Todabía se puede encontrar alguna fuente que ubique en tiempo y espacio al Teniente Coronel Fortunato Cámara (Afrodescendiente), que fue el abuelo del alma de mí padre. Hasta hace unos 20 años se podía encontrar su uniforme en el Museo Militar de la Avenida de Mayo en Buenos Aires.
Cuando tenía unos 25 o 26 años pasó por la casa familiar una señora y su hermana, las dós muy elegantes, con ropa muy cara. Ambas tenían por objetivo ver al jóven Guillermo. Yo no lo podía creer, pero regresé a la casa y me encontré dos afrodescendientes y, mientras mí madre solo asentía con la cabeza, la señora más grande me decía, que ella, al principio (luego de yo nacer), me había cuidado y, luego, su hermana más chica lo había hecho, por varios años. Yo tenía algunas referencias mínimas, que lograba recordar muy poco. En esa época ya le daba más importancia a mis funciones que a lo personal, que es algo de lo que siempre me arrepiento. Y no me queda mucho más del encuentro. Pero sí recuerdo la evidente devoción de la más jóven, que no dejó de sorprenderme, porque me miraba como se puede mirar a un mito. Nunca más pude verlas aunque lo intenté.
Jean-Arsène Yao
p. 329-347
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1Dentro del inmenso y complejo conjunto de estudios sobre la presencia de los africanos y sus descendientes en Argentina, se ha destacado, con mayor o menor rigor, el análisis de los legados económicos, culturales y sociales. En su mayoría, estos trabajos comparten la creenciap estadounidense de que el ancestro africano visible lo convierte a uno en negro. De ahí el uso del término afroargentino por los autores que revindican el ancestro africano en la identidad argentina.
2No obstante, ser afroargentino es menos una cuestión fenotípica que de ciudadanía y de nacionalidad. Mas que asumir una actitud suficiente de explicar los distintos vocablos utilizados para definir a los argentinos de origen africano, este trabajo busca reflexionar, a partir de algunos hechos acaecidos en la Argentina – colonial e independiente –, sobre cuándo el negro africano se hizo argentino. Un tema que merece un examen crítico sociológico e histórico y que debería dejar de ser tratado bajo una visión casi puramente descriptiva.
África en el río de la plata: sinopsis
3La llegada de los primeros africanos al actual territorio argentino se produjo con la conquista y colonización del continente americano en el siglo XV11, Desde entonces, la proporción demográfica que representaba la población de origen africano fue creciendo hasta alcanzar casi el 40 por ciento de los habitantes del Río de la Plata a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX2. La historia económica y social de la época colonial indica la supremacía de los esclavos africanos en gran cantidad de sectores como la artesanía y el servicio doméstico. Las mujeres eran cocineras, lavanderas, costureras, planchadoras y amas de cría, Los hombres eran principalmente herreros, carpinteros, zapateros, albañiles, sastres y barberos3, Los esclavos africanos tuvieron también una presencia muy importante en el mundo rural. Jugaron un gran papel en la cosecha y la trilla del trigo. Participaban en la yerra y en los apartes de ganado, domaban potros, paraban rodeos, vigilaban la huerta, cazaban perros cimarrones, hacían cueros y trabajaban en los hornos de ladrillos4.
