, al mismo tiem­po, al pro­ble­ma de la depen­den­cia pro­pio de los paí­ses peri­fé­ri­cos y a los deba­tes en torno a las posi­bi­li­da­des de superar el mode­lo agro-exportador que aún con­ti­núa vigente.

Soció­lo­go. Facul­tad de Cien­cias Socia­les. UBA↵
Ansal­di, W. y Gior­dano, V. (2012). Amé­ri­ca Lati­na. La cons­truc­ción del orden, tomos 1 y 2, Ariel, Bue­nos Aires, p. 101.↵
Ansal­di, W. y Gior­dano, V. (2012): obra cita­da, p. 101.↵
Tobler, H. (1994). La revo­lu­ción mexi­ca­na. Trans­for­ma­ción social y cam­bio polí­ti­co, 1876-1940.México, Alian­za, p. 34↵
Knight, A. Car­de­nis­mo ¿colo­so o catramina? en Mackin­non, Moira y Petro­ne, Mario: Popu­lis­mo y neo­po­pu­lis­mo en Amé­ri­ca latina, EUDE­BA, Bue­nos Aires, 1998, p, 25↵
Ansal­di, W. y Gior­dano, V. (2012). Amé­ri­ca Lati­na. La cons­truc­ción del orden, tomos 1 y 2, Ariel, Bue­nos Aires, p. 110.↵
Mackin­non, M. y Petro­ne, M. (1999). Los com­ple­jos de la Cenicienta, en Mackin­non y Petro­ne (comps.), Popu­lis­mo y neo­po­pu­lis­mo en Amé­ri­ca Lati­na: el pro­ble­ma de la Cenicienta, Bue­nos Aires: Eudeba.↵
Ansal­di, W. y Gior­dano, V. (2012): obra cita­da, p. 138.↵
Ansal­di, W. y Gior­dano, V. (2012): obra cita­da, p. 138.↵
Ansal­di, W. y Gior­dano, V. (2012): obra cita­da, p. 135↵
Rapo­port, Mario: “La vigen­cia de Sca­la­bri­ni Ortiz y el ejem­plo del petró­leo”. Dis­po­ni­ble en: http://www.diariobae.com/diario/2012/05/02/11459-la-vigencia-de-scalabrini-ortiz–y-el-ejemplo-del-petroleo.html↵
Galas­so, N. (2008). Vida de Sca­la­bri­ni Ortiz, Colihue, Bue­nos Aires, p. 18.↵
Dus­sel, I. y Pineau, P. (1995). De cuan­do la clase obre­ra entró al paraí­so: la edu­ca­ción téc­ni­ca esta­tal en el pri­mer peronismo.His­to­ria de la Edu­ca­ción en la Argen­ti­na, VI: Dis­cur­sos peda­gó­gi­cos e ima­gi­na­rio social en el pero­nis­mo (1945-1955). Direc­ción de Adria­na Puig­grós, Edi­to­rial Galerna.↵
Sán­chez Román, J. (2007). De las Escue­las de artes y ofi­cios a la Uni­ver­si­dad Obre­ra Nacio­nal: Esta­do, eli­tes y edu­ca­ción téc­ni­ca en Argen­ti­na, 1914-1955, Cua­der­nos del Ins­ti­tu­to Anto­nio de Nebri­ja, 10, 269-299, Uni­ver­si­dad Car­los III de Madrid.↵
EnMa­la­tes­ta, A. (2010). La crea­ción de la Uni­ver­si­dad Obre­ra Nacio­nal y la hora de la indus­tria: la cone­xión uni­ver­si­ta­ria entre el aula y el trabajo. Depar­ta­men­to de Inves­ti­ga­ción, Uni­ver­si­dad de Cien­cias Empre­sa­ria­les y Socia­les, Argentina.↵
Rapo­port, M. (2008). His­to­ria eco­nó­mi­ca, polí­ti­ca y social de la Argentina, Bue­nos Aires, Emecé, p. 286.↵
Gómez, T. y Tchor­don­kian, S. (2010). Un labo­ra­to­rio de polí­ti­cas públi­cas: El Con­se­jo Nacio­nal de Pos­gue­rra (1944-46). Docu­men­to de tra­ba­jo n°16, Cen­tro de Estu­dios de la Situa­ción y Pers­pec­ti­vas de la Argen­ti­na, ISSN 1853-7073 , p. 8. ↵
Rapo­port, M. (2008): obra citada.↵
Suriano, J. y Loba­to, M. (2004). Atlas his­tó­ri­co de la Argentina. 2ª ed., Bue­nos Aires, Edi­to­rial Sud­ame­ri­ca­na, p. 398.↵
Rou­gier, M. y Schorr, M. (2012). La indus­tria en los cua­tro pero­nis­mos: estra­te­gias, polí­ti­cas y resultados, Bue­nos Aires, Capi­tal Intelectual. ↵
Rou­gier, M. y Schorr, M. (2012): obra cita­da. p. 23 ↵
Suriano, J. y Loba­to, M. (2004): obra citada.↵
Galas­so, Nor­ber­to (2003) Pero­nis­mo y Libe­ra­ción Nacio­nal (1946-1955), Cua­der­nos Para la Otra His­to­ra, Cen­tro Cul­tu­ral “Enri­que S. Discépolo”.↵
Perón, J. (1944). Sig­ni­fi­ca­do de la defen­sa nacio­nal desde el punto de vista mili­tar, por el Coro­nel Juan Perón. Con­fe­ren­cia pro­nun­cia­da en el Cole­gio Nacio­nal de la Uni­ver­si­dad de La Plata. Publi­ca­do en for­ma­to elec­tró­ni­co por el Ins­ti­tu­to Nacio­nal Juan Domin­go Perón, p. 9↵
Perón, J. (1944): obra cita­da, p. 10.↵
Perón, J. (1944): obra cita­da, p. 9↵
Angui­ta, E. (2009). El poder de las Constituciones. Publi­ca­do en el Perió­di­co Mira­das al Sur. Dis­po­ni­ble en: http://www.elortiba.org/const1949.html↵
