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domingo, 23 de julio de 2023

DE 1946 A 1955 EN LA HISTORIA ARGENTINA


Tecnologías, pensamientos sociales y lenguajes
TESEOPRESS
Bibiana Apolonia Del Brutto (coordinación general); Federico Arguto, Paula Beatriz Kohan y María José Olguin (colaboradores)
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Progreso, ciencia y técnica en el peronismo clásico (1946-1955)
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Federico Arguto[1]
Introducción
Refe­rir­nos a la exis­ten­cia de un pero­nis­mo clá­si­co enmar­ca­do den­tro del perío­do 1946-1955 pre­su­po­ne la pre­sen­cia de varios pero­nis­mos (cada uno con sus carac­te­rís­ti­cas espe­cí­fi­cas y ele­men­tos comu­nes que per­mi­ten su deno­mi­na­ción como tal) a lo largo de la his­to­ria argen­ti­na. Asi­mis­mo, nos remi­te inme­dia­ta­men­te a los deba­tes en torno a la cues­tión del popu­lis­mo y sus par­ti­cu­la­ri­da­des en Amé­ri­ca Lati­na, con­si­de­ran­do al var­guis­mo bra­si­le­ño, al car­de­nis­mo mexi­cano y al pero­nis­mo argen­tino como los para­dig­má­ti­cos, sien­do una refe­ren­cia obli­ga­da en cual­quier aná­li­sis sobre la temática.

Par­ti­cu­lar­men­te en el pre­sen­te ensa­yo se pre­ten­de inda­gar si exis­tió una con­cep­ción espe­cí­fi­ca de pro­gre­so bajo el pero­nis­mo, tenien­do en cuen­ta las con­ti­nui­da­des y rup­tu­ras que pudie­ran exis­tir en rela­ción a los pen­sa­mien­tos socia­les pre­vios en Argen­ti­na. Para ello se ana­li­za­rá cuá­les fue­ron las polí­ti­cas guber­na­men­ta­les imple­men­ta­das liga­das al pro­ce­so de indus­tria­li­za­ción en curso bajo el perío­do men­cio­na­do, con­si­de­ran­do cen­tral­men­te aque­llas vin­cu­la­das al impul­so científico-técnico. Tam­bién se ten­drán en cuen­ta dis­cur­sos y docu­men­tos ofi­cia­les del perío­do en cues­tión, con­si­de­ran­do que es allí donde logra plas­mar­se dicha concepción.

De este modo, se inten­ta­rá con­tex­tua­li­zar las polí­ti­cas imple­men­ta­das por el pero­nis­mo clá­si­co den­tro del marco de los popu­lis­mos lati­noa­me­ri­ca­nos para­dig­má­ti­cos, con­tem­plan­do a la vez las tra­di­cio­nes pro­pias del pen­sa­mien­to social argen­tino aso­cia­das a una par­ti­cu­lar con­cep­ción de pro­gre­so que pudie­ran ser con­si­de­ra­das como ante­ce­so­ras del mismo.

En la pri­me­ra parte del tra­ba­jo se bus­ca­rá con­tex­tua­li­zar al pero­nis­mo clá­si­co en el marco de los popu­lis­mos lati­noa­me­ri­ca­nos del siglo XX, seña­lan­do algu­nas con­cep­tua­li­za­cio­nes bási­cas a modo de marco de refe­ren­cia en la temática.

Luego se ras­trea­ran, den­tro del pen­sa­mien­to social argen­tino, los ante­ce­den­tes del pero­nis­mo que podrían ser con­si­de­ra­dos por­ta­do­res de una simi­lar con­cep­ción del pro­gre­so impul­san­do el desa­rro­llo de la cien­cia y la téc­ni­ca en el país, con la inten­ción de dar cuen­ta del carác­ter dis­rup­ti­vo o pro­fun­di­za­dor de deter­mi­na­dos pen­sa­mien­tos y pro­pues­tas polí­ti­cas que ten­drían las imple­men­ta­das por el pero­nis­mo aso­cia­das al mode­lo de indus­tria­li­za­ción por sus­ti­tu­ción de impor­ta­cio­nes (I.S.I.).

Pos­te­rior­men­te se inda­ga­rá cuá­les fue­ron los pre­ce­den­tes a nivel nacio­nal que sen­ta­ron las bases para el impul­so de la edu­ca­ción téc­ni­ca y la pro­fe­sio­na­li­za­ción de los obre­ros en el marco de un inci­pien­te desa­rro­llo indus­trial, ya desde los comien­zos del siglo XX. Estos pro­yec­tos serían luego reim­pul­sa­dos con mucho más vigor duran­te la déca­da del cua­ren­ta y del cin­cuen­ta en el marco de una pro­fun­da refor­ma edu­ca­ti­va que se plas­ma­ría con cla­ri­dad en la crea­ción de la Uni­ver­si­dad Obre­ra Nacio­nal (U.O.N.) pero que cla­ra­men­te exce­de a la misma y se expre­sa en una serie de polí­ti­cas edu­ca­ti­vas diversas.

En cuar­to lugar se inves­ti­ga­rá cuá­les fue­ron las polí­ti­cas imple­men­ta­das duran­te la pri­me­ra y segun­da pre­si­den­cia de Juan Domin­go Perón aso­cia­das al pro­ce­so de indus­tria­li­za­ción en curso, con­si­de­ran­do las medi­das adop­ta­das liga­das a la nacio­na­li­za­ción o esta­ti­za­ción de deter­mi­na­dos ser­vi­cios y dando cuen­ta, tam­bién, de los con­di­cio­na­mien­tos que la coyun­tu­ra eco­nó­mi­ca impli­có en la modi­fi­ca­ción de cier­tas medi­das ten­dien­tes a superar el mode­lo agro-exportador. Estas dife­ren­cias se plas­ma­rían en el Pri­mer y Segun­do Plan Quinquenal.

Conceptualizaciones en torno al populismo latinoamericano
De acuer­do a lo plan­tea­do por Veró­ni­ca Gior­dano y Waldo Ansal­di: “el popu­lis­mo fue una expe­rien­cia obser­va­ble his­tó­ri­ca­men­te en Méxi­co (1934-1940), Bra­sil (bási­ca­men­te duran­te la últi­ma pre­si­den­cia de Var­gas, 1951-1954, pero tam­bién bajo las de Jânio Qua­dros y João Gou­lart, 1960-1964) y Argen­ti­na (inequí­vo­ca­men­te entre 1945 y 1955, pero no des­a­pa­re­cien­do por com­ple­to des­pués del derro­ca­mien­to de Perón, exten­dién­do­se más mal que bien hasta 1975)”[2]

De los tres casos para­dig­má­ti­cos el único que se apro­xi­mó a la secuen­cia régi­men oligárquico-populismo fue Bra­sil, pues­to que en el caso argen­tino el popu­lis­mo fue una res­pues­ta a la cri­sis de la demo­cra­cia libe­ral encar­na­da en el refor­mis­mo y a una falli­da res­tau­ra­ción con­ser­va­do­ra, mien­tras que en el caso mexi­cano fue el freno a las “fuer­zas socia­les desata­das” en el perío­do 1910-1920, es decir a un pro­ce­so de radi­ca­li­za­ción basa­do en la alian­za campesina-obrera.[3]

Sin embar­go, duran­te el gobierno de Láza­ro Cár­de­nas se lle­va­ron a cabo una serie de medi­das que recu­pe­ra­ron los pos­tu­la­dos ini­cia­les de la Revo­lu­ción. De esta mane­ra, la radi­ca­li­dad de la refor­ma agra­ria junto a otras medi­das tales como la nacio­na­li­za­ción de com­pa­ñías petro­le­ras extran­je­ras y la imple­men­ta­ción de una expe­ri­men­tal “edu­ca­ción socia­lis­ta” duran­te el gobierno popu­lis­ta de Cár­de­nas con­tras­ta­ron cla­ra­men­te con el carác­ter tec­no­crá­ti­co y con­ser­va­dor que tuvo el gobierno de Calles. De acuer­do a lo seña­la­do por Hans Wer­ner Tobler: “en el curso de pocos años la tenen­cia de la tie­rra en la región agrí­co­la más impor­tan­te del alti­plano cen­tral fue modi­fi­ca­da drás­ti­ca­men­te, la hacien­da tra­di­cio­nal fue eli­mi­na­da casi por com­ple­to y el núme­ro de eji­da­ta­rios bene­fi­cia­dos por la refor­ma aumen­tó fuer­te­men­te. En 1940, al final de la Pre­si­den­cia de Cár­de­nas, nada menos que casi la mitad del total del terreno cul­ti­va­do corres­pon­día a los eji­dos que ahora tam­bién reci­bie­ron mayor ayuda esta­tal en las áreas del cré­di­to, el apoyo téc­ni­co y la comer­cia­li­za­ción de sus productos.”[4]

Alan Knight[5] sos­tie­ne que el car­de­nis­mo fue en reali­dad una coa­li­ción menos pode­ro­sa y homo­gé­nea de lo que suele pen­sar­se. En tal sen­ti­do, sos­tie­ne que fue más “catra­mi­na” que “colo­so”. Por otra parte, el autor plan­tea que el car­de­nis­mo fue un “popu­lis­mo” con carac­te­rís­ti­cas noto­ria­men­te dife­ren­tes al var­guis­mo y al pero­nis­mo (en lo ideo­ló­gi­co, emo­cio­nal y gene­ra­cio­nal) dado que se trató del últi­mo ester­tor de la vieja causa revo­lu­cio­na­ria antes de que un nuevo lide­raz­go toma­ra el con­trol del país duran­te los años cuarenta.

Res­pec­to del var­guis­mo, cabe seña­lar que el popu­lis­mo bra­si­le­ño se edi­fi­có sobre la expe­rien­cia del Esta­do Novo (con ele­men­tos anti­li­be­ra­les y la deman­da de un Esta­do fuer­te) pero tam­bién sobre la etapa demo­crá­ti­ca com­pren­di­da entre 1934-1937. Tal como indi­can Ansal­di y Gior­dano: “El Esta­do Novo pro­fun­di­zó una etapa de indus­tria­li­za­ción por sus­ti­tu­ción de impor­ta­cio­nes que no fue acom­pa­ña­da de trans­for­ma­cio­nes estruc­tu­ra­les agra­rias. La socie­dad se urba­ni­zó cre­cien­te­men­te, al tiem­po que la com­ple­ji­dad de la divi­sión social del tra­ba­jo se incre­men­tó. Esta sir­vió de base a una orga­ni­za­ción social cor­po­ra­ti­va con­ce­bi­da como una demo­cra­cia de nuevo tipo, fun­da­da sobre el prin­ci­pio de jus­ti­cia social.”[6]

Por su parte, Mackin­non y Petrone[7] reto­man a Weffort quien ana­li­za el popu­lis­mo bra­si­le­ño a par­tir del pro­ce­so de cri­sis polí­ti­ca y desa­rro­llo eco­nó­mi­co que se abre con la revo­lu­ción de 1930 en Bra­sil. Para el autor, fue la expre­sión del perío­do de cri­sis de la oli­gar­quía y el libe­ra­lis­mo, del pro­ce­so de demo­cra­ti­za­ción del Esta­do, y una de las mani­fes­ta­cio­nes de las debi­li­da­des polí­ti­cas de los gru­pos domi­nan­tes urba­nos al inten­tar sus­ti­tuir a la oli­gar­quía en las fun­cio­nes de domi­nio polí­ti­co. Si bien plan­tea que el popu­lis­mo fue la expre­sión de la irrup­ción de las cla­ses popu­la­res en el pro­ce­so de desa­rro­llo urbano e indus­trial de esos dece­nios, sos­tie­ne que la derro­ta de las oli­gar­quías no afec­tó de mane­ra deci­si­va el con­trol que ellas man­te­nían sobre los sec­to­res bási­cos de la eco­no­mía. Esto llevó a que el nuevo gobierno tuvie­ra que mover­se den­tro de una com­pli­ca­da red de com­pro­mi­sos y con­ci­lia­cio­nes entre intere­ses dife­ren­tes y a veces con­tra­dic­to­rios median­te un “Esta­do de compromiso”.

Los tres casos de los popu­lis­mos lati­noa­me­ri­ca­nos para­dig­má­ti­cos se aso­cian fre­cuen­te­men­te al mode­lo de indus­tria­li­za­ción por sus­ti­tu­ción de impor­ta­cio­nes (ISI) aun­que pre­sen­tan cier­tos mati­ces: mien­tras que en el caso mexi­cano el gobierno de Cár­de­nas imple­men­tó como polí­ti­ca de Esta­do una serie de medi­das liga­das al mode­lo ISI sin que estu­vie­ra cla­ra­men­te arti­cu­la­do pre­via­men­te, los popu­lis­mos en Bra­sil y Argen­ti­na die­ron un mayor impul­so a un pro­ce­so que ya venía ges­tán­do­se pre­vio a la cri­sis de 1929.