4La cultura de los negros se fue incorporando, poco a poco, en la blanca haciéndose más notoria con elementos en la religión, la literatura y la música. Como sucedió en otras regiones de América, los africanos utilizaron fiestas católicas para celebrar sus propios ritos paganos. Rindieron culto a estatuas de santos que en realidad representaban a sus dioses nativos. Este sincretismo fue favorecido por la existencia de las cofradías religiosas. Reunidas para practicar el culto católico, sirvieron como marco social para que el idioma y la religión africana fueran conservados5, La tendencia a la agrupación de los negros dio posteriormente lugar a las llamadas “Naciones" y “Sociedadesˮ de ayuda mutua6. Verdaderos refugios de africanía, eran la reunión de individuos procedentes de una misma región africana, como se evidencia en la denominación de las mismas : Ashanti, Benguela, Brasilera, Congo, Loango7. Como lugar de encuentro de la población negra, favorecieron una movilidad hacia la búsqueda de una identidad africana. Respecte a las letras, fueron muy pocos los escritores negros que trascendieron en la literatura. A excepción de Horacio Mendizábal, ninguno aparece en las páginas de la historia de la literatura argentina. Sin embargo, varios poetas afrodescendientes como Manuel Posada, Casildo Thompson, Santiago Elejalde, Dionisio García trabajaron en Buenos Aires8. En ocasiones, sus obras eran publicadas en la media docena de periódicos editados por la comunidad negra. Los más leídos eran La Juventud, La Verdad, La Igualdad, La Broma9. La lectura de estos periódicos muestra a una comunidad que se reconocía como tal. Debatía acerca de sus problemas y la mejor forma de solucionarlos. Estos periódicos dan, además, una visión de la rica vida social que al menos parte de la comunidad llevaba, con reuniones semanales y ensayos de grupos carnavalescos.
5En cuanto a la música, se puede decir que la presencia africana se notó en la payada, el candombe y el tango. El canto de hombres solitarios y errantes, que con su guitarra recorrían la campaña fue una de las más fuertes expresiones poético-musicales de la Argentina. Con esta tradición, reconocida e incluso mitificada por la literatura gauchesca, se difundió la denominación de payador y de payada. Es indiscutible que el negro Gabino Ezeiza fue quien popularizó la payada. Profesionalizó el canto del payador elevándolo a la categoría de arte10. Pero la principal impronta dejada por los africanos es el candombe, que los afroargentinos la reivindican como propia. Constituía al menos uno de los elementos que utilizaban para construir una identidad diferencial respecto de otros grupos. Una danza que evolucionó para dar el tango. Y como bien afirma George Reid Andrews: “Los pasos del tango forman una memoria kinética del candombe, una danza que ha muerto pero que al morir dio a luz al baile que identifica a Buenos Aires, una danza exportada a todo el mundo"11.
6Sin embargo, el ejército fue donde el negro dejó su mayor legado y por supuesto su vida. Voluntaria o compulsivamente, el negro se mezcló en las guerras. Cuando fue exigido, el negro no sólo peleó sino que lo hizo con bravura africana. Y del esclavo doméstico, artesano o jinete, resurgió el guerrero, el lancero. Los negros participaron en la guerra contra el Brasil, en la batalla de Caseros, en Cepeda, en Pavón y la guerra de la Triple Alianza. Algunas ilustres figuras como Lorenzo Barcala, Domingo Sosa, José María Morales alcanzaron el grado de coronel12.
Reflexiones acerca de las revueltas de negros
7Los estudios fundados en el análisis sociológico desarrollados por la escuela funcionalista consideran que la congruencia de status crea consenso y promueve la estabilidad y el conservadurismo político. Por el contrario, la inconsistencia de status crea tensión y promueve inestabilidad y liberalismo político, e incluso extremismo político13. Asimismo, la inconsistencia de status tendrá consecuencias políticas sólo cuando comprenda la suma de diferencias de status adscritos y adquiridos14. Al analizar la experiencia afroargentina de acuerdo con esta teoría15, llama por tanto la atención la tranquilidad aparentemente imperturbable que éstos exhibieron durante todo el periodo del régimen esclavista. La existencia de una ordenanza para contener los levantamientos de negros esclavos registrado en las primeras leyes de Indias, no deja ninguna duda sobre la resistencia manifestada por los africanos llevados a América16. En el Río de la Plata, hubo algunos casos de negros alzados que huían de la represión colonial. Pero sólo inauguraban en la pampa una vida nómada al igual que los gauchos, auxiliando a los contrabandistas y surtiendo de las haciendas donde la encontraban17. Las situaciones de inconsistencia de status de los negros, lejos de derivar en inmediatos deseos de cambios políticos, se resolvieron mediante el paulatino proceso de abolición de la esclavitud.
