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sábado, 22 de junio de 2019

HUMANO

HUMANO
En varias oportunidades nos referimos a las personas que sueltas de cuerpo y lengua nos decían: Somos iguales. Desde una óptica biológica si lo somos, pero es de la única manera en la que lo somos. Luego, si consideramos la experiencia no lo somos, porque nadie puede repetir exactamente las experiencias de otro Humano. Desde que iniciamos nuestra vida vamos acumulando experiencias, algunas trascendentes y otras no tanto, pero todo influye en nuestra manera de pensar y el pensamiento o mejor dicho la constitución de el (nos referimos a las bases sobre las que construimos nuestro pensamiento) provienen de distintas experiencias que nos hacen no iguales y diversos. Luego trabajamos o participamos de la acción de diversa manera.
La naturaleza o el estado natural en el que vivimos o hemos vivido nos moldea de la misma forma que el viento moldea una roca. Casi mas que la Educación, la adquisición de conocimientos (en la escuela, por los libros o por Internet), el trabajo y la acción política (debemos aclarar que la acción política se ejerce desde el mismo acto de participar o de no hacerlo y ninguna de las posturas es mas importante que la otra, vale decir que son iguales). Luego es una cuestión de gustos o de fobias el inclinarse por una u otra. Aunque, como humanos seguimos siendo seres sociales por naturaleza. En los extremos se encuentran los que dejan de vivir experiencias por fobias o miedos. Una persona que a cada rato repite el verso o recitado de la igualdad mientras se justifica, ante la pregunta: Viajas?, que no soporta el viento, que es parte de la naturaleza, sabe que no es igual, pero intenta encubrir sus miedos, con la afirmación. Un ciclo viajero indicaba, hace unos días, en base a su experiencia, que los seguidores de teorías paranormales gustan de vivir encerrados y cuando viajan se encierran en los alojamientos, en sus intoxicaciones o en las plazas, para no comprobar que la vida natural y en naturaleza enseña y ridiculiza las mismas.
La condición humana es un término que abarca la totalidad de la experiencia de ser humanos y de vivir vidas humanas. Como entidades mortales, hay una serie de acontecimientos biológicamente determinados que son comunes a la mayoría de las vidas humanas, y la manera en que reaccionan los seres humanos o hacen frente a estos acontecimientos constituye la condición humana. Filosóficamente, una parte importante de la condición humana está en intentar determinar simplemente qué es la condición humana. Martin Heidegger, André Malraux, Hannah Arendt, Jean-Paul Sartre y José Ortega y Gasset han hablado de ella. El término se utiliza a veces en literatura para describir la alegría y el terror de ser y de la existencia.
¿ A qué nos referimos cuando hablamos de la Condición Humana?
La crisis de los esencialismos nos obliga a repensar la problemática antropológica desde otras categorías. Una de ellas es la “condición humana", expresión que quiere escapar de un clásico y antiguo tema: el de la “naturaleza humana”. Para ir pensando la categoría de condición humana les acerco el pensamiento de dos filósofos que la han analizado: Hannah Arendt y Arturo Roig. Al final encontrarán un poema de Borges citado por el mismo Roig.
Hannah Arendt en 1958 publicó una obra que lleva como título “La condición humana”. Esta obra es fruto de una serie de conferencias ofrecidas en 1956 con el título la “Vita Activa”, que recogía las ideas expresadas en 1953, en donde disertaba sobre Karl Marx y la tradición del pensamiento político. En su libro sostiene que “condición humana” y “naturaleza humana” no son conceptos equiparables. Al respecto dice: “la suma total de actividades y capacidades correspondientes a la condición humana no constituye nada semejante a la naturaleza humana”.
También distingue el concepto de condición humana de otra expresión tradicional en la filosofía para abordar el problema del hombre: la esencia de lo humano o “características esenciales” del hombre. La pregunta por el hombre según expresión de Arendt, “supondría saltar sobre la propia sombra”.