Waldo Ansal­di y Veró­ni­ca Gior­dano seña­lan una serie de carac­te­rís­ti­cas comu­nes, tanto desde la retó­ri­ca como desde la práctica: 

“En los popu­lis­mos, las polí­ti­cas de indus­tria­li­za­ción y el desa­rro­llo económico-con una cre­cien­te regu­la­ción esta­tal, aun­que sin des­es­ti­mar por com­ple­to el recur­so a inver­sio­nes direc­tas externas-, estu­vie­ron acom­pa­ña­das (…) por la ape­la­ción a un dis­cur­so anti­im­pe­ria­lis­ta (pero no anti­ca­pi­ta­lis­ta), a veces anti­so­cia­lis­ta. Es aquí donde se apre­cia mejor el papel nodal de los popu­lis­mos en la pre­ser­va­ción del sis­te­ma capi­ta­lis­ta: hicie­ron cam­bios con­si­de­ra­bles en la forma del Esta­do, sin alte­rar la matriz societal…”[8]

No obs­tan­te, los auto­res no dejan de con­si­de­rar que al incor­po­rar a vas­tos sec­to­res de la pobla­ción a la polí­ti­ca, gene­ra­ron una revo­lu­ción polí­ti­ca demo­cra­ti­za­do­ra. Asi­mis­mo plan­tean como un rasgo típi­co del popu­lis­mo la inter­ven­ción del Esta­do a tra­vés de la pro­pie­dad de indus­trias y ser­vi­cios estra­té­gi­cos. Otra carac­te­rís­ti­ca com­par­ti­da se mani­fies­ta a nivel dis­cur­si­vo: ape­lan­do a las masas en tér­mi­nos de pue­blo y tra­ba­ja­do­res, arti­cu­lan­do un dis­cur­so que sin­te­ti­za­ba ele­men­tos tanto de izquier­da como de dere­cha de una forma crea­ti­va. Es pre­ci­sa­men­te este tipo de ape­la­cio­nes lo que defi­ne el carác­ter ideo­ló­gi­ca­men­te ambi­guo de los populismos[9]

Por últi­mo, cabe des­ta­car que a pesar de la ambigüedad ideo­ló­gi­ca expre­sa­da a nivel dis­cur­si­vo, la base social en la que se sus­ten­ta­ron los popu­lis­mos lati­noa­me­ri­ca­nos fue com­par­ti­da con­tan­do con el apoyo fun­da­men­tal de vas­tos sec­to­res de las cla­ses popu­la­res que se iden­ti­fi­ca­ban con estos gobier­nos, vien­do al mismo tiem­po mejo­ras con­cre­tas en su cali­dad de vida, así como el otor­ga­mien­to de una serie de dere­chos en mate­ria social y polí­ti­ca a los que ante­rior­men­te no habían podi­do acce­der. Ejem­plo de ello es lo expre­sa­do por Ansal­di y Gior­dano en torno al pri­mer gobierno de Perón: “Se carac­te­ri­zó, por sobre todas las cosas, por tres gran­des logros: el pleno empleo (en ver­dad, pró­xi­mo al ideal), el incre­men­to de los sala­rios reales (53% entre 1946 y 1949) y una for­mi­da­ble redis­tri­bu­ción de los ingre­sos, que llevó a la clase obre­ra a tener una par­ti­ci­pa­ción del 49%, sin igual ni en el pasa­do ni en el futu­ro (hasta hoy) del país, cam­bio dis­tri­bu­ti­vo que tam­bién favo­re­ció a la clase media. En 1951, casi el 70% de los asa­la­ria­dos goza­ba de pre­vi­sión y asis­ten­cia social.”[10]

Antecedentes
Es posi­ble ras­trear en inte­lec­tua­les y polí­ti­cos argen­ti­nos, ya desde el siglo XIX, una serie de pen­sa­mien­tos socia­les aso­cia­dos a una par­ti­cu­lar con­cep­ción del pro­gre­so. Estos fue­ron el sus­ten­to a par­tir del cual se desa­rro­lla­ron diver­sas pro­pues­tas moder­ni­za­do­ras impul­sa­das prin­ci­pal­men­te desde el Esta­do. En este sen­ti­do, la téc­ni­ca, estre­cha­men­te liga­da a la inves­ti­ga­ción cien­tí­fi­ca, desem­pe­ñó un papel clave para los pro­yec­tos modernizadores.

Entra­do el siglo XX estos pen­sa­mien­tos aso­cia­dos a una espe­cí­fi­ca con­cep­ción del pro­gre­so per­sis­ten y se revi­ta­li­zan como resul­ta­do de los nume­ro­sos avan­ces tec­no­ló­gi­cos y des­cu­bri­mien­tos cien­tí­fi­cos de la cien­cia moder­na. Si bien, desde posi­cio­na­mien­tos polí­ti­cos disí­mi­les, es posi­ble afir­mar la con­ti­nui­dad de dicha con­cep­ción sus­ten­ta­da en el desa­rro­llo de la cien­cia y la téc­ni­ca en inte­lec­tua­les tales como Manuel Ugar­te y Raúl Sca­la­bri­ni Ortiz. Nor­ber­to Galas­so sos­tie­ne que Ugar­te era par­ti­da­rio de explo­tar los recur­sos natu­ra­les y desa­rro­llar inten­sa­men­te las indus­trias con el pro­pó­si­to de res­ca­tar a Amé­ri­ca Lati­na del atra­so eco­nó­mi­co en que se halla­ba y con­du­cir­la hacia un esta­do económico-social superior.

Por su parte, Sca­la­bri­ni Ortiz reali­zó una serie de con­tri­bu­cio­nes teó­ri­cas suma­men­te rele­van­tes a tra­vés de la Fuer­za de Orien­ta­ción Radi­cal de la Joven Argen­ti­na (F.O.R.J.A) a pesar de no haber esta­do ins­crip­to for­mal­men­te en los comien­zos. De acuer­do a lo plan­tea­do por Mario Rapoport: 

“desde allí con­de­nó, ade­más de los nego­cia­dos de los ferro­ca­rri­les, la polí­ti­ca cre­di­ti­cia en manos de la banca extran­je­ra, el estan­ca­mien­to indus­trial, la falta de explo­ta­ción de la rique­za mine­ra e hidro­eléc­tri­ca, la subor­di­na­ción del ser­vi­cio del trans­por­te al capi­tal inglés, y la usura de los emprés­ti­tos exter­nos. Nues­tra socie­dad se topa­ba con una serie de con­tra­dic­cio­nes que debían superar­se: la Argen­ti­na era poten­cial­men­te muy rica con una pobla­ción mayo­ri­ta­ria­men­te mar­gi­na­da social y políticamente.”[11]

En este sen­ti­do, es posi­ble dar cuen­ta de una cons­tan­te en el pen­sa­mien­to de Sca­la­bri­ni Ortiz vin­cu­la­do a su per­ma­nen­te bús­que­da en torno a las cau­sas que impe­dían el desa­rro­llo de la indus­tria nacio­nal. Las inves­ti­ga­cio­nes rea­li­za­das reve­la­ron que la mayor parte de la rique­za nacio­nal se encon­tra­ba en manos bri­tá­ni­cas, resul­tan­do cla­ra­men­te un obs­tácu­lo para el pro­gre­so del país. Era impres­cin­di­ble rever­tir esta situa­ción a tra­vés de la nacio­na­li­za­ción de los ser­vi­cios estra­té­gi­cos para el desa­rro­llo nacio­nal, sien­do fun­da­men­ta­les la uti­li­za­ción de las tec­no­lo­gías de comu­ni­ca­ción y trans­por­te terres­tres, como el ferro­ca­rril y natu­ra­les como el petró­leo. Com­pro­bó feha­cien­te­men­te el papel pri­mor­dial que juga­ba el impe­ria­lis­mo como impe­di­men­to al pro­gre­so nacio­nal y su forma de actuar, cues­tión que tra­ba­jó a lo largo de toda su obra.

Para Sca­la­bri­ni Ortiz, el impe­ria­lis­mo era una preo­cu­pa­ción cons­tan­te, demos­tran­do, a tra­vés de sus inves­ti­ga­cio­nes, como aque­llas tec­no­lo­gías que debían estar al ser­vi­cio del pro­gre­so nacio­nal fun­cio­na­ban en sen­ti­do inver­so, sofo­can­do cual­quier inci­pien­te desa­rro­llo indus­trial que pudie­ra impli­car una com­pe­ten­cia o un ries­go para los intere­ses de las empre­sas bri­tá­ni­cas. Manuel Ugar­te, en cam­bio, denun­ció tanto el impe­ria­lis­mo bri­tá­ni­co como el “peli­gro yan­qui” y sus inten­cio­nes de “inva­dir” comer­cial y moral­men­te el terri­to­rio lati­noa­me­ri­cano a tra­vés de con­quis­tas sucesivas. En este sen­ti­do, Nor­ber­to Galas­so afir­ma: “Su con­cep­ción antim­pe­ria­lis­ta se ha for­ja­do en las inter­ven­cio­nes nor­te­ame­ri­ca­nas en Cen­troa­mé­ri­ca, espe­cial­men­te en la gue­rra cubano-española, y hacia el impe­ria­lis­mo nor­te­ame­ri­cano enfi­la él pre­fe­ren­te­men­te su arti­lle­ría ideo­ló­gi­ca. Sin embar­go, es erró­neo impu­tar­le des­co­no­ci­mien­to del impe­ria­lis­mo inglés (…) Ugar­te libra una dura cam­pa­ña con­tra Ingla­te­rra, con­de­nan­do la acción anti­pro­gre­sis­ta cum­pli­da por el ferro­ca­rril bri­tá­ni­co y reite­ran­do la nece­si­dad de desa­rro­llar indus­trias nacio­na­les para poner fin a las impor­ta­cio­nes en su mayo­ría ingle­sas. Más tarde con­ti­nua­rá com­ba­tien­do con­tra ambos impe­ria­lis­mos o los cas­ti­ga­rá con­jun­ta­men­te bajo el rótu­lo de ´impe­ria­lis­mo anglo­sa­jón´, aun­que siem­pre con­si­de­ra­rá más peli­gro­so al joven y ava­sa­llan­te impe­ria­lis­mo norteamericano…”[12]

Tanto Ugar­te como Sca­la­bri­ni Ortíz com­par­tían una serie de pen­sa­mien­tos socia­les en torno a una con­cep­ción del pro­gre­so en la cual las tec­no­lo­gías exis­ten­tes en el terri­to­rio debían ser pues­tas al ser­vi­cio de un autén­ti­co pro­yec­to nacio­nal que incen­ti­ve el desa­rro­llo indus­trial. Sólo así podría garan­ti­zar­se real­men­te la sobe­ra­nía. De lo con­tra­rio, el accio­nar del impe­ria­lis­mo bri­tá­ni­co o nor­te­ame­ri­cano con­ti­nua­ría inter­vi­nien­do sobre los asun­tos inter­nos, sofo­can­do cual­quier inten­to de desa­rro­llo y apro­pián­do­se de las rique­zas aje­nas, jus­ta­men­te, a tra­vés de las empre­sas que debe­rían ser la “colum­na ver­te­bral” de cual­quier pro­yec­to polí­ti­co eman­ci­pa­dor. En este sen­ti­do, la nacio­na­li­za­ción de deter­mi­na­dos ser­vi­cios con­si­de­ra­dos estra­té­gi­cos serían los cimien­tos a par­tir de los cua­les sería posi­ble una indus­tria­li­za­ción que posi­bi­li­ta­ra rom­per la depen­den­cia de la cual for­ma­ba parte el mode­lo agro-exportador.

Los impulsos a la educación técnica a comienzos
del siglo XX
El inte­rés por fomen­tar la edu­ca­ción téc­ni­ca puede ras­trear­se, pre­vio al pero­nis­mo, por parte de diver­sos sec­to­res que incluían desde pro­gre­sis­tas hasta con­ser­va­do­res. Desde prin­ci­pios de siglo, se con­ce­bía la ense­ñan­za téc­ni­ca como una cues­tión suma­men­te rele­van­te que per­mi­ti­ría solu­cio­nar aque­llos pro­ble­mas liga­dos a la falta de com­pe­ti­ti­vi­dad de las indus­trias nacio­na­les, alen­tan­do a su vez el pro­ce­so de sus­ti­tu­ción de impor­ta­cio­nes en curso.