Perón, J. (1997).Obras com­ple­tas 1895-1974. Fun­da­ción Pro Uni­ver­si­dad de la Pro­duc­ción y del Tra­ba­jo, Fun­da­ción Uni­ver­si­dad a Dis­tan­cia Her­nan­da­rias, Bue­nos Aires.↵
Suriano, J. y Loba­to, M. (2004): obra cita­da, p. 386.↵
Suriano, J. y Loba­to, M. (2004): obra citada.↵
Vilas, C. (2009). La Cons­ti­tu­ción de 1949. Nota publi­ca­da en el Dia­rio Pági­na 12. Dis­po­ni­ble en: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-121271-2009-03-10.html↵
Mole­do, L. (2010): La cien­cia, política. Entre­vis­ta al his­to­ria­dor Diego Hur­ta­do publi­ca­da en el Dia­rio Pági­na 12, dis­po­ni­ble en: http://www.pagina12.com.ar/diario/ciencia/19-159090-2010-12-22.html↵
Mole­do, L (2010): obra cita­da, p. 1.↵
Mar­zo­ra­ti, Z. (2003). Plan­tear uto­pías. La for­ma­ción de la comu­ni­dad cien­tí­fi­ca: CNEA (1950-1955). Cua­der­nos de Antro­po­lo­gía Social N°18, Facul­tad de Filo­so­fía y Letras, Uni­ver­si­dad de Bue­nos Aires, p. 3↵
Mar­zo­ra­ti, Z (2003): obra citada.↵
Sca­li­se, S. e Iriar­te, C. Perón y la cien­cia: el CONITYC, pri­me­ra expe­rien­cia de pla­nea­mien­to de estruc­tu­ras cien­tí­fi­cas y tec­no­ló­gi­cas del Esta­do argen­tino. Dis­po­ni­ble en: http://www.institutojauretche.edu.ar/barajar/num_5/nota6.htm↵
Mar­zo­ra­ti, Z. (2003): obra citada.↵
Mar­zo­ra­ti, Z. (2003: obra citada).↵
Comas­tri, H. Polí­ti­ca cien­tí­fi­co tec­no­ló­gi­ca del pero­nis­mo. La decons­truc­ción de un consenso.↵
Recal­de, A. (2010). ¿Refor­mis­mo o pero­nis­mo en la cien­cia y la tec­no­lo­gía argentina? Dis­po­ni­ble en: http://sociologia-tercermundo.blogspot.com.ar/2010/06/reformismo-o-peronismo-en-la-ciencia-y.html↵
Recal­de, A. (2010): obra citada.↵
Cita extraí­da del Plan Sin­té­ti­co de Salud Públi­ca 1952-1958, Dr. Ramón Carri­llo. Docu­men­to publi­ca­do por la Direc­ción de Infor­ma­ción Par­la­men­ta­ria per­te­ne­cien­te a la Hono­ra­ble Cáma­ra de Dipu­tados de la Nación.↵
Rome­ro, L. (2011). La polí­ti­ca sani­ta­ria del peronismo,de Kari­na Ramacciotti. Publi­ca­do en Revis­ta Redes n°32, Uni­ver­si­dad Nacio­nal de Quil­mes, Argentina.↵
Rome­ro, L. (2011): obra cita­da, p. 275.↵
Ferrer, A. (2004). La eco­no­mía argen­ti­na: desde sus orí­ge­nes hasta prin­ci­pios del siglo XXI, Bue­nos Aires, Fondo de Cul­tu­ra Eco­nó­mi­ca de Argen­ti­na S.A, p. 228↵
Ben­ve­nu­to, J. (2012). Rou­gier, Mar­ce­lo. La eco­no­mía del pero­nis­mo. Una pers­pec­ti­va his­tó­ri­ca, p. 2.↵
En Carre­ras Doa­llo, X. (2012). La cons­truc­ción de la iden­ti­dad nacio­nal en el pero­nis­mo (1946-1955): La impor­tan­cia de los espa­cios de natu­ra­le­za protegida. En Revis­ta Estu­dios N°26, Uni­ver­si­dad de Costa Rica.↵
En Carre­ras Doa­llo, X. (2012): obra citada.↵
Carre­ras Doa­llo, X. (2012): obra cita­da, p. 7↵
Carre­ras Doa­llo, X. (2012): obra citada.↵
Rou­gier, M. y Schorr, M. (2012): obra citada ↵
Kabat, M. (2007). El Con­gre­so de la Pro­duc­ti­vi­dad de 1955, un aná­li­sis desde los enfren­ta­mien­tos en la indus­tria del calzado. Publi­ca­do en Revis­ta Razón y Revo­lu­ción n°17, p. 1.↵
Cama­re­ro, H. (2000). Refle­xio­nes his­tó­ri­cas sobre el pero­nis­mo, 1946-1955. En Revis­ta Herra­mien­ta N°14. Dis­po­ni­ble en: http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-14/reflexiones-historicas-sobre-el-peronismo-1945-1955
Otras fuen­tes consultadas:
Cons­ti­tu­ción Nacio­nal Argen­ti­na (1949). Dis­po­ni­ble en for­ma­to digi­tal en: http://www.generalperon.com/constitucion%20nacion%20argentina%201949.pdf
Dis­cur­sos de Juan Domin­go Perón (1943-1955). Dis­po­ni­bles en: http://www.elhistoriador.com.ar/documentos/documentos.php#_ftn12
Dis­cur­sos pro­nun­cia­dos por el Gene­ral Juan Domin­go Perón (1945-1974): Dis­po­ni­bles en: http://www.jdperon.gov.ar/material/discursos.html
Plan de Gobierno 1947-1951. Pre­si­den­cia de la Nación Argen­ti­na, Secre­ta­ría Técnica.
Segun­do Plan Quin­que­nal de la Nación (1955): Plan gene­ral del gobierno 1953-1957, Ley 14.184, Bue­nos Aires. Secre­ta­ría de Pren­sa y Difusión. ↵


