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viernes, 9 de agosto de 2019

LOS CONDENADOS

LOS CONDENADOS
Es poco lo que habla Fanon de América descolonizada, solo en tres renglones marca de manera rotunda a la burguesía o lo que nosotros llamamos clase media o media alta, enriquecida por las prebendas del Estado, que transforma su vínculo de colonial en neocolonial e invita a visitar estas tierras (estructura el gran turismo internacional) transformando a los paises en lupanar o burdeles o prostíbulos. Todavía
se seduce, en la actualidad, mas con los bailes sensuales, que con las altas culturas y su descendencia, con la fama de taitas, malevos y orilleros, que con las culturas originales o mixtas de los que nos dieron la independencia. Asimismo, de ser el país de la Reforma Universitaria hemos pasado a ver que se atacan sus postulados al bajar la calidad educativa de la escuela, restando bases de sustentación al desarrollo universitario y a los propios y extraños seres humanos comunes y corrientes como nosotros.
La condición humana, en esas tendencias de impulsar la baja educativa, queda expuesta a la mayor de las miserias que es la de no saber y, por ello de no poder o no querer ser. Y de que trata ese ser, sino de la posibilidad de ascender, por medio de la educación y podemos hablar incluso de trascender o de superarnos en nuestra pobreza intelectual o de evitar que propios y extraños lo logren, porque, al parecer ya somos muchos los que preferimos libros sobre alpargatas, aunque nunca entramos en esa locura de elegir entre dos necesidades. Pero sabemos que los que se ubicaron en el lugar del colono siguen queriendo mas de lo que tienen y que las prebendas del estado no logran calmarlos, por lo que nuevamente planean recurrir a sus viejas costumbres de apropiarse de lo que son recursos de todos. Ya lo hacen (como lo hicieron) desde altos sitios o desde los mismos u otros casi tan encumbrados, donde no hablan (los que nos condenaron a la baja calidad de la educación) de su responsabilidad en el tema.
Hablando de equidad (y no sólo de igualdad) que es la que se cumple al lograr terminar los niveles obligatorios, como mínimo y no hablemos todavía del último (aunque debe tenerse siempre vigente), si solo dejamos actuar la simple oferta y demanda laboral, como nos enseñaron los padres del capitalismo, siempre tendremos escuelas a las que no llegan los buenos docentes, por lo que es necesario (incluso para el capitalismo) fijar una politica nacional de alicientes para que los mejores busque afincarse en lugares que no se encuentren tan desarrollados. Los debates en torno a si conviene elevar la categoría (que implica mejor sueldo) de algunos docentes, creando funciones especiales dentro de las escuelas o departamentos de materias, nunca incluyen la posibilidad de incentivar la radicación de los mejores en lugares donde son mas necesarios, que son justamente en donde viven los condenados de la tierra. Asimismo se pueden plantear puestos de tutorías universitarias, para colaborar con elevar la calidad educativa en zonas donde todos sabemos que es mas necesario, por urgente. Con mucha alergia y esperanza leí la noticia sobre la vertebración entre universidad y escuela por los tutores de mi propia universidad, esperando que la tendencia se mantenga y se vuelque hacia donde es mas necesaria, en relación con lo que venimos escribiendo.
Definición de Neocolonialismo
El neocolonialismo es un albur de colonialismo indirecto y subrepticio que ejercen algunos sectores, en muchas ocasiones los mismos países del antiguo colonialismo, con respecto a otros de menores posibilidades que se consideran periféricos. El término remite a “nuevo colonialismo”, es decir, a una forma actual de llevar a cabo procesos de sometimientos que ya estaban presentes en etapas anteriores al siglo XX. Esta forma de sujeción se fundamenta en diversos procesos de índole económica y política que tienden a mantener a determinados países en una condición de subdesarrollo y estancamiento indefinido que imposibilita una autonomía plena o integración digna con el resto del mundo.
La condición humana es un término que abarca la totalidad de la experiencia de ser humanos y de vivir vidas humanas.
Condición humana - Wikipedia, la enciclopedia libre
https://es.m.wikipedia.org › wiki › Condición Humana
Reseña de Los condenados de la Tierra de Frantz Fanon
Publicado por CEFIME el 11 AGOSTO, 2015
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FRANTZ FANON. LOS CONDENADOS DE LA TIERRA. FONDO DE CULTURA ECONÓMICA. MÉXICO. 2001.