Asi­mis­mo, era con­ce­bi­do por deter­mi­na­dos sec­to­res mili­ta­res como un tema de carác­ter estra­té­gi­co para la defen­sa del país, des­ta­cán­do­se entre ellos la figu­ra del gene­ral Manuel Savio. Tanto la crea­ción de la Escue­la Supe­rior Téc­ni­ca del Ejér­ci­to, en la déca­da del trein­ta, como la Direc­ción Gene­ral de Fabri­ca­cio­nes Mili­ta­res, en 1941, for­ma­ron parte de esta con­cep­ción liga­da a sec­to­res nacio­na­lis­tas que pre­ten­dían fomen­tar el desa­rro­llo indus­trial como forma de garan­ti­zar la soberanía.

Resul­ta intere­san­te des­ta­car que exis­tie­ron pro­yec­tos ante­ce­so­res a la crea­ción de la Uni­ver­si­dad Obre­ra Nacio­nal, a par­tir de los cua­les se pre­ten­dió dar a la edu­ca­ción téc­ni­ca un nivel de for­ma­ción y espe­cia­li­za­ción supe­rior al vigen­te. Estas pro­pues­tas fue­ron rea­li­za­das por parte del epis­co­pa­do argen­tino y de la Con­fe­de­ra­ción Gene­ral del Tra­ba­jo. La crea­ción de la Uni­ver­si­dad Obre­ra Argen­ti­na, en 1939, fue, quizá, el pro­yec­to más des­ta­ca­do aun­que se tra­ta­ba de una ins­ti­tu­ción de baja calificación.[13]

En tér­mi­nos gene­ra­les, las ins­ti­tu­cio­nes liga­das a la ense­ñan­za téc­ni­ca pre­vias al pero­nis­mo se encon­tra­ban de mane­ra frag­men­ta­da y vin­cu­la­das al nivel secun­da­rio. De modo que, su pro­fe­sio­na­li­za­ción resul­ta­ba urgen­te para darle mayor rele­van­cia e inde­pen­den­cia de la ense­ñan­za media. Este cam­bio comen­zó a vis­lum­brar­se a par­tir de 1943, modi­fi­can­do sus­tan­cial­men­te la estra­te­gia impul­sa­da desde el Esta­do en mate­ria téc­ni­ca. En 1944, se creó la Comi­sión Nacio­nal del Apren­di­za­je y Orien­ta­ción Pro­fe­sio­nal (C.N.A.O.P.), impul­sa­da desde la Secre­ta­ria de Tra­ba­jo y Pre­vi­sión por Juan Domin­go Perón. Desde allí comen­zó un pro­ce­so de cen­tra­li­za­ción de la edu­ca­ción téc­ni­ca a nivel nacio­nal, que sentó las bases del nuevo para­dig­ma en mate­ria edu­ca­ti­va que con­for­ma­ría el pero­nis­mo al plan­tear una refor­ma inte­gral en la edu­ca­ción argentina.

Entre las ins­ti­tu­cio­nes edu­ca­ti­vas liga­das al fomen­to de los sabe­res téc­ni­cos se encon­tra­ban las Escue­las de Artes y Ofi­cios, las Escue­las Indus­tria­les de la Nación, las Escue­las Téc­ni­cas de Ofi­cios y las Escue­las Pro­fe­sio­na­les para Muje­res. En rela­ción a las pri­me­ras, José Anto­nio Sán­chez Román remar­ca que su fomen­to tuvo una clara impron­ta con­ser­va­do­ra esti­mu­la­da por la Liga Patrió­ti­ca Argen­ti­na. Ésta, pre­ten­dió impul­sar­las por todo el país con el obje­ti­vo de doble­gar cual­quier resis­ten­cia de los tra­ba­ja­do­res, al mismo tiem­po que se plan­tea­ba como un obje­ti­vo cen­tral “argen­ti­ni­zar” la clase tra­ba­ja­do­ra median­te la edu­ca­ción “moral” de las muje­res, con­si­de­ran­do que eran ellas quie­nes trans­mi­ti­rían el men­sa­je al resto de la familia.[14]

Educación y peronismo
Duran­te el pri­mer gobierno pero­nis­ta se inten­si­fi­có la estra­te­gia, que comen­zó a deli­near­se en 1943, en la cual la edu­ca­ción téc­ni­ca ocu­pa­ba un lugar des­ta­ca­do. La crea­ción de casi un cen­te­nar de Escuelas-fábrica, escue­las de apren­di­za­je, de capa­ci­ta­ción obre­ra para adul­tos, de capa­ci­ta­ción pro­fe­sio­nal para muje­res así como de misio­nes mono­téc­ni­cas y de exten­sión cul­tu­ral, sería una prue­ba feha­cien­te de los cam­bios imple­men­ta­dos duran­te el perío­do en cuestión.

Cabe men­cio­nar que el impul­so a la difu­sión de este tipo de sabe­res espe­cia­li­za­dos se impar­tía junto a una serie de mate­rias tales como geo­gra­fía, his­to­ria y cívi­ca, bus­can­do de este modo ele­var el nivel cul­tu­ral de los tra­ba­ja­do­res median­te cono­ci­mien­tos de “cul­tu­ra gene­ral” al mismo tiem­po que se ense­ña­ban ofi­cios que posi­bi­li­ta­rían el empleo en las fábricas.

En este sen­ti­do, las refor­mas edu­ca­ti­vas y par­ti­cu­lar­men­te la crea­ción de la Uni­ver­si­dad Obre­ra Nacio­nal (U.O.N), el 19 de sep­tiem­bre de 1948 (e inau­gu­ra­da recién en 1953), deben ser com­pren­di­das den­tro de un con­tex­to his­tó­ri­co sig­na­do por pro­fun­dos cam­bios. Las polí­ti­cas imple­men­ta­das por el pero­nis­mo liga­das a la cons­truc­ción de un Esta­do bene­fac­tor carac­te­ri­za­do por su inter­ven­cio­nis­mo en mate­ria eco­nó­mi­ca, con el obje­ti­vo de for­ta­le­cer el mer­ca­do interno, la redis­tri­bu­ción de los ingre­sos y el cre­ci­mien­to de la indus­tria nacio­nal, resul­tan indi­so­cia­bles de los cam­bios en mate­ria edu­ca­ti­va liga­dos a los sabe­res téc­ni­cos. Se enmar­can en un pro­yec­to inte­gral de refor­ma edu­ca­ti­va como expre­sión del pro­ce­so de moder­ni­za­ción ini­cia­do en la déca­da de 1940. La “Nueva Argen­ti­na” que se esta­ba ges­tan­do reque­ría un cam­bio de para­dig­ma para con­cluir con el mode­lo agro-exportador y, de este modo, poner en mar­cha el pro­yec­to de indus­tria­li­za­ción nacio­nal. Para ello, era impres­cin­di­ble modi­fi­car la for­ma­ción de los tra­ba­ja­do­res, capa­ci­tán­do­los para tra­ba­jar en las fábri­cas argen­ti­nas de mane­ra com­pe­ti­ti­va, sin el reque­ri­mien­to de téc­ni­cos o inge­nie­ros pro­ve­nien­tes del extran­je­ro. La for­ma­ción de pro­fe­sio­na­les argen­ti­nos capa­ces de desem­pe­ñar sus labo­res efi­caz­men­te en las indus­trias nacien­tes era un requi­si­to fun­da­men­tal para garan­ti­zar los pila­res del pero­nis­mo: jus­ti­cia social, sobe­ra­nía polí­ti­ca e inde­pen­den­cia económica.

La crea­ción de la Uni­ver­si­dad Obre­ra Nacio­nal fue per­ci­bi­da por parte de la mayo­ría de los tra­ba­ja­do­res como una reivin­di­ca­ción social que posi­bi­li­ta­ría el otor­ga­mien­to de títu­los uni­ver­si­ta­rios a quie­nes his­tó­ri­ca­men­te se vie­ron nega­dos a dicha posi­bi­li­dad. En este sen­ti­do, la U.O.N. repre­sen­ta­ba un claro sím­bo­lo de la jus­ti­cia social que mani­fes­ta­ba el dis­cur­so pero­nis­ta. Al mismo tiem­po, la for­ma­ción de obre­ros espe­cia­li­za­dos era per­ci­bi­da por parte del gobierno como un aspec­to cen­tral para la con­cre­ción del pro­yec­to indus­tria­li­za­dor. El pro­pio pre­si­den­te Perón lo expre­só con cla­ri­dad en el acto de inau­gu­ra­ción de la U.O.N: 

“Cuan­do en 1944 soñá­ba­mos con la etapa natu­ral que ha de cum­plir el pue­blo argen­tino, pen­sá­ba­mos que la capa­ci­dad ener­gé­ti­ca de los pue­blos, no está sola­men­te en razón del tra­ba­jo que rea­li­zan cuan­ti­ta­ti­va­men­te, sino en el fac­tor cua­li­ta­ti­vo de ese mismo tra­ba­jo (…) Se ini­cia­ba la entra­da en la etapa indus­trial. Y la etapa indus­trial no se puede enca­rar sin capa­ci­ta­ción téc­ni­ca y pro­fe­sio­nal. Fue enton­ces en 1944, cuan­do lan­za­mos la pri­me­ra dis­po­si­ción esta­ble­cien­do la orga­ni­za­ción de la mano de obra y de la capa­ci­dad téc­ni­ca para la indus­tria argentina…”[15]

Es impor­tan­te des­ta­car la reivin­di­ca­ción social que impli­ca­ba en dicho perío­do otor­gar­le jerar­quía a la for­ma­ción liga­da a los sabe­res téc­ni­cos, resal­tan­do al mismo tiem­po la impor­tan­cia de su labor en las fábri­cas. His­tó­ri­ca­men­te, estos sec­to­res popu­la­res fue­ron nin­gu­nea­dos en los dis­cur­sos ofi­cia­les y la for­ma­ción uni­ver­si­ta­ria aso­cia­da úni­ca­men­te a las carre­ras tra­di­cio­na­les (vin­cu­la­das a sabe­res teó­ri­cos y abs­trac­tos) a las cua­les asis­tían los sec­to­res medios y altos.

De este modo, el pero­nis­mo no sólo pre­ten­dió modi­fi­car las jerar­quías a nivel edu­ca­ti­vo sino que, a tra­vés de su dis­cur­so y sus prác­ti­cas, hizo que los sec­to­res popu­la­res fue­ran autén­ti­cos pro­ta­go­nis­tas del cam­bio social que trans­cu­rría. Los tra­ba­ja­do­res en las fábri­cas, así como en otros ámbi­tos labo­ra­les, pasa­ron a ocu­par un lugar des­ta­ca­do y estra­té­gi­co para la “Nueva Argen­ti­na”, cuan­do ante­rior­men­te eran con­si­de­ra­dos por los sec­to­res gober­nan­tes como una pobla­ción a la cual se debía direc­cio­nar y, para ello, nada mejor que la pala­bra de los inte­lec­tua­les pro­ve­nien­tes de las carre­ras tra­di­cio­na­les. Esta visión “hege­mó­ni­ca” buscó alte­rar, lle­gan­do inclu­so a des­de­ñar a los inte­lec­tua­les y a los docen­tes de las uni­ver­si­da­des tra­di­cio­na­les por con­si­de­rar­los reac­cio­na­rios, con­fron­tan­do los absur­dos dis­cur­sos de cier­tos inte­lec­tua­les con las vir­tu­des del pue­blo tra­ba­ja­dor, que a tra­vés de sus prác­ti­cas, apor­ta­ba día a día para el cam­bio social.

Dicha reivin­di­ca­ción no sólo se rela­cio­na­ba con el con­tras­te entre el tra­ba­jo inte­lec­tual y el manual, entre el “saber decir” (liga­do a sec­to­res con­ser­va­do­res) y el “saber hacer” (carac­te­rís­ti­co de los sec­to­res popu­la­res), sino tam­bién con el con­tras­te entre el cen­tra­lis­mo por­te­ño y el fede­ra­lis­mo. La imple­men­ta­ción de diver­sas medi­das en mate­ria edu­ca­ti­va tales como las misio­nes mono­téc­ni­cas y de exten­sión cul­tu­ral, y la crea­ción de diver­sas Facul­ta­des Regio­na­les en las prin­ci­pa­les ciu­da­des del país se encon­tra­ban en tal direc­ción. A tra­vés de ellas se pre­ten­día fomen­tar el desa­rro­llo de polos indus­tria­les en los que gran parte de sus alum­nos y egre­sa­dos pudie­ran encon­trar posi­bi­li­da­des de inser­tar­se den­tro del sec­tor pro­duc­ti­vo. Esto gene­ra­ría efec­tos secun­da­rios que alen­ta­rían el cre­ci­mien­to de las dife­ren­tes ciu­da­des del país, rom­pien­do así con el cen­tra­lis­mo porteño.