8Para entender la falta de un movimiento colectivo de protesta de los negros que hubiera cambiado el orden establecido, analizaremos algunos hechos acaecidos en el ocaso del siglo XVIII que estuvieron a la base de afirmaciones como: "La esclavitud en Buenos Aires, es verdadera libertad, comparada con la de otras naciones [...]. Se les trataba (hablando de los esclavos), puede decirse, con verdadero cariño...”18. Es cierto que la condición de los esclavos adscriptos a las actividades azucareras y tabacaleras fue muy penosa. Y que a pesar de tratarse de seres que carecieron por definición de libertad, los que vivieron en las ciudades y campañas argentinas poseyeron características sociológicas y culturales distintas a las de aquellos que trabajaron en las plantaciones tropicales o en las minas. Sin embargo, sería hacer una reducción analítica, si extendiéramos la declaración de Wilde al conjunto de los negros esclavos en Argentina. Pues hemos podido comprobar que no faltaron las violaciones de la legislación indiana sobre los derechos de los negros y los malos tratos a los esclavos en estas tierras19.
9No obstante eso, no hemos encontrado documentado el hecho de que hubieran revueltas en Argentina como ocurrió en otras partes de América tales como Cuba, Santo Domingo o Haití. Aunque en la segunda mitad del siglo XVIII, los funcionarios y oligarcas locales demostraron un nerviosismo por la posibilidad de que ocurriera algo similar. Prueba de ello son las prohibiciones dictadas por el Virrey respecto a los bailes de los negros en 1766, 1770 y otra vez en 179020. Estos bailes que llegaban a reunir hasta doscientas personas en un solo hogar fueron objeto de una vigilancia particular de las autoridades. Pues el Virrey permitía específicamente a los negros que realizaran bailes públicos bajo el cuidado de la autoridad debidamente designada21.
10Los repetidos temores del Cabildo volvieron a llevar en 1790, al Virrey a prohibir la entrada en Buenos Aires de esclavos procedentes de colonias o puertos franceses22. Pero esta precaución resultó ineficaz ya que en 1795, entre los miedos de las autoridades, se coló el impreciso, latente y amenazador rumor de una revuelta de esclavos. Entonces se habló mucho de una probable revolución de negros y franceses. Se extremaron las investigaciones y se detuvieron a algunos sospechosos. A uno le encontraron un papelito con la inscripción : “Viva la livertá”23. Boleslao Lewin afirma que en el juicio por traición, el fiscal sólo pudo demostrar que uno de los franceses había enseñado a su esclavo a leer y escribir. Que los europeos habían brindado por la libertad, la igualdad y la fraternidad frente a sus esclavos. Asimismo, que una persona desconocida había colocado carteles por la ciudad proclamando una próxima revolución que haría iguales a todos los hombres24.
11¿Hablaron esos europeos de la revolución haitiana a los negros? Pues no se sabe con certeza si los afroargentinos oyeron hablar de Toussaint Louverture, el libertador negro de Saint-Domingue. En todo caso, debido a la libertad dada para el tráfico de esclavos, la población negra había crecido llegando a constituir más de la mitad de la población de algunas ciudades25. Los censos de la época son bastante significativos al respecto. En Tucumán, era del 64 por ciento de la población; en Santiago del Estero, el 54 por ciento, en Salta el 46 por ciento ; en Córdoba el 44 por ciento ; en Mendoza, La Rioja y San Juan, entre un 15 por ciento y un 25 por ciento. En la misma fecha, en Buenos Aires, el 29 por ciento lo componía la población negra26. Lo extraordinario en estos datos es la posibilidad, para los negros, de constituir una fuerza de presión susceptible de exigir su libertad. Siendo considerable su número, si los esclavos hubieran querido sacudir el yugo de sus amos y romper sus cadenas, lo hubieran conseguido. Pero no lo hicieron.