Para Arendt la condición humana consiste en que el hombre sea un ser condicionado, para el que todo lo dado o hecho por él se convierte en una condición de su propia existencia, lo que implica que el hombre, el ser humano, no es un ser constituido de una vez y para siempre, él permanentemente está cambiando su propia condición, esto gracias a las condiciones que él encuentra y en las cuales se da como humano.
Arturo Roig, un filósofo argentino, comienza su trabajo “La Condición Humana. Desde Demócrito hasta el Popol Vuh” analizando el contenido semántico de la palabra “condición” (condition, Bedingung), notablemente rico y complejo. Afirma que el concepto Condición mostraría tres núcleos semánticos:
Algo que debe estar dado para que otra cosa o situación sean posibles: En este sentido es sinónimo de “requisito”, “cláusula” en el vocabulario notarial (aquello que se ha de cumplir para que sea efectivo un contrato). Es también equivalente a "circunstancia", tomando el término como todo aquello que nos rodea y hace posible nuestro "estar en". El concepto refiere entonces a la condición de posibilidad como lo que debe estar dado previamente.
Un modo eventual de ser o estar, actual o posible: Aquí es tomado como sinónimo de estado (sano o enfermo); de situación (vivir en la riqueza o en la pobreza); o de posición social (noble, plebeyo). Lo que se es o está eventualmente.
Equivalente a "modo de ser” constitucional o permanente: Refiere a lo que se es. Dentro de este tercer núcleo resulta sinónimo de carácter (fuerte, débil); de índole, en el sentido de cualidad congénita (generoso, egoísta); de calaña (perverso, malvado, degenerado); de temperamento (colérico, flemático), en fin, de naturaleza (mortal, racional, irracional).
Después del análisis Roig concluye que la "condición humana" incluye el concepto de "naturaleza humana", pero lo excede.
Se pregunta entonces “¿no será que no hace falta definición alguna?”
a la que él mismo responde:
“En efecto, cuando alguien le preguntó a Demócrito qué es el ser humano, respondió: “...el hombre es aquello que todos sabemos” (Diels. Fragmente der Vorsokratiker, 165). ¿Qué alcance darle a esta afirmación? Por de pronto, nos está diciendo que somos nuestra realidad inmediata de la que por eso mismo tenemos conocimiento. Pero, ¿qué es lo que “sabemos todos?” La pregunta deja abierta infinitas respuestas, o algunas pocas, pero también ninguna. Tal vez hubiera sido más acertado afirmar que es lo que todos no sabemos, o aquello de lo cual no tenemos una respuesta firme, a no ser que nos sintamos colocados en el universo por una mano divina que nos da la respuesta. ¿Cómo hubiera respondido un judío? Pues, remitiéndose al Génesis. Es “lo que todos sabemos”. La afirmación está suponiendo entonces un discurso compartido. Todos los mitos de origen se ocupan de responder a la pregunta y enunciar el discurso “que todos sabemos”. Pero ¿qué sacamos con eso? Que el ser humano es un ente que requiere saber de sí algo y que ese algo lo recibe como discurso que integra su propia comprensión.
Borges en uno de sus poemas de su libro Historia de la noche nos habla de “...los enigmas de la curiosa condición humana” y nos recuerda una afirmación de Shakespeare que es paralela, en cierto modo, a la del filósofo de Abdera. ¿Qué soy yo? Pues “the thing I Am”, mas, en este caso, “la cosa que soy no se presenta como un saber compartido, sino que se trata de un saber subjetivo, el de mis recuerdos y, tal vez, saliéndome de mi absoluta intimidad sea lo que otro es en su sueño:
“soy el que no conoce otro consuelo
que recordar el tiempo de la dicha
Soy a veces la dicha inmerecida.
Soy el que sabe que no es mas que un eco,
El que quiere morir enteramente.
Soy acaso el que eres en el sueño
Soy la cosa que soy.
Lo dijo Shakespeare.....”
LA CONDICION HUMANA (Resumen )
Andy Guerra Alemàn 9 Enero 2017 …
La vida activa se expone en el libro La condición humana. Se trata de las tres actividades básicas que el hombre lleva a cabo en el tiempo entre nacer y morir: labor, trabajo y acción.
