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lunes, 19 de febrero de 2024

MOVIMIENTOS SOCIALES: RECURSOS EDUCATIVOS


Introducción

El presente artículo se enmarca en un programa de investigación que realizan los autores, desde hace una década, sobre “pedagogías y memorias” de los movimientos sociales chilenos y latinoamericanos (Rubio, Osorio, 2017) en el contexto de un despliegue global de movimientos sociales “alter-mundistas”, que ha puesto en el debate político la participación ciudadana , como un recurso educativo estratégico para la construcción de la ciudadanía democrática en los países de la región (Castells, 2012, Ortiz , 2013). El articulo plantea que las tensiones sociales e institucionales de las democracias “realmente existentes” (“en riesgo” de desafectación y descrédito por parte de la población), están generando nuevas condiciones de posibilidad para la expresión de formas pensar y practicar la participación ciudadana y sus manifestaciones y la educación. Cuestionando las políticas educativas vigentes, y elaborando resignificaciones y nuevos diseños para reconocer y experimentar la educación como actividad “ciudadana” (Hall, Clover, Crowter, Scandrett, 2012).

Dilemas de la participación ciudadana

Movimientos sociales y ciudadanos, plataformas de indignación, redes de solidaridad social animadas por organizaciones no gubernamentales, redes de emprendimientos y cooperación para el desarrollo local, movimientos ambientalistas, feministas, indígenas, entre otras manifestaciones, están constituyendo el mapa de nuevas formas de acción colectivas públicas, con sentido pro-común . Es preciso valorar sus alianzas, plataformas, conexiones, así como los procesos educativos que se producen en sus redes, la diversidad de demandas y formas de organización que convocan y, sobre todo, sus valores políticos constituyentes, pues expresan una nueva noción de lo “público-común” que se va imponiendo como clave de una “re-fundamentación-enobra”, de las relaciones entre el Estado y la sociedad civil en materias cruciales para el presente y futuro de las democracias( Paredes,2013).

Sin embargo , asumiendo la posición de los escépticos, cabe preguntarse si este panorama es sólo un “espejismo”, una expresión lábil y efímera de una energía ciudadana contestaria y contingente, pero carente de una capacidad real para mantenerse en el tiempo y para consolidarse como una forma de participación política ante las fuerzas del individualismo neo-liberal, de baja intensidad ciudadana, que han venido estableciendo la insoportable levedad, esta vez, de la democracia reduciendo la participación ciudadana a una forma vacía de performance moderna (Ortiz, 2014).

Ante las posibilidades de desarrollo de una “ciudadanía participante” en estos períodos de incertidumbre y de “riesgo subjetivo e institucional” en las democracias, se observan dos tendencias: la primera, se caracteriza por huir de las organizaciones de resistencia, no demandando ni asumiendo responsabilidades comunes a través de instituciones ciudadanas y focalizando el ejercicio del “altruismo” en causas específicas definidas por los nuevos mercados e imaginarios de las filantropías corporativas.

La segunda tendencia, reconoce el descrédito de la política y los desprendimientos de la arquitectura moral de las democracias, no justifica la huida de las responsabilidades sociales de los-as ciudadanos-as, aún más, plantea la pertinencia de identificar los “conflictos de valores” y de representaciones políticas que están presentes en la sociedad, asumiendo el desafío de construir una cierta estrategia de incidencia en lo público, a través de acciones de participación ciudadana críticas.

Ciudadanía participante: contexto y desafíos

Sabemos que la conflictividad de las demandas sociales y culturales que se expresan en la sociedad y en las organizaciones ciudadanas generan “emergencias” no siempre convergentes, dado las lógicas diversas de los actores, que tienen raíces sociales diferentes, que adoptan patrones de identificación y movilización propios, que pueden ser más o menos reactivos a las políticas de izquierda existentes en el continente, y que no siempre ponen en el debate los derechos humanos en todas sus generaciones como punto focal de sus “políticas.

Sin embargo, estas condiciones socio históricas de base que debilitan el reconocimiento de la participación como un atributo ciudadano pueden ser corregidas a través del desarrollo de ciertas disponibilidades ciudadanas. Una reciente taxonomía de capacidades necesarias para el ejercicio de la participación ciudadana las configura en cinco ámbitos: a) capacidades de reivindicación; b) capacidades de deliberación; c) capacidades de indignación y de construir el sentido de lo justo, d) capacidades de agencia, y; e) capacidades de memoria

¿Qué ha significado para los movimientos sociales construir ciudadanía participante- desde la dinámica de desarrollo de las mencionadas capacidades - en el contexto de países con democracias “en riesgo”, con tendencia a consolidar la condición llamada como “post-democracia? (Dirk, 2008). Esta pregunta podemos responderla sólo si reconocemos algunos aspectos claves que han configurado este escenario en el siglo pasado y lo que va del actual.

https://www.redalyc.org/journal/349/34958008008/html/

ACTIVIDADES

1. Busca cinco movimientos sociales argentinos y dos internacionales.
2. Menciona alguno que brinde algún tipo de educación.
3. ¿Existe o debiese existir alguna normativa legal en relación con las edades?
4. ¿Sabes que piensan tus mayores de los movimientos sociales
5. ¿Serías capaz de unirte a un movimiento social?

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