El Consejo Nacional de Posguerra
Muchas de las polí­ti­cas que imple­men­tó el pero­nis­mo esta­ban liga­ban al diag­nós­ti­co ela­bo­ra­do por el Con­se­jo Nacio­nal de Pos­gue­rra (crea­do median­te el decre­to 23.817 en agos­to de 1944) del cual el pro­pio Perón for­ma­ba parte al fren­te de su direc­ción, a la vez que desem­pe­ña­ba el cargo de Vice­pre­si­den­te de la Nación. Al mismo tiem­po era miem­bro de la Comi­sión Per­ma­nen­te del Con­se­jo como Secre­ta­rio de Tra­ba­jo y Previsión.

El Con­se­jo se creó en un con­tex­to en el cual era inmi­nen­te el fin de la Segun­da Gue­rra Mun­dial, sien­do una cons­tan­te la preo­cu­pa­ción en torno a la falta de empleo y las nece­si­da­des de indus­tria­li­zar el país. En ver­dad, estos deba­tes ya pro­ve­nían de la déca­da del trein­ta pero sin la orga­ni­ci­dad y pla­ni­fi­ca­ción que se pre­ten­día para el dise­ño de polí­ti­cas de mediano plazo como serían los dos pla­nes quin­que­na­les. Mario Rapo­port plan­tea que la crea­ción del Con­se­jo res­pon­dió al espí­ri­tu de la época, en un con­tex­to en el cual era recien­te la expe­rien­cia del New Deal en Esta­dos Uni­dos y la pla­ni­fi­ca­ción sovié­ti­ca, así como tam­bién las fra­ca­sa­das del fas­cis­mo y el nazis­mo, con­ti­nua­ban en boga. “La expe­rien­cia de la Gran Depre­sión y los pro­ce­sos de indus­tria­li­za­ción a los que dio lugar en los paí­ses peri­fé­ri­cos y la influen­cia de las ideas key­ne­sia­nas, con su preo­cu­pa­ción por el pleno empleo, juga­ron tam­bién un des­ta­ca­do papel. Por últi­mo, la gue­rra misma y la for­ma­ción mili­tar de Perón daban un con­te­ni­do estra­té­gi­co a la for­mu­la­ción de pla­nes eco­nó­mi­cos y socia­les de mediano plazo, que se tra­du­ci­rían luego, en 1946, en los dos pla­nes quin­que­na­les de los gobier­nos peronistas.”[16]

El decre­to fun­da­cio­nal del Con­se­jo prio­ri­za­ba como temas centrales:

“a) Situa­ción eco­nó­mi­ca del momen­to presente

b) Posi­bles des­equi­li­brios deter­mi­na­dos por el fin de la gue­rra y el pasa­je a la paz.

c) Obje­ti­vos a alcan­zar una vez res­ta­ble­ci­da la nor­ma­li­dad de la pos­gue­rra de acuer­do con las moda­li­da­des que se pre­vea carac­te­ri­za­rán el futu­ro eco­nó­mi­co y social.

d) Pro­po­ner medi­das y dis­po­si­cio­nes cuya apli­ca­ción con­ven­ga desde el pre­sen­te para sal­var las difi­cul­ta­des que se pre­vea pue­den pre­sen­tar­se y ajus­tan­do aque­llas a prin­ci­pios de res­pe­to, jus­ti­cia y solidaridad.”[17]

Estos aná­li­sis rea­li­za­dos por el Con­se­jo con­for­ma­ron el sus­tra­to a par­tir del cual se ela­bo­ra­ría el Pri­mer Plan Quin­que­nal. Luego del triun­fo elec­to­ral que per­mi­tió a Perón desem­pe­ñar­se como Pre­si­den­te de la Nación, las fun­cio­nes del Con­se­jo fue­ron trans­fe­ri­das a la Secre­ta­ría Téc­ni­ca de Pre­si­den­cia y fue allí donde las pro­pues­tas ela­bo­ra­das en mate­ria de polí­ti­cas eco­nó­mi­cas y socia­les toma­ron mayor rele­van­cia. Asi­mis­mo, per­mi­tió la intro­duc­ción de nue­vas téc­ni­cas esta­dís­ti­cas en las fun­cio­nes de gobierno con las cua­les ante­rior­men­te no se con­ta­ba per­mi­tien­do, así, una mejor planificación.

Como parte del aná­li­sis de la coyun­tu­ra que reali­zó el Con­se­jo Nacio­nal de Pos­gue­rra, se arri­bó a las siguien­tes con­clu­sio­nes: el ago­ta­mien­to del mode­lo agroex­por­ta­dor y la nece­si­dad de un desa­rro­llo indus­trial; el apoyo de deter­mi­na­dos gru­pos empre­sa­ria­les que tenían un inte­rés eco­nó­mi­co en este pro­ce­so tales como los agru­pa­dos en la Unión Indus­trial Argen­ti­na y afi­nes; la nece­si­dad de pla­ni­fi­car el desa­rro­llo indus­trial que pre­sen­ta­ba diver­sas difi­cul­ta­des tales como pro­ble­mas de efi­cien­cia y maqui­na­ria obsoleta.[18]

La industrialización peronista
Si bien, desde prin­ci­pios de la déca­da del vein­te, en el con­tex­to de la Pri­me­ra Gue­rra Mun­dial, comen­zó en el país una inci­pien­te sus­ti­tu­ción de impor­ta­cio­nes debi­do a las difi­cul­ta­des para impor­tar manu­fac­tu­ras, este pro­ce­so se inten­si­fi­có a par­tir de la cri­sis eco­nó­mi­ca mun­dial de 1929. Sin embar­go, es a par­tir de media­dos de la déca­da del cua­ren­ta, con la lle­ga­da del pero­nis­mo, que se pone en mar­cha un autén­ti­co pro­yec­to trans­for­ma­dor de la matriz eco­nó­mi­ca que garan­ti­za, al mismo tiem­po, el pleno empleo de los tra­ba­ja­do­res y mejo­ra sus con­di­cio­nes de vida.

De esta mane­ra el pro­ce­so de indus­tria­li­za­ción nacio­nal era alen­tan­do por un Esta­do acti­vo que a tra­vés de dife­ren­tes polí­ti­cas pre­ten­día gene­rar las con­di­cio­nes para modi­fi­car el mode­lo pro­duc­ti­vo. En este sen­ti­do, se orien­ta­ron tam­bién medi­das tales como la esta­ti­za­ción de los ferro­ca­rri­les, telé­fo­nos, puer­tos y otras empre­sas de ser­vi­cios; la crea­ción de la Direc­ción Nacio­nal de Indus­trias del Esta­do (D.I.N.I.E.), y de empre­sas esta­ta­les estra­té­gi­cas tales como Gas del Esta­do y Agua y Energía.[19] Res­pec­to de la D.I.N.I.E. cabe men­cio­nar que inclu­yó bajo su con­trol a una trein­te­na de empre­sas metal­me­cá­ni­cas, tex­ti­les, quí­mi­cas, far­ma­céu­ti­cas, eléc­tri­cas y de la cons­truc­ción, la mayo­ría de ori­gen ale­mán, que fue­ron esta­ti­za­das cuan­do Argen­ti­na le decla­ró la gue­rra al Eje en 1945.[20]

Es impor­tan­te recal­car la cen­tra­li­dad que tuvo la nacio­na­li­za­ción del Banco Cen­tral y de los depó­si­tos en 1946, junto a la con­for­ma­ción de un Sis­te­ma del Banco Cen­tral, bajo el cual que­da­ron inte­gra­dos todos los ban­cos y otros orga­nis­mos finan­cie­ros. Asi­mis­mo, la polí­ti­ca cre­di­ti­cia imple­men­ta­da desde el Banco del Cré­di­to Indus­trial Argen­tino gene­ró un fuer­te impul­so a la indus­tria nacio­nal. En 1947 se creó la side­rúr­gi­ca SOMI­SA (Socie­dad Mixta Side­rúr­gi­ca Argen­ti­na):“el obje­ti­vo con­sis­tía en brin­dar bases sóli­das para la indus­tria lami­na­do­ra que se había desa­rro­lla­do duran­te los años de la gue­rra prin­ci­pal­men­te. No obs­tan­te, el pro­yec­to fue demo­ra­do, en parte, por las difi­cul­ta­des para obte­ner los equi­pos nece­sa­rios, dadas las res­tric­cio­nes que ponían los Esta­dos Uni­dos para ese tipo de bie­nes; en parte tam­bién por las pre­sio­nes de los lami­na­do­res pri­va­dos que recla­ma­ban impor­tar esos insu­mos desde el exterior.”[21]

Este fuer­te inter­ven­cio­nis­mo per­mi­tió for­ta­le­cer el mer­ca­do interno y el sur­gi­mien­to de una serie de indus­trias a una esca­la impen­sa­da déca­das atrás. Es impor­tan­te des­ta­car que gran parte del pre­su­pues­to des­ti­na­do a los Pla­nes Quin­que­na­les fue finan­cia­do a tra­vés del Ins­ti­tu­to Argen­tino para la Pro­mo­ción y el Inter­cam­bio (I.A.P.I.). Este era el prin­ci­pal ins­tru­men­to para mate­ria­li­zar la polí­ti­ca y regu­lar el comer­cio exte­rior, ejer­cien­do el mono­po­lio vir­tual de las expor­ta­cio­nes. Se encar­ga­ba de com­prar a los pro­duc­to­res a pre­cios fijos y de reven­der a pre­cios inter­na­cio­na­les. Median­te el con­trol de cam­bios y la fija­ción de los pre­cios de las expor­ta­cio­nes para los pro­duc­tos pri­ma­rios, el IAPI obtu­vo los bene­fi­cios que posi­bi­li­ta­ron el finan­cia­mien­to del Pri­mer Plan Quinquenal.[22]

En este sen­ti­do, Galasso[23] plan­tea que, en el trans­cur­so de pocos años, el gobierno pero­nis­ta logró con­for­mar una pode­ro­sa estruc­tu­ra de empre­sas esta­ta­les estra­té­gi­cas com­pren­dien­do tanto aque­llas que impli­ca­ban una inver­sión de base muy alta, como la side­rur­gia o la explo­ta­ción del car­bón a tra­vés de Yaci­mien­tos Car­bo­ní­fe­ros Fis­ca­les (Y.C.F.); las nuclea­das en el grupo de empre­sas D.I.N.I.E. (49 empre­sas basa­das en las ex-empresas ale­ma­nas Osram, Geigy, Bayer, Cri­sol­di­nie, Metal­di­nie y Ferro­di­nie) y el com­ple­jo de Fabri­ca­cio­nes Mili­ta­res. Así, el Esta­do tomó un pro­ta­go­nis­mo inusi­ta­do en la his­to­ria argen­ti­na lle­gan­do a pro­du­cir bar­cos, vago­nes ferro­via­rios, com­bus­ti­bles y auto­mó­vi­les, entre otras cosas.

La sus­ti­tu­ción de impor­ta­cio­nes liga­da a las pro­duc­cio­nes de carác­ter estra­té­gi­co era com­pren­di­da por el pro­pio Perón como cen­tra­les desde el punto de vista de la defen­sa nacio­nal y así lo expre­sa­ba ya antes de asu­mir la presidencia:

“Hemos gas­ta­do en el extran­je­ro gran­des sumas de dine­ro en la adqui­si­ción de mate­rial de gue­rra (…) Una polí­ti­ca inte­li­gen­te nos hubie­ra per­mi­ti­do mon­tar las fábri­cas para hacer­los en el país, las que ten­dría­mos en el pre­sen­te, lo mismo que una con­si­de­ra­ble expe­rien­cia indus­trial; y las sumas inver­ti­das habrían pasa­do de unas manos a otras: argen­ti­nas todas. Lo que digo del mate­rial de gue­rra se puede hacer exten­si­vo a las maqui­na­rias agrí­co­las, al mate­rial de trans­por­te, terres­tre, flu­vial y marí­ti­mo, y a cual­quier otro orden de actividad…”[24]

En tal direc­ción se encon­tra­ba el inte­rés sub­ya­cen­te por el fomen­to a la edu­ca­ción téc­ni­ca de los obre­ros argen­ti­nos y el fomen­to a la indus­tria pesa­da: no era posi­ble con­ce­bir la sobe­ra­nía polí­ti­ca como escin­di­da de la inde­pen­den­cia económica.

