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lunes, 25 de diciembre de 2023

EL PENSAMIENTO CRÍTICO AL SERVICIO DEL CUIDADO EN LAS ESCUELAS




PEDAGOGÍA DEL CUIDADO Y EL PENSAMIENTO CRÍTICO

Las 8 habilidades más importantes para el pensamiento crítico
Como la mayoría de las habilidades blandas, el pensamiento crítico no se aprende a través de un curso. Consiste más bien en una variedad de habilidades analíticas e interpersonales. Desarrollar el pensamiento crítico implica aprender a adoptar una postura abierta y flexible y aplicar el pensamiento analítico al proceso de encuadre de problemas.



Pensamiento analítico: Parte del pensamiento crítico implica analizar datos de diversas fuentes para poder llegar a las mejores conclusiones. El pensamiento analítico permite a las personas deshacerse de los prejuicios y esforzarse en recopilar y evaluar toda la información disponible para llegar a la mejor conclusión. 

Mentalidad abierta: Esta habilidad de pensamiento crítico implica dejar atrás los prejuicios personales para poder analizar y procesar toda la información y así llegar a una conclusión objetiva, respaldada por los datos. 

Resolución de problemas: El pensamiento crítico es una parte esencial de la resolución de problemas ya que implica llegar a una conclusión apropiada basada en toda la información disponible. Cuando se usa correctamente, el pensamiento crítico te ayuda a resolver cualquier problema, desde los desafíos en el trabajo hasta las dificultades que se presentan en la vida diaria. 

Autorregulación: La autorregulación se refiere a la capacidad de regular los pensamientos y dejar de lado los prejuicios personales para poder llegar a la conclusión más adecuada. Para desarrollar un pensamiento crítico, es importante cuestionar toda la información que tienes disponible y las decisiones que favoreces; solo entonces podrás llegar a la mejor conclusión. 

Observación: Esta habilidad ayuda a ver más allá de lo evidente. Para desarrollar un pensamiento crítico, debes tener puntos de vista diferentes y usar el sentido de la observación para identificar problemas potenciales.

Interpretación: Para desarrollar un pensamiento crítico es importante entender que no todos los datos se crean de la misma manera. Además de recopilar información, es importante determinar qué información es importante y relevante para cada situación. De esa forma, podrás sacar las mejores conclusiones de los datos recopilados. 

Evaluación: Las preguntas complejas rara vez tienen respuestas evidentes. Si bien el pensamiento crítico insiste en la necesidad de dejar de lado los prejuicios, es importante poder tomar una decisión con confianza en función de los datos disponibles. 

Comunicación: Una vez que se ha tomado una decisión, es importante poder compartirla con los demás involucrados. Las comunicaciones eficaces y claras en el trabajo comprenden presentar las pruebas que respalden la conclusión a la que has llegado, especialmente si hay varias soluciones posibles. 

Durante el proceso de trabajo en el abordaje integral en prevención de consumos problemáticos y adicciones en ámbitos educativos, en el grupo de trabajo al que pertenecía aprendimos que la prevención viene de la mano del cuidado. Descubrimos que de ese modo se posibilita la apertura de puertas desde donde abordar situaciones que cada día se nos presentan a quienes trabajamos con niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Encontramos en la idea de cuidado una roca firme que funciona como cimiento para trabajar diferentes situaciones complejas que se presentan día a día en las escuelas. Este concepto nos lleva a cuestionar nuestras ideas y preconceptos y a reflexionar sobre ellos.

Entendemos la cultura del cuidado como un paradigma que propone un modo de ser y estar en el mundo en relación a uno mismo, al otro y al ambiente. Incluye desde cuidados físicos hasta emocionales y sociales, asumiendo la doble función de prevención de daños futuros y regeneración de daños pasados. Su construcción reclama un abordaje colaborativo que integre las diferentes áreas del Estado, la comunidad, la familia y todo el entorno vincular de los sujetos. Este enfoque propone un abordaje comunitario e integral de distintas temáticas, problemáticas sociales y vulnerabilidades para la construcción de una cultura del cuidado que contrarreste la propuesta dominante del consumismo, una tendencia al consumo innecesario e irreflexivo que compromete el bienestar de las personas, las comunidades y el ambiente. 

Para trabajar desde este enfoque es necesario mirar y repensar nuestras representaciones, nuestras prácticas y vínculos. Realizar un recorrido desde lo personal, pasando por lo interpersonal y hacia la comunidad para registrar qué escenarios de cuidado estamos construyendo y qué camino nos queda para seguir fortaleciendo una cultura del cuidado. 

No hay educación sin cuidado ni cuidado sin educación. Son nociones que se encuentran íntimamente relacionadas; sería muy difícil poder concebir una sin la otra. Son prácticas sociales inseparables y necesarias para el desarrollo pleno e integral de todo niño, niña y adolescente. En este sentido, toda actividad educativa implica acciones de cuidado y, a su vez, todas las acciones de cuidado poseen en sí mismo un valor educativo. La institución escolar es uno de los espacios más valiosos para ofrecer y recuperar sentidos, resignificar el encuentro y la palabra, y poner en valor la afectividad y el cuidado. 

Los cuidados serán posibles con el sostenimiento y la presencia significativa de adultos. Así surgen muchas preguntas: ¿Qué lugar le damos como adultos a la construcción del vínculo con los y las estudiantes? ¿Desde dónde los miramos y nos relacionamos con cada uno de ellos? ¿Con qué gestos los recibimos? ¿Qué lugar le damos a los intereses, necesidades y opiniones de los chicos y las chicas en las propuestas escolares? ¿Sabemos qué les preocupa, qué necesitan y qué motiva a nuestros estudiantes?

Pensamos la presencia significativa de adultos como un modo de estar en el rol que no es la currícula, o sea, como algo más que los contenidos. Porque los y las estudiantes aprenden de nuestros actos, de nuestras actitudes, de nuestros gestos, de las broncas y de las alegrías. Somos ejemplo, nos escuchan y sobre todo nos miran, nos buscan como referencia. Podemos, entonces, ofrecer modos de estar cerca -por fuera de la simetría- que sean capaces de oficiar de soporte en tiempos de cambio y pasajes.


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