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sábado, 29 de octubre de 2022

PENSAMIENTO CRÍTICO 13 (pág. 269 a 301)

PENSAMIENTO CRÍTICO 13 (pág. 269 a 301)
DIDÁCTICA 5 INVESTIGACIÓN SOCIAL O ANTROPOLÓGICA. 

De igual forma en que la investigación antropológica es interdisciplinar social, los métodos y técnicas sociales aplicadas a la Didáctica de la Historia, ya que se trata de un ámbito social mas específico o sea la Educación, no pueden dejar de contemplar los aportes de la Antropología en su diversidad cultural, étnica, metodológica y técnica en el desarrollo del entramado necesario para el buen viaje de enseñar a aprender, no solo para en conocer-comprender, sino para lograr el aprehender, o lograr ese aprendizaje significativo que es el fin ultimo de cualquier enfoque Educativo. En los últimos años se noto un facilismo, no solo en lo referente a contenidos y libros, sino a los mismos métodos y técnicas, que son necesarios para una educación que no sea pasajera y volátil. Por lo que debe hacerse un replanteo lógico de todas las herramientas vinculadas al proceso de enseñanza aprendizaje y no pueden faltar las nuevas incorporaciones que nos garanticen no caer en los errores educativos del positivismo, que no solo se encuentran vinculados con enfoques lineales de causa-efecto, sino con el desconocimiento de la diversidad social, educativa, metodológica, técnica, cultural y étnica, que no deben faltar si realmente pretendemos cumplir con los postulados de no discriminación. Alguna lectura sobre el tema Gazeta de Antropología, 1999, 15, artículo 01 · http://hdl.handle.net/10481/7524 Versión HTML · Versión PDF Publicado: 1999-01 Las técnicas de investigación en antropología. Mirada antropológica y proceso etnográfico Research skills in anthropology: anthropological focus and ethnographic process María Isabel Jociles Rubio Facultad de Ciencias Poíticas y Sociología. Universidad Complutense de Madrid. I. Sobre la interdisplinariedad de las técnicas de investigación «Lo refrescante que tiene la antropología es su eclecticismo, su disposición para inventar, tomar prestado o hurtar técnicas o conceptos disponibles en un momento dado y lanzarse al trabajo de campo» (Oscar Lewis 1975: 100-101). 

Hoy por hoy es difícil, por no decir imposible, asociar una técnica o un conjunto determinado de técnicas de investigación a una u otra disciplina social. Es cierto que solemos atribuir la encuesta estadística y los grupos de discusión a la sociología, la entrevista en profundidad a la psicología o -para enumerar un solo caso más- la observación participante a la antropología, tratándose a menudo de atribuciones que atienden a que tales técnicas se hayan practicado con mayor profusión en cada una de esas ciencias, a que en su seno se hayan cultivado sus características más sobresalientes, a que -debido a estas u otras razones- hayan servido como bandera o insignia de la identidad profesional de sus miembros o, lo que tampoco es infrecuente, al empleo de estereotipos y etiquetas que reproducimos miméticamente. Sin embargo, es evidente que la permeabilidad de las fronteras de las diferentes disciplinas no afecta únicamente a la circulación de conceptos, teorías o estrategias metodológicas, sino también al traspaso de técnicas de investigación, ya sea la biográfica, la producción/análisis de redes o, incluso, aquellas otras nombradas más atrás. Si ojeamos los trabajos que se han venido realizando en los últimos años (al igual que si nos fijamos en los efectuados en las primeras décadas de nuestro siglo), no se puede por menos que llegar a la conclusión de que las técnicas de investigación más que ser el terreno de la diferencia entre la antropología y, por ejemplo, la sociología o la historia, es un lugar de coincidencia, que su trasiego, más que una excepción, ha sido moneda corriente a lo largo de sus respectivos devenires históricos. Ello lo recalcan, entre otros, Juan José Pujadas (1992: 85 y ss), Félix Requena (1991) y Juan José Castillo (1997:145 y ss). El primero, tras examinar las ocho obras españolas (tres firmadas por sociólogos y cinco por antropólogos) que -en su opinión- han alcanzado una cierta difusión y se han destacado por la utilización de las reconstrucciones biográficas, nos dice que, en este pequeño corpus, «las diferencias disciplinarias tienden a ser laxas, si exceptuamos, tal vez, el hecho del mayor énfasis aplicado, hacia el planteamiento de soluciones al problema estudiado, por parte de sociólogos como Negre o Gamella»; una 'laxitud' que quizá tropezaría aun con menos salvedades si se tiene en cuenta que Gamella es profesor de antropología en la Universidad de Granada. Pero eso no es todo. Cuando Pujadas presenta -por ejemplo- su propuesta para «la elaboración de una historia de vida» (1992: 59-84), no titubea en integrar en un mismo esquema teórico-metodológico los logros provenientes de la antropología (Radin, Lewis, Watson, Spradley...) con los procedentes de otras disciplinas (Strauss y Glaser, Thomas y Znaniecki, Shaw, Allport, Bertaux, Fraser, Cartwright, etc.), en lo que se refiere a los procedimientos que se pueden seguir tanto en la 'etapa inicial' como en las fases de 'encuesta', 'registro' y 'análisis' de los relatos biográficos; haciendo gala de un ejercicio interdisciplinario no muy lejano del realizado algunas décadas antes por Balán et alii (1974). Por su parte, Félix Requena, un sociólogo de la Universidad de Málaga, no sólo ha insistido en que el desarrollo de la metodología de redes es fruto de un esfuerzo conjunto de la antropología y la sociología, sino que no ha vacilado en acudir a los planteamientos de John Barnes, Elizabeth Bott o Clyde Mitchell a la hora de encontrar fundamentación metodológica y técnica para su investigación sobre la importancia de las redes personales en el mercado laboral español. Del mismo modo, resulta reconfortante comprobar que Juan José Castillo, un sociólogo de la Complutense firme partidario de la observación directa in situ, recomiende la lectura de Junker y Hughes, W. F. Whyte y, por supuesto, Malinowski, cuando anima a conocer los procedimientos del trabajo de campo a partir de cómo los relatan los clásicos; y después de lamentar que otros muchos no los revelen en sus obras, acaba declarando lo siguiente: «Se habla de rejuvenecer puntos de vista, hoy, por ejemplo, con los enfoques antropológicos del trabajo. 

Nuestros clásicos, nuestros padres y maestros, eran antropólogos. Nada mejor que aspirar a ser lo que ya fuimos. O, al menos, aprender críticamente de lo que fuimos» (149). Y no estaría de más recordar a algún que otro antropólogo afanado en 'rejuvenecernos' con los enfoques sociológicos del trabajo de campo en aras a facilitar nuestra adaptación al estudio de las sociedades complejas, que nuestros «padres y