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viernes, 7 de junio de 2019

ANTROPOLOGÍA

ANTROPOLOGÍA
Tomamos como ejemplo de las Ciencias sociales una y desde una mirada que es también de ciencia social (1), pero que en la antigüedad estuvo muy vinculada con la Biología, hasta la formalización de las ciencias en base al método científico y al o los métodos de las ciencias sociales, que si tienen una directa relación, con la enorme diferencia entre ciencias físico - matemáticas - biológicas y sociales dado que no se pueden repetir los hechos, fenómenos o eventos en estas últimas.
En general las ciencias sociales pasaron por los mismos problemas en su tránsito hacia la conformación como ciencia y luego ocurrió lo mismo con las teorías fundamentales de esas ciencia, positivismo, materialismo, determinismo y Estructuralismo fueron distintas etapas por las que atravesaron (2) , pero es indudable que la biología no puede explicar procesos sociales o influenciar a las ciencias sociales, aunque algunos lo creyeron posible en algún momento. Ya en un tema más íntimo, personal y en directa relación con lo biológico, como es el de la inteligencia de las personas (3), podemos observar que la relación no es lineal e inciden de una forma preponderante los factores sociales en el desarrollo de la inteligencia. (4) Tenemos una base que traemos y el resto, mayoritariamente se adquiere por distintas razones y casi se puede decir que aprendemos a ser inteligentes o que aprendemos para aprehender. En algún momento y desde una Dirección de escuela se me quiso explicar que un alumno indolente no necesitaba trabajar, porque con solo mirar algo, en segundos ya lo sabía (que eran los mismos que afirmaban que la economía es una Ciencia Exacta). Cuando en realidad se defendía el linaje del alumno, presuponiendo que los esfuerzos de sus mayores tenían directa relación con la inteligencia de este (sin entrar a considerar la inteligencia de sus mayores, pero ello salta a la simple lectura del planteo de esa situación).
En resumen lo biológico tiene poco que decir en las variables sociales y en las ciencias sociales con mayor razón.
Historia de la Antropología
Las líneas según las cuales se desenvuelve la dialéctica que liga a las categorías y a las Ideas antropológicas es un proceso histórico-cultural, que tiene que ver con el propio movimiento del material antropológico vivo, y del cual forman parte las mismas vicisitudes (lógicas, gnoseológicas) que se ordenan a la constitución de las mismas disciplinas antropológicas y con los conflictos entre ellas. Se comprende, por tanto, que la obligada apelación a la “historia de la antropología” como fuente necesaria para formar juicios adecuados sobre el propio concepto de Antropología, esté ella misma necesariamente envuelta en esa dialéctica. Lo que significa que el historiador de la Antropología ha de situarse desde alguna de las perspectivas que, en abstracto, hemos esquematizado [262-274]. Una de ellas es la perspectiva (inocente y precrítica) de quien se propone colaborar a la “reconstrucción unitaria” de la historia de la Antropología, como si se tratase de la reconstrucción de la una ciencia categorial, con sus “paradigmas”, “matrices disciplinares” y “revoluciones científicas”, que seguirán a las etapas de desarrollo de la Antropología “normal”. Semejante “historia de la Antropología” no tiene más consistencia de la que pudiera atribuirse a una “historia total de las artes” que intentase ofrecer “sistemáticamente” el desenvolvimiento de las formas musicales y poéticas, junto con las técnicas de la aviación y de la mampostería, en sus relaciones con los estilos pictóricos y escultóricos, la danza y el teatro. Cuando el análisis histórico cobra una cierta coherencia es precisamente cuando se lleva a cabo desde una perspectiva especial, es decir, cuando la historia es historia de la Antropología ecológica o historia de la Antropología médica, o física o filosófica.