Así, desde el punto de vista de la estra­te­gia mili­tar y pre­vien­do la inevi­ta­bi­li­dad de una futu­ra gue­rra a esca­la inter­na­cio­nal (por más que con­si­de­ra­ra a la Argen­ti­na como una nación pací­fi­ca), resul­ta­ba prio­ri­ta­rio lograr el auto-abastecimiento fren­te a un posi­ble blo­queo comer­cial futu­ro. Sin ello el país se encon­tra­ría en una situa­ción de clara vul­ne­ra­bi­li­dad inter­na­cio­nal. “Las nacio­nes en lucha bus­can anu­lar el comer­cio del adver­sa­rio, no sólo para impe­dir la lle­ga­da de abas­te­ci­mien­tos nece­sa­rios a las fuer­zas arma­das, sino a la vida de la pobla­ción civil y a su eco­no­mía. El blo­queo inglés y la cam­pa­ña sub­ma­ri­na ale­ma­na son una demos­tra­ción en este sentido…”[25]

Para lograr­lo plan­tea­ba la nece­si­dad de orien­tar la for­ma­ción pro­fe­sio­nal de los jóve­nes hacia un enfo­que indus­trial que prio­ri­ce el tra­ba­jo en talle­res y fábri­cas en lugar de for­mar buró­cra­tas que cir­cu­la­ran por las ofi­ci­nas públi­cas sin sen­ti­do. En esta direc­ción debía enca­mi­nar­se tanto la for­ma­ción en escue­las indus­tria­les y de ofi­cios, como en las facul­ta­des de quí­mi­ca, indus­trias, elec­tro­téc­ni­cas, etc.

En este sen­ti­do, las polí­ti­cas del pero­nis­mo clá­si­co bus­ca­rían impul­sar la gene­ra­ción de nue­vas cama­das de téc­ni­cos pro­fe­sio­na­les argen­ti­nos que pudie­ran per­mi­tir la ela­bo­ra­ción de insu­mos, maqui­na­rias, infra­es­truc­tu­ra y otras manu­fac­tu­ras que posi­bi­li­ta­ran sus­ti­tuir la depen­den­cia del capi­tal extranjero:

“Los téc­ni­cos argen­ti­nos se han mos­tra­do tan capa­ces como los extran­je­ros. Y si alguien cree que no lo son, trai­ga­mos a éstos, que pron­to asi­mi­la­re­mos todo lo que pue­dan ense­ñar­nos. El obre­ro argen­tino, cuan­do se le ha dado opor­tu­ni­dad para apren­der, se ha reve­la­do tanto o más capaz que el extran­je­ro. Maqui­na­rias, si no las posee­mos en can­ti­dad ni cali­dad sufi­cien­tes, pue­den fabri­car­se o adqui­rir­se tan­tas como sean necesarias.”[26]

La Constitución de 1949
La refor­ma de la Cons­ti­tu­ción Nacio­nal fue una de las medi­das de mayor rele­van­cia a la hora de refe­rir­nos al pero­nis­mo clá­si­co. Las modi­fi­ca­cio­nes plas­ma­das en la nueva Cons­ti­tu­ción Nacio­nal refle­ja­ban el pro­ce­so de cam­bio social en curso. Eduar­do Anguita[27] sos­tie­ne que la con­vo­ca­to­ria a una Con­ven­ción Nacio­nal Cons­ti­tu­yen­te se dio en un con­tex­to en el cual se habían con­sa­gra­do los dere­chos eco­nó­mi­cos y socia­les de los tra­ba­ja­do­res, se modi­fi­có drás­ti­ca­men­te el repar­to de las rique­zas y se dotó al Esta­do de meca­nis­mos de regu­la­ción de la renta agraria.

La nece­si­dad de plas­mar estos cam­bios en una refor­ma de la Cons­ti­tu­ción fue expre­sa­da por el pro­pio pre­si­den­te Perón ante la Asam­blea Cons­ti­tu­yen­te Refor­ma­do­ra el 27 de enero de 1949: 

“Con las refor­mas pro­yec­ta­das por el Par­ti­do Pero­nis­ta, la Cons­ti­tu­ción adquie­re la con­sis­ten­cia de que hoy está nece­si­ta­da. Hemos ras­ga­do el viejo pape­le­río decla­ma­to­rio que el siglo pasa­do nos trans­mi­tió; con sobrie­dad espar­ta­na escri­bi­mos nues­tro corto men­sa­je a la pos­te­ri­dad, refle­jo de la época que vivi­mos y con­se­cuen­cia lógi­ca de las des­via­cio­nes que habían expe­ri­men­ta­do los tér­mi­nos usa­dos en 1853. […] El pro­gre­so social y eco­nó­mi­co y las regre­sio­nes polí­ti­cas que el mundo ha regis­tra­do en los últi­mos cien años, han crea­do nece­si­da­des inelu­di­bles; no aten­der­las pro­ve­yen­do a lo que corres­pon­da, equi­va­le a dero­gar los tér­mi­nos en que fue con­ce­bi­da por sus autores.”[28]

De acuer­do a lo expre­sa­do por Suriano y Loba­to se efec­tua­ron pro­fun­dos cam­bios, modi­fi­cán­do­se el viejo para­dig­ma libe­ral de la Cons­ti­tu­ción e incor­po­ran­do una serie de dere­chos socia­les (del tra­ba­ja­dor, de la fami­lia, de la ancia­ni­dad, el dere­cho a la edu­ca­ción y a la cul­tu­ra) así como la reelec­ción del pre­si­den­te: “Se incor­po­ró el Decá­lo­go del Tra­ba­ja­dor, que esta­ble­cía la plena vigen­cia de los dere­chos fun­da­men­ta­les de los tra­ba­ja­do­res e incluía la decla­ra­ción de la pro­pie­dad inalie­na­ble de la Nación sobre los recur­sos natu­ra­les, la nacio­na­li­za­ción de los ser­vi­cios públi­cos y la regu­la­ción del comer­cio externo.”[29]

Si bien la nueva Cons­ti­tu­ción expre­sa­ba que la pro­pie­dad pri­va­da era un dere­cho natu­ral, el reco­no­ci­mien­to de la fun­ción social de la pro­pie­dad sería una inno­va­ción en mate­ria legis­la­ti­va inexis­ten­te hasta la fecha a nivel nacio­nal, per­mi­tien­do así la expro­pia­ción tanto de tie­rras como de empre­sas en pos del bene­fi­cio de la comu­ni­dad. A tra­vés del artícu­lo 40, toma­do de la Cons­ti­tu­ción mexi­ca­na, impe­día la com­pra del sub­sue­lo a empre­sas petro­le­ras extran­je­ras. Asi­mis­mo, en su Preám­bu­lo se reafir­ma­rían los pos­tu­la­dos esen­cia­les del pero­nis­mo: una nación social­men­te justa, eco­nó­mi­ca­men­te libre y polí­ti­ca­men­te soberana.[30]

Median­te la nueva Cons­ti­tu­ción se auto­ri­zó al Esta­do a inter­ve­nir en acti­vi­da­des estra­té­gi­cas y se defi­nió un pro­ce­di­mien­to rigu­ro­so para la nacio­na­li­za­ción de ser­vi­cios públi­cos. El comer­cio exte­rior quedó a cargo exclu­si­vo del Esta­do; mien­tras que en el resto de las acti­vi­da­des eco­nó­mi­cas se garan­ti­zó la libre ini­cia­ti­va pri­va­da, salvo que la misma tuvie­ra mar­ca­da­men­te fines con­tra­rios a los intere­ses de la nación.[31]

El desarrollo científico y tecnológico
Duran­te el gobierno pero­nis­ta el desa­rro­llo científico-técnico liga­do al inten­so pro­ce­so de indus­tria­li­za­ción y fomen­to de los sabe­res vin­cu­la­dos a este alcan­za dimen­sio­nes sin pre­ce­den­tes en la his­to­ria nacio­nal. Según el his­to­ria­dor Diego Hurtado[32], a la hora de refle­xio­nar en torno al desa­rro­llo científico-tecnológico es fun­da­men­tal con­si­de­rar tres sec­to­res en juego que dispu­taban intere­ses: el sec­tor mili­tar, el sec­tor pro­duc­ti­vo y los cien­tí­fi­cos. Así, sos­tie­ne que en Argen­ti­na hubo un pro­ce­so de ins­ti­tu­cio­na­li­za­ción desdoblado:

“…el gobierno pero­nis­ta ins­ti­tu­cio­na­li­za la cien­cia y la tec­no­lo­gía desde una polí­ti­ca cen­tra­li­za­do­ra, enfo­ca­da a pro­ble­má­ti­cas socia­les, pro­duc­ti­vas y a la defen­sa. Por otro lado, el sec­tor de la comu­ni­dad cien­tí­fi­ca (vin­cu­la­da a Hous­say) cree que la ins­ti­tu­cio­na­li­za­ción tiene que darse en otro sen­ti­do: liber­tad de inves­ti­ga­ción, auto­no­mía del Esta­do. Y, como no tiene res­pues­ta desde el sec­tor polí­ti­co, inten­ta crear un sis­te­ma de filan­tro­pía que le per­mi­te empe­zar a crear ins­ti­tu­tos de inves­ti­ga­ción pri­va­dos. Para Amé­ri­ca Lati­na esto es muy original…”[33]

No obs­tan­te, la polí­ti­ca de Esta­do en el campo cien­tí­fi­co duran­te el pero­nis­mo fue suma­men­te rele­van­te, con­cre­tán­do­se en la crea­ción de des­ta­ca­dos orga­nis­mos científico-tecnológicos de van­guar­dia en Amé­ri­ca Lati­na. El 31 de Mayo de 1950 se creó la Comi­sión Nacio­nal de la Ener­gía Ató­mi­ca. La his­to­ria­do­ra Zule­ma Mar­zo­ra­ti expre­sa: “La volun­tad polí­ti­ca y el inte­rés guber­na­men­tal posi­bi­li­ta­ron la crea­ción en 1950 de la CNEA ins­ti­tu­ción desde donde se impul­só la polí­ti­ca ató­mi­ca, en la que se fue con­for­man­do una comu­ni­dad de cien­tí­fi­cos que alcan­zó un alto nivel en esa nueva área de la cien­cia. Duran­te esa pri­me­ra etapa, exten­di­da hasta la caída del gobierno de Perón, se empren­dió la pro­mo­ción de la geo­lo­gía y la mine­ría nuclear; la explo­ta­ción y el pro­ce­sa­mien­to del ura­nio; el desa­rro­llo de la meta­lur­gia y la pro­duc­ción y uti­li­za­ción de radio­isó­to­pos, arti­cu­lán­do­se la inves­ti­ga­ción bási­ca, la apli­ca­da y la tecnológica…”[34]

Reto­man­do el con­cep­to empe­ña­do por Félix Schus­ter de con­tex­tua­li­za­ción situa­cio­nal –enten­di­do como un con­jun­to de fac­to­res his­tó­ri­cos, socia­les y polí­ti­cos que ope­ran en el momen­to de una pro­duc­ción cien­tí­fi­ca deter­mi­na­da, inclu­yen­do a los com­po­nen­tes indi­vi­dua­les, ins­ti­tu­cio­na­les o comunitarios-, Mar­zo­ra­ti enfa­ti­za la rela­ción exis­ten­te entre el marco his­tó­ri­co y el pro­ce­so de pro­duc­ción cien­tí­fi­ca con­si­de­ran­do que ello reper­cu­te tanto en las prác­ti­cas de los cien­tí­fi­cos como en las acti­vi­da­des que se desarrollan.[35]

En este sen­ti­do, aso­cia el pro­ce­so de indus­tria­li­za­ción duran­te el pero­nis­mo, basa­do en recur­sos tales como el acero y el petró­leo, con el inte­rés del gobierno argen­tino por fomen­tar la inves­ti­ga­ción liga­da al desa­rro­llo nuclear pues­to que ofre­cía enor­mes posi­bi­li­da­des en cuan­to a la dis­po­ni­bi­li­dad de ener­gía eléc­tri­ca, pudien­do ser emplea­da en sec­to­res diver­sos tales como la agri­cul­tu­ra, la bio­lo­gía y la medicina.

