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viernes, 26 de enero de 2024

UN FESTEJO CONTROVERTIDO 2

 del Centenario de la Revolución en la Avenida de Mayo
Rodrigo Leonel Salinas
Fotografía de la Infanta Isabel de Borbón y el Presidente de Argentina Figueroa Alcorta, partiendo en carruaje desde la Dársena Norte del Puerto de Buenos Aires., 1910. Revista “Caras y Caretas”. 28/5/1910, N.º 608.


UNA MISMA HISTORIA: DOS MIRADAS
Si se sabe buscar la Historia se encuentra llena de estás opiniones diferentes y eso es lo bueno, porque se aprende, sin adoctrinamiento y cada uno elige, en libertad, lo que más le gusta o lo convence, que según el diccionario viene de...convencer
1.
verbo transitivo
Incitar, mover con razones a alguien a hacer algo o a mudar de dictamen o de comportamiento. Usado también como pronominal.
Similar:
persuadir
inducir
seducir
atraer
captar
fascinar
2.
verbo transitivo
Probar algo de manera que racionalmente no se pueda negar. Usado también como pronominal.
El año pasado tenía dos alumnos, en primer año, que no querían saber nada de la opinión del otro, es más, no debía existir, y ocurría vinculado a pueblos originarios (por su religión) y derechos de las mujeres (porque era machista). Cómo no les dí la razón, porque nadie tiene derecho a evitar que el otro se instruya, es posible que los problemas sigan este año.Sin embargo en un curso superior tenía una alumna que se cansó de copiar lo que quería, pero no englobaba a todo el curso con sus opiniones.





“Bien es verdad que la Madre Patria colmó nuestros anhelos, como su representante, una persona de su trono que goza de bien merecida simpatía. En las vías de esta capital doña Isabel recibió de nuestro pueblo incansables demostraciones de afecto que la convertirán de señora real en señora ideal del pueblo, y en cuantas visitas ella tuvo ocasión de unirse al pueblo, éste se deleitó considerando que junto a él miraba a una heroína de la Vieja España que llevaba el nombre de otra heroína que abría los horizontes del Nuevo Mundo (…)”[1]

El Centenario de la Revolución marcó profundamente los inicios del siglo XX en la Argentina y fue, precisamente, la Avenida de Mayo el espacio urbano utilizado por el gobierno nacional a cargo del presidente Figueroa Alcorta para llevar a cabo los festejos durante la semana patria de 1910[2] quien, en su discurso central del día 25, elogió a la Nación indicando que se trataba del hecho “más grande entre los producidos en uno de los siglos más grandes de la historia”.

El rasgo fundamental de las celebraciones consistía en la impresión que los presidentes y los visitantes ilustres de diversos países extranjeros[3] habrían de llevarse de Buenos Aires, que mas allá de ser el único centro del poder político y, a pesar del declamado federalismo de la Constitución, monopolizaba la actividad pública y privada y, por lo tanto, la imagen de la República.

Las noticias que llegaban de Europa, así como la importancia de los personajes y viajeros célebres que habían decidido visitar la Argentina en las primeras décadas del siglo XX, quienes se lanzaban a una travesía de mas de veinte días en barco para conocernos[4], demostraban en sus escritos que el país comenzaba a abandonar su característica de exclusivo proveedor de granos y carnes, para transformarse en un foco de interés múltiple por las potencias de ultramar. Esto quedó demostrado en una nota del diario “El Imparcial” de Madrid, en una nota publicada el 1º de marzo, la cual sostenía que era preciso apoyar enfáticamente la presencia española en las celebraciones del Centenario porque “aparte del amor a aquel pueblo existen razones de índole mercantil. La Argentina, siguiendo su progresivo desarrollo, llegará al final de este siglo a tener setenta millones de habitantes y entonces aquel pueblo será el contrapeso que la raza latina oponga a la anglosajona (…)”[5].

