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viernes, 23 de diciembre de 2022

¿CÓMO SE HACE PARA ENSEÑAR HISTORIA EN EL SIGLO XXI?

 ¿CÓMO SE HACE PARA ENSEÑAR HISTORIA EN EL SIGLO XXI?





La forma más simple y directa es usar el mismo o los mismos Métodos de Investigación Histórica, ya ayudados, en estas épocas, por todo el andamiaje informático, que caracteriza hoy día, nuestro presente, con la misma actualización permanente, que ello implica. Para describirlo utilizaremos una explicación sencilla del mismo método, desde otra disciplina de las Ciencias Sociales y luego nos introduciremos en la Historia Digital.


Método histórico

DEFINICIÓN TÉCNICA

El método histórico son aquellos procedimientos utilizados por los historiadores para interpretar o reescribir lo sucedido en el pasado.





Método histórico

Enrique Rus Arias

El método histórico son aquellos procedimientos utilizados por los historiadores para interpretar o reescribir lo sucedido en el pasado.

De esta forma, se sirven de fuentes primarias y secundarias para entender aquello que ya sucedió.

En economía es muy habitual usar este método para investigar, entre otros, sobre el ciclo económico. Por ejemplo, las causas o consecuencias de las crisis económicas, como la acontecida en 2008.

Características del método histórico

Como en toda metodología, podemos definir una serie de características que permiten entenderlo mejor.

Lo primero que el historiador hace es preguntarse qué quiere investigar y por qué. Por ejemplo, en la reciente crisis de 2008 ¿cuáles fueron sus causas y consecuencias?

  1. En segundo término, hay que elegir las fuentes. Para la selección se pueden analizar una serie de requisitos que veremos en el siguiente apartado.

  2. Tercer paso, una vez recopilada la fuente se lleva a cabo la investigación histórica. Utilizando para ello métodos de investigación, como el documental o el descriptivo, entre otras.

  3. Por último, se realiza un informe que sintetice todo lo analizado y que plantee una serie de conclusiones a la información.

Las fuentes en el método histórico

A continuación, vamos a ver la forma de elegir las fuentes en el método histórico. Este proceso se realiza teniendo en cuenta seis requisitos que deben cumplir.

  1. Que la fecha del suceso esté clara en la fuente y que se pueda contrastar.

  2. Que haya un autor o autores identificables, y que estos sean relevantes.

  3. De dónde procede la fuente o cuáles son sus orígenes. Hay que tener claro el lugar de procedencia de esta.

  4. Antes hablábamos del tiempo, pero la localización espacial es también imprescindible. Es decir, dónde pasó.

  5. La integridad de la fuente. En este caso, nos centramos en que la fuente sea fidedigna.

  6. Por último, que esta fuente tenga credibilidad. Normalmente, esto se puede probar conociendo de dónde procede la información y qué referencias tiene.

Ejemplo de método histórico

Para terminar, como en otras ocasiones, vamos a proponer un ejemplo sobre este método. Será muy sencillo. Cada punto de los vistos lo aplicaremos a la crisis económica más reciente, la crisis financiera de 2008.

  1. En primer lugar, tenemos la pregunta: ¿qué fue lo que sucedió, por qué y cuáles fueron las consecuencias para los diferentes países? En este caso, queremos saber qué pudo provocarla y cómo afectó a las diferentes economías.

  2. Ahora elegimos las fuentes. Enlazando con el apartado anterior, estas deben ser fiables, íntegras, situadas en el tiempo y el espacio o que tengan autores claros. Por ejemplo, si queremos estudiar lo que sucedió en México, buscaremos artículos, fuentes estadísticas macroeconómicas o informes de organismos reconocidos.

  3. Una vez encontramos la información de fuentes fiables, la analizamos. Por una parte estudiamos los datos macroeconómicos, utilizando la investigación descriptiva. Por otra, los diferentes documentos encontrados.