POR PABLO GUERRERO
LE_ORME@LIVE.COM.MX
Frantz Omar Fanon fue un psiquiatra, escritor y revolucionario. Nació en la isla de Martinica, colonia francesa, el 20 de julio de 1925, y murió de leucemia el 6 de diciembre de 1961 en los Estados Unidos, a donde se trasladó para tratar su enfermedad. La importancia e influencia que ha generado Los condenados de la tierra, ha convertido al libro en un clásico del anticolonialismo a nivel mundial.
Este libro cuenta con un prefacio del célebre filósofo francés Jean-Paul Sartre, posteriormente el contenido que consta de cinco capítulos, seguidos de una conclusión, y por último, un epílogo de Gérard Chaliand. A continuación haré una breve exposición de cada capítulo y la conclusión de esta obra que se ha vuelto imprescindible para pensar gran parte de lo que sucede en el llamado Tercer Mundo.
Capitulo I. La violencia
Frantz Fanon describe como opera la ideología dentro de la lucha colonial, en ella hay una ideología dominante maniquea que divide al mundo en blanco y negro, bueno y malo, lo virtuoso y lo vicioso, el hombre y la bestia, etc.; y que termina por justificar la violencia ejercida sobre el colonizado. Toda colonización es violenta, y en ella una fracción de la humanidad pierde su libertad y es tratada como un objeto, lo cosifican, es decir, pierde sus derechos, su dignidad, su tradición cultural.
Ante esta pérdida de todo lo que constituye al hombre colonizado, existe la posibilidad de recuperar su ser por medio de la lucha, “la ‘cosa’ colonizada se convierte en hombre en el proceso mismo por el cual se libera”1, nos dice Frantz Fanon. ¿De qué forma podemos sobreponernos a la violencia del colonialismo? Mediante otra violencia que le haga frente; pues no se puede razonar con el colono, “el colonialismo no es una máquina de pensar, no es un cuerpo dotado de razón. Es la violencia en estado de naturaleza y no puede inclinarse sino ante una violencia mayor.”2
La violencia es un acto necesario para la reivindicación de la humanidad del colonizado, mas sólo se puede luchar de forma efectiva si hay unión entre los explotados o inferiorizados; nunca inferiores. Pues “en lo más profundo de sí mismo, el colonizado no reconoce ninguna instancia. Está dominado, pero no domesticado. Está inferiorizado pero no convencido de su inferioridad.”3 Y es justo en la lucha donde el subyugado materialmente demuestra su libertad mental. “En el plano de los individuos, la violencia desintoxica. Libra al colonizado de su complejo de inferioridad, de sus actitudes contemplativas o desesperadas.”4
Esta lucha por la libertad se puede ver de forma más concreta en la lucha por la tierra; elemento necesario, pero no suficiente para ser libres.5 Pensamos, a menudo, la libertad y la autodeterminación como cualidades abstractas asequibles por medio de la autognosis; sin embargo, todo valor espiritual tiene principio la materialidad. Así, los sujetos no despojados de su tierra tienen, todo lo necesario, para ser autónomos, al emplear su trabajo de forma creativa.
Capítulo II. Grandeza y debilidades del espontaneísmo
En este capítulo, se examinan algunos aspectos en ciertas colonias donde existe cierta incompatibilidad entre los partidos nacionalistas y la masa rural, y entre la diferencia de intereses entre la ciudad y el campo. El partido nacionalista tiende a representar más a la ciudad que al campo, es, generalmente, incapaz de actuar en beneficio del pueblo, problema que se agudiza por dejar dichos intereses en manos de “élites más conscientes” con condiciones de vida distintas a las del campo, entre los integrantes del partido.
El territorio está profundamente dividido entre los herederos de la cultura europea, asentados generalmente en las ciudades y los que conservaron su cultura y tradiciones autóctonas que viven en el campo. Este fenómeno le permite ahondar a Frantz Fanon en las diferentes condiciones materiales, y en la distinta forma de pensar entre el pueblo y la ciudad, y que constituye un gran reto para lograr la unidad nacional.