 

LA SEMANA DE MAYO DE 1910

El año 1910 fue un “parteaguas” en la historia de la Nación argentina. En este sentido, y tomando una frase del ensayista Horacio Salas, fue “la hora mas gloriosa del proyecto del ochenta”. Pero también fue un año trascendental, no sólo por la euforia patriótica del cual estaba teñido, sino que sirvió para que en distintos ámbitos, y con el motivo aparente de las celebraciones, las más diversas actividades se vieran signadas por la ola de modernización que caracterizaba al país.

Entre los presidentes que visitaron Buenos Aires en la semana maya pueden mencionarse al Presidente chileno Pedro Montt- quien había arribado al país en tren especial desde el país trasandino para hospedarse en una residencia ubicada en la intersección de las calles Cangallo (actual calle Teniente Coronel Juan Domingo Perón) y Paseo de Julio (hoy Avenida Leandro N. Alem), para dirigirse luego desde aquel sitio hacia la Casa de Gobierno; su par brasileño Manuel Ferraz de Campos Salles y el Vicepresidente del Perú, Eugenio Larraburu y Unanue.

Tanto en los días previos al 25 de mayo como en los días posteriores a él se desató una “actividad febril” sin precedentes en el centro de la Ciudad de Buenos Aires y, la Avenida de Mayo, alcanzó particularmente un nivel protagónico, siendo el “gran escenario” donde se volcaron todas las manifestaciones patrióticas. Así lo demostraba el Diario “La Prensa” del día 16 de mayo cuando, en una de sus notas periodísticas, aseveraba que en dicha avenida había “Brillantes iluminaciones” y “profusión de banderas competían en el comercio para presentar los frentes más vistosos”[6]. Ese mismo día, una entusiasta demostración congregó cerca de unos ocho mil jóvenes, quienes marcharon cantando la letra del Himno Nacional y “vivando a la patria y a la bandera” como respuesta a las manifestaciones sociales extranjerizantes y “frente a la Municipalidad la cabeza de la columna se detuvo y escuchó algunas palabras de aliento que le dirigió el Intendente Guiraldes”[7].

El 24 de mayo, justo un día antes del inicio de los festejos centrales, “millares de familias estacionadas en las aceras y en los balcones aplaudían y arrojaban flores a la cabeza de la columna, donde marchaban el General Álvarez y el doctor Zeballos. Las aclamaciones y la lluvia de flores arreciaron frente al Club del Progreso, que se hallaba repleto de damas. Hasta un cochero que se hallaba en ese lugar, entusiasmado, trepó al pescante del vehículo y aclamó con grandes voces a la patria y a la juventud”[8].

Podría decirse, en este sentido, que las manifestaciones que tuvieron lugar en las calles del centro de la Capital durante la semana de mayo de 1910 tuvieron dos vías de expresión: una expresión popular, consagrada al reparto de ropas y víveres, a funciones de teatro gratuitas, al lanzamiento de fuegos de artificio y cinematógrafos en diversos barrios de la ciudad[9], la cual procuraba sobre todo “limar las asperezas con los sectores sociales desposeídos”.

Mientras que la expresión oficial se centró en la llegada de renombradas figuras políticas internacionales, entre quienes se destacó la robusta figura de la Infanta Isabel de Borbón- tía del joven rey Alfonso XIII de España- además del arribo de las escuadras y divisiones militares de los países extranjeros que llegaron en los días previos para participar del gran desfile militar organizado sobre la Avenida de Mayo.

 

EL “REENCUENTRO” ENTRE ARGENTINA Y ESPAÑA

Los festejos del Centenario de la Revolución de Mayo y el exitoso despliegue de la hispanidad registrado en la ritualidad ceremonial de la visita de la Infanta Isabel de Borbón fueron dos hechos que reforzaron los lazos entre Argentina y España, los cuales se encontraban debilitados desde la primera mitad del siglo XIX como consecuencia de la emancipación política de la metrópoli y por el discurso de la élite gobernante que consideraba a esa etapa de la historia como “oscura” y de la cual las nuevas generaciones debían distanciarse y diferenciarse si deseaban entrar en el camino de la modernidad y el progreso indefinido. Pero además, el elemento hispánico permitió la fusión de conjuntos heterogéneos –especialmente poblaciones de color – en el seno de la Nación