  4. Por último, planteamos un informe de todo lo anterior con los apartados mencionados antes. El informe, en el método histórico, debe responder a las preguntas del primer punto.

https://economipedia.com/definiciones/metodo-historico.html





HISTORIA DIGITAL


Introducción


El fantasma de la historia se ha introducido en la vida pública a través de actos institucionales como las conmemoraciones, los homenajes, las actuaciones culturales, la recuperación de espacios históricos e incluso en algunos debates políticos. En el ámbito académico su conocimiento se ha fomentado a través de la puesta en marcha de procesos tecnológicos entre los que se encuentran la digitalización de la documentación de archivo, la valoración de las fuentes audiovisuales y la proliferación de las digitales. Al mismo tiempo su difusión se ha incrementado a través de las publicaciones convencionales —libros, revistas científicas, actas congresuales, tesis doctorales— y digitales. Incluso el escepticismo de los posmodernistas sobre la habilidad de los historiadores para escribir una historia rigurosa se diluye ante la visualización de las múltiples presencias del ayer 1 . El pasado, por tanto, se niega a marcharse, e incluso algunos acontecimientos de nuestra historia han emergido en los últimos años con gran fuerza en demanda de una explicación más rigurosa y de la liquidación de asuntos aún pendientes de resolver. A veces se presenta en formas insólitas como un juego, un viaje, una experiencia o un hobby 2 ; otras veces como un espectáculo de eventos épicos, el depósito del misterio, un patrimonio para salvaguardar o la genealogía familiar. Los historiadores se enfrentan casi a diario al hecho de que determinadas épocas de la autobiografía nacional —la guerra civil, el franquismo, la transición...— no han muerto, incluso parecen comportarse como si no fueran pasado. Esta penetración ha sido facilitada, en parte, por las posibilidades que ofrece internet, una red global de características, capacidad y alcance ilimitados ubicada en nuestra cotidianeidad. Nos encontramos, pues, ante una curiosa dicotomía entre, por un lado, la ausencia de interés en la historia en los currículos formativos escolares y, por otro, el incremento del interés público por su representación. La historiografía ha puesto de manifiesto, desde la primera década de uso extendido de internet, las oportunidades y dificultades que presenta la investigación en este ámbito 3 . Hoy día contamos con una amplia producción al respecto, especialmente en el mundo anglosajón, donde el concepto Digital Humanities y, dentro de él, la Digital History ha sido abordada desde distintas perspectivas, entre las que sobresalen aquellas que inciden en la mayor accesibilidad y visualización de los resultados de la investigación 4 . El alcance del término, en el que no me detendré al haber sido tratado en otros artículos de este dosier, está relacionado con el papel que las tecnologías digitales pueden desempeñar en la representación del pasado, así como las nuevas hipótesis o preguntas de investigación surgidas de la conectividad y la interactividad. Se plantea, así, la existencia de dos planos, la historia en la era digital, en la que todos estamos inmersos, y la historia nacida digital, vinculada a las fuentes nacidas digitales y a los usos de las nuevas tecnologías en todo el proceso investigador, un ámbito poco frecuentado por los historiadores. Ambas no son excluyentes, se entremezclan en los distintos formatos electrónicos e incluso proyectan problemas parecidos. La aparición de la denominada Web 2.0 alrededor de 2004-2005 abrió el camino a nuevas narrativas historiográficas, así como a interacciones entre los investigadores y los nuevos actores aparecidos en la escritura de la historia. Esta segunda ola de la Web es cualitativa, interpretativa, experiencial y emotiva, crea el entorno y las herramientas con el conocimiento nacido digital que vive en varios contextos virtuales e introduce metodologías híbridas. La amplia gama de preguntas que suscitan estos elementos ha sido contestada, en parte, por diversos autores entre los que destacaremos a Fernández Izquierdo, Gallini, Melo, Noiret, Pons, Quiroga, Rosenzweig o Townsend, entre otros 5 . En el ámbito nacional, el dosier coordinado por Fernández Izquierdo en 2006 presentaba un análisis amplio sobre cuestiones relacionadas con la investigación y la escritura de la historia con recursos digitales 6 . Algunos años