Cuando generamos un espacio de investigación en el aula, estamos trabajando con la creatividad de todos, la nuestra y la de nuestros alumnos, presentes o pasados, porque contamos con la ventaja de poder relatar antiguas situaciones que vienen a cuento. Para que las situaciones de investigación se produzcan, solo debemos generar el ambiente preciso. Recientemente, una alumna se quejaba, porque la hacía escribir mucho y solo estaba demostrando, que no ponía atención a lo que escribía, porque se encontraba atenta a otras cuestiones y la actividad de escribir no, le permitía concentrarse en el otro relato que estaba escuchando. Para ello, habían creado un ambiente de semi-penumbra y un grupo de cinco escuchaban a un relator. Otros usaban los dispositivos informáticos del profesor, o los propios, pero ninguno seguía las instrucciones que se habían fijado antes. En el transcurso de ese tiempo los dejé hacer y luego, quedó demostrado, que solo unos pocos lograron completar la investigación, con muchas dificultades. Porque faltaba trabajo en equipos, sin compartimentos estancos. Y con algo más de luz, porque la luz suele ayudar al colorido.
26/04/09 |El Dr. Ricardo Baquero se refirió a la necesidad de que la escuela genere las condiciones para que los chicos quieran volver al día siguiente, en un corte de la jornada de actualización docente realizada en Gualeguaychú en la que expuso junto al profesor Santiago Sburlatti.
La jornada de actualización, denominada “Jóvenes y escuela: de la sospecha por la educabilidad a la construcción de posibilidades” reunió a unos doscientos docentes de la región. En diálogo con EL ARGENTINO Baquero sostuvo “es paradojal el mecanismo de desarrollo en nuestros chicos. En general, el desarrollo se produce por atribuirles más capacidad de la que tienen. Esto parece ser contrario a lo que solemos hacer en la vida escolar, esto es examinar primero al niño para saber qué capacidades tiene para tratar de predecir qué aprenderá”. “En general -continuó- en la crianza es absolutamente distinto: nadie evalúa competencias iniciales sino que se hace participar a los chicos en la vida común, en los juegos, en el habla y demás. Justamente, la práctica tan común de “hablar” con un bebé antes de que hable lo lleva precisamente a que vaya apropiándose de la musicalidad de la lengua, los contornos de lo que se le dice, de la expresión y los sentidos para luego, ir de allí a los significados de las palabras”. “Por lo tanto, se podría decir que los niños hablan antes de hablar, pero sostenidos por la relación con los otros.
El límite entre atribuir capacidad y sobreexigir
Si es bueno atribuirles capacidades a un chico, cómo logramos el equilibrio para no caer en la sobre exigencia, le preguntamos, a lo que respondió “la sobre exigencia al chico se produce, entiendo, porque escuela y familia terminan retroalimentándose. Entonces las familias generan expectativas acerca de cómo les irá a los hijos en la escuela, porque ésta se instaló como una institución capaz de determinar sobre la normalidad o anormalidad de los niños, como lo fue haciendo la Pediatría y el problema es que generó condiciones homogéneas, únicas en general porque esa era la aspiración: un método único de enseñanza para una diversidad muy grande de pibes y eso ponía en posición desventajosa a algunos y ventajosa a unos pocos”. “Todos queremos que en principio, a nuestro hijo le vaya bien porque hay un patrón establecido de normalidad que circula y que significa la escuela”, agregó. No en vano, le dijimos, se sostiene que los problemas de maduración, como los de conducta, los auditivos y oftalmológicos “saltan” cuando el niño comienza su etapa escolar. “Ahí aparece todo como confundido en un mismo plano. Las cuestiones de políticas de salud pública que la escuela transmitió y que tuvo que ver con la salud de la población de una manera en algunos casos, muy eficaz, si bien tuvo que ver con prácticas de higienismo, del control poblacional, también tenía la ventaja en muchos casos de detectar problemas de salud. El asunto es cuando ese criterio médico-patológico se trasladó a la lógica de los aprendizajes muy mecánicamente, como que la escuela también detectaba supuestamente patologías en los chicos que aprendían lentamente o no aprendían con su forma de enseñar y revisando muy pocas veces la propia lógica de las prácticas de enseñanza”. “En general sí ha habido experiencias de adecuación en esto, de generación de alternativas de maestros con más capacidad para ir variando formatos, que es lo que uno hace de hecho en la crianza. Justamente: todos los chicos terminan hablando, excepto que haya una patología muy severa y muy específica. Pero todos hablan, haciéndolo a su tiempo, en distintos momentos y con diferentes modos de interactuar con sus padres, sus hermanos. Ese rango de variabilidad es el que la escuela no siempre permite porque tiene una organización muy rígida, muy ordenada por edades, por un método común, como dije, para todos los chicos, que deberían aprender simultáneamente lo mismo a un mismo tiempo y de un mismo modo y eso es con lo que se está batallando, para ínter flexibilizar esa organización”.
La motivación como cuestión central
Habiendo dicho que en casa el método de aprendizaje es natural preguntamos por qué el sistema educativo no lo tomó cuando se confeccionó. “Esa organización es anterior a estas investigaciones. Hace tiempo que se conoce que hay estilos de aprendizaje variados en los sujetos, muy personales, con ritmos distintos. Sin embargo es muy difícil de acompañar desde una política pública y además, porque al sentido común le seduce mucho la idea de que no aprenden los que tienen algún déficit particular, en lugar de plantear que el déficit puede estar en la situación que uno ofrece y la motivación que genera”. “A la motivación -continuó- se la trabajaba como una imposibilidad de los chicos, como una ausencia o déficit de ellos, que deberían venir interesados o motivados por lo escolar, entendiendo no tanto como algo a provocar por la escuela sino porque la familia tenía que producir esa motivación”. “Lo grave es cuando la escuela comienza a reconocerse como impotente para generar esa motivación. El riesgo está en reforzar la idea de que esto es por incapacidad de los alumnos y no por una indudable falla o dificultad en la oferta educativa”.
Dos visiones sobre la escuela
Baquero sorprendió a los docentes cuando compartió con ellos las teorías que consideran que la escuela puede tener “el efecto abuela” o “el efecto suegra”. Explicando esto, el profesional dijo “el efecto abuela” es el que considera que el niño tiene todas las capacidades y potencialidades, en cambio el “efecto suegra” es el de la sospecha sistemática sobre nosotros. “Pero tengo una primicia para ustedes” dijo a modo de broma, para afirmar de inmediato “la suegras suelen transformarse en abuelas”.
Al finalizar EL ARGENTINO le pidió su impresión acerca de la jornada de trabajo, y Baquero dijo “vi mucho interés. Hubo trabajos en grupos, intercambios que se fueron leyendo, donde se vio una sintonía; quizá hubo diferencias en matices, porque son temas complejos. Estuvimos viendo que incluso hay documentos públicos y oficiales que hablan sospechando de la educabilidad de los alumnos, por lo que no podemos decir que este sea un problema del docente común, sino que esto obedece a confusiones de algunos técnicos y políticos, al tomar con cierta ligereza temas que después tienen efectos muy fuertes en lo imaginario y en el modo de actuar”.
Por Silvina Esnaola
http://www.diarioelargentino.com.ar/noticias/55023/la-educacion-necesita-de-la-creatividad
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