12Al menos, este rumor de revuelta demuestra que mucho antes de la invasión inglesa de 1806, los negros ya podrían haber estado al tanto de todo lo que ocurría en otros horizontes. El trato, la comunicación y el roce con los demás negros tripulantes de las muchas embarcaciones francesas que entonces recorrían las aguas del Plata pudieron influirles. Gracias a los navegantes y viajeros que llegaban a Buenos Aires, podrían haber recibido informaciones acerca de la política revisionista de Inglaterra en cuanto al comercio negrero27. Quizás por eso vieron en la invasión inglesa una oportunidad de verse libres. No tardó en correr la noticia por toda la ciudad: "Mirones incansables y vigilantes, los esclavos eran los grandes repartidores de novedades en la ciudad. Y la proximidad de los ingleses debió conmoverlos más profundamente”28.
13En un primer momento, ante la certidumbre de la invasión, los esclavos presintieron que los lazos de la autoridad colonial se iban a aflojar. Lo que llevaría a una probable ruptura de sus cadenas. Desgraciadamente, los impulsos de libertad se calmaron enseguida con la decisión de los ingleses de mantenerlos en la servidumbre. En respuesta al intento de sublevación de los negros para conseguir su libertad, el general ingles Beresford les contuvo ordenando la pena de muerte para quienes no se sujetaban a la servidumbre de sus amos29, acabándose así lo que podría haber sido una revolución de los negros en Argentina.
14La desilusión entre los esclavos fue tan grande que al lado de sus amos, encendieron su ardor patriótico para echar a los ingleses. Es más, durante la segunda invasión inglesa en 1807, un negro llamado José María formó un Cuerpo de Negros Esclavos y ofreció al Cabildo el reunir a cuatro mil hombres de esa condición solicitando armas: chuzas, machetes y fuertes30. Y una vez terminada la reconquista de la ciudad, las autoridades temiendo el uso de las armas por los esclavos contra ellas, les agradecieron y solicitaron su devolución. Se ofreció un arancel de un peso por la devolución de cada espada y dos pesos por cada arma31. José María pudo ser el Toussaint Louverture argentino al tener la capacidad de reunir a tanta gente como lo hizo el negro de Haití. Pero aquí tampoco tenemos conocimiento de la negación de los negros a entregar dichas armas ni de cualquier deseo de amotinamiento.
15No deja de sorprender que el negro que había derramado, con brío y heroicidad su sangre por el amo español, no lo hiciera en defensa propia. Curiosamente, desaparecía el negro guerrero, el lancero, el soldado que rivalizaba con el gaucho en la lucha a arma blanca32. Cuando fue exigido, el negro no sólo peleó sino que lo hizo con fiereza, una bravura africana que se contradice con su actitud dócil frente al hombre blanco. Fue como si los negros sólo se conformaran con las cartas de libertad que el Cabildo otorgaba a los mutilados e inútiles para el servicio o los pocos que eran libertados por sorteo33.
16Años más tarde, se acusó al negro Bernardo, esclavo de Francisco Aragón en un levantamiento de esclavos en Mendoza. En efecto, Antonio María, esclavo de Doña Juana María Martínez de Rosas declaró en mayo de 1812, que Bernardo le informó : "... que de Buenos Aires había venido declarada la libertad de los esclavos y que esta le tenían usurpada aquí los Sres. Jueces, de lo que él tenía constancia por unos papeles que tenía en su poder, y que era preciso para el alivio de ellos hacer que se les declarase, para lo cual convenía juntarse todos, avanzar al cuartel, y Sala de Armas, tomar éstas, y dar un avance a los Sarracenos, quitándoles el dinero, y género que tuviesen y prenderles, y luego presentarse a las Justicias para que les declarase la libertad, y sino querían acudir a Buenos Aires al Superior Gobierno”34.
17¿Falsa alarma o amenaza real? Lo cierto es que la delación de la negra llevó a la condenación del negro, frustrando una vez más otro presunto intente de rebelión. Pero, si los pleitos registrados en los documentos de la época demuestran la lucha de los negros para conseguir su libertad35, ¿por qué nunca hubo una revuelta contra el repugnante sistema esclavista?