después, otro número extraordinario dirigido por Gallini y Noiret reflexionaba sobre algunos temas e introducía numerosos interrogantes sobre el modo en que los medios y las redes digitales permiten hacer el trabajo del historiador 7 . Las nuevas tecnologías digitales, por tanto, sugieren reflexiones epistemológicas y heurísticas, nuevas y diferentes formas de exploración y transmisión del pasado, a veces en escenarios ajenos a la investigación académica y creadas por el público general, dueño de una enorme cantidad de documentación histórica en la red 8 . Más allá de una pregunta retórica, ¿dónde se encuentra y cómo es el pasado en el universo digital? A pesar de todos los matices que caracterizan a la investigación histórica online, consideramos que los planteamientos metodológicos no difieren en su esencia de la que se realiza offline, puesto que en ambos casos es necesario establecer unos objetivos, partir de una hipótesis, seleccionar las fuentes, definir el marco teórico en el que se sustenta y aplicar las técnicas adecuadas. La diferencia no radica, por tanto, en los sucesivos pasos del método ni en la reflexión científica, sino en las adecuaciones que es necesario realizar en la delimitación del objeto de estudio y la búsqueda de fuentes, en el momento de desarrollar el trabajo empírico con nuevas metodologías, en la organización y la disposición de dicho material, en definitiva, en la búsqueda de respuestas utilizando herramientas informáticas y en la renovación de las prácticas profesionales del soporte papel al digital; una transformación compleja en la que coinciden importantes dificultades fruto de las características de las fuentes, del inabarcable escenario virtual y de cuestiones de carácter formativo 9 . La idea extendida de que en «internet está todo» suscita entre los historiadores numerosas reflexiones y prevenciones derivadas del caos, por un lado, y del universo de la información, por otro, que alberga este «archivo infinito» y la inmensa fragmentación de recursos que genera nuevos retos 10. En realidad, ese «todo» está sujeto en gran parte a restricciones de acceso y a un tratamiento adecuado para que el caudal informativo que expone al gran público se convierta en conocimiento. Una condición que debe ser asumida cuando se inicia la investigación en internet es la renuncia a la exhaustividad, la aceptación de que los resultados del trabajo tendrán un carácter exploratorio y a menudo no se pueden dar por finalizados, aunque ¿no ocurre igual cuando trabajamos con documentación analógica? 11 El pasado se encuentra en múltiples lugares del universo digital, desde los buscadores generalistas que ofrecen miles de respuestas ordenadas sin criterios de relevancia, hasta en buscadores restrictivos, directorios, bibliotecas y archivos digitales. En general, contienen fuentes primarias y/o secundarias cuyo origen era material y, tras un proceso de transformación, se han digitalizado, dando lugar a un tipo de documento más accesible y con mayores facilidades para la extracción de información. Consideramos, sin embargo, que conocer la existencia de portales, websites, bancos de datos o bases de datos donde acudir es un paso importante en la investigación online, pero no suficiente. Parece más conveniente adquirir las herramientas adecuadas que proporcionen habilidades en la búsqueda y valoración de las evidencias, especialmente las nacidas digitales, aquellas que se podrían considerar como las fuentes primarias de la contemporaneidad y que presentan mayores contrariedades al análisis historiográfico. Cada medio tiene su propia historia y convenciones y es necesario ser consciente de que la información historiográfica depende del tipo de información primaria que haya permanecido. En la historia digital, además, el medio no solo cambia el mensaje o la interpretación, sino que es contingente históricamente. Julio Aróstegui afirmó hace tiempo que en ningún otro terreno ha sido tan evidente el avance de la historiografía como en el concepto de fuente, en el que tiene cabida un amplio abanico de huellas materiales e inmateriales de las sociedades 12. Resulta obvio que internet forma parte de estas, aunque las evidencias que genera estén alejadas de las formas tradicionales, puedan transformarse y a veces no tengan autoría, unas cualidades que las distancian del documento acabado, firmado e inmutable. La información virtual no es homogénea, pero comparte ciertas propiedades que han de tenerse en