¿Cómo alcanzaría algún sentido la historia de esa trayectoria global que las diferentes perspectivas, polémicamente entretejidas, pueden describir? Me inclinaría a concluir en una dirección negativa, cuando consideramos estas relaciones en sí mismas. Pero puede haber sentidos muy profundos al considerar esas relaciones como partes de procesos más globales de la historia de las Ideas (1), entre las cuales figuren las Ideas antropológicas. Según esto, la Historia de la Antropología no debiera proyectarse en la perspectiva de la exposición de un supuesto proceso de autoconsciencia que el hombre fuera alcanzando en función de su mismo desarrollo histórico. La configuración histórica de la Antropología no habría que estudiarla, en suma, en la perspectiva de una supuesta relación metafísica de la conciencia del hombre con la misma realidad humana, sino en la perspectiva de la relación de las Ideas sobre el hombre respecto de otros sistemas de Ideas que puedan ser determinados. En este sentido, por ejemplo, comenzará a ser relevante el hecho de que en los sistemas de las ciencias antiguas o medievales el hombre no figuraba en ninguna tabla de categorías, ni tampoco se constituía en centro en torno al cual se organizase alguna familia de disciplinas, o una disciplina antropológica. Se diría que el material antropológico aparecía dispersado y distribuido en diferentes “objetos formales”: el de la Física, el de la Pneumatología, el de la Moral, etc. Si en la época moderna comienza a perfilarse, como un nuevo “género literario”, los tratados de homine, esto no tendrá en principio nada que ver con un incremento de la autognosis, según el esquema hegeliano. Esquema prácticamente aceptado, acaso como una fórmula “cómoda”, por tantos historiadores que hablan, por ejemplo, de la época sofística, o de la época del Renacimiento como épocas en las cuales el hombre “alcanza una mayor conciencia de sí mismo”, como si antes estuviese durmiendo, o como si el autoconcebirse como “Señor del Mundo” comportase un grado mayor de conciencia que el autoconcebirse como “esclavo de la Naturaleza”. Por el contrario, lo que convencionalmente suele denominarse, referida al Renacimiento, “la nueva conciencia del hombre propia del humanismo”, tendrá que ver, por ejemplo, con la reordenación del espacio antropológico y, en concreto, con los desplazamientos de la posición relativa que los ángeles ocupan, a consecuencia de la profundización cristiana del dogma de la Encarnación (el “Cristo pimpollo” de fray Luis de León), frente a la teología musulmana, y de ahí el lugar privilegiado de España reconocido, a su modo, por M. Foucault, en la configuración de una nueva Idea del hombre. [367]
La Historia de la antropología, según esto, se nos presenta como una empresa que debe plantearse como fundamentalmente crítica de su mismo objetivo, puesto que lo que ella tendrá que probar es precisamente que no hay tal Historia en sentido unitario, sino que hay una dialéctica mucho más compleja, cuyos hilos no podrían ser extraídos con los simples recursos de la historiografía.
El desarrollo de la teoría antropológica de Marvin Harris
Fue profesor de antropología en la Columbia University y en la Universidad de Florida. Es bien conocido en los medios académicos por sus artículos, libros y por su trabajo de campos en Brasil, Ecuador y Mozambique; fundador de la corriente antropológica del materialismo cultural.
En esta obra hace una historia crítica del desarrollo de las teorías antropológicas de la cultura (2), con ánimo de probar que los antropólogos no han aplicado nunca de un modo consecuente el principio del determinismo tecnoecológico y tecnoeconómico, a pesar de lo cual han contribuido poderosamente a desacreditar esa opción que ellos nunca eligieron. Tal relegación de la estrategia del materialismo cultural es el resultado no de un programa razonable de investigación orientado de distinto modo, sino de las presiones encubiertas del medio sociocultural en el que la antropología ha conseguido verse reconocida como disciplina independiente.
OTRO LIBRO DEL MISMO AUTOR
3). Resumen de Harris, M. Antropología Cultural
Apéndice: Historia de las teorías de la cultura
Encontramos una presentación de las principales estrategias que utilizan los antropólogos contemporáneos.
