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miércoles, 8 de febrero de 2023

¿ESTAMOS CUMPLIENDO?

IGUALDAD Y EQUIDAD



Para hacerlo fácil de entender Igualdad es el derecho que se hace efectivo con el ingreso, en este caso a la educación formal y equidad significa permanencia y finalización de estudios. Por ello, para nuestro país, tenemos igualdad al iniciar, con una alta tasa de deserción y muy baja incidencia de finalización en los sectores menos favorecidos. Con lo que falta equidad. Por que ocurre esto? Por la BAJA CALIDAD DE LA EDUCACION y la falta de inversión. Por que mencionamos INVERSION, porque no solo faltan bancos y aulas al inicio de las clases, sino que falta una buena formación docente, porque no se puede entender que tantos docentes nuevos no sepan enseñar (como máximo) y comprender textos (como mínimo), según los resultados de los exámenes del año pasado. En otras palabras si antaño un docente necesitaba de cuatro o cinco años ejerciendo para ser realmente eficaz y eficiente, hoy necesita de ocho o diez años y antes de lograr maestría en su profesión, puede pasar a cargos administrativos o directivos. De igual manera que se extendió la adolescencia a mas de 24 años, se extendió el plazo a mas del doble de lo necesario anteriormente para lograr ese equilibrio profesional que permite crecer en docencia. Asimismo, en muchos casos se observa que la anticipación del declive de las potencialidades docentes se produce mucho antes, porque es poco entendible que tantos conozcan tan poco de las nuevas formas de enseñar aprender y se muestren tan sorprendidos e, incluso furiosos. Vale decir que la obsolescencia se precipita mucho antes.        

La baja calidad de la educación se mueve impulsada por dos problemáticas falaces: a).- Debemos bajar la calidad, para permitir que mas alumnos permanezcan por mas tiempo en la educación formal y b).- Debemos permitir que, en servicio, mas docentes logren formarse, con el tiempo. Pero la realidad es tirana, de una forma de tiranía que suelen mostrar, al poco tiempo, las evaluaciones. Lo contrario es hacer bien las cosas en formación y en clases, como ya hemos explicado ampliamente en lo que se encuentra escrito y que no son cuestiones novedosas ni revolucionarias, porque vienen siendo marcadas, como solución, desde hace muchos años, tantos como los que dura la crisis (unos 40).