Los campesinos desconfían del hombre de la ciudad. Vestido como un europeo, hablando su lengua, trabajando como él, viviendo a veces en su barrio es considerado por los campesinos como un tránsfuga que ha abandonado todo lo que constituye el patrimonio nacional. […] Es la oposición entre el colonizado, excluido de las ventajas del colonialismo y el que se las arregla para sacar partido a la explotación colonial.6
Cuando se dan las luchas por la liberación del territorio, tanto el campo como la ciudad se dan cuenta de la dificultad para llegar a acuerdos y de los proyectos distintos que piensan para el país; a estas impresiones, llegan los colonizados cuando, por caminos distintos buscan generar caminos que no comparten. El compromiso con la lucha revela diferentes matices dentro de la sociedad y logra una conciencia más atinada de la misma, la lucha permite deshacernos de una visión claroscura que no permite tomar decisiones propias.
El pueblo comprende entonces que la independencia nacional descubre realidades múltiples que, algunas veces, son divergentes y antagónicas. […] El pueblo que al principio de la lucha había adoptado el maniqueísmo primitivo del colono: blancos y negros, árabes y rumíes, percibe que hay negros que son más blancos que los blancos y que la eventualidad de una bandera nacional, la posibilidad de una nación independiente no conducen automáticamente a ciertas capas de la población a renunciar a sus privilegios o a sus intereses.7
¿Qué significa todo esto? Que la lucha contra el colonialismo no termina con un simple movimiento social o símbolo que afirme nuestra independencia política, económica o mental, sino que la independencia requiere de continuar defendiendo ciertos espacios insospechados.
Capítulo III. Desventuras de la conciencia nacional
Cuando dejamos a un partido político la tarea de conformar una conciencia nacional, esta resultará fragmentada, pues el partido nacional tiende a beneficiar sólo a una burguesía que no desea un gobierno más democrático, ni formas de vida más equitativas entre los miembros de un país, sino que desean heredar, simplemente, los beneficios que tuvo anteriormente el colono. Bajo el discurso nacionalista es como el burgués legitima todas las iniquidades.
Es que, para ella, nacionalizar no significa poner la totalidad de la economía al servicio de la nación, decidir la satisfacción de todas las necesidades de la nación. Para ella, nacionalizar no significa ordenar el Estado en función de relaciones sociales nuevas cuya eclosión se decide facilitar. Nacionalización significa para ella, exactamente, transferencia a los autóctonos de los privilegios heredados en la etapa colonial.8
El gran reto que enfrenta la burguesía consiste en impulsar al pueblo a la conciencia y mejorar sus condiciones de vida al hacerlo partícipe de las decisiones políticas que afectan a la totalidad de la nación. Sin embargo, la burguesía está miope, y en lugar de ver lo cercano, su pueblo, tiene la mirada puesta en Europa; y va a vendérsele; dice Fanon, “la burguesía nacional va a asumir el papel de gerente de las empresas occidentales y convertirá a su país, prácticamente, en lupanar de Europa.”9
Si bien Fanon nos está hablando de África, y más particularmente de Argelia, su discurso cobra una pertinencia inusitada para el fenómeno colonial en América; por ejemplo, cuando Fanon desarrolla una crítica al partido único y nacional que emerge después de la Independencia, y que cae en nueva forma de dictadura, su análisis no dista mucho de nuestra realidad mexicana. Sin suavizar sus palabras, el autor afirma: “El partido único es la forma moderna de la dictadura burguesa sin máscaras, sin afeites, sin escrúpulos, cínica.”10 Busca el sometimiento mediante una nueva forma de gobierno que no dista mucho del colonial.
Otro aspecto que le preocupa a Frantz Fanon resaltar es la justificación de dicha dictadura mediante la estupidización del pueblo. El pueblo, contrario a lo que se quiere hacer creer por los obvios motivos de dominación, es capaz de entender los problemas nacionales con la sutilidad y complejidad en los que se puedan presentar para, posteriormente, ofrecer una respuesta satisfactoria a dichas problemáticas; por lo tanto, Fanon aboga por una politización de las masas, sobre todo la rural, de una política con unos partidos políticos que representen sus intereses en las decisiones del gobierno.