cuenta a la hora de su utilización como fuente primaria. En primer lugar, en el espacio online la información no sigue la ordenación narrativa de los soportes tradicionales y estructura los contenidos proponiendo caminos no secuenciales y multidireccionales. Nos referimos a la hipertextualidad, esa facultad que permite trasladarnos de un documento a otro y elegir los pasos en la selección de la información, desde el orden de la misma a la elección de textos, imágenes o sonidos. Es una forma de presentar una colección de fuentes que puede expresar tanto diversas perspectivas sobre el mismo acontecimiento como las rutas para ofrecer una versión unívoca del mismo, contribuyendo a que el historiador sea activo en la discriminación de los contenidos y en la construcción del relato. Vinculado a la presencia de los enlaces, hemos de considerar que cuando extraemos información de cualquier formato digital —las fuentes hemerográficas online son un ejemplo— la sacamos del entorno en el que nació y la aislamos del contexto productivo original. Esta separación de la matriz puede generar problemas de interpretación que solo pueden ser reducidos con la incorporación de anotaciones complementarias o metadatos que preserven los aspectos técnicos o formales de la arquitectura de las fuentes. En segundo lugar, la multimediación, o la convergencia de varios medios y, en consecuencia, la eventualidad de encontrar fuentes primarias textuales salpicadas de fuentes audiovisuales —fotografías, vídeos, testimonios orales— o infográficas 13. Esta facultad tecnológica tiene un importante efecto sobre el modo de transmisión de la historia, puesto que permite observar los acontecimientos en una amplia dimensión y sugiere la aplicación de técnicas metodológicas que van más allá de la síntesis documental o la disposición cronológica de la información. El factor multimediático invita a la reflexión sobre los sonidos, las imágenes, el discurso, los escenarios y el entorno donde tienen lugar los acontecimientos. Es el caso de la webpage sobre la cárcel de mujeres Les Corts (http://www.presodelescorts.org/es) 14, o de los proyectos Todos los Nombres (http://www.todoslosnombres.org/) y E-xiliad@s (http://www.exiliadosrepublicanos.info/es/proyecto) 15, ejemplos que aúnan la función de difusión de investigaciones con la de configurarse en depósitos de fuentes audiovisuales del pasado. En acontecimientos recientes nacidos en la sociedad digital, como los Atentados del 11-M del 2004 o el denominado Movimiento del 15-M, la perspectiva y versión que ofrece la multimediación no puede ser valorada únicamente como el «primer borrador de la historia», según se ha considerado a la producción periodística tradicional, sino que estamos ante documentos históricos per se. En lo que respecta al Movimiento del 15-M y sus derivaciones, han proliferado distintas tipologías de fuentes digitales, incluida la existencia de una enciclopedia wiki —15Mpedia— donde se ha introducido todo el proceso de formación, desde los orígenes a las plataformas sociales presentes, las acciones, los lemas o un glosario de términos 16. Todas ellas configuran un gran archivo virtual del fenómeno. Sin embargo, ambas propiedades —la hipertextualidad y la multimediación— pueden favorecer la dispersión y dificultan en gran medida el discurso reflexivo y acotado de la historiografía. La mediación de la historia y de la memoria provoca una estrecha relación entre estas y los medios, convertidos en un filtro a través del cual el pasado puede ser ordenado y editado artificialmente 17. Una tercera característica sería la interactividad o interactuación, definida como la relación entre los lectores, usuarios y/o investigadores, y la información 18. Esta singularidad de la participación ciudadana en la red ofrece al historiador la oportunidad de conocer la opinión sobre un acontecimiento o el impacto del mismo en la sociedad. Averiguar la reacción de los testigos ante los hechos ha sido uno de los elementos que a menudo ha quedado como una incógnita en el relato historiográfico, a veces resuelta en la historia contemporánea con las fuentes orales. En internet son muchas las voces activas, desde los gobiernos a las instituciones, los líderes o los individuos que nunca habían tenido presencia pública. Todas ellas constituyen una fuente primaria para los historiadores cuya validez y credibilidad ha de ser evaluada y analizada. Estas propiedades de las fuentes nacidas digitales tienen