Hace unos años contaba con varias alumnas de fuera de mis cursos asignados. Se trataba de personas que no se encontraban en los recintos en donde dictaba mis cursos, pero lo suficientemente próximas, para escuchar y ver de que se trataba y ello ocurría, porque gustaban de escucharme y verme dando clases. Eso ocurría en Choele Choel, lugar dónde no existía ese animalito que se encargaba de mentir sobre mis clases, a espaldas o frente a mí persona, dado que es alguien que piensa que se encuentra totalmente protegidos por sus intereses sexuales
En algún momento se verá si ello es tan real, al menos en todos los aspectos.
El Arte de dar clase relegado como arte
Por Santiago Petschen
Dar clase es elaborar una obra de arte menor. Como pueden ser obras de arte menor la cocina, la moda, el diseño, la fotografía, la canción. Todas estas manifestaciones artísticas participan en concursos y reciben premios. Todas ellas también aparecen profusamente en los medios de comunicación.
Los medios dedican a la cocina mucho espacio. El festival televisivo europeo de la canción ligera es un concurso seguido por millones de personas. Los modistos hacen esfuerzos por ser originales en la moda que, como obra de arte, llevan a las pasarelas aunque luego nunca veamos creaciones tan originales en la calle. El diseño tanto en la industria como en la publicidad se cotiza muchísimo. Algo parecido podemos decir de la fotografía.
Nada de esto ocurre con la clase. El tiempo y el esfuerzo que se dedica a las clases y a su preparación es enorme. Dar clase es la profesión total o parcial de cerca de un millón de españoles. Clases que reciben ocho millones de alumnos.
¿Porqué no entran las clases en los concursos, en los premios, en los medios de comunicación?
Hace ya muchos años que me hice esta pregunta. Muy cerca de treinta años que propuse a unos amigos de Televisión Española el llevar algo relacionado con la clase a la pequeña pantalla.
Ha sido cuando me he jubilado cuando me he puesto a elaborar un libro con el que había soñado hace tiempo. Su título es: El Arte de dar clases. Experiencias de los autores de libros de memorias (Editorial Plaza y Valdés). Acudí a inspirarme en tales libros. Grandes autores, cronistas de primera fila, hablan en ellos de las clases que recibieron cuando eran niños, adolescentes, universitarios. Y lo hacen con la maestría propia de los grandes escritores. No puede ser menos tratándose de Ramón y Cajal, de Unamuno, de Ortega, de Buñuel, de Aranguren, de Tamames, de Nuria Espert, de Goytisolo, de Sabater. Y de muchísimos más. Hasta de ciento veinte autores seleccionados como los mejores.
Con lo que ellos me han dicho he tenido el cuidado de agrupar sus impresiones en torno al fondo y a la forma de la elaboración de una clase. El conocimiento de la materia, la preparación expositiva remota, informal, próxima, la plasticidad, los comentarios parentéticos, las preguntas, las intervenciones de los alumnos, la utilización de la pizarra, el power point. Y un largo etcétera.
En los libros de memorias se leen cosas maravillosas propias de una docencia esmerada. Pero también hay cosas pintorescas que los cronistas cuentan. En ellos el arte aparece por doquier. Eugenio Trías definió así la clase: «Pequeña pieza, retórica y dramática que debe regirse por los mismos principios que guían cualquier intervención ante un público: una obra teatral, por ejemplo».
La clase consigue unas identificaciones del alumno o alumna con el profesor o con la profesora de muy notable hondura. Alfonso Guerra dice que su profesor de Geografía «disfrutaba abriéndonos los ojos a los problemas que nos encontraríamos en la vida». Y Jaime Salinas, al despedirse, en Argel, de su profesor de primaria cuenta: «me hubiera gustado darle un beso pero sabía que no podía». La reina Sofía menciona a su profesora de Arqueología e Historia: «Con ella aprender era una fiesta. La quise muchísimo».
La comunicación del profesor es la dimensión más importante en la impartición de una clase. La comunicación al transmitir ideas, conceptos, datos, acompaña la acción intelectual con una fibra artística que despierta energías psíquicas. Es lo que tiene que ir a los concursos. Recibir los premios. Ocupar las pequeñas pantallas.
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Dar clase es elaborar una obra de arte menor. Como pueden ser obras de arte menor la cocina, la moda, el diseño, la fotografía, la canción.…
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