La antropología se debió desarrollar des de el principio de nuestra especie, ya que los diferentes grupos de seres humanos siempre han tenido curiosidad sobre los otros, sobre sus culturas y tradiciones. Esta curiosidad suele venir dada porque cada cultura ve la propia como la mejor, única y verdadera.
La Ilustración
Durante el s.XIII con el descubrimiento de un “nuevo mundo” aumentó el interés en conocer otras culturas. A mediados de este siglo, con la ilustración, surgieron los primeros intentos de asociar las diferencias culturales con teorías científicas. Estas teorías decían comúnmente, con autores como Smith o Diderot, que la causa de que hubiese diversidad cultural se debía a la idea de progreso, ya que las diferencias entre la población no eran innatas, sino que se debían a diversos niveles de conocimiento y de razón. La humanidad empezó en una situación “no civilizada” y con el uso que se daba, cada vez más, a la razón, la humanidad adquirió un estado de civilización ilustrada y las diferencias culturales vienen dadas por los diferentes progresos intelectuales y de moral.
El evolucionismo del siglo XIX
La evolución cultural que domina las teorías de la cultura durante el s.XIX tiene su antecedente en la idea de progreso. Las culturas se consideraban en movimiento siguiendo las diferentes etapas de desarrollo y autores como Auguste Comte y Hegel, entre otros, hablaban de diferentes evoluciones, por ejemplo de pensamiento y de la libertad del ser humano, respectivamente. Una de las propuestas con más éxito fue la de Lewis Henry Morgan, en la que dividió la evolución de la cultura en 3 etapas: salvajismo, barbarie y civilización.
En el s.XVI ya se habían visto estas etapas per fue Morgan quien las subdividió y perfeccionó.
SALVAJISMOInferiorRecolección de alimentos silvestres, promiscuidad al emparejarse y foco de sociedad la “horda” nómada.
SuperiorInvención del arco y las flechas, prohibición del matrimonio entre hermanos y la filiación se reconocía principalmente a través de la mujer.
BARBARIEInferiorInvención de la cerámica y empieza la agricultura, el incesto se amplió hasta toda la línea de sangre, las unidades básicas de sociedad eran el clan y la aldea.
SuperiorInvención de la metalurgia, la filiación pasa a ser masculina, los hombres pueden casarse con varias mujeres y aparece la propiedad privada.
CIVILIZACIÓN Invención de la escritura, desarrollo del gobierno civil y la aparición de la familia monógama.

Cuadro que marca la subdivisión de Morgan.
Darwinismo Social
En el siglo XIX, excepto el marxismo, todos los esquemas de evolución decían que las culturas evolucionaban acorde con los tipos y razas biológicas humanas. Dentro de esto, no era cualquier raza el punto de partida, si no que era la raza blanca y especialmente, los hombres. La unión de evolucionismo biológico con evolucionismo cultural se relaciona a la influencia de Darwin, aunque no es cierto ya que Darwin fue influenciado por filósofos sociales que hablaban de que el crecimiento de la población se debía a que solo los aptos sobrevivirían y Darwin publicó sus teorías más tarde llamando a esta “selección natural” la cual decía que la evolución cultural dependía de la biológica y fue esta la que triunfó. Después de la publicación de El origen de las especies, apareció el Darwinismo Social, que se basaba en que el proceso cultural y biológico dependía de las fuerzas competitivas de individuo vs. Individuo; nación vs. Nación; raza vs. Raza, etc., y como consecuencia, los darwinistas como Herbert Spencer creían en la supremacía de la raza blanca.
El evolucionismo marxista
El marxismo fue fuertemente influenciado por las nociones prevalecientes del siglo XIX de evolución y progreso cultural.
Toda la historia según Marx, era el resultado de la lucha entre clases sociales por el control de los medios de producción. La clase proletaria, cuya existencia había sido provocada por el capitalismo, estaba destinada a abolir la propiedad privada y a provocar la etapa final de la historia: el comunismo. Marx y su compañero Frederich Engels pensaron que habían encontrado una confirmación de su idea de que durante la primera etapa de evolución cultural no hubo propiedad privada y de que las sucesivas etapas de progreso cultural han sido provocadas por cambios en el modo de producción.