El partido debe ser la expresión directa de las masas. El partido no es una organización encargada de transmitir las órdenes del gobierno. Es el portavoz enérgico y el defensor incorruptible de las masas. Para llegar a esta concepción del partido, es necesario antes que nada desembarazarse de la idea muy occidental, muy burguesa y, por tanto, muy despreciativa de que las masas son incapaces de dirigirse. La experiencia prueba, en realidad, que las masas comprenden perfectamente los problemas más complicados.11
Este desprecio de la capacidad de pensar del pueblo es uno de los tantos frutos amargos que ha ofrecido el colonialismo; fruto con el que se engolozina la burguesía, y que no permite partir de bases sólidas para lograr un gobierno autónomo, unido y fuerte frente a las presiones extranjeras y a las nuevas formas de colonización no geográfica.
Capítulo IV. Sobre la cultura nacional
La cultura en los países subdesarrollados, colonizados, o bajo la amenaza de ser colonizados de nuevo, debe comprometerse con su circunstancia social y luchar a favor de su libertad, en ese sentido, es abiertamente política o ideológica, pues colabora con la emancipación mental del pueblo. La cultura debe ser inteligible y significativa para el pueblo.
La cultura nacional es el conjunto de esfuerzos hechos por un pueblo en el plano del pensamiento para describir, justificar y cantar la acción a través de la cual el pueblo se ha constituido y mantenido. La cultura nacional, en los países subdesarrollados, debe situarse, pues, en el centro mismo de la lucha de la liberación que realizan estos países.12
Fanon utiliza un poema de Keita Fodeba para mostrar como la cultura debe ayudar a despertar la conciencia nacional, y depurar la enajenación de los individuos. En este poema se le pide un soldado a los ancianos de una tribu para participar en una guerra de los blancos, ellos para mostrar la valía de la tribu, mandan a su mejor hombre, un agricultor de nombre Naman. Este cosecha toda clase de honores en esta guerra, pero al final es traicionado y muere a mano de sus jefes blancos Aquí, nos muestra Fanon, como la poesía posee un gran contenido político al esclarecer la situación del lugar.
En los países colonizados, el colonialismo después de haber utilizado a los indígenas en los campos de batalla, los utiliza como ex combatientes para aplastar los movimientos de independencia. Las asociaciones de antiguos combatientes son en las colonias una de las fuerzas más antinacionalistas. […] Fue, en efecto, con la ayuda de los antiguos combatientes cómo los servicios secretos planeaban, entre otros medios, aplastar la nueva independencia de Guinea.13
El colonialismo despliega todas sus armas, su violencia, su doble moral, engaño, y falsas promesas para mantener la sujeción de África, así como la de América; además, genera conflictos entre los colonizados para asegurar el control. Así, el primer paso para oponerse a esta situación de vasallaje es la conciencia de que el indígena no se dignifica a través de la cultura occidental, el indígena nunca ha sido un salvaje, sino que posee cultura propia y valores como cualquier otro. Y es justo cuando la cultura o la intelectualidad no le dan la espalda a su nación cuando posee credibilidad, validez, dinamismo y creatividad.14 El segundo paso, es una lucha social que se muestra como una de las más grandes expresiones culturales de un pueblo.
Creemos que la lucha organizada y consciente emprendida por un pueblo colonizado para restablecer la soberanía de la nación constituye la manifestación más plenamente cultural que existe. No es únicamente el triunfo de la lucha lo que da validez y vigor a la cultura, no hay amodorramiento de la cultura durante el combate. […] Esta lucha, que tiende a una redistribución fundamental de las relaciones entre los hombres, no puede dejar intactas ni las formas ni los contenidos culturales de ese pueblo. Después de la lucha no sólo desaparece el colonialismo, sino que también desaparece el colonizado.15
Capítulo V. Guerra colonial y estados mentales. Y Conclusión.
En el último capítulo se señalan la gran cantidad y diversidad de transtornos mentales que surgieron tanto en la población colonizada como en los colonizadores. En los casos que señala Fanon se encuentran el de dos niños argelinos, de 13 y 14 años, que matan a su compañero de juegos por ser europeo; o el de inspector europeo que torturaba argelinos, pero que extendió dicha práctica a su familia. En todos estos casos se puede notar la manifestación mental de toda la tensión y violencia ejercida por la usurpación francesa en aquella época.