por la tradición, la lengua y el origen de su población, lo que los hombres de la Generación del ´80 han catalogado como “crisol de razas”. Esto puede observarse en el siguiente pasaje de “La Sud Americana” cuando la revista argumentaba en un pasaje del 25 de mayo que “Esta cruzada intelectual y moral de todas las razas llevada a cabo en loor á la civilización y gloria argentina, merece los mas elevados honores de la crónica porque es como la visión universal que á modo de epifanía se ha llevado entre nosotros. Cada uno de esos pro-hombres que nos contempló, estudió ó “vivió” tendrá entre nosotros un motivo interesante para su obra futura porque pocas naciones, como esta, pueden vanagloriarse de poseer un panorama de espíritu tan sugerente yproteico”[10]

El acercamiento entre los dos países se apoyaba en una nueva visión del pasado colonial sostenida, entre otros, por intelectuales como Ricardo Rojas y Estanislao Zeballos, a partir de una concepción genética de la Historia, orientada a facilitar la integración entre ambas naciones, en una relación consensuada y legítima. Así, pudo rescatarse “La generosidad de la Madre Patria que realizó el gigantesco alumbramiento y luego nos donó tierras, un sustrato racial europeo, estableciendo una comunidad indisoluble por la ascendencia racial, también “nos envió la evocación de sus heroicidades y de su sapiencia; del arte de sus hijos y el amor de sus mujeres; como fuerza de armonía y unión en una Nación constantemente renovada por el aluvión inmigratorio[11]. Como puede leerse en dicha cita, dentro de la prédica hispanista propia del nuevo siglo, cobró importancia la afirmación del origen español de nuestro país como momento fundacional, resurgiendo la figura de España como “madre” de las relaciones iberoamericanas, otorgándoles una identidad cultural, religiosa y lingüística propia. Este hecho puede verificarse con la visita que realizó la Infanta Isabel de Borbón (1851-1931) a Buenos Aires en mayo de 1910, quien fue agasajada por ser la principal representante de España- nuestra “Madre Patria”, erradicando a su vez la visualización de los españoles como elementos “ajenos y extraños” (como sintetizaba el recurrido lugar común), pero mucho más por ser una princesa. De este modo, el Estado argentino pudo “reconciliarse” con su pasado ya que, por primera vez, se incluyó el “Descubrimiento” y la “Conquista de América” como parte del relato oficial de la génesis de la Nación.

 

LA VISITA DE LA INFANTA ISABEL DE BORBÓN

Al arribar a nuestro país, la Infanta Isabel- apodada “La Chata” por la población madrileña- fue recibida con honores en la Dársena Norte del Puerto de Buenos Aires por el Presidente de la Nación Figueroa Alcorta, algunos miembros del Poder Ejecutivo Nacional, la Comisión del Centenario, el Intendente Municipal Manuel Guiraldes (1908-1910), el gabinete de ministros, junto con las fuerzas del Ejército y la Marina argentina. A ellos se sumaron las delegaciones de los once países extranjeros con sus correspondientes embajadores, entre quienes se contaban norteamericanos y alemanes. Tal como lo definió el Diario “La Razón” en un título del 25 de mayo, la presencia de la Infanta fue deslumbrante. “La Infanta reina en la Argentina”[12], definía el periódico en primera plana. Por aquellos días los porteños pudieron entrever el rostro Isabelino a su paso por las calles del centro de la ciudad, pero para ellos ocupar las calles significaba, además de una cortesía hacia la huésped, la manera de mostrar admiración y un medio de satisfacer la curiosidad que despertaba la principesca visitante. Era la primera vez que la integrante de una de las casas reinantes en Europa llegaba a la Argentina, y pese al republicanismo de la Carta Magna y al espíritu que se trataba de inculcar en las escuelas y en las universidades locales, ninguna capa social pudo residir el hipnotismo que emanaba de la monarquía.