La reacción al evolucionismo del siglo XIX
A comienzos del siglo XX, los antropólogos tomaron la iniciativa en la revisión de los esquemas y doctrinas evolucionistas. En los Estados Unidos, la posición teórica dominante fue desarrollada por Franz Boas y sus discípulos y se conoce como particularismo histórico. Boas adujo que cada cultura tiene su propia historia, larga y única. Para comprender o explicar una cultura en particular, lo mejor que podemos hacer es reconstruir la trayectoria única que ha seguido. Otra característica importante del particularismo histórico es la noción de relativismo cultural.
El logro más importante de Boas fue su demostración de que la raza, la lengua y la cultura eran aspectos independientes de la condición humana.
Difusionismo
La fuente principal de diferencias y similitudes culturales no son la inventiva de la mente humana, sino la tendencia de los humanos a imitarse entre sí. El difusionismo considera las culturas como un mosaico de elementos derivados de una serie de préstamos entre pueblos cercanos y distantes.
El funcionalismo y el funcionalismo – estructural británicos
La tarea principal de la antropología cultural consiste en describir las funciones recurrentes de las costumbres y las instituciones. Según Malinowski, el intento de descubrir los orígenes de elementos culturales estaba destinado a ser especulativo y no científico debido a la ausencia de registros escritos. Para los funcionalistas estructurales, la función de mantener el sistema tenia prioridad sobre todas las demás. Los funcionalistas estructurales evitaban la cuestión de las diferencies culturales, mientras que reclamaban las similitudes culturales.
Cultura y personalidad
En el siglo XIX muchos antropólogos bajo la influencia de Freud intentaron explicar las culturas mediante una perspectiva psicológica. Dos de las más discípulas de Boas, Ruth Benedict y Margaret Mead, fueron las primeras en desarrollar teorías sobre cultura y personalidad. Estas teorías relacionan las creencias y prácticas culturales con la personalidad individual y al inrevés. Muchos partidarios que estudiaron y analizaron este tema de cultura y personalidad creían que eran muy importantes las experiencias de la infancia como la higiene, la lactancia materna y la educación sexual. Sin embargo, los que optan por las teorías de cultura y personalidad no se centran en el problema de por qué las creencias y prácticas que moldean tipos particulares de personalidad tienen lugar en unas culturas pero no en otras.
Neoevolucionismo
Para poder definir el Neoevolucionismo hay que tener en cuenta que los evolucionistas sociales de finales del s. XIX pensaban que las sociedades ‘primitivas’ de su época eran restos de antiguas maneras culturales por las que necesariamente habría pasado la civilización de Occidente antes de llegar a lo que es en el momento actual.
Más tarde, Franz Boas y sus discípulos rechazaron estos argumentos exponiendo que nada verificaba estas suposiciones. Aún así, en Estados Unidos, sobre 1940 surgió un nuevo enfoque de la antropología (Neoevolucionismo) que estaba interesado en otro tipo de cosas como es el cambio socio-cultural y las relaciones entre cultura y medio ambiente.
Materialismo dialéctico
Es una corriente ideológica que triunfó en los antropólogos occidentales por primera vez en las décadas de los 60 y 70. Surge a raíz de las contradicciones internas de los sistemas socioculturales.
Los materialistas dialécticos opinaban que la historia tiene una determinada dirección (la del surgimiento del comunismo y la sociedad sin clases). La contradicción más importante que existe en todas las sociedades es la que hay entre los medios de producción (la tecnología) y las relaciones de producción (quién los posee).
Materialismo cultural
Se trata de una estrategia de investigación que sostiene que la tarea primaria de la antropología es dar explicaciones causales a las diferencias y similitudes en el pensamiento y el comportamiento que se encuentran entre los grupos humanos.