Lo común a estas tres actividades es que se realizan con el cuerpo y en un ámbito perceptible a los sentidos de todas las personas. En apariencia, ellas constituirían la totalidad de la vida humana. Sin embargo, una aparente ebullición de actividad puede estar más vacía de significado que la pasividad total. De hecho, dentro de la vida activa, sólo la acción es política.
Veamos de cerca cada una de las tres actividades básicas para adentrarnos en el problema.
Labor. La labor se distingue por corresponder a los procesos cíclicos necesarios para la vida biológica. Cuando la realizamos estamos tan cercanos como es posible a la naturaleza, en el sentido antes explicado. La labor no nos distingue de los animales, pues ellos también tienden a procurarse su sustento y cuidar su vida. A esto se debe el que la labor no es ni pueda ser nunca política: aunque se realice en contigüidad de otros hombres, no genera por sí misma nada entre ellos, más que, quizás, el sentimiento rítmico y placentero de esforzarse por obtener el sustento.
En la antigüedad griega, los esclavos eran quienes realizaban la labor, de tal forma que los ciudadanos quedaran libres de ella y pudieran vivir la política. La labor correspondía entonces a la privacidad del hogar. Gradualmente, la labor fue saliendo de la intimidad de la vida privada.
La labor debe limitarse a ser sólo una parte de la vida. Es un logro que ya no se la deba ocultar ni endilgar a los esclavos; sin embargo, Arendt la usa como categoría para ilustrar el campo de lo no político, categoría que tiene un enorme estudio social y peligrosísimo potencial de confundirse con las actividades más propiamente humanas.
Trabajo. “El trabajo proporciona un «artificial» mundo de cosas, claramente distintas de todas las circunstancias naturales”. Lo producido por el trabajo sobrevive y trasciende a los trabajadores. En él, el hombre es amo de la naturaleza: la violenta tomándole material para fabricar objetos que ingresarán al hábitat humano. Lo que se fabrica en el trabajo no tiene el fin principal de sostener o hacer más fácil la vida, sino de objetivar un mundo “artificial”, intencionadamente humano.
El trabajo no es político, pero le abre a la política la posibilidad de existir al construir un hogar para ella. Para Arendt, la obra de arte corresponde a esta categoría. El artista produce objetos que quedan por largo tiempo en el mundo, constituyéndolo: “los hombres que actúan y hablan necesitan la ayuda del homo faber en su más elevada capacidad, esto es, la ayuda del artista, de poetas e historiógrafos, de constructores de monumentos o de escritores, ya que sin ellos
el único producto de su actividad, la historia que establecen y cuentan, no sobreviviría”.
Acción. La noción arendtiana de acción, que es la actividad política, es poco ortodoxa, delicada y llena de matices. Para entenderla es necesario definirla desde varias perspectivas y descartar a muchas usurpadoras que pretenden hacerse pasar por ella, pero que, una vez hechas a un lado, pueden dejar iluminada la esencia del actor político en su pureza y complejidad.
La acción es la actividad del hombre en cuanto hombre, lo cual quiere decir; en cuanto es plural. Un espécimen de nuestra raza no sería humano si no viviera en medio de otros como él que a la vez fueran diversos de él. “El discurso y la acción revelan esta única cualidad de ser distinto. Mediante ellos, los hombres se diferencian en vez de ser meramente distintos; son los modos en que los seres humanos se presentan unos a otros, no como objetos físicos, sino como hombres”.
Sólo se puede llamar acción a aquélla que es realizada con plena originalidad; y no como consecuencia de tendencias o fuerzas ajenas al actor. La acción es frágil porque es un hombre solo el que la inicia, pero su continuación depende de mil hombres más que la interceptarán y la llevarán a desenlaces inimaginados o la conducirán a la nada simplemente con ignorarla. Un hombre fuerte podrá someter a los demás para realizar grandes obras, pero no está actuando políticamente, no está interactuando con otras personas, sino que las está usando como
“material humano”. Al usar a los hombres, mata a los hombres.