Durante su estadía en Buenos Aires y en los días que antecedieron al desarrollo del acto central del 25 de mayo, la embajadora de la monarquía española se alojó en el “Hotel Majestic”, ubicado en la Avenida de Mayo al 1300. Además, tuvo el honor de inaugurar el edificio del “Palacio Vera”, sito en el Nº 767-777 de la misma arteria, entre las calles Chacabuco y Piedras. Seguidamente, fue invitada por el Presidente de la Nación a una residencia de gala en el “Teatro Avenida”, donde recibió tributo con una función de la clásica obra “La Verbena de la Paloma”, estrenada en el Teatro Apolo de Madrid el 17 de febrero de 1894 y dirigida por el compositor salamanquino Tomás Bretón.

 

LOS ACTOS CENTRALES DEL 25 DE MAYO

Los festejos centrales del Centenario, que tuvieron lugar el día 25 de mayo de 1910, comenzaron por la mañana con la formación de los llamados “batallones escolares”- compuestos por unos treinta mil alumnos pertenecientes a las escuelas públicas de la Capital Federal- los cuales se encontraban formando filas en la Plaza del Congreso, quienes cantaron el Himno nacional, primero, y luego el Himno a la Bandera alrededor de las nueve de la mañana. Al respecto, la revista “La Sud Americana” hizo referencia a este momento particular de la celebración cuando argumentaba que: “La fiesta preparada por los alumnos no sólo fue la mas simpática de todas, porque la infancia y la adolescencia le dieron vida, sino porque sintetizó mejor los anhelos purísimos del pueblo(…) Porque aquella multitud de niños con la fe virgen de sus almitas blancas, postrados de hinojos ante el altar de la patria, simbolizan algo excelso que no existe en el entusiasmo de una manifestación cualquiera, ni en cualquiera de las emociones colectivas. Quién sabe si aquella reunión pública, llena de encantos, preludió el valor y la felicidad de esas generaciones nuevas que, en la lucha de la civilización total por la gloria de la patria, infunden en las evoluciones de la vida moderna. Seguramente sí (…)”.

Los festejos continuaron luego con la colocación de la piedra fundamental del Monumento al Centenario- cuyo nombre oficial es “Monumento a la Carta Magna y las Cuatro Regiones Argentinas, y popularizado luego bajo el nombre de “Monumento a los Españoles”, obra de los escultores Agustín Querol y Cipriano Folguerolas y emplazado en la intersección de las Avenidas Sarmiento y Libertador, como símbolo del progreso del país. Al mediodía, se realizó el tradicional “Tedeum” en la Catedral Metropolitana con la presencia de todas las delegaciones oficiales y, por último, un gran desfile militar alrededor de la Plaza de Mayo en las horas de la tarde que contó con unos 20.000 hombres, entre efectivos argentinos[13] y extranjeros- que había sido adornada con palcos diferenciales para las autoridades del Ministerio del Interior, las jerarquías del Ejército Argentino, las familias de los descendientes de los guerreros de la Independencia y los guerreros del Paraguay- con la participación de las tropas de las delegaciones europeas visitantes, entre quienes se contaban franceses, austríacos, holandeses, italianos, japoneses, alemanes y portugueses. A colación, La escritora Delfina Bunge de Gálvez escribió en su “Diario Inédito” de 1910 los avisos publicitarios del Diario “La Prensa” promocionando los lugares privilegiados para observar aquel desfile: “Alquilo balcón” o “Alquílanse ventanas para ver el desfile”, “Astas para banderas de toda medida”, “Bandera de lana desde $3”, “Se alquila una terraza frente a la Plaza del Congreso”, “Se necesitan señoritas que tengan buena letra, para la venta de diplomas en las exposiciones, entre otros”. Y mas adelante contaba que “La Plaza de Mayo era una sola y rumorosa mancha negra. Las tropas entraban por Victoria y desfilaban por Balcarce ante la tribuna oficial, seguían por Rivadavia y Bolívar, entre espesos cordones de público que las aclamaba incesantemente”[14].