Esta situación de dominio, humillación y vasallaje orilla al colonizado a preguntarse constantemente por su identidad. El europeo realizará toda una campaña ideológica y científica para demostrar que el salvajismo, agresividad y pereza del africano, constituyen partes esenciales de su ser. Sin embargo, Fanon afirma que estas características han surgido como parte de la situación colonial; más que ser vicios, constituyen, muchas veces, la forma de oposición al status quo. Por ejemplo, la pereza del africano se opone a su explotación; al contrario, sólo un africano con alguna patología podría trabajar de forma entusiasta en la empresa europea.16 Poner en duda la supuesta esencialidad de dichos atributos en el africano, constituye un acto revolucionario que debe extenderse.
La criminalidad del argelino, su impulsividad, la violencia de sus asesinatos no son, pues, la consecuencia de una organización del sistema nervioso ni de una originalidad del carácter, sino el producto directo de la situación colonial. Que los combatientes argelinos hayan discutido este problema, que no hayan temido poner en duda las creencias que el colonialismo les había inculcado, que hayan comprendido que cada cual era la pantalla del otro y que, en realidad, cada uno se suicidaba al lanzarse sobre el otro debía tener una importancia primordial en la conciencia revolucionaria.17
Para terminar, la Conclusión del libro comienza por una crítica a Europa y a su humanismo discursivamente universal, pero elitista y racista en la práctica. El Tercer Mundo, África o América, debe aspirar a una nueva forma de constituirse a sí mismos que se distinga de la europea, para ello tiene que emplear toda su creatividad y su esfuerzo para crear lo que Europa nunca pudo hacer, un concepto de humanismo y de pensamiento que sea integral y no excluyente; esa es nuestra tarea.
Ante el libro de Fanon el lector no puede quedarse en la indiferencia, su crítica no sólo toca a Occidente, sino que deja ciertas tareas y problemas que resolver para el presente. Por ejemplo, ¿podemos apelar a la unidad nacional para resolver nuestros problemas neocoloniales? Y de responderse afirmativamente a la pregunta, ¿qué características tendría esta unidad para no confundirse con nacionalismos dogmáticos, homogeneizantes, intolerantes, etc.? Este libro también es una llamada de atención para Latinoamérica y África para buscar una forma de pensar y de gobernarnos que tengan el atrevimiento de partir de nuestros mismos; pero fracasaremos en esta tarea si no entablamos un diálogo con nosotros mismos y nuestra sociedad para entendernos y descubrir nuestras posibilidades.
1Frantz Fanon. Los condenados de la tierra. Fondo de Cultura Económica. México. 2001. p. 31.
2Ibíd., p. 54.
3Ibíd., p. 46.
4Ibíd., p. 86.
5Ibíd., p. 39.
6Ibíd., p. 103.
7Ibíd., pp. 132 – 133.
8Ibíd., p. 139.
9Ibíd., p. 141.
10Ibíd., p. 151.
11Ibíd., p. 171.
12Ibíd., p. 214.
13Ibíd., p. 213.
14Ibíd., p. 224.
15Ibíd., p. 225.
16Ibíd., p. 272.
17IBÍD., P. 286.
Un 24 de agosto nació Bartolomé de las Casas, defensor infatigable de la causa india
En "Efemérides"
VER EN
Reseña de Los condenados de la Tierra de Frantz Fanon – Círculo ...
https://filosofiamexicana.org › 2015/08/11
(Resumen )
Andy Guerra Alemàn 9 Enero 2017 …
La vida activa se expone en el libro La condición humana. Se trata de las tres actividades básicas que el hombre lleva a cabo en el tiempo entre nacer y morir: labor, trabajo y acción.
Lo común a estas tres actividades es que se realizan con el cuerpo y en un ámbito perceptible a los sentidos de todas las personas. En apariencia, ellas constituirían la totalidad de la vida humana. Sin embargo, una aparente ebullición de actividad puede estar más vacía de significado que la pasividad total. De hecho, dentro de la vida activa, sólo la acción es política.
Veamos de cerca cada una de las tres actividades básicas para adentrarnos en el problema.
Labor. La labor se distingue por corresponder a los procesos cíclicos necesarios para la vida biológica. Cuando la realizamos estamos tan cercanos como es posible a la naturaleza, en el sentido antes explicado. La labor no nos distingue de los animales, pues ellos también tienden a procurarse su sustento y cuidar su vida. A esto se debe el que la labor no es ni pueda ser nunca política: aunque se realice en contigüidad de otros hombres, no genera por sí misma nada entre ellos, más que, quizás, el sentimiento rítmico y placentero de esforzarse por obtener el sustento.