¿QUE DEBEMOS ENTENDER CON IGUALDAD EN EDUCACION?
DR. NELSON CAMPOS VILLALOBOS 

IGUALDAD EN EDUCACION 
El término igualdad deviene del latín aequalis, que viene de aequus, por uniforme, parejo, justo, en el sentido de conformidad de dos o más cosas iguales; de uniformidad de las partes iguales de un todo. Como adjetivo, derivado del mismo término latino, significa que igual es de la misma naturaleza, cantidad o calidad que otra cosa. Correspondencia y proporción. La igualdad, en la historia escrita de la humanidad, se inicia como un problema político y posteriormente se hará filosófico. Efectivamente, en Grecia, en el año 508 a.C., cuando Clístenes hace su gran reforma, emplea el término isonomia en el sentido de igual repartición del poder y establece el de isogoría en el sentido de igualdad de palabra, democratizando el ejercicio del poder pues en virtud de ello ningún ciudadano está por sobre otro ni por sobre la ley que han consensuado ellos mismos. Aristóteles ha señalado que a personas desiguales corresponden cosas desiguales. También ha señalado que lo que varía son los criterios de igualdad en las personas: en la oligarquía es la riqueza y en la democracia es la libertad (ver la Etica Nicomaquea, V, 6). También con gran certeza y sabiduría Aristóteles ha señalado que la igualdad de bienes lleva consigo la igualdad de educación (ver Política, capítulo IV). M. Bunge (2002:261) entiende por igualdad como la ausencia de discriminación de raza y de género y como de igual oportunidad de acceso a la riqueza, la cultura y el poder político. 
La igualdad de los ciudadanos se ve amenazada debido a una realidad inesperada: en toda democracia existe una sobre-representación parlamentaria de sujetos provenientes de los estratos más educados y de mayor nivel socioeconómico en desmedro de los otros estamentos societarios. Entonces, ¿de quienes son los intereses que se defienden en los parlamentos? Una visión superficial nos muestra que hay sectores sin voz, como los jubilados, los ancianos, los más pobres, los discapacitados, los desocupados y todos ellos parecen no existir en la sociedad pues nadie los toma en cuenta ni hay voluntad política para mejorar la situación de los marginados, que son sombras de su pasado por carecer de organizaciones que los representen. Por otra parte, ellos ni siquiera tienen el derecho a la desobediencia civil, pues no cuentan económicamente. Si bien no hay mejor sistema político que la democracia, corremos el riesgo que ella, como en Grecia, sea solamente un bien para los tienen el poder y que lo pueden hacer sentir en la comunidad. El riesgo evidente es que se puede pasar de la democracia a la aristocracia hereditaria: ¿No se advierte acaso como los políticos integran al poder a sus esposas e hijos y familiares? Es evidente y malo que exista el nepotismo, pero ninguno de los políticos lo denuncia porque a su vez cada uno de ellos está esperando su turno para disfrutar del poder y sus privilegios, entre los cuales está el ubicar a sus parientes en la burocracia administrativa y técnica, no solamente en el momento en que están brillando, sino que están pensando incluso en las futuras generaciones. El hecho filosófico es que si los grupos más favorecidos económicamente están efectivamente gobernando en una sociedad, se rompe el sentido de lo que es democracia, más aún si ese hecho deja sin participación a las minorías ya señaladas. Es lamentable que en aras de un ideal democrática los grupos políticos se confabulan con los económicos para detentar el poder por el mayor tiempo posible, lo que atenta contra la igualdad, lo cual fue muy expresado por G. Orwel en Rebelión en la granja, (1946) un libro que hay que leer. De todas maneras, hay que tener en cuenta en toda crítica a la democracia, que ésta es un ideal maravilloso, del gobierno del pueblo, y que lo que falla es el llamado sistema democrático, con lo cual dejamos sin objeción el verdadero sentido de igualdad que preconiza el concepto en discusión. En la literatura educacional, observamos que hay dos líneas teóricas: a) Los que sostienen que la educación es el factor que hace iguales a las personas y b) Los que sostienen que la educación se ha convertido en un factor que mantiene y hace hereditaria la desigualdad entre las personas. Como argumento anteriormente en este libro, estoy de acuerdo con esta última visión de la realidad. 
IGUALDAD DE OPORTUNIDADES 
Desde la vertiente del utilitarismo, lo que interesa no es el trato igual sino que es la igualdad de oportunidades para todos, o en educación, sería el acceso garantizado a todo niño de acceder a la educación sin importar lugar geográfico, religión, posición política o recursos de los padres. Raymond Williams (2000: 174) considera como igualdad de oportunidades para ser desiguales. De todas maneras, la igualdad de oportunidades es más posible que la igualdad de partida para los estudiantes del sistema de educación obligatoria, por ejemplo, pues la primera se logra mediante el esfuerzo personal de cada quien y la segunda es una ficción creada por los políticos sin una mayor y profunda reflexión. M. Bunge (2002:261) entiende por igualdad como la ausencia de discriminación de raza y de género y como de igual oportunidad de acceso a la riqueza, la cultura y el poder político. Una de las desigualdades más resistentes al cambio es la referida al género en cuanto a igualdad de oportunidades frente al trabajo. Algunas legislaciones han pretendido hacerlo explícitamente como una forma de disuadir el trabajo de las madres o de evitar la competencia con los varones, quienes deben sostener a una familia, lo que no siempre ocurre con las mujeres. En educación, la idea generalizada es evitar la discriminación de género dando igual formación a la mujer y mejor aún, recurriendo a la educación mixta o coeducacional. Es indudable que si existiese en realidad una igualdad de oportunidades, las mujeres ocuparían al menos el cincuenta por ciento de los cargos públicos, de las profesiones y de los niveles ejecutivos de las empresas, lo cual no ocurre, al menos en toda latinoamérica, en áfrica y en otros lugares subdesarrollados. IGUALDAD INICIAL O DE PARTIDA 
Es el acceso a la educación, sin importar religión, ni posición social, ni género ni etnia. No está involucrada la calidad de la educación en esta igualdad, sino la libre oportunidad que ofrece el Estado al crear escuelas en todos los lugares del país. Para algunos filósofos, la igualdad de oportunidades está implícita desde el nacimiento, porque todos los hombres han sido creados iguales. Sin duda alguna, en este concepto hay mucho de ingenuidad, porque la realidad demuestra lo contrario, es decir, que la desigualdad humana está presente desde antes del nacimiento y puede objetivizarse en los cuidados prenatales, en la entidad médica en que se produce el parto, en los bienes y dinero que posee la familia, etc. 
En educación se advierte la paradoja que si bien se habla de igualdad inicial, lo que pretende la enseñanza es justamente permitir el máximo de logros en el individuo, lo que es tratar en el fondo de buscar la desigualdad, puesto que no todos los alumnos poseen los mismos dones o similares habilidades cognitivas. 
Aristóteles señaló que lo importante es no nivelar las propiedades, sino nivelar las pasiones, y esta igualdad sólo resulta de la educación establecida mediante buenas leyes Ver Política, cap. IV). 
Para otros filósofos, la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres produce a la larga un efecto perverso, pues las mujeres en tal situación pueden descuidar sus deberes como madres. La naturaleza ha hecho distintos a hombres y mujeres, lo que indicaría una necesaria desigualdad inicial, contraria a la igualdad cultural que preconizan los sociólogos y políticos en la actualidad. Sin duda alguna, mantener este postulado significa hacerse de enemigos intelectuales, especialmente entre las mujeres. 
Distinto es el concepto de igualdad de oportunidades, que posee una fundamentación abiertamente democrática y que es una posición justa. Sin embargo, la sociedad actual busca la igualdad inicial y se olvida que justamente la más necesaria y real es que todos tengan la misma oportunidad para disfrutar de los bienes que se ofrecen en la democracia, como p.e. el acceso a salud de igual calidad y lo mismo en cuanto a educación. Por ejemplo, es evidente que la sociedad no ofrece igual oportunidad de empleo para las personas discapacitadas. 
También es evidente que la siguiente afirmación es solamente una expresión de buenos deseos: Proporcionar una educación democrática, igualitaria y obligatoria para todos y sin embargo esa consigna es empleada abundantemente en el discurso político, sobre todo antes de las elecciones.

