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viernes, 31 de diciembre de 2010

En la educación para el desarrollo sostenible, ¿lo estamos haciendo bien? (Vía Fanny Viscay Ecoturismo)

En la educación para el desarrollo sostenible, ¿lo estamos haciendo bien?
Heloise Buckland es la editora de la revista Educación y Sostenibilidad, cofundadora de la cooperativa Barcelonya y coordinadora de RCE Barcelona, un centro regional de experiencia en educación para el desarrollo sostenible reconocido por la Universidad de Naciones Unidas. Como tal formó parte hace unas semanas de la jornada de evaluación y valoración de la Década de Educación para el Desarrollo Sostenible (2005-2014) de la UNESCO que tuvo lugar en Barcelona.
Enviado por: sostenible.cat - Anna Boluda, 28/12/2010, 11:46 h | (78) veces leída
- ¿Cuál era el objetivo de esta jornada de evaluación de la Década de Educación para el Desarrollo Sostenible?

Básicamente, valorar los múltiples esfuerzos en todo el mundo por la educación para cambiar hacia una sociedad más sostenible. Dentro del planteamiento de esta Década de Educación para el Desarrollo Sostenible impulsada por la UNESCO, cada año se hace una valoración de las actuaciones que se están haciendo en todo el mundo. Para ello se reúne un comité de representantes de las diferentes agencias de las Naciones Unidas: UNICEF, UNEP, UNDP, UN Habitat y la Universidad de las Naciones Unidas, entre otros. El objetivo era saber cómo lo estamos haciendo en el ámbito de la educación para la sostenibilidad, y cómo nos estamos evaluando, qué indicadores podemos utilizar y qué metodologías tienen mejores resultados. En definitiva, saber cómo estamos.

- ¿Y cómo estamos?
Mal. Una de las conclusiones principales es que la evaluación es muy compleja y no sabemos cómo evaluar el éxito de la educación para el desarrollo sostenible. Y lo que vemos es que hay una gran disrupción entre la educación primaria, donde hay mucha educación ambiental, y el paso a secundaria, donde a pesar de esta educación previa, los adolescentes quieren consumir, y tener móvil, y moto .. . Intentamos medir cómo cambia esta conciencia a lo largo de la vida, pero en general no sabemos bien cómo evaluar la toma de concienciación de las personas.

En una jornada de evaluación anterior celebrada en Bonn se vio también que hay muchas iniciativas de educación para la sostenibilidad, pero están poco coordinadas, y hay una falta muy importante en la formación de formadores. Es necesario que los profesores tengan más conocimientos, más capacidades y más competencias, y sobre todo la libertad para poder situar las actividades de aprendizaje en el contexto social actual, que puedan hablar de las cosas que realmente cuentan ahora.

- La educación para la sostenibilidad debe ser un contenido específico dentro de la enseñanza reglada, o un tema transversal de todo el sistema educativo?
La idea es que sea transversal. De hecho, más que hablar de desarrollo sostenible, lo que hace falta es hablar del contexto en que vivimos: que hay grandes desastres ambientales y grandes desequilibrios sociales, y si no aprendemos a vivir en este contexto, la educación es marciana, está fuera de la realidad.

Como destaca un estudio de Ecologistas en Acción sobre los libros de texto, estos dicen que la biodiversidad está mejor que nunca, por ejemplo. Estamos enseñando un contexto falso, fuera de la realidad. Y lo que hay es que conocer cómo es el mundo donde vivimos, y preparar a la gente para afrontar esta nueva realidad, y para pensar en los nuevos trabajos que aparecerán con el desarrollo de la energía renovable y toda la llamada empleo verde.

- Dentro de la jornada de reunión de los expertos internacionales consistió en dar a conocer algunas de las iniciativas de educación ambiental que se hacen en Cataluña. Que se les mostró?
Por parte del sector público, se hizo una visita a la Fábrica del Sol, que causó un impacto muy bueno, y se presentó la Red de Escuelas por la Sostenibilidad, que ya tiene unos 900 centros afiliados, y el programa de la Red de Ciudades hacia la Sostenibilidad. Una de las iniciativas que gustó mucho es la agenda escolar. Y desde el sector social se mostraron muchas iniciativas, como la formación en desarrollo que ofrece Ingeniería sin Fronteras, o la información a los ciudadanos sobre consumo responsable de la Fundación para la Prevención de Residuos y Consumo Responsable, la red escolar de UNESCOCAT o la Sociedad Catalana de Educación Ambiental, entre otros. En cuanto a las universidades, se destacó el Instituto de la Sostenibilidad de la UPC y la red EDUSOST.