En la antigüedad griega, los esclavos eran quienes realizaban la labor, de tal forma que los ciudadanos quedaran libres de ella y pudieran vivir la política. La labor correspondía entonces a la privacidad del hogar. Gradualmente, la labor fue saliendo de la intimidad de la vida privada.
La labor debe limitarse a ser sólo una parte de la vida. Es un logro que ya no se la deba ocultar ni endilgar a los esclavos; sin embargo, Arendt la usa como categoría para ilustrar el campo de lo no político, categoría que tiene un enorme estudio social y peligrosísimo potencial de confundirse con las actividades más propiamente humanas.
Trabajo. “El trabajo proporciona un «artificial» mundo de cosas, claramente distintas de todas las circunstancias naturales”. Lo producido por el trabajo sobrevive y trasciende a los trabajadores. En él, el hombre es amo de la naturaleza: la violenta tomándole material para fabricar objetos que ingresarán al hábitat humano. Lo que se fabrica en el trabajo no tiene el fin principal de sostener o hacer más fácil la vida, sino de objetivar un mundo “artificial”, intencionadamente humano.
El trabajo no es político, pero le abre a la política la posibilidad de existir al construir un hogar para ella. Para Arendt, la obra de arte corresponde a esta categoría. El artista produce objetos que quedan por largo tiempo en el mundo, constituyéndolo: “los hombres que actúan y hablan necesitan la ayuda del homo faber en su más elevada capacidad, esto es, la ayuda del artista, de poetas e historiógrafos, de constructores de monumentos o de escritores, ya que sin ellos
el único producto de su actividad, la historia que establecen y cuentan, no sobreviviría”.
Acción. La noción arendtiana de acción, que es la actividad política, es poco ortodoxa, delicada y llena de matices. Para entenderla es necesario definirla desde varias perspectivas y descartar a muchas usurpadoras que pretenden hacerse pasar por ella, pero que, una vez hechas a un lado, pueden dejar iluminada la esencia del actor político en su pureza y complejidad.
La acción es la actividad del hombre en cuanto hombre, lo cual quiere decir; en cuanto es plural. Un espécimen de nuestra raza no sería humano si no viviera en medio de otros como él que a la vez fueran diversos de él. “El discurso y la acción revelan esta única cualidad de ser distinto. Mediante ellos, los hombres se diferencian en vez de ser meramente distintos; son los modos en que los seres humanos se presentan unos a otros, no como objetos físicos, sino como hombres”.
Sólo se puede llamar acción a aquélla que es realizada con plena originalidad; y no como consecuencia de tendencias o fuerzas ajenas al actor. La acción es frágil porque es un hombre solo el que la inicia, pero su continuación depende de mil hombres más que la interceptarán y la llevarán a desenlaces inimaginados o la conducirán a la nada simplemente con ignorarla. Un hombre fuerte podrá someter a los demás para realizar grandes obras, pero no está actuando políticamente, no está interactuando con otras personas, sino que las está usando como
“material humano”. Al usar a los hombres, mata a los hombres.
En este tipo de acciones tiránicas, no se engendra ningún poder ni se construye ningún mundo. Es sólo una fuerza física que lleva a consecuencias desprovistas de significado humano, aunque sean muchos los implicados. Las auténticas acciones, en cambio, tienen su grandeza y su significado “en la propia realización, y no en su motivación ni en su logro”. La acción se distingue porque, a través de ella, el actor pone de manifiesto ante otros su cualidad de ser «quién», de ser un hacedor de milagros.
La acción y el discurso son indeterminados por definición. Entonces, qué impide que el mundo humano sea un caos completo? Por un lado, la objetivación de dicho mundo en la fabricación, la cual pone objetos sólidos y duraderos que median entre las personas. Por el otro, existen diversos mecanismos que nos marcan caminos por los cuáles transitar humanamente. Arendt no los conceptúa como tales, sino que los explica a lo largo de su obra en diferentes momentos.
Sin embargo, todos estos mecanismos contribuyen a la edificación de un mundo humano que no se desmorona con la indeterminación de la acción...
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Los Condenados de la Tierra: Frantz Fanon
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El neocolonialismo es un albur de colonialismo indirecto y subrepticio que ejercen algunos sectores, en muchas ocasiones los mismos países del antiguo colonialismo, con respecto a...

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