En 1951, a tra­vés del decre­to 9.695, se ins­ti­tu­yó el ante­ce­den­te de mayor rele­van­cia a la crea­ción del CONI­CET: el Con­se­jo Nacio­nal de Inves­ti­ga­cio­nes Téc­ni­cas y Cien­tí­fi­cas (CONITYC).[36]

Asi­mis­mo, la crea­ción del Ins­ti­tu­to de Físi­ca de Bari­lo­che en abril de 1955, en sus comien­zos diri­gi­do por el Dr. José Anto­nio Bal­sei­ro (de quien, tras su falle­ci­mien­to, la ins­ti­tu­ción toma­ría su nom­bre), fue un acon­te­ci­mien­to suma­men­te rele­van­te para el impul­so a la inves­ti­ga­ción y for­ma­ción de pro­fe­sio­na­les en los cam­pos de las cien­cias exac­tas. Su crea­ción fue pos­te­rior al “Pro­yec­to Hue­mul”, a cargo del físi­co aus­tría­co Ronald Rit­cher. Este pro­yec­to cien­tí­fi­co, impul­sa­do por el pro­pio pre­si­den­te Perón, pre­ten­día desa­rro­llar ener­gía de fusión nuclear de mane­ra con­tro­la­da en el país con el obje­ti­vo de poten­ciar el desa­rro­llo de la indus­tria nacio­nal. Sin embar­go, en 1952 debi­do a las demo­ras por parte de Rit­cher en ofre­cer los resul­ta­dos de las inves­ti­ga­cio­nes (luego de haber­se rea­li­za­do en marzo de 1951 una con­fe­ren­cia en la cual se afir­ma­ban haber­se logra­do reac­cio­nes ter­mo­nu­clea­res con­tro­la­das), el gobierno nacio­nal envió una comi­sión téc­ni­ca diri­gi­da por el Dr. Bal­sei­ro que com­pro­bó que el supues­to des­cu­bri­mien­to era en ver­dad una esta­fa. Rit­cher fue sepa­ra­do de su cargo y las ins­ta­la­cio­nes desmanteladas.[37]

A pesar del frus­tra­do epi­so­dio del “Pro­yec­to Hue­mul”, la crea­ción de la Direc­ción Nacio­nal de Ener­gía Ató­mi­ca (DNEA), depen­dien­te del Minis­te­rio de Asun­tos Téc­ni­cos, con sede en Bue­nos Aires, impul­só nota­ble­men­te el desa­rro­llo de la inves­ti­ga­ción, difu­sión y for­ma­ción de téc­ni­cos rela­cio­na­dos con la ener­gía ató­mi­ca, comen­zan­do así la labor que con­ti­nua­ría la Comi­sión Nacio­nal pos­te­rior­men­te. Median­te dicha ins­ti­tu­ción comen­zó un perío­do de excep­cio­nal cre­ci­mien­to y expan­sión de las acti­vi­da­des cien­tí­fi­cas, y se orga­ni­za­ron los pri­me­ros gru­pos de inves­ti­ga­ción en geo­lo­gía, radio­quí­mi­ca, físi­ca nuclear, radia­ción cós­mi­ca y espec­tro­gra­fía nuclear.[38]

Otro pro­yec­to de rele­van­cia a cargo de un cien­tí­fi­co extran­je­ro fue el caso del inge­nie­ro aero­náu­ti­co ale­mán Kurt Tank a cargo del desa­rro­llo del Pul­qui, pri­mer avión a reac­ción en Ibe­roa­mé­ri­ca y quin­to en el mundo, ins­pi­ra­do en pla­nos que Tank trajo con­si­go desde Ale­ma­nia. En sus dos mode­los, este moderno caza repre­sen­tó un ver­da­de­ro hito en la indus­tria aero­náu­ti­ca argen­ti­na, prác­ti­ca­men­te inexis­ten­te antes de que el equi­po de la Focke-Wulf se ins­ta­la­ra en Córdoba.[39]

El soció­lo­go Aritz Recalde[40] plan­tea que el pero­nis­mo llevó a cabo un mode­lo inte­gral de desa­rro­llo de la cien­cia y la téc­ni­ca en el cual la pla­ni­fi­ca­ción esta­tal liga­da a la pro­mo­ción de la inno­va­ción tec­no­ló­gi­ca tenía la fina­li­dad de indus­tria­li­zar el país. En este sen­ti­do, no era con­ce­bi­ble un desa­rro­llo cien­tí­fi­co autén­ti­co sin la con­so­li­da­ción de la “Nueva Argen­ti­na” indus­trial en la cual los sec­to­res popu­la­res for­ma­ran parte de las polí­ti­cas públi­cas a implementarse:

“El pero­nis­mo pro­fun­di­zó el desa­rro­llo cien­tí­fi­co en áreas de impor­tan­cia estra­té­gi­ca nacio­nal como eran la pro­duc­ción de auto­mo­to­res, de avio­nes, de maqui­na­ria agrí­co­la, de ener­gía ató­mi­ca, petró­leo, dere­cho, geo­po­lí­ti­ca, salud o comu­ni­ca­cio­nes. Dicha tarea impli­có la for­mu­la­ción de Pla­nes Nacio­na­les de Desa­rro­llo inte­gral y sus­ten­ta­ble (Quin­que­na­les) y la orga­ni­za­ción y/o pro­mo­ción de ins­tru­men­tos ins­ti­tu­cio­na­les como fue­ron el Con­se­jo Nacio­nal de Pos­gue­rra, el Minis­te­rio de Edu­ca­ción, la Uni­ver­si­dad Obre­ra, los con­se­jos eco­nó­mi­cos socia­les, las escue­las téc­ni­cas, las Aca­de­mias Cul­tu­ra­les, la Comi­sión Nacio­nal de Ener­gía Ató­mi­ca (CNEA) o de Fabri­ca­cio­nes Militares.”[41]

Una renovación en materia sanitaria
Así como se impul­sa­ron una serie de polí­ti­cas reno­va­do­ras que impli­ca­ron cam­bios de rele­van­cia en mate­ria social y eco­nó­mi­ca, la salud no fue la excep­ción a ello. Duran­te el pri­mer man­da­to del pero­nis­mo se crea­ron una serie de orga­nis­mos de jerar­quía ten­dien­tes a desa­rro­llar una polí­ti­ca cen­tra­li­za­do­ra y moder­ni­za­do­ra median­te la ins­ti­tu­ción de la Direc­ción Nacio­nal de Higie­ne, la Secre­ta­ría de Salud y el Minis­te­rio de Salud Públi­ca. En este últi­mo, Ramón Carri­llo (des­ta­ca­do médi­co neu­ro­ci­ru­jano argen­tino) desa­rro­lló un nota­ble tra­ba­jo, par­ti­cu­lar­men­te en las zonas más pobres del país enfren­tan­do las enfer­me­da­des endé­mi­cas. De esta mane­ra, fue posi­ble erra­di­car enfer­me­da­des tales como el palu­dis­mo, la sífi­lis, lepra y tuberculosis.

La polí­ti­ca sani­ta­ria de Carri­llo, plas­ma­da en los dos pla­nes quin­que­na­les, buscó prio­ri­zar aque­llas cues­tio­nes que ante­rior­men­te el Esta­do no había teni­do sufi­cien­te­men­te en cuen­ta y reque­rían urgen­te aten­ción tales como la medi­ci­na social y la aten­ción materno-infantil. Tam­bién desa­rro­lló una impor­tan­te labor en mate­ria de medi­ci­na pre­ven­ti­va y en la cons­truc­ción de nume­ro­sos esta­ble­ci­mien­tos sani­ta­rios: “Los tra­ba­jos que se lle­va­ron a cabo por inter­me­dio del Minis­te­rio de Obras Públi­cas, por la Sub­se­cre­ta­ría de Cons­truc­cio­nes del Minis­te­rio de Salud (que creó con ese fin) y por la Fun­da­ción Eva Perón, darían como saldo la crea­ción de 4.229 esta­ble­ci­mien­tos sani­ta­rios con 130.180 camas.”[42]

En este sen­ti­do, fue prio­ri­ta­ria la cons­truc­ción de hos­pi­ta­les, ins­ti­tu­tos, cen­tros de aten­ción médi­ca y hoga­res escue­la en todo el país, par­ti­cu­lar­men­te en las zonas más vulnerables.

Kari­na Ramac­ciot­ti seña­la bási­ca­men­te cua­tro estra­te­gias de difu­sión sani­ta­ria imple­men­ta­das: las que tenían como obje­ti­vo inte­grar aque­llas zonas ale­ja­das de los gran­des cen­tros urba­nos, la aten­ción urgen­te de las epi­de­mias, aque­llas que apun­ta­ban al cui­da­do de la salud de los tra­ba­ja­do­res (cen­tran­do la aten­ción en los ámbi­tos de tra­ba­jo) y las orien­ta­das a la pro­tec­ción y el cui­da­do de los niños, tanto en los hoga­res como en las escuelas.[43]

Asi­mis­mo la auto­ra des­ta­ca que si bien la polí­ti­ca sani­ta­ria pro­cu­ra­ba gene­rar un pro­ce­so cen­tra­li­za­dor y moder­ni­za­dor de la san­ti­dad a nivel nacio­nal, el pro­ta­go­nis­mo que tuvo la polí­ti­ca sani­ta­ria desa­rro­lla­da duran­te los pri­me­ros años de gobierno fue pau­la­ti­na­men­te des­pla­za­do por la labor social que se lle­va­ría a cabo a tra­vés de la Fun­da­ción Eva Perón desde media­dos de 1948: “Estas orga­ni­za­cio­nes pasa­ron así a com­pe­tir con las capa­ci­da­des, recur­sos pre­su­pues­ta­rios y áreas de incum­ben­cia del Minis­te­rio y con la figu­ra del mismo Carri­llo, cuya ini­cia­ti­va y poder acu­mu­la­dos en un comien­zo se vie­ron licua­dos (…) con la apa­ri­ción de la Fun­da­ción Eva Perón y las obras socia­les de los sin­di­ca­tos y la reduc­ción del hol­ga­do pre­su­pues­to con el que en un prin­ci­pio contó el Ministerio…”[44]

Tanto desde la Secre­ta­ría de Salud Públi­ca como desde la Fun­da­ción Eva Perón se llevó ade­lan­te un pro­ce­so de pro­fe­sio­na­li­za­ción de las enfer­me­ras pues­to que se tra­ta­ba de una nece­si­dad prio­ri­ta­ria para poder imple­men­tar una efi­caz polí­ti­ca sani­ta­ria a nivel nacio­nal. Así, en 1947, se creó la Escue­la de Enfer­me­ras depen­dien­te de la Secre­ta­ría de Salud y tres años des­pués la Escue­la “7 de mayo” liga­da a la Fun­da­ción Eva Perón.

Cambios y continuidades en los mandatos
Exis­te un acuer­do gene­ra­li­za­do, prin­ci­pal­men­te den­tro del ámbi­to inte­lec­tual, según el cual se dis­tin­guen, a gran­des ras­gos, dos eta­pas o momen­tos de las polí­ti­cas imple­men­ta­das por el pero­nis­mo clá­si­co que se vin­cu­lan estre­cha­men­te con las carac­te­rís­ti­cas que toma­ron los dos pla­nes quin­que­na­les (cabe acla­rar que el segun­do no pudo cul­mi­nar­se pro­duc­to del golpe de 1955) En este sen­ti­do, Rou­gier y Schorr expre­san con cla­ri­dad dicha dife­ren­cia­ción: mien­tras que en un pri­mer momen­to se apli­ca­ría una polí­ti­ca ini­cial expan­si­va, carac­te­ri­za­da por una fuer­te redis­tri­bu­ción del ingre­so, la amplia­ción de los ins­tru­men­tos cre­di­ti­cios y del gasto públi­co, una pro­fu­sa polí­ti­ca de nacio­na­li­za­cio­nes y el impul­so a las acti­vi­da­des indus­tria­les (sobre todo las más liga­das al con­su­mo de los sec­to­res popu­la­res); a par­tir de 1949, en un con­tex­to de cri­sis, se buscó resol­ver los pro­ble­mas de esca­sez de divi­sas com­bi­nan­do el con­ge­la­mien­to de la polí­ti­ca de redis­tri­bu­ción de ingre­sos con un apoyo a las acti­vi­da­des agro­pe­cua­rias y los pri­me­ros inten­tos de avan­zar en la sus­ti­tu­ción de impor­ta­cio­nes de maqui­na­rias e insu­mos intermedios.

Desde otra pers­pec­ti­va, Aldo Ferrer coin­ci­de en seña­lar la apli­ca­ción de medi­das de carác­ter expan­si­vo hasta el año 1950 en mate­ria mone­ta­ria, fis­cal y sala­rial y dis­tin­gue un nuevo curso de acción para 1952: “el nuevo pro­gra­ma eco­nó­mi­co inclu­yó una seve­ra polí­ti­ca de ingre­sos, con la crea­ción de una comi­sión nacio­nal de pre­cios y sala­rios, la con­cer­ta­ción de con­ve­nios labo­ra­les cada dos años, en vez de las reno­va­cio­nes anua­les segui­das en los años ante­rio­res, y el man­te­ni­mien­to de un estric­to con­trol de precios…”[45]

En tal direc­ción apun­ta­ba el Segun­do Plan Quin­que­nal, modi­fi­can­do la Ley de Inver­sio­nes Extran­je­ras (pro­cu­ran­do otor­gar faci­li­da­des para la radi­ca­ción del capi­tal forá­neo) y el cre­ci­mien­to de la indus­tria pesada.