Desde mi punto de vista, quedaron muy impresionados con la cantidad y la calidad de las iniciativas que tenemos ahora mismo en Cataluña.

- Parece pues que lo estamos haciendo bien. Pero los resultados del día a día, en movilidad por ejemplo, no presentan cambios radicales. ¿Qué falla?
Yo creo que quizás cambiar todos nuestros hábitos cuesta una vida. Cuando las personas que ahora van a primaria, y que son los que castigan sus padres por no apagar la luz o dejar abierto el grifo, deban elegir entre ir en coche o buscar otras vías de movilidad, notaremos una diferencia. Lo más difícil es educar a la gente que ha ido en coche sola desde hace 30 años.

- ¿Y qué iniciativas se destacaron del resto del mundo?
Se puso en evidencia que los países en desarrollo faltan recursos, libros y materiales, pero hay iniciativas muy interesantes. Una es el Council for Environmental Education, una red de educación ambiental presente en una veintena de ciudades de la India, en Australia e Indonesia, que hace trabajos muy prácticos en el ámbito comunitario, con educación desde la base. Por ejemplo, ofrecen apoyo para hacer presupuestos participativos en grupos de mujeres, o cursos de agricultura integrada en espacios urbanizados. En general, en los países del sur la educación ambiental es mucho más práctica, mientras que la nuestra, como que se centra básicamente en encontrar la manera de consumir menos, tiene un enfoque más psico-educativo, conceptual y filosófico.

- ¿La gran cantidad de información ambiental desde diferentes ámbitos, no puede llegar a cansar?
Sí. De hecho, algunos expertos como Enric Pol, de la Universidad de Barcelona, hablan ya de eco-fatiga. Estamos cansando tanto los jóvenes como los adultos con la perspectiva de culpabilización, que no funciona como estrategia de cambio de comportamiento. Hay que conseguir motivar e inspirar a la gente, y hacerles ver que tiene sentido actuar de manera sostenible, no hacerlos sentir culpables, porque así se consigue la reacción contraria.

Además, como cada vez más empresas y más publicistas usan el 'mensaje verde' porque saben que les ayuda a vender, podemos llegar a una saturación de denominaciones 'bio', 'eco', 'reciclable', que en muchos casos, además, no son ni certificados ni congruentes con el producto que venden. Esto es un riesgo importante, y tenemos el reto de enseñar a los niños y niñas de hoy a tener un ojo crítico ante esta situación para distinguir las iniciativas genuinas.

- ¿Qué alternativas de educación se podrían ofrecer?
Una alternativa muy interesante es el llamado aprendizaje-servicio, que integra el aprendizaje con las acciones sociales. Por ejemplo, los niños van a leer en voz alta a un centro de personas mayores. Esto se podría aplicar en educación para la sostenibilidad en acciones de reforestación, por poner un caso, donde se podría aprender sobre un entorno y un ecosistema al tiempo que se colabora en la plantación. Y esta implicación, este hacer, tiene un impacto educativo más alto. En este sentido hay, por ejemplo, muchas actividades en el ámbito de la informática: jóvenes que mientras aprenden como hacer una web, diseñan una para una entidad local.

Por otra parte, en este contexto 2.0, los jóvenes nativos digitales son mucho más hábiles a la hora de poder decidir qué quieren saber. El papel del profesor debe cambiar, y ya lo está haciendo: sigue haciendo falta, pero debe ser sobre todo un guía dentro de este gran nube digital, un facilitador del aprendizaje.

- ¿Y fuera del ámbito escolar?
Por ahora es la enseñanza reglada a la que se dedican más recursos públicos en la educación para el desarrollo sostenible, aunque también hay ejemplos de educación informal desde los casales de verano o los centros recreativos, donde se está haciendo muy buen trabajo. Pero además falta también un esfuerzo mayor en la transición hacia una sociedad más sostenible por parte de los medios de comunicación, y sobre todo de la televisión.

Y en este sentido, queda mucho por hacer. Debemos ser más creativos, buscar líderes con mensajes inspiradores, como el caso del cocinero Jamie Oliver que defiende la comida ecológica y que ha llegado a hacer cambiar el menú escolar en el Reino Unido. El impacto que puede tener un emprendedor social como este cocinero puede comportar unos cambios impensables desde las vías habituales de campañas de concienciación. La cuestión de fondo es cómo podemos crear entornos de aprendizaje para que los niños y niñas de hoy sean los emprendedores sociales de mañana.
sostenible.cat

Ver en http://www.ecoticias.com/sostenibilidad/39457/En-la-educacion-para-el-desarrollo-sostenible-lo-estamos-haciendo-bien-

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