18Son varias las respuestas a esta pregunta. La primera se basa en el supuesto buen trato que recibieron los negros en el Río de la Plata. Una simplificación analítica y falsa que, gracias a la historiografía oficial, se ha generalizado. Otra de las respuestas es la de Miguel Ángel Rosal según quien, el grupo dominante de los esclavos que llegaron a La Plata fue el de los bantúes, que se caracterizaban por ser más permeables que los guineanos a las influencias externas36. De allí su más rápida cristianización y su occidentalización, al mismo tiempo que comprendían que una resistencia cultural hubiera dificultado la relativa movilidad vertical que experimentaron37. Pero el reciente trabajo de Ngou-Mve ha demostrado el origen bantú del cimarronaje americano, dado que fue una forma de resistencia a la trata negrera portuguesa38, desdiciendo así la teoría de la permeabilidad de este grupo étnico. Es más, hemos comprobado que los negros hicieron una resistencia sociocultural recuperando el papel simbólico de la cultura africana y formando una comunidad dinámica a través de las llamadas “naciones africanas"39.
19La actitud de los africanos, en oposición a las sociedades cimarronas que vivieron una reintegración activa en zonas de ciénaga, bosque y selva, podría deberse, por un lado, a la permanente vigilancia policial. No hay que olvidar que las "naciones africanas”, verdaderos refugios de africanía en las ciudades coloniales, fueron controladas por la policía. Así, las reuniones y la elección del presidente de una “nación” eran presididas por un representante del “señor jefe de policía”40. Asimismo y como lo hemos mencionado en párrafos anteriores, habría que tener en cuanta que en Argentina, el negro dominó una variedad de ocupaciones. Demostró una obvia capacidad empresarial en sus pequeños negocios, para obtener su peculio de emancipación, aunque las limitaciones legales y económicas impidieron su plena realización41. Además, trabajar en la agricultura, en la pampa debió ser una de las formas de vida más irrestrictas y libres. En estas tierras sin límites que es la pampa, el negro sólo podía sentir una honda contradicción con su situación de esclavo, mermando así cualquier veleidad de rebelión o cimarronaje. Todo lo contrario de lo que ocurrió en otras partes de América donde los negros se reunieron en palenques, verdaderas repúblicas libertarias para los esclavos42.
La revolución, la patria y el patriotismo de los negros
20En las dos primeras décadas del siglo XIX, los dominios españoles en América se desmembraron. Los virreinatos se independizaron y pasaron a ser naciones americanas rompiendo con España cualquier vínculo de subordinación. En Argentina, el 25 de mayo de 1810 comenzó una gesta revolucionaria contra la Corona española a causa de una profunda alteración en todos los órdenes que se pueden resumir de la siguiente manera. En lo político, se adoptaron los nuevos idearios surgidos de la Revolución Francesa, a la par que se inspiraban en el modelo emancipador norteamericano. En lo económico, siendo la esclavitud muy importante para la clase mercantilista, tanto Argentina como España no quebraron el círculo económico tradicional de compraventa de negros. En lo social, sabido es que la revolución fue sobre todo una lucha de clase entre los criollos y los españoles nacidos en la península. Aunque es de reconocer que para tener gente a favor de su causa, los revolucionarios, a golpe de decretos – "libertad de vientre”, “ley de rescate de esclavos" entre otros- llevaron a una considerable transformación social. En suma, la revolución buscaba crear la patria, el mundo moral de la libertad política y de la libertad de pensamiento. En este proceso de conformación de una nueva unidad políticas, se utilizó preferentemente el término "Patria” identificándolo con la idea de libertad, tierra de hombres libres. Asimismo, el concepto "Patria” apareció como una lealtad filial a la tierra donde se ha nacido43. La ruptura del vínculo político con España se forjó por tanto a partir de esa carga revolucionaria de la idea de patria como sinónimo de libertad. Ahora bien, si la patria era libertad, se debía proyectar sobre todos, fueran criollos, indígenas, negros o esclavos. Pero no fue así ya que la ideología liberal de entonces ofrecía modelos de compatibilización de libertad y servidumbre, pese a que el negro depositara su confianza en los idearios revolucionarios manifestando un indiscutible patriotismo.
21Los casos de patriotismo de los negros abundan en la historia argentina, si bien mencionamos sólo unos pocos para ilustrar nuestra argumentación. Este patriotismo se vio sobre todo a través de su actuación durante todas las acciones bélicas de la Argentina. Voluntaria o involuntariamente, adoptaron la ideología liberal de sus amos combatiendo contra la metrópoli, España. Los negros lucharon no sólo para liberar la tierra de sus amos, sino también manifestaron su lealtad a la tierra que vio nacer a varios de ellos haciendo de este modo, suya la política imperante de la época.
22Sabido es que los negros llegaron a las guerras compulsivamente por la ley de rescate o por la manumisión y de allí accedieron a su libertad. Su incorporación fue paulatina, en tropas regulares o irregulares, pero siempre ocupando los puestos más peligrosos en el campo de batalla. Desempeñaron las tareas más desagradables y sufrieron a menudo la humillación y el escarnio. Pese a que a la gente de casta les estaba prohibido llevar armas, la necesidad de defensa hizo que los africanos fueran incorporados a las filas militares44 y que los negros tuvieran una activa participación en los ejércitos expedicionarios. Tanto el batallón de Pardos y Morenos Patricios de Buenos Aires como Los batallones 2, 7, 8, 9 y 10 de las Provincias Unidas estaban enteramente compuestos de negros. Incluso los soldados de infantería de línea se componían casi exclusivamente de negros, mulatos o zambos.
23Eludimos en nuestro estudio los detalles sobre la composición de los batallones de negros y mulatos que lucharon por la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Pues contamos con valiosísimos y ya clásicos trabajos como los de José Oscar Frigerio, José Luis Masini, Marta Goldberg, Nuria Sales, Juan Carlos Coria, Francisco Morrone, entre otros, además de los que citamos en la introducción, que reivindican el aporte de la población de origen africano a la conquista de la independencia y a la defensa de la patria. El heroísmo, valor y excelente comportamiento de los negros en el combate, fueron reconocidos por el General San Martín quien afirmó que : “El mejor soldado de infantería que tenemos es el negro y mulato (...) los esclavos subordinados harán la mejor tropa de su línea, por su incontestable subordinación y natural endurecimiento en los trabajos fuertes”45.
24Asimismo, los negros demostraron su amor por la tierra que les acogió en algunos actos de gran valor como fue el caso del esclavo llamado Ventura. En 1812, gracias a este negro, se evitó la conspiración contra el gobierno patriota que urdía el español don Martín de Alzaga. En recompensa, el gobierno le concedió la libertad y lo enroló en el regimiento n° 2 con un escudo en el brazo izquierdo de su informe indicando “Por fiel a la patria”46. Este ejemplo demuestra la fidelidad de los negros a la patria contra los extranjeros que, en este caso comprendían igualmente a los españoles. Para conmemorar el año 1 de la Revolución de Mayo, el artesano que construyó el monumento concebido por el arquitecto Prilidiano Pueyrredón, fue el mulato Pedro Cañete47. En 1815, para festejar el aniversario de la Revolución de Mayo, se colocaron en la plaza de la Victoria cuatro estatuas que representaban las cuatro partes del mundo, y que llevaban las siguientes inscripciones alusivas: América libre, Europa admirada de esa libertad, Asia soportando aun cadenas, y Africa redimida por la libertad de sus hijos de América48.
25Los negros tuvieron mucha esperanza en los fundamentos ideológicos que sustentaron la Revolución de Mayo y la posterior independencia de Argentina. Creyeron en los buenos propósitos vertidos en los discursos populares y populistas para ganar adeptos a la causa revolucionaria. Pero, a pesar de su espíritu de solidaridad, patriotismo y unidad que los animaron durante su servicio en el ejército, los negros, no tuvieron la merecida recompensa. La esclavitud se mantuvo y los observadores no carecieron de términos para describir su pésima condición de vida. Aquellos que pertenecieron al ejército de los Andes se arrastraban por las calles con las piernas cortadas, perdidas a causa de la congelación al atravesar las altas cordilleras nevadas. Estos inválidos que mendigaban el pan tenían fuego en la mirada cuando hablaban de la patria que tan mal les pagaba49.
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