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domingo, 24 de abril de 2011


EL BUEN SALVAJE 7 o SOBRE LA REALIDAD 9, por guillofca

En reiteradas oportunidades dije que en los asesinatos recientes de activistas existe una causalidad y es llamativo, que se identifiquen posibles autores materiales e ideológicos, que no completan la pirámide de responsabilidades, solo en el caso del estudiante muerto en Barracas. En los otros las responsabilidades se difuminan en los vericuetos non santos de la política local, con la anuencia de organizaciones que dicen defender los derechos humanos, o, al menos, con el silencio cómplice de las mismas personas, que reciben jugosos subsidios del Estado Nacional. Sin pretender pasar por alto los homicidios o crímenes de lesa humanidad de mis hermanos Qom de Formosa, existe un lento genocidio, por hambre, al que se conduce a los pueblos originarios en aras de un supuesto progreso (nuclear, térmico, agrícola, o, simplemente, por codicia de tierras y territorios), que no implica solo los bosques ya que sigue vigente el proyecto de la Usina Térmica de Carbón en Río Turbio en la Provincia de Santa Cruz, la minería a cielo abierto en Mendoza, San Juan, Río Negro  y Catamarca. Es una verdad de Perogrullo, que todas las pistas conducen al mismo domicilio, sin querer englobar a todos los habitantes del microcentro porteño  (no confundir con Balcarce 50) en estos hechos, pero se pueden observar, con solo mirar los hilos conductores, que dejan los rastros de los asesinos de arma en puño y de los asesinos intelectuales, o, de los banqueros de esos asesinos. Las instituciones creadas, para garantizar el sometimiento de los pueblos originarios ya sea que se llamen Institutos, o, como ellos quieran llamar a su “progresismo indigenista”, persisten y no existe un solo proyecto en el Congreso Nacional, donde deben estar representados todos los habitantes de la República: originarios, mestizos y blancos, que ponga fin a la cadena que sostiene el collar de perros, que nos regalaron a los indios en este país, que legamos a todos los habitantes de buena voluntad del mundo, desde sus orígenes y que fuese defendido, por nuestros héroes y en especial, por San Martín y Belgrano, pero hoy no se observa en políticos de toda laya y pelaje la más pequeña muestra de cumplir, con dicho legado. Mientras esto escribimos siguen muriendo de hambre mis pequeños hermanos Wichi al igual que otros en este venturoso país productor de alimentos. 

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