un conjunto de contrapartidas que han de tenerse en cuenta en su uso y valoración. En primer lugar, la volatilidad, dado la naturaleza cambiante de internet y la facilidad para que la información desaparezca. Resulta complicado argumentar una investigación con evidencias capturadas en un momento y desaparecidas posteriormente. En parte se debe a la proliferación de autores de todo tipo, las facilidades para modificar los formatos digitales o la suspensión de financiación de las iniciativas virtuales. Los mensajes en las redes sociales se pueden consultar gracias a herramientas tecnológicas, pero suelen desvanecerse y hay grandes dificultades para encontrarlos pasado cierto tiempo 19. En segundo lugar, la abundancia informativa. En la red se acumula la memoria del mundo en todas las facetas de calidad posibles, desde la cultura especializada a la divulgativa e incluso la ilegal. En muchas ocasiones resulta redundante y puede llegar a saturar y generar rechazo. Además, las fuentes no suelen estar organizadas en archivos, repositorios centralizados o entidades reconocidas para el depósito legal, pero inundan al conjunto de la sociedad 20. Durante años los historiadores hemos sido adiestrados en la cultura de la escasez de fuentes y las dificultades para su acceso y consulta. En la era digital, sin embargo, nos enfrentamos a una fase pródiga en documentación de diversa tipología que nos sumerge en una cultura de la abundancia a la que no estamos acostumbrados 21. Es complicado afrontar una investigación historiográfica con la enorme cantidad de información factible de extraer en portales como Youtube, o en redes sociales que han desarrollado plataformas donde se eluden los derechos de autor o de propiedad intelectual. En ellos discurren textos y toda la gama de expresiones audiovisuales que conforman un conjunto de fuentes historiográficas primarias y directas. Una cuestión clave es si esta abundancia de evidencias de nuestro tiempo servirá para construir una historia más rigurosa y sistemática. En tercer lugar, podríamos subrayar la paradoja de que en la era de la información abundante, ilimitada y globalizada, una gran parte de la misma se ubica en sitios protegidos a los que no tenemos acceso. En la Deep Web, la zona profunda de internet a la que solo se puede acceder con contraseñas o suscripciones, se encuentra la mayor parte de los contenidos que no aparecen en los buscadores tradicionales 22. Según García Algarra solo están indexados alrededor del 1 por 100, mientras que el 99 por 100 restante permanece en zonas insondables debido a diversas razones entre las que se encuentran políticas institucionales que deciden salvaguardar contenidos del acceso libre, decisiones personales de los autores que prefieren no compartir información, limitaciones por derechos de autor e incluso la censura. A estos factores es necesario añadir que determinadas fuentes valiosas para la historia social se encuentran en las listas de distribución, los foros y chats, en grupos de redes sociales que solo se accede con la autorización de un administrador e incluso en los millones de correos electrónicos que viajan por el ciberespacio a diario 23. Incluso una iniciativa de gran envergadura puesta en marcha para las fuentes históricas digitalizadas como el portal Europeana está sujeta a restricciones establecidas por legislaciones nacionales que previenen de la difusión general de contenidos audiovisuales. Un buen modo de paliar algunos obstáculos es la consulta de catálogos generales, directorios de páginas o portales institucionales que recogen fuentes primarias protegidas. Igualmente puede resultar de interés la suscripción a servicios de RSS (Really Simple Syndication), que envía contenidos especializados, o la base de datos My News (http://www.mynews.es/), que alberga contenidos de las ediciones de la prensa online desde los inicios de esta a mitad de la década de 1990. Asimismo, el acceso a fuentes, en gran parte residentes en la web profunda, puede realizarse con la consulta a The Wayback Machine, una sección de Internet Archive que conserva los materiales tal y como fueron en su instante de creación (https://archive.org/). No obstante, una parte importante de las evidencias permanece inaccesible.


https://revistaayer.com/sites/default/files/articulos/110-3-ayer110_HistDigital_APons_MEiroa.pdf

PD: no apto para burritos serranos, cruceños, sudetes o litoraleños

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