En este tipo de acciones tiránicas, no se engendra ningún poder ni se construye ningún mundo. Es sólo una fuerza física que lleva a consecuencias desprovistas de significado humano, aunque sean muchos los implicados. Las auténticas acciones, en cambio, tienen su grandeza y su significado “en la propia realización, y no en su motivación ni en su logro”. La acción se distingue porque, a través de ella, el actor pone de manifiesto ante otros su cualidad de ser «quién», de ser un hacedor de milagros.
La acción y el discurso son indeterminados por definición. Entonces, qué impide que el mundo humano sea un caos completo? Por un lado, la objetivación de dicho mundo en la fabricación, la cual pone objetos sólidos y duraderos que median entre las personas. Por el otro, existen diversos mecanismos que nos marcan caminos por los cuáles transitar humanamente. Arendt no los conceptúa como tales, sino que los explica a lo largo de su obra en diferentes momentos.
Sin embargo, todos estos mecanismos contribuyen a la edificación de un mundo humano que no se desmorona con la indeterminación de la acción. Se trata de los siguientes:
En primer lugar está la nomos, en el sentido griego; es la ley que nos marca límites para la vida. Según Arendt, ni la nomos ni su legislación eran políticas para los griegos, sino que eran requisitos previos para la política. La nomos establecía las fronteras de la polis así como lo permitido y lo prohibido hacia dentro de ella. De esta forma, su imperio sentaba las bases de lo que sería la convivencia entre iguales. Gracias a la nomos, la relación con los demás ciudadanos no era arbitraria ni se tenía que elegir entre posibilidades infinitas, sino que se daba con lineamientos establecidos de lo que se consideraba humano y legítimo.
La lex romana es otro mecanismo que impide el caos del mundo. Antes de que el Imperio Romano pasara a la fase en la que sometía a los pueblos a los que vencía, solía establecer ligas con ellos. Se trataba de un acuerdo entre dos pueblos contrayentes. Dicho acuerdo ampliaba el mundo humano al establecer posibilidades de relación entre diversos grupos de personas. Gracias a la lex, no era posible tratar de cualquier forma a los extranjeros, sino que había pautas definidas para hacerlo, mediante las cuales se hermanaban.
Dentro de los que estamos considerando mecanismos para encauzar la libertad humana se encuentra el perdón. Él nos permite otorgar a nuestros agresores la oportunidad de empezar de nuevo. Los actos malos que cometemos libremente no tendrían marcha atrás si los afectados por ellos no tuvieran la posibilidad de perdonarlos. De forma similar, la comprensión alivia la indeterminación de la acción humana, pues gracias a ella, el hombre se reconcilia con los hechos pasados que no puede cambiar.
Por último, contamos con las promesas, que nos permiten tener algunas certidumbres con respecto a nuestra acción y a la de los demás. Sin ellas, “…no podríamos mantener nuestras identidades, estaríamos condenados a vagar desesperados, sin dirección fija, en la oscuridad de nuestro solitario corazón, […] oscuridad que sólo desaparece con la luz de la esfera pública mediante la presencia de los demás, quienes confirman la identidad entre el que promete y el que cumple”. Todos estos mecanismos impiden que una acción, al nacer, quede desamparada en la indeterminación; son las pautas del actuar humano.
De no ser por estos mecanismos, la acción humana sería libre hasta el punto de multiplicar exponencialmente –y hasta el absurdo– sus posibilidades. Sin embargo, tampoco tiene sentido, para Arendt, el habitar exclusivamente en un ámbito privado que sólo responda a las tendencias de la vida biológica. El actor político es, en resumen, aquél que se atreve a salir de la oscuridad de lo privado para enfrentarse con sus semejantes y ejercer su creativa libertad en un mundo establecido. Es actor quien actúa por la acción misma, quien la inicia porque quiere iniciarla; a diferencia del laborante que pretende satisfacer necesidades y del fabricante que busca la utilidad.
Hannah Arendt
Hannah Arendt Tv
#Biblioteca La condición humana - Hannah Arendt
https://openload.cc/Nev9veubn9/Arendt_-_Condici_n_Humana_pdf

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