Similitud con los materialistas dialécticos: como los materialistas dialécticos, los culturales consideran que esta tarea puede ser llevada a cabo de mejor forma estudiando las limitaciones materiales a las que está sujeta la existencia humana. Estas limitaciones surgen de la necesidad de producir alimentos, cobijo, herramientas y máquinas, y de reproducir las poblaciones humanas dentro de unos límites marcados por la biología y el medio ambiente. Éstas son las limitaciones llamadas materiales para poder distinguirlas de las impuestas por ideas y otros aspectos mentales y/o espirituales de la vida humana como son los valores, la religión y el arte.
Diferencia con los materialistas dialécticos: los culturales rechazan la idea de que la antropología deba formar parte de un movimiento político destinado a acabar con el capitalismo y a favorecer los intereses del proletariado. También rechazan la noción de que todos los cambios culturales importantes están provocados porque entran en juego contradicciones dialécticas, afirmando que buena parte de la evolución ha sido provocada por la acumulación gradual de rasgos útiles a través de un proceso de prueba y error.
Estructuralismo
El estructuralismo se dedica sólo a las uniformidades psicológicas que nacen tras diferencias aparentes en el pensamiento y en el comportamiento. Según Lévi-Strauss, estas uniformidades surgen de la estructura del cerebro humano y del proceso de pensamiento inconsciente.
Características estructurales
Lo más importante de la mente humana es la tendencia a dicotomizar, o a pensar en términos de oposiciones binarias.
Después, intentar mediar la posición anterior mediante un tercer concepto, que puede servir para otra oposición.
El punto de vista estructural es que cuanto más cambien las culturas, más permanecerán siendo las mismas.
En conclusión, el estructuralismo se dedica a explicar similitudes entre culturas, pero no a explicar las diferencias.
Enfoques particularistas
Muchos antropólogos dicen que el objetivo principal de la etnografía debería ser el estudio de las perspectivas emic de las diferentes culturas puramente por sí mismas, como forma de ilustración humanista.
Determinismo racial
Durante el siglo XX, la disputa entre los deterministas raciales y los deterministas culturales se enfocó cada vez más en la medida de la inteligencia. Esta inteligencia se contemplaba al principio como una esencia completamente fija o como un rasgo que no podía ser afectado por la experiencia o cultura de la vida.
Se diseñaron diferentes test pero el que tuvo mayor importancia fue el test de inteligencia de Stanford-Binet. Estos tests tenían ejercicios como significados de palabras, relaciones verbales, razonamiento aritmético, clasificación de formas, relaciones espaciales y otros materiales simbólicos abstractos.
La era de los tests de inteligencia a gran escala comenzó cuando los Estados Unidos entraron en la Primera Guerra Mundial. Para determinar sus asignaciones militares a miles de reclutas se les efectuaron tests llamados alfa y beta. Después de la guerra, los psicólogos dispusieron los resultados según la raza, y encontraron las correlaciones esperadas entre negros y puntuaciones inferiores, concluyendo que la inferioridad intelectual innata de los negros había sido probada científicamente.
Sin embargo, los siguientes análisis que se hicieron, mostraron que las puntuaciones eran inútiles como medida de los factores genéticos que controlan la inteligencia.
La inteligencia tiene un factor “hereditario” de un 80 por ciento y viene determinada por factores ambientales.
Muchas conclusiones sobre el factor hereditario en el corriente de inteligencia han sido cuestionadas recientemente ya que se afirma que el psicólogo inglés sir Cyril Burt, mintió sobre las estadísticas y se inventó los datos en los que defendía que la inteligencia viene de herencia. (3)
20 de Enero de 2017
SciLogs PSICOLOGÍA Y NEUROCIENCIA
En las entrañas de la mente
4)- ¿Se hereda la inteligencia?
Los estudios e investigaciones que se han hecho para tratar de conocer cuánta inteligencia heredamos de nuestros progenitores no atribuyen a la herencia biológica más de un cuarenta por ciento de la que tenemos.