Luego del desfile militar y hacia el atardecer se iluminaron generosamente con guirnaldas de lamparillas eléctricas, las ventanas, las puertas y las molduras de los principales edificios construidos en sobre la Avenida de Mayo, entre las últimas décadas del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX. Aquel día, la población porteña se volcó sobre las calles del centro de la ciudad, impidiendo la circulación de los medios de transportes. Buenos Aires nunca había asistido a una fiesta de tal magnitud y la mayoría del público se sintió satisfecho y orgulloso de aquella jornada.

 

*BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA:


[1] La frase fue extraída de la revista “La Ilustración Sud Americana”, Revista quincenal ilustrada de las Repúblicas Sud Americanas. Buenos Aires, 25 de mayo de 1910.
[2] Buena parte de las disposiciones de la Ley Nacional, sancionada por ambas cámaras el 8 de febrero de 1909, que establecía la conmemoración patria, se referían a Buenos Aires. En el articulo 1º se disponía “La erección en la Plaza de Mayo de un monumento conmemorativo, la apertura, el ornato de una plaza frente al edificio del Congreso Nacional con dos monumentos conmemorativos, la erección en varios lugares y plazas de la ciudad de monumentos dedicados a España, a Mariano Moreno, a Bernardino Rivadavia, al Almirante Brown, al General Alvear, a Pueyrredón y a los ejércitos de la Independencia (…)”. En Centenario argentino. Álbum historiográfico de Ciencias, Artes, Industria, Comercio, Ganadería y Agricultura. 1810-1910. Ediciones Cabral, Font y Cía, Buenos Aires, s/f.
[3] La presencia de figuras como el escritor Anatole France, el historiador español Rafael Altamira, el dramaturgo Ramón del Valle Inclán y el sociólogo italiano Enrique Ferri marcó en el pensamiento de los intelectuales locales una sensible influencia. En Radovanovic, Elisa; “La Avenida de Mayo”, Editorial Guillermo Kraft, Buenos Aires, 1955, p. 140.
[4] Ejemplo de ellos fueron el escritor Anatole France, el político francés Georges Clemenceau, el periodista Jules Huret y el jurista español Adolfo Posada, de militancia socialista.
[5] En “El Imparcial”, 1º de marzo de 1910, Madrid. España.
[6] En “Los adornos de la ciudad”. En “La Prensa”. 16 de mayo de 1910.
[7] En “Patriótica actitud de la juventud”. En “La Prensa”. 16 de mayo de 1910.
[8] En “Manifestación patriótica de ayer”. En “La Prensa”. 24 de mayo de 1910.
[9] El cinematógrafo entra a difundirse en Buenos Aires en 1908. Por esta fecha, y según el dato que ofrece la Memoria Municipal “Se han instalado veintitrés en locales especiales, y diecisiete en bares, confiterías y al aire libre. Pero puede afirmarse que es en la Avenida de Mayo donde el arte de la pantalla alcanza su máxima aceptación, y tanto, que se ofrecen películas hasta en los comedores de los hoteles”. Uno de esos cinematógrafos fue el llamado “Salón Colón”, ubicado en la Avenida de Mayo 1499. En Llanes, Ricardo, ídem, p. 206.
[10] En Revista “La Ilustración Sud Americana”, 25 de mayo de 1910.
[11] Ídem, 25 de mayo de 1910.
[12] En “La Ilustración Sud Americana”, ídem, 25 de mayo de 1910.
[13] Como dato curioso, algunos regimientos desfilaron en provocación de notable curiosidad, pues los soldados lucían los uniformes originales de las unidades que vistieron en mayo de 1810, como los “Patricios”, “Arribeños”, “Pardos” y “Morenos”, entre otros. En Llanes, Ricardo; ídem, p. 149.
[14] Frydenberg, Julio y Rufo, Miguel; “La Semana Roja de 1909”, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1992, pp. 17-19

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