Deja un comentario
Para comentar, debes ingresar con tu nombre de usuario.

 
 
 
 
 
Título de la publicación Tecnologías, pensamientos sociales y lenguajes
Autor Bibiana Apolonia Del Brutto (coordinación general); Federico Arguto, Paula Beatriz Kohan y María José Olguin (colaboradores)
Fecha enero 6, 2016
ISBN del ebook 9789873397103
Keywords/Tags sociedad y cultura; progreso; tecnologías de información y comunicación, género, lenguaje, sociedad del conocimiento; la técnica
DOI 10.55778/ts873397103
Copyright 2016 / Bibiana Apolonia Del Brutto
TeseoPress

Las opiniones y los contenidos incluidos en esta publicación son responsabilidad exclusiva del/los autor/es.


https://www.teseopress.com/tecnologiaspensamientossocialesylenguajes/chapter/progreso-ciencia-y-tecnica-en-el-peronismo-clasico-1946-1955/

ACTIVIDADES

1.- ¿Cuál fue el rol de Juan D. Perón en los gobiernos militares de los generales Pedro Ramírez y Edelmiro Farrell? 
2. ¿Cuáles fueron las principales características del trabajo de Juan D. Perón en la Dirección Nacional del Trabajo? 
 3. ¿Cuál fue la posición adoptada por el gobierno argentino durante la Segunda Guerra Mundial? 
4.-¿Qué consecuencias generó en la relación con los Estados Unidos? 
5.- Investiga cuántas casas se entregaron durante el período.
6.- ¿Cuánta leyes de trabajo se dictaron durante el período?
7.- Debes buscar si existieron niveles de exportación agrícolo ganaderas altos en el período.
8.- ¿Cuántas escuelas fueron construídas en el período?
9.- Busca cuándo se declaró la guerra a los estados alemán, italiano y japonés.
10.- Escribe de qué forma terminaron sus períodos de gobierno.