El pro­gra­ma imple­men­ta­do duran­te el pri­mer perío­do pre­si­den­cial se gestó en una coyun­tu­ra inter­na­cio­nal favo­ra­ble en la cual las poten­cias aún sufrían las con­se­cuen­cias nefas­tas de la Segun­da Gue­rra Mun­dial y deman­da­ban prin­ci­pal­men­te bie­nes pri­ma­rios. Esos divi­den­dos obte­ni­dos de los mer­ca­dos inter­na­cio­na­les fue­ron el sus­ten­to eco­nó­mi­co que per­mi­tió un incre­men­to de la inver­sión públi­ca y la pues­ta en prác­ti­ca de una serie de linea­mien­tos ya plan­tea­dos desde el Con­se­jo Nacio­nal de Pos­gue­rra en 1944, tales como la polí­ti­ca de inde­pen­den­cia eco­nó­mi­ca, el desa­rro­llo indus­trial y la defen­sa nacio­nal. Estos logra­ban com­pa­ti­bi­li­zar­se con una serie de pos­tu­la­dos de corte key­ne­siano tales como la bús­que­da del pleno empleo basa­do en una expan­sión del mer­ca­do interno, una modi­fi­ca­ción del rol del Esta­do inter­vi­nien­do en la eco­no­mía y fomen­tan­do la ele­va­ción del nivel de vida de los trabajadores.

Reto­man­do el aná­li­sis de la polí­ti­ca eco­nó­mi­ca pero­nis­ta rea­li­za­do por Mar­ce­lo Rou­gier, Julio Ben­ve­nu­to expre­sa que: 

“La herra­mien­ta uti­li­za­da sis­te­má­ti­ca­men­te era el incre­men­to sala­rial nomi­nal, que alcan­za­ba mejo­ras del 60% entre 1945 y 1948, acre­cen­ta­ba su par­ti­ci­pa­ción en más de un 10% del PBI en esos tres años y con­for­ma­ba la mitad del ingre­so nacio­nal en 1949 (…) Las polí­ti­cas públi­cas ten­dían a modi­fi­car los pre­cios rela­ti­vos de forma tal que acen­tua­ron el poder de com­pra de los sala­rios, ni espe­cial­men­te a tra­vés del con­trol de pre­cios que reva­lua­ba la mone­da local por un lado, y dis­mi­nuía en tér­mi­nos rela­ti­vos los pre­cios del sec­tor agro­pe­cua­rio y los ali­men­tos por el otro. El siguien­te esla­bón era un sec­tor indus­trial bene­fi­cia­do tam­bién por la polí­ti­ca cambiaria…”[46]

A su vez, la trans­fe­ren­cia de ingre­sos del sec­tor agro­pe­cua­rio hacia el indus­trial a tra­vés del IAPI, posi­bi­li­tó una fuer­te redis­tri­bu­ción de recur­sos hacia los tra­ba­ja­do­res, duran­te los pri­me­ros años del man­da­to pre­si­den­cial, en un con­tex­to de bonan­za eco­nó­mi­ca. Pró­xi­mo a fina­li­zar el pri­mer gobierno, comen­zó a vis­lum­brar­se la cri­sis del comer­cio exte­rior y una pro­lon­ga­da coyun­tu­ra infla­cio­na­ria que for­za­ría un cam­bio de rumbo tem­po­ral que se plas­ma­ría en la deno­mi­na­da “Vuel­ta al Campo” en 1952.[47]

Ante la nueva coyun­tu­ra eco­nó­mi­ca, el gobierno pero­nis­ta buscó corre­gir los des­equi­li­brios de la balan­za comer­cial ape­lan­do a una serie de medi­das de cuño orto­do­xo tales como la res­tric­ción fis­cal y mone­ta­ria. Asi­mis­mo, buscó neu­tra­li­zar la puja dis­tri­bu­ti­va, junto a un con­ge­la­mien­to de los pre­cios y los sala­rios por dos años y la sus­pen­sión de las nego­cia­cio­nes colectivas.[48]

De igual mane­ra, la trans­fe­ren­cia de ingre­sos rea­li­za­da duran­te los pri­me­ros años de gobierno tomó el sen­ti­do inver­so: ahora era el IAPI el orga­nis­mo por el cual se sub­si­dia­ba a los pro­duc­to­res agro­pe­cua­rios con el obje­ti­vo de recu­pe­rar nue­va­men­te la pro­duc­ción tras dos sequías con­se­cu­ti­vas. La cima de la cri­sis se regis­tró en el perío­do 1951-1952 y fue allí cuan­do el gobierno buscó modi­fi­car sus polí­ti­cas alen­tan­do la pro­duc­ción agro­pe­cua­ria por sobre la indus­trial, incen­ti­van­do la inver­sión pri­va­da y bus­can­do gene­rar las con­di­cio­nes que per­mi­tie­ran el arri­bo de capi­ta­les extranjeros:

Reto­man­do a Gir­bal Bla­cha, Carre­ras Doa­llo seña­la que en 1952 se lanzó el Plan Eco­nó­mi­co de Emer­gen­cia, en el cual las acti­vi­da­des rura­les ocu­pa­ron un lugar pre­pon­de­ran­te y se pro­pu­so como obje­ti­vos cen­tra­les: “…acen­tuar la pro­duc­ción y redu­cir el con­su­mo, revi­sar aque­llas dis­po­si­cio­nes sobre el tra­ba­jo rural que impe­dían a los pro­duc­to­res usar sus pro­pios medios de trans­por­te y soli­ci­tar la cola­bo­ra­ción de las orga­ni­za­cio­nes patro­na­les y obre­ras para eli­mi­nar de los con­ve­nios labo­ra­les toda cir­cuns­tan­cia capaz de limi­tar la pro­duc­ción sin causa justificada.”[49]

De este modo, mien­tras que duran­te el pri­mer perío­do de gobierno se buscó imple­men­tar una serie de medi­das pro­tec­cio­nis­tas ten­dien­tes a favo­re­cer el desa­rro­llo indus­trial median­te una trans­fe­ren­cia de ingre­sos pro­ve­nien­te del sec­tor agro­pe­cua­rio y alen­tan­do el con­su­mo de los sec­to­res popu­la­res, en el segun­do man­da­to se buscó com­ple­men­tar medi­das que alen­ta­sen la pro­duc­ción del sec­tor agro­pe­cua­rio junto a una serie de polí­ti­cas que impul­sa­sen el desa­rro­llo de la indus­tria pesa­da, inclu­so favo­re­cien­do la radi­ca­cio­nes de capi­ta­les finan­cie­ros extran­je­ros median­te una ley san­cio­na­da en 1953 que alen­tó, en los años pos­te­rio­res, la radi­ca­ción de empre­sas tales como Fiat y Kaiser.[50]

Estas medi­das de ajus­te cris­ta­li­za­das en el Plan Eco­nó­mi­co de Emer­gen­cia de 1952 fue­ron de carác­ter tran­si­to­rio y pron­ta­men­te se buscó recu­pe­rar el incen­ti­vo a la pro­duc­ción indus­trial. Una vez supe­ra­das las ins­tan­cias más duras de la cri­sis, se apun­tó a recu­pe­rar los linea­mien­tos de más largo plazo. Es por ello que a pesar del mayor dina­mis­mo que se pre­ten­dió otor­gar a la pro­duc­ción rural, el gobierno tam­bién impul­só el desa­rro­llo de las indus­trias de base y pesa­das como una forma de superar, de mane­ra con­sis­ten­te, el dile­ma del estran­gu­la­mien­to externo. En este sen­ti­do, el obje­ti­vo prin­ci­pal del Segun­do Plan Quin­que­nal (apli­ca­ción que se pos­ter­gó hasta 1953) no era tanto evi­tar la cri­sis de la indus­tria sino resol­ver la cri­sis estruc­tu­ral del sec­tor externo de mane­ra com­pa­ti­ble con el sos­te­ni­mien­to de una polí­ti­ca de redis­tri­bu­ción de ingresos.[51]

En este perío­do fue lan­za­da la con­sig­na de la “pro­duc­ti­vi­dad”, sien­do su coro­la­rio el deno­mi­na­do “Con­gre­so Nacio­nal de Pro­duc­ti­vi­dad y Bie­nes­tar Social” en de 1955, en el cual la Con­fe­de­ra­ción Gene­ral Eco­nó­mi­ca (CGE), la Con­fe­de­ra­ción Gene­ral del Tra­ba­jo (CGT) y los repre­sen­tan­tes del gobierno pero­nis­ta bus­ca­ron sen­tar las bases de un acuer­do nacio­nal. La inves­ti­ga­do­ra Mari­na Kabat juzga con dure­za la ini­cia­ti­va del Con­gre­so de la Pro­duc­ti­vi­dad al sos­te­ner que: 

“…cons­ti­tu­ye uno de los even­tos más sig­ni­fi­ca­ti­vos de la lucha de cla­ses en la Argen­ti­na. Repre­sen­ta una pri­me­ra ofen­si­va empre­sa­rial con­tra los dere­chos adqui­ri­dos por los obre­ros a lo largo de dos déca­das. Muchos de los recla­mos empre­sa­ria­les (la rigi­dez de los con­ve­nios en cuan­to a esca­la­fo­nes, la posi­bi­li­dad de cam­biar de hora­rios o fun­cio­nes de los emplea­dos, la cares­tía de los des­pi­dos, etc.) reapa­re­ce­rán en momen­tos pos­te­rio­res cuan­do se dis­cu­ta la fle­xi­bi­li­za­ción labo­ral. Otros pun­tos en dispu­ta con­cier­nen a la rela­ción de fuer­zas exis­ten­te en ese momen­to y el peso de las comi­sio­nes inter­nas y de los dele­ga­dos de fábrica…”[52]

No obs­tan­te es impor­tan­te con­si­de­rar que la opo­si­ción por parte de amplios sec­to­res de los tra­ba­ja­do­res frus­tró dicha ini­cia­ti­va ins­ti­tu­cio­nal que pre­ten­día con­so­li­dar una mayor “racio­na­li­za­ción labo­ral”. En este sen­ti­do, Her­nán Cama­re­ro afir­ma que fue jus­ta­men­te la pro­pia com­po­si­ción de la coa­li­ción pero­nis­ta (basa­da mayo­ri­ta­ria­men­te en la clase obre­ra y los sin­di­ca­tos) la que impi­dió lle­var a cabo las deci­sio­nes en mate­ria de polí­ti­ca eco­nó­mi­ca que el gobierno que­ría imple­men­tar en tal coyuntura.[53]

Conclusiones
A lo largo del pre­sen­te escri­to se pre­ten­dió inda­gar si exis­tió una par­ti­cu­lar con­cep­ción del pro­gre­so duran­te el deno­mi­na­do pero­nis­mo clá­si­co, hacien­do hin­ca­pié en ana­li­zar cuá­les fue­ron las polí­ti­cas que se imple­men­ta­ron duran­te los dos man­da­tos de gobierno. Asi­mis­mo se inten­tó ras­trear cuá­les fue­ron algu­nos de los ante­ce­den­tes en el pen­sa­mien­to social argen­tino. Como se men­cio­nó en un prin­ci­pio, refe­rir­nos al pero­nis­mo inme­dia­ta­men­te nos remi­te a las con­cep­tua­li­za­cio­nes liga­das a los popu­lis­mos lati­noa­me­ri­ca­nos, sien­do los otros dos ejem­plos para­dig­má­ti­cos el car­de­nis­mo mexi­cano y el var­guis­mo en Bra­sil. Es posi­ble encon­trar una serie de simi­li­tu­des entre el pero­nis­mo y los otros dos popu­lis­mos en cuan­to a su espe­cí­fi­ca con­cep­ción del pro­gre­so y la prio­ri­dad que le otor­ga­ron al impul­so de la indus­tria y lo científico-técnico. Los pen­sa­mien­tos socia­les liga­dos a esta espe­cí­fi­ca con­cep­ción del pro­gre­so ante­ce­den a los gobier­nos popu­lis­tas lati­noa­me­ri­ca­nos pero se expre­san con mayor vigor a tra­vés de una serie de polí­ti­cas de Esta­do res­pal­da­da en un fuer­te apoyo de los sec­to­res popu­la­res, resul­ta­do de los pro­ce­sos de amplia­ción de los dere­chos polí­ti­cos y sociales.

El pre­ce­den­te del New Deal en los Esta­dos Uni­dos, junto a la expe­rien­cia de la pla­ni­fi­ca­ción cen­tra­li­za­da imple­men­ta­da por la Unión Sovié­ti­ca y las derro­ta­das expe­rien­cias del nazis­mo y el fas­cis­mo, pro­pi­cia­ron un clima de época ten­dien­te al desa­rro­llo de pro­gra­mas pla­ni­fi­ca­dos. Asi­mis­mo la pro­pia for­ma­ción de Perón y de cier­ta diri­gen­cia pero­nis­ta pro­ve­nien­te de sec­to­res mili­ta­res coin­ci­día con estos mode­los de pla­ni­fi­ca­ción y orga­ni­za­ción (dejan­do de lado, claro está, cómo se juz­ga­ran las expe­rien­cias de pla­ni­fi­ca­ción men­cio­na­das ante­rior­men­te). Al mismo tiem­po, urgía en Argen­ti­na impul­sar la indus­tria nacio­nal de mane­ra inte­li­gen­te y direc­cio­na­da, pro­ce­so que había sido ini­cia­do en la déca­da del vein­te pero de mane­ra “caó­ti­ca”, sin una ade­cua­da estra­te­gia que con­tem­pla­ra el mediano y largo plazo.

Así, en base al aná­li­sis de la coyun­tu­ra rea­li­za­do en el Con­se­jo Nacio­nal de Pos­gue­rra, se pro­ce­de­ría a la ela­bo­ra­ción del Pri­mer Plan Quin­que­nal, bus­can­do imple­men­tar una serie de medi­das pro­tec­cio­nis­tas ten­dien­tes a favo­re­cer el desa­rro­llo indus­trial median­te una trans­fe­ren­cia de ingre­sos pro­ve­nien­te del sec­tor agro­pe­cua­rio y alen­tan­do el con­su­mo de los sec­to­res populares.

Duran­te el pero­nis­mo clá­si­co se imple­men­ta­ron una serie de polí­ti­cas orien­ta­das a impul­sar el cre­ci­mien­to de la indus­tria nacio­nal, uti­li­zan­do, en buena medi­da, las divi­sas obte­ni­das a tra­vés del I.A.P.I., junto a la nacio­na­li­za­ción de ser­vi­cios estra­té­gi­cos: ferro­ca­rri­les, telé­fo­nos, puer­tos y la crea­ción de empre­sas esta­ta­les tales como Agua y Ener­gía y Gas del Esta­do. Todo ello per­mi­tió, en los pri­me­ros años, un cre­ci­mien­to del sec­tor liga­do prin­ci­pal­men­te a la indus­tria livia­na. Asi­mis­mo, cabe seña­lar la crea­ción de SOMI­SA en 1947 y del IAME (Indus­trias Aero­náu­ti­cas y Mecá­ni­cas del Esta­do) en 1951.

A par­tir del Segun­do Plan Quin­que­nal se modi­fi­ca­rían las polí­ti­cas con el obje­ti­vo de alen­tar la fabri­ca­ción de maqui­na­rias e insu­mos inter­me­dios. De la capa­ci­dad de sus­ti­tuir dichas impor­ta­cio­nes depen­día la tota­li­dad del sec­tor indus­trial y esto se expli­ci­ta­ría con cla­ri­dad tanto en los dis­cur­sos como en la ela­bo­ra­ción del Plan que entra­ría en vigen­cia con un año de retra­so en 1953. Para Schorr y Rou­gier, su prin­ci­pal obje­ti­vo era resol­ver la cri­sis estruc­tu­ral del sec­tor externo de mane­ra com­pa­ti­ble con el sos­te­ni­mien­to de una polí­ti­ca de redis­tri­bu­ción de ingre­sos. En cam­bio, Aldo Ferrer enfa­ti­za que en el segun­do man­da­to se apli­ca­ría un fuer­te ajus­te con férreos con­tro­les de pre­cios y res­tric­ción del con­su­mo por parte de los sec­to­res populares.

Es impor­tan­te recal­car que el gobierno pero­nis­ta ins­ti­tu­cio­na­li­zó la cien­cia y la tec­no­lo­gía desde una polí­ti­ca cen­tra­li­za­do­ra y en tal direc­ción se enca­mi­nó la crea­ción de la Uni­ver­si­dad Obre­ra Nacio­nal (for­man­do parte de un pro­yec­to más amplio de impul­so a la edu­ca­ción téc­ni­ca), de la Comi­sión Nacio­nal de Ener­gía Ató­mi­ca, del Ins­ti­tu­to de Físi­ca de Bari­lo­che y del CONITYC.

Esta serie de polí­ti­cas imple­men­ta­das dan cuen­ta de una espe­cí­fi­ca con­cep­ción del pro­gre­so, cuyos pen­sa­mien­tos pue­den ras­trear­se ya desde el siglo XIX, basa­da en diver­sas pro­pues­tas moder­ni­za­do­ras en las cua­les la cien­cia y la téc­ni­ca ocu­pan un papel pri­mor­dial sien­do alen­ta­das desde el Esta­do. Entra­do el siglo XX, algu­nos de los pen­sa­mien­tos socia­les des­ta­ca­dos a nivel nacio­nal, expre­sa­dos por una serie de polí­ti­cos e inte­lec­tua­les, se encuen­tran estre­cha­men­te liga­dos a la defen­sa nacio­nal y la nece­si­dad de imple­men­tar un autén­ti­co pro­yec­to trans­for­ma­dor que garan­ti­ce la sobe­ra­nía tanto en mate­ria polí­ti­ca como eco­nó­mi­ca. Los estu­dios ela­bo­ra­dos por inte­lec­tua­les de la talla de Manuel Ugar­te y Raúl Sca­la­bri­ni Ortíz se encuen­tran en tal direc­ción, coin­ci­dien­do en una serie de aspec­tos: las tra­bas para el desa­rro­llo nacio­nal que impli­ca el impe­ria­lis­mo, la nece­si­dad de nacio­na­li­zar deter­mi­na­dos ser­vi­cios de carác­ter estra­té­gi­co para el país y la pues­ta en mar­cha de un plan indus­tria­li­za­dor que modi­fi­que la matriz económica.

Si bien desde ideo­lo­gías y pro­pues­tas polí­ti­cas disí­mi­les, es posi­ble esta­ble­cer una con­ti­nui­dad en dicha direc­ción, expre­sa­da con sus espe­ci­fi­ci­da­des, en el pero­nis­mo clá­si­co. No obs­tan­te, es impor­tan­te recal­car que las trans­for­ma­cio­nes imple­men­ta­das por dicho gobierno en diver­sos aspec­tos no tuvie­ron pre­ce­den­tes en la his­to­ria argen­ti­na, lle­van­do a cabo una serie de polí­ti­cas liga­das al pleno empleo, la nacio­na­li­za­ción de ser­vi­cios estra­té­gi­cos y otor­gan­do nume­ro­sos bene­fi­cios a los tra­ba­ja­do­res (así como ele­van­do sus con­di­cio­nes mate­ria­les de vida y mejo­ran­do sus­tan­cial­men­te la dis­tri­bu­ción del ingre­so) que no vol­ve­rían a repe­tir­se a lo largo de la his­to­ria nacional.

El pero­nis­mo clá­si­co (par­ti­cu­lar­men­te la pri­me­ra pre­si­den­cia de Perón entre 1946 y 1952) es fre­cuen­te­men­te con­si­de­ra­do como un perío­do memo­ra­ble de pros­pe­ri­dad y cre­ci­mien­to. Sin embar­go, es impor­tan­te dar cuen­ta de las limi­ta­cio­nes pro­pias del mode­lo Stop and go tal como expre­san Rou­gier y Schorr. Ello nos remi­te, al mismo tiem­po, al pro­ble­ma de la depen­den­cia pro­pio de los paí­ses peri­fé­ri­cos y a los deba­tes en torno a las posi­bi­li­da­des de superar el mode­lo agro-exportador que aún con­ti­núa vigente.

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Cita extraí­da del Plan Sin­té­ti­co de Salud Públi­ca 1952-1958, Dr. Ramón Carri­llo. Docu­men­to publi­ca­do por la Direc­ción de Infor­ma­ción Par­la­men­ta­ria per­te­ne­cien­te a la Hono­ra­ble Cáma­ra de Dipu­tados de la Nación.↵
Rome­ro, L. (2011). La polí­ti­ca sani­ta­ria del peronismo,de Kari­na Ramacciotti. Publi­ca­do en Revis­ta Redes n°32, Uni­ver­si­dad Nacio­nal de Quil­mes, Argentina.↵
Rome­ro, L. (2011): obra cita­da, p. 275.↵
Ferrer, A. (2004). La eco­no­mía argen­ti­na: desde sus orí­ge­nes hasta prin­ci­pios del siglo XXI, Bue­nos Aires, Fondo de Cul­tu­ra Eco­nó­mi­ca de Argen­ti­na S.A, p. 228↵
Ben­ve­nu­to, J. (2012). Rou­gier, Mar­ce­lo. La eco­no­mía del pero­nis­mo. Una pers­pec­ti­va his­tó­ri­ca, p. 2.↵
En Carre­ras Doa­llo, X. (2012). La cons­truc­ción de la iden­ti­dad nacio­nal en el pero­nis­mo (1946-1955): La impor­tan­cia de los espa­cios de natu­ra­le­za protegida. En Revis­ta Estu­dios N°26, Uni­ver­si­dad de Costa Rica.↵
En Carre­ras Doa­llo, X. (2012): obra citada.↵
Carre­ras Doa­llo, X. (2012): obra cita­da, p. 7↵
Carre­ras Doa­llo, X. (2012): obra citada.↵
Rou­gier, M. y Schorr, M. (2012): obra citada ↵
Kabat, M. (2007). El Con­gre­so de la Pro­duc­ti­vi­dad de 1955, un aná­li­sis desde los enfren­ta­mien­tos en la indus­tria del calzado. Publi­ca­do en Revis­ta Razón y Revo­lu­ción n°17, p. 1.↵
Cama­re­ro, H. (2000). Refle­xio­nes his­tó­ri­cas sobre el pero­nis­mo, 1946-1955. En Revis­ta Herra­mien­ta N°14. Dis­po­ni­ble en: http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-14/reflexiones-historicas-sobre-el-peronismo-1945-1955
Otras fuen­tes consultadas:
Cons­ti­tu­ción Nacio­nal Argen­ti­na (1949). Dis­po­ni­ble en for­ma­to digi­tal en: http://www.generalperon.com/constitucion%20nacion%20argentina%201949.pdf
Dis­cur­sos de Juan Domin­go Perón (1943-1955). Dis­po­ni­bles en: http://www.elhistoriador.com.ar/documentos/documentos.php#_ftn12
Dis­cur­sos pro­nun­cia­dos por el Gene­ral Juan Domin­go Perón (1945-1974): Dis­po­ni­bles en: http://www.jdperon.gov.ar/material/discursos.html
Plan de Gobierno 1947-1951. Pre­si­den­cia de la Nación Argen­ti­na, Secre­ta­ría Técnica.
Segun­do Plan Quin­que­nal de la Nación (1955): Plan gene­ral del gobierno 1953-1957, Ley 14.184, Bue­nos Aires. Secre­ta­ría de Pren­sa y Difusión. ↵


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Título de la publicación Tecnologías, pensamientos sociales y lenguajes
Autor Bibiana Apolonia Del Brutto (coordinación general); Federico Arguto, Paula Beatriz Kohan y María José Olguin (colaboradores)
Fecha enero 6, 2016
ISBN del ebook 9789873397103
Keywords/Tags sociedad y cultura; progreso; tecnologías de información y comunicación, género, lenguaje, sociedad del conocimiento; la técnica
DOI 10.55778/ts873397103
Copyright 2016 / Bibiana Apolonia Del Brutto
TeseoPress

Las opiniones y los contenidos incluidos en esta publicación son responsabilidad exclusiva del/los autor/es.


https://www.teseopress.com/tecnologiaspensamientossocialesylenguajes/chapter/progreso-ciencia-y-tecnica-en-el-peronismo-clasico-1946-1955/

ACTIVIDADES

1.- ¿Cuál fue el rol de Juan D. Perón en los gobiernos militares de los generales Pedro Ramírez y Edelmiro Farrell? 
2. ¿Cuáles fueron las principales características del trabajo de Juan D. Perón en la Dirección Nacional del Trabajo? 
 3. ¿Cuál fue la posición adoptada por el gobierno argentino durante la Segunda Guerra Mundial? 
4.-¿Qué consecuencias generó en la relación con los Estados Unidos? 
5.- Investiga cuántas casas se entregaron durante el período.
6.- ¿Cuánta leyes de trabajo se dictaron durante el período?
7.- Debes buscar si existieron niveles de exportación agrícolo ganaderas altos en el período.
8.- ¿Cuántas escuelas fueron construídas en el período?
9.- Busca cuándo se declaró la guerra a los estados alemán, italiano y japonés.
10.- Escribe de qué forma terminaron sus períodos de gobierno.


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