"Es muy inteligente, ha salido a su padre y a su abuelo, que también lo eran". Expresiones como la anterior son frecuentes en la vida cotidiana y denotan la creencia popular de que la inteligencia tiene un importante componente genético. Nadie puede negarlo. Pero ¿toda la inteligencia que tenemos es heredada? Hasta la fecha, nadie, tampoco, ha podido demostrar tal cosa. La mejor prueba que tenemos de la heredabilidad de la inteligencia proviene de comparar la que tienen los hermanos. Así, se ha observado que cuando son gemelos, y tienen por tanto los mismos genes, la probabilidad de que si uno es inteligente el otro también lo sea es muy alta. Esa probabilidad es también alta pero menor si los hermanos son mellizos, es decir, si sólo comparten la mitad de sus genes. Y todavía más pequeña si son hermanos no gemelos ni mellizos. Además, no siempre el vivir bajo el mismo techo dentro de una familia y recibir, por tanto, la misma educación influye demasiado en la inteligencia de los hijos, pues cuando son hermanos adoptivos sus respectivas inteligencias suelen ser muy diferentes. Un hijo adoptado puede ser mucho más listo o mucho menos listo que el hijo biológico y hermano adoptivo con quien se cría y convive.
Los estudios e investigaciones que se han hecho para tratar de conocer cuánta inteligencia heredamos de nuestros progenitores han dado resultados dispares, sin embargo, los más rigurosos no atribuyen a la herencia biológica más de un cuarenta por ciento. Eso es importante, pues nos dice que más de la mitad de la inteligencia que tenemos tiene que ver con causas controlables, como la educación, la alimentación y el ambiente en el que vivimos. La inteligencia está también muy relacionada con la memoria de trabajo, la que utilizamos para solucionar problemas, planificar el futuro y tomar decisiones. Las personas que tienen más memoria de trabajo tienen generalmente mayor inteligencia, y la memoria de trabajo depende, como también vimos, de la corteza prefrontal, la parte más evolucionada del cerebro.
El grosor de esa corteza lo heredamos en buena medida, es decir, tiene un importante componente genético, pero sabemos que puede aumentar si las personas practican con frecuencia actividades como jugar al ajedrez o resolver problemas matemáticos, es decir, actividades que implican el uso de la memoria de trabajo. Por tanto, si ese tipo de actividad intelectual mejora el funcionamiento ordinario de la corteza prefrontal y esa mejora incrementa a su vez la inteligencia, cualquier persona tiene la posibilidad de aumentar la que hereda realizando con frecuencia prácticas como las mencionadas. Pero no olvidemos que siempre dentro de un rango también condicionado por la biología, es decir, nadie va a convertirse en un superdotado jugando muchas horas al día al ajedrez. En cualquier caso, tales observaciones nos indican además que puede haber formas de educación más efectivas que otras para mejorar, no sólo capacidades mentales específicas, sino también, aunque sea con limitaciones, la inteligencia general de las personas.
Hay que señalar igualmente que no es sólo la inteligencia, como una capacidad en buena medida heredada, quien más influye en cosas tan importantes como el éxito académico de los estudiantes. Un trabajo científico, dirigido por Robert Plomin, especialista mundial en la investigación de la genética del comportamiento, puso de manifiesto que en los logros académicos de los estudiantes británicos de secundaria no sólo influye la herencia biológica relacionada con la inteligencia, sino también, y mucho más en su conjunto, la relacionada con otras capacidades o rasgos de las personas como la autoeficiencia o la personalidad. Los resultados de ese importante estudio indican que esas otras capacidades, también impresas en los genes, suponen el setenta y cinco por ciento de todo lo heredado que condiciona el éxito académico. Eso significaría que son muchas las capacidades heredadas, y no sólo la inteligencia, las que condicionan ese tipo de éxito.
Para saber más:
Morgado I (4ª ed Febrero 2016) Aprender, recordar y olvidar: claves cerebrales de la memoria y la educación. Barcelona: Ariel

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