http://filo-edu.blogspot.com/2007/12/que-debemos-entender-con-igualdad-en.html?m=1

La equidad educativa. El concepto de equidad, en el campo de la educación, hace referencia al tratamiento igual, en cuanto al acceso, permanencia y éxito en el sistema educativo para todos y todas, sin distinción de género, etnia, religión o condición social, económica o política.
La equidad educativa • El Nuevo Diario
https://www.elnuevodiario.com.ni › 7266...

Igualdad y equidad en la educación

9 octubre, 2016 /Enrique Sánchez Ludeña

Hay una clara relación entre educación y pobreza. Los grupos sociales más pobres son los que menos educación han recibido y los que tienen más dificultades para acceder a ella y a sus beneficios. Pero no son los únicos, porque sucede lo mismo con cualquier otra diferencia que genera marginación, como la debida a la raza, el género, la cultura, la religión o las aptitudes físicas o intelectuales.

Por unos motivos o por otros, aunque el derecho a recibir educación es universal hay múltiples diferencias y desigualdades que lo dificultan o que impiden ejercerlo. Cuando se habla de igualdad de oportunidades educativas, se está hablando de disponer las cosas o tomar medidas para que esto no suceda.

Se puede considerar que hay igualdad de oportunidades cuando todas las personas tienen las mismas posibilidades educativas. En este sentido, se puede hablar de cuatro tipos de igualdades: de acceso, de supervivencia, de resultados y de consecuencias educativas. La primera mide la probabilidad de que una persona ingrese en el sistema educativo, por lo general en una escuela. La segunda mide la probabilidad de encontrar a esa persona en un determinado nivel del sistema escolar, por ejemplo en la educación secundaria o en la educación superior. La igualdad de resultados se refiere a la probabilidad que tienen los individuos de distintos grupos sociales o con distintas características de tener el mismo rendimiento, por ejemplo, de obtener los mismos resultados en el examen de acceso a la Universidad o en las pruebas PISA. Finalmente, la igualdad de consecuencias indica la probabilidad de que aquellos que obtienen resultados escolares similares accedan a trabajos de estatus parecidos y con salarios análogos.

Dicho de otra forma, hay igualdad de oportunidades cuando todos tienen las mismas probabilidades de ingresar en el sistema educativo, mantenerse en él, aprender lo mismo y obtener los mismos beneficios de lo aprendido. Por ejemplo, si los alumnos de los programas de formación profesional básica proceden mayoritariamente de las clases menos favorecidas o los resultados que se obtienen en las pruebas de evaluación externa son claramente diferentes en los colegios privados y en los públicos, parece claro que las oportunidades no han sido las mismas; o que, siéndolo, no se han podido aprovechar de la misma manera.

Paradójicamente, para aproximarse a la igualdad de oportunidades deben introducirse desigualdades en el sistema educativo; esto es, hay personas y colectivos que deben recibir un trato distinto: recibir más atención, disponer de profesores especializados, tener acceso a ciertas tecnologías, desarrollar currículos adaptados, estar exentos de algunas exigencias horarias o de contenidos… Son lo que se conoce como medidas compensatorias, encaminadas a equilibrar la balanza o reducir las desventajas en la consecución de un objetivo común; por ejemplo, la obtención del título de secundaria. Se piensa que, así, los alumnos reciben un trato equitativo; pero no es cierto, porque muchas de estas medidas no son equitativas sino igualatorias.

Según los diccionarios, la equidad consiste en la aplicación del derecho natural por encima del derecho positivo, de la ley escrita. También se refiere al trato diferenciado que, para suprimir la injusticia, se aplica a los individuos, de acuerdo con sus circunstancias y características. En educación, según la UNESCO, la equidad implica educar de acuerdo a las diferencias y necesidades individuales, sin que las condiciones económicas, demográficas, geográficas, éticas o de género supongan un impedimento al aprendizaje.

Esto parece claro, pero la equidad, en la práctica, tiene muchas interpretaciones. Por ejemplo, se considera que un sistema educativo es equitativo cuando dedica más recursos y atención a los alumnos más necesitados, que son aquellos que tienen más probabilidades de fracasar en la escuela; sin embargo, dentro de esta categoría de alumnos con riesgo de fracaso escolar, también podríamos incluir a los alumnos de altas capacidades, los llamados superdotados, porque tienen más dificultades para adaptarse que otros cuando se les somete a la enseñanza reglada. Sin embargo, no es habitual que estos alumnos reciban un trato diferente.

Se considera equitativo que los alumnos con más dificultades reciban más atención para no fracasar en la escuela, pero no suele plantearse que lo realmente equitativo para algunos alumnos sería educarse fuera de la escuela, en otro sistema, de otra manera. Si cambiase nuestro concepto de fracaso escolar también cambiaría nuestra percepción de lo que es o no es obrar con equidad.

Porque, en este momento, aunque las escuelas sean inclusivas, en todas ellas se imparten las mismas asignaturas y se desarrollan los mismos currículos oficiales, desatendiendo enseñanzas que podrían ser enormemente valiosas para muchos alumnos. Y esto de igualar las escuelas, para que en todas ellas se enseñe lo mismo y se puedan obtener los mismos resultados, puede que nos acerque a cierto tipo de igualdad de oportunidades pero, desde luego, no educa de acuerdo a las diferencias y necesidades individuales.

Hay igualdad de oportunidades cuando se juega a la lotería y todos tienen un boleto, pero no la hay en una carrera de resistencia o de velocidad, por mucho que todos puedan participar en ella. Y el sistema educativo actual es claramente competitivo, aunque se disfrace de maratón popular o de carrera solidaria.

http://www.otraspoliticas.com/educacion/igualdad-y-equidad-en-la-educacion/

Archivo Histórico Unicach
https://openload.cc/6cx3g2udn9/Habermas_-_La_inclusion_del_otro_pdf

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