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viernes, 3 de diciembre de 2010

EL BUEN SALVAJE por guillofca

EL BUEN SALVAJE


En algunos momentos de nuestra historia el “buen salvaje” era el originario muerto (conquista y colonización europea de lo que se denominara como Continente Americano; guerras liberales de exterminio y ocupación de nuevas zonas de explotación, como es el caso de nuestro país, con la denominada: “Conquista del Desierto”, que no solo se llevó adelante en la Patagonia, sino en la región geográfica del “Chaco Argentino”, que excede notablemente a la Provincia del Chaco). Pero el concepto del buen salvaje es anterior a esos acontecimientos históricos y propios de los pueblos que identificamos como blancos. Simplificando diremos que “el buen salvaje” fue y es aquel individuo originario que no reclama sus derechos y su pertenencia cultural. Para saldar un error u omisión evidente se inventó el “indigenismo” en nuestro continente y los originarios pasaron a ser “ciudadanos de segunda” en sus propias tierras, con el solo derecho a la apelación a los institutos creados, para ciudadanos minorados. Encasillados en tal posición son fácilmente permeables a numerosos ilícitos: Despojos de tierra; de ciudadanía, al orientar su voto en las elecciones; de cultura, capitalizada por los acopiadores de artesanías; de credibilidad y de Educación. A esas personas el Estado Argentino los considera como Buenos Salvajes, que en algún momento pueden recibir, como donación algunas cosas (ropa, comida o algún chiche informático), o, establecimientos (no hace mucho les prometían emisoras de radio y canales de televisión). Algunas personas que dicen ser “Progresistas” (incluyo los que se clasifican como revolucionarios o nacionales y populares) mantienen ese estado de cosas, valiéndose de los institutos de este mismo Estado Neoliberal. Luego, como ejercicio de resistencia surgen distintos motines y revoluciones, de lo que es su expresión máxima la de Chiapas en México y se postula el término “indianismo”, como una forma de revalorizar el apelativo despectivo de indio. No está mal, si lo que pretendemos es cambiar de collar en lugar de dejar de ser perros. Incluso puede ser “indianismo”, pero si dejamos de ser perros. Tengo en alta estima a los hombres que lo forjaron, como Andrés Aubry, pero es necesario dejar la etapa de la minoridad, porque ya antes de los europeos éramos maduros y construimos culturas superiores en el sentido de la consideración del otro. No me importan mucho los términos que se empleen, para individualizarnos, solo me importan las instituciones creadas, para tal fin. Una vigente es la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Originarios, que se incorpora a nuestra Constitución Nacional, pero se debe subsanar ese “derecho de segundo grado”. Otro lo constituyen los Derechos Humanos PARA TODOS, por lo que los incidentes de Formosa, pueden caratularse como DELITOS DE LESA HUMANIDAD. Ya encaminados en esos temas puedo llegar a creerles a nuestros gobernantes, sobre sus fines y objetivos sanos. Luego podemos discutir sobre las condiciones de las tierras, que deben pasar a ser de pertenencia comunitaria y de las instituciones específicas de democracia en las comunidades, siguiendo los antecedentes originarios mismos. Pero nunca y digo nunca jamás, permitiré que alguien que no tenga nuestra sangre en sus venas, nos diga o nos llame “indios”, porque solo podemos hacerlo nosotros entre nosotros mismos. Lo que es una clara advertencia a cierta alta funcionaria nacional, que se manifiesta, con desparpajo, sobre ese tema, sin tener (al menos que se conozca) sangre de alguno de nuestros pueblos originario y me importa muy poco si pretende ser “canchera”, revolucionaria o superada. Sin desconocer que no se trata de un “problema indio”, sino de una problemática blanca el saber que deben tratar con originarios, que tienen su identificación étnica, como Quechua, o, Mapuche, o, Guaraní, o, Qom, o, Kolla, o, Tehuelche, o, Wichi, o, Huarpe, o, Lule, etc. En algunos de mis escritos les comentaba sobre la “zoncera escolar” de nuestras maestras que nos repetían: “Chicos no sean indios”, cuando no podemos dejar de serlo, porque tenemos la sangre, mientras que la carga y connotación despectiva solo es propiedad de blancos y para blancos. Igualmente, nunca, pero nunca jamás aceptaré el robo descarado enmarcado en corrupción administrativa, que se acostumbra en nuestras tierras. Esos son los dos grandes límites y luego, podemos dialogar de cualquier tema (por aquello de: “Tenemos que dejar de pelearnos”, que soltaba a la cámara una veterana dirigente de los derechos para humanos, en el velorio del ex-presidente).Y a pesar de todo ello me considero un buen indio, porque ya queda demostrado quienes son los salvajes, los incultos, los sucios, los “desprolijos” y demás yerbas (sin ninguna connotación subyacente).-


SOBRE LA REALIDAD

Qué bien pudo denominarse “Sobre los datos incontrastables que nos aporta la realidad”. Hace muy poco tiempo me consultaban sobre la frase: "La vida es como una escuela de gladiadores, donde los hombres viven y luchan unos contra otros"(Lucio Anneo Séneca) y recordé uno de mis escritos, donde denunciaba a los que “medran con las luchas de todos, contra todos”, haciendo referencia a la realidad de nuestro país, donde alguno hace campaña llamando a defender el modelo, o, diciendo que es hora de defender este modelo Neoliberal de Izquierda, que es un dato claro e incontrastable, que nos aporta la realidad cotidiana. Otros pueden estar vinculados con la cantidad de personajes de reconocida impronta neoliberal, que ocupan cargos de importancia en este gobierno y, sin esquivar el recuerdo de ese viejo eslogan de la “juventud iluminada” de los setenta, que decía: ¡Qué pasa General, que está lleno de gorilas el Gobierno Popular!, en ese dato de la realidad más incontrastable se encarna la apetencia del poder, para generar negocios, cueste lo que cueste, que siempre manifestaron las personas de esa ideología, que generalmente se riega con la sangre de militantes. Recordemos, igualmente, que en fecha reciente este gobierno nos puso a un paso de una guerra civil y más recientemente, cargó, por medio de organizaciones colaterales, contra la Suprema Corte de Justicia, que en este caso es garantía de imparcialidad sustentada en el propio prestigio de sus integrantes. Sin olvidarnos las múltiples amenazas de todo tipo, las campañas de desprestigio de personajes populares, que no forman parte de sus filas, del “torniquete fiscal” aplicado a las provincias, para que los representantes en el congreso voten a favor de las iniciativas más disparatadas, por mal realizadas o redactadas, que hacen que vuelva a intervenir la Justicia y así seguimos en un espiral de violencia, que aumenta todos los días y todavía falta casi un año para las elecciones presidenciales del año que viene. Otro dato incontrastable de la realidad es la pertenencia a determinado sector de los agresores y la actitud pasiva policial, cuando observan y escuchan el uso de armas de fuego, que provienen de un sector encontrado con los que se manifiestan. Si nos ponemos a sumar todas estas “casualidades” o causalidades tendremos, como resultado, a los culpables, por error u omisión o por otras cuestiones, que tienen que ver con el poder, que deberá dilucidar la Justicia en sus tiempos. Por eso no entiendo el, presunto, razonamiento de un militante partidario del gobierno que decía, muy suelto de cuerpo, que: “No participamos ayer de la movilización (por la muerte del estudiante), porque nos parece, que se quiere responsabilizar al gobierno”. Lo que me hace pensar en una nueva intentona de falsear los datos de la realidad. El problema es claro y real y se soluciona siguiendo esta frase: “Comprender a los demás es sabio, comprenderse a uno mismo es estar iluminado. El que vence a los otros es fuerte, pero el que se vence a sí mismo es poderoso"(Lao-tse), porque el problema es interno al gobierno y le pertenece, sin ningún tipo de dudas. Tiene que ver con las formas y las costumbres de los personajes en cuestión. De todas formas las frases célebres no me gustan, porque evitan el pensamiento autónomo, pero en este caso podemos hacer la excepción de la regla.



SOBRE LA REALIDAD 2 (O sobre los datos incontrastables que nos depara la realidad dos). Por guillofca.


Hace unos pocos días, no más de cuarenta y cinco, tocaba el tema de la realidad, que como todos sabemos es la única verdad, pero se encuentra en muchos lados (como decía mi abuelita materna). En ese momento pedía cordura, por el asesinato de un estudiante en una movilización. Hoy, con varios muertos más, con lo que remarco que todos los muertos valen lo mismo, debo indicar la falacia del discurso indigenista de nuestro gobierno, al menos el que se apresuraron a intentar destacar en los últimos tiempos, en relación con “nuestros hermanos los indios”, como decía el General San Martín. El asesinato impune y cobarde de mis hermanos Qom no amerita ninguna cautela, por su complejidad, como dice un alto funcionario del gobierno, que lo único que demuestra es su falta de madurez y de formación. En el hecho de Formosa, como en Barracas, operó la misma sinrazón, la misma ilógica del desmadre del poder, del dinero y la violencia. En los dos hechos el asesino serial es el ideologismo, o, la idea sectaria de la supremacía de un grupo sobre otro. Ya nos explayamos, en otros escritos, sobre la falacia de considerar en menos los derechos humanos de todos, apelando a su generación. Los derechos de mis hermanos son de igual calidad y excelencia, que los derechos de cualquiera, aunque, esos otros, hayan apelado a la violencia política. En nuestro país parece que los valores se encuentran trastocados y cualquiera, que ejerce su derecho a participar en política, apelando a la violencia, parece por encima de los demás, como más puro, más intocable, con mayores permisos, por sobre la constitución y las leyes. Eso mismo es lo que origina estas muertes y eso se llama IDEOLOGISMO o IDIOTISMO SECTARIO. Es ese mismo ideologismo del que se encuentra plagado el gobierno nacional y los provinciales, de, presunto, distinto signo que los de antaño, pero basados en la apetencia desmedida de poder, de dinero, que los lleva a la violencia. Notaron que existen algunas personas que no les interesa nada más que saciar sus instintos, a esos los llamamos degenerados, o, drogadictos, pero estos son adictos al poder y al dinero. Ya los conocemos, porque tenemos un antecedente inmediato en la década del noventa del siglo pasado y otro más antiguo en lo que se conoce, como la “generación del ochenta”, a la que prefiero llamarla degeneración del ochenta, porque trastocaron nuestros valores fundacionales y me refiero al legado: a esa igualdad nacida del reconocimiento de los orígenes ancestrales de los derechos de este pueblo, que no es otra cosa que la apoyatura en el innegable derecho a la determinación de nuestros pueblos originarios. Luego eso se deformó, al igual que en el resto de Latinoamérica y se entronizaron en el poder grupos sectarios, que se apoyaban en el manejo discrecional del poder, en el dinero (que saquearon de estos suelos o tierras) y en el abuso de la violencia estatal o paraestatal. A ese grado retrocedimos en estos tiempos, dejando de lado las conquistas de Yrigoyen y Perón. No pretendo culpabilizar al gobierno, porque estoy seguro que tiene la culpa, por impericia, por negligencia, por defender sociedades fraudulentas, por ignorantes de la realidad, porque se basan en sus necesidades y no en las del común de las gentes, lo que los transforma en sectarios. Y todavía falta mucho tiempo, para las elecciones generales del año que viene, por lo que podemos presuponer nuevos incidentes, donde primen los deseos de nuestros funcionarios de mentes unidireccionales, atento al hecho incontrastable de la felicitación presidencial al gobernador de Formosa, por su política energética, en medio de la matanza. Es llamativo que algunos individuos de intelecto deprimido se paseen por el país destacando que eligen el mal menor, porque los otros son peores, cuando en política hay que apostar al bien, no al mal. Igualmente, es deplorable que se ataque, en el arco opositor a una persona, que se cansa de remarcar los vicios de nuestra política interna y reitero que existen ciertas flores que no me gustan, como me preocupan los ingenuos, que quieren pactar con el gobierno, cuando en realidad este los llama a copular, por aquello de: “Cuando parece que nos estamos peleando, en realidad estamos copulando”, frase célebre si las hay, que los marca de pies a cabeza a nuestros gobernantes de mentes unidireccionales, que necesitan de un descanso merecido.

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