Puede ser que esté siglo carezca de elementos de control abundantes, pero también se olvidaron de antiguas formas de enseñar, en especial las vinculadas con el razonamiento y la crítica, que de una forma u otra, se enseñaban en el pasado y hoy observamos un nutrido grupo de irresponsables, con mala formación, opinando de cuestiones que no alcanzaron a comprender, cómo ocurre con el colectivo de espías, burritos y animales (+ acompañantes), que siguen pensando que tienen (o soñando con tener) todas las respuestas, y trabajando en lugares de importancia social, donde no son corregidos.
Introducción
En un mundo inundado de información irrelevante, la claridad es poder. En
teoría, cualquiera puede intervenir en el debate acerca del futuro de la
humanidad, pero es muy difícil mantener una visión clara. Con frecuencia, ni
siquiera nos damos cuenta de que se produce un debate, o de cuáles son las
cuestiones clave. Somos miles de millones las personas que apenas podemos
permitirnos el lujo de indagar en estos asuntos, porque tenemos cosas más
acuciantes que hacer: ir a trabajar, cuidar de los niños u ocuparnos de unos
padres ya ancianos. Lamentablemente, la historia no hace concesiones. Si el
futuro de la humanidad se decide en nuestra ausencia, porque estamos
demasiado ocupados dando de comer y vistiendo a nuestros hijos, ni ellos ni
nosotros nos libraremos de las consecuencias. Esto es muy injusto, pero ¿quién
dijo que la historia es justa?
Como historiador, no puedo proporcionar a la gente comida ni ropa, pero sí
intentar ofrecer cierta claridad, y de este modo contribuir a nivelar el terreno de
juego global. Si esto empodera aunque solo sea a un puñado de personas para
que se incorporen al debate sobre el futuro de nuestra especie, habré hecho mi
trabajo.
Mi primer libro, Sapiens, revisaba el pasado humano y analizaba cómo un
simio insignificante acabó rigiendo el planeta Tierra.
Homo Deus, mi segundo libro, exploraba el futuro de la vida a largo plazo,
contemplaba cómo los humanos podrían terminar convirtiéndose en dioses, y
cuál podría ser el destino último de la inteligencia y la conciencia.
En este libro quiero centrarme en el aquí y el ahora. Para ello voy a abordar
los asuntos actuales y el futuro inmediato de las sociedades humanas. ¿Qué está
ocurriendo ahora mismo? ¿Cuáles son los mayores retos y opciones de hoy en
día? ¿A qué debemos prestar atención? ¿Qué tenemos que enseñar a nuestros
hijos?
Desde luego, 7.000 millones de personas tienen 7.000 millones de prioridades,
y, como ya hemos dicho, pensar en el panorama global es un lujo relativamente
escaso. Una madre soltera que intenta criar a dos niños en un suburbio de
Bombay se centra en la siguiente comida; los refugiados que se encuentran en
una barca en medio del Mediterráneo otean el horizonte en busca de algún
indicio de tierra, y un hombre moribundo que yace en un hospital atestado de
Londres reúne las fuerzas que le quedan para respirar una vez más. Todos ellos
tienen problemas mucho más acuciantes que el calentamiento global o la crisis
de la democracia liberal. No hay libro que pueda hacer justicia a todo ello, y no
tengo lecciones que enseñar a personas que se hallen en tales situaciones. Solo
puedo esperar aprender de ellas.
En esta obra mi plan es global. Observo las principales fuerzas que modelan
las sociedades en el mundo, y que es probable que influyan en el futuro de
nuestro planeta como un todo. El cambio climático quizá esté muy lejos de las
preocupaciones de la gente que se encuentra en una emergencia de vida o
muerte, pero puede que al final haga que los suburbios de Bombay sean
inhabitables, que envíe nuevas y enormes oleadas de refugiados a través del
Mediterráneo, y que conduzca a una crisis mundial de la atención sanitaria.
La realidad está compuesta de muchas hebras, y este libro intenta abarcar
distintos aspectos de nuestro dilema global, sin pretender ser exhaustivo. A
diferencia de Sapiens y Homo Deus, esta obra no está pensada como una
narrativa histórica, sino como una selección de lecciones. Dichas lecciones no
concluyen con respuestas simples. Su objetivo es fomentar más reflexión y
ayudar a los lectores a participar en algunos de los principales debates de nuestra
época.
Un mundo global ejerce una presión sin precedentes sobre nuestra conducta
personal y nuestros valores. Cada uno de nosotros está atrapado por numerosas
telarañas que lo abarcan todo, que por un lado restringen nuestros movimientos
pero que al mismo tiempo transmiten nuestras más minúsculas sacudidas a
destinos muy alejados. Nuestra rutina cotidiana influye en la vida de personas y
animales que se hallan a medio mundo de distancia, y algunos gestos personales
pueden incendiar el mundo entero, como ocurrió con la autoinmolación de
Mohamed Bouazizi en Túnez, que desató la Primavera Árabe, y con las mujeres
que compartieron sus experiencias de acoso sexual y desencadenaron el
movimiento #MeToo.
Esta dimensión global de nuestra vida personal significa que es más
importante que nunca poner al descubierto nuestros prejuicios religiosos y
políticos, nuestros privilegios raciales y de género, y nuestra complicidad
involuntaria con la opresión institucional. Pero ¿es esta una empresa realista?
¿Cómo puedo encontrar un terreno ético firme en un mundo que se extiende
mucho más allá de mis horizontes, que gira completamente fuera del control
humano y que considera sospechosos a todos los dioses y todas las ideologías?
El libro empieza con la revisión de la problemática política y tecnológica actual.
Al finalizar el siglo XX parecía que las grandes batallas ideológicas entre el
fascismo, el comunismo y el liberalismo daban como resultado la victoria
abrumadora del liberalismo. La política democrática, los derechos humanos y el
capitalismo de libre mercado parecían destinados a conquistar el mundo. Pero,
como es habitual, la historia dio un giro inesperado, y ahora, tras el hundimiento
del fascismo y el comunismo, el liberalismo se halla en apuros. Así pues, ¿hacia
dónde nos dirigimos?
Esta pregunta resulta particularmente turbadora, porque el liberalismo está
perdiendo credibilidad justo cuando las revoluciones paralelas en la tecnologíaEn realidad, estas páginas se escribieron en conversación con el público.
Muchos de los capítulos se compusieron en respuesta a preguntas que me
formularon lectores, periodistas y colegas. Versiones previas de algunas partes se
publicaron ya en formas diferentes, lo que me dio la oportunidad de recibir
comentarios y pulir mis argumentos. Algunas secciones se centran en la
tecnología, otras en la política, otras en la religión y otras en el arte.
Determinados capítulos celebran la sabiduría humana, otros destacan el papel
central de la estupidez humana. Pero la cuestión general sigue siendo la misma:
¿qué está ocurriendo hoy en el mundo y cuál es el significado profundo de los
acontecimientos?
¿Qué implica el ascenso de Donald Trump? ¿Qué podemos hacer con la
epidemia de noticias falsas? ¿Por qué está en crisis la democracia liberal? ¿Ha
vuelto Dios? ¿Se aproxima una nueva guerra mundial? ¿Qué civilización domina
el mundo: Occidente, China, el islam? ¿Tendría Europa que abrir sus puertas a
los inmigrantes? ¿Puede el nacionalismo resolver los problemas de la
desigualdad y del cambio climático? ¿Qué debemos hacer con respecto al
terrorismo?
Aunque este libro adopta una perspectiva global, en él no descuido el plano
personal. Por el contrario, quiero destacar las conexiones existentes entre las
grandes revoluciones de nuestra era y la vida interior de los individuos. Por
ejemplo, el terrorismo es a la vez un problema político global y un mecanismo
psicológico interno. El terrorismo opera pulsando a fondo el botón del miedo en
nuestra mente y secuestrando la imaginación individual de millones de personas.
De forma similar, la crisis de la democracia liberal se desarrolla no solo en los
parlamentos y los colegios electorales, sino también en las neuronas y las
sinapsis. Es un tópico señalar que lo personal es lo político. Pero en una era en la
que científicos, compañías y gobiernos aprenden a acceder ilegalmente al
cerebro humano, este estereotipo resulta más siniestro que nunca. En
consecuencia, el libro ofrece observaciones acerca de la conducta de los
individuos, así como de las sociedades enteras.
de la información y en la biotecnología nos enfrentan a los mayores retos que
nuestra especie ha encontrado nunca. La fusión de la infotecnología y la
biotecnología puede hacer que muy pronto miles de millones de humanos
queden fuera del mercado de trabajo y socavar tanto la libertad como la
igualdad. Los algoritmos de macrodatos pueden crear dictaduras digitales en las
que todo el poder esté concentrado en las manos de una élite minúscula al
tiempo que la mayor parte de la gente padezca no ya explotación, sino algo
muchísimo peor: irrelevancia.
Comenté extensamente la fusión de la infotecnología y la biotecnología en mi
libro anterior, Homo Deus. Pero mientras que aquel libro se centraba en las
expectativas a largo plazo y adoptaba la perspectiva de siglos e incluso de
milenios, este se concentra en las crisis social, económica y política más
inmediatas. Aquí mi interés no estriba tanto en la creación eventual de vida
inorgánica como en la amenaza al estado del bienestar y a instituciones
concretas, como la Unión Europea.
El libro no pretende abarcar todos los impactos de las nuevas tecnologías. En
particular, aunque la tecnología encierra muchas promesas maravillosas, aquí mi
intención es destacar principalmente las amenazas y los peligros. Puesto que las
empresas y los emprendedores que encabezan la revolución tecnológica tienden
naturalmente a cantar las alabanzas de sus creaciones, les toca a sociólogos,
filósofos e historiadores como yo hacer saltar la alarma y explicar todas las
maneras en que las cosas pueden ir terriblemente mal.
Después de esbozar los retos a los que nos enfrentamos, en la segunda parte
del libro analizamos una amplia gama de respuestas potenciales. ¿Pueden los
ingenieros de Facebook utilizar la inteligencia artificial (IA) para crear una
comunidad global que salvaguarde la libertad y la igualdad humanas? ¿Quizá la
respuesta sea invertir el proceso de globalización y volver a empoderar el estado
nación? ¿Quizá tengamos que retroceder todavía más en el tiempo, y extraer
esperanza y sabiduría de los manantiales de las antiguas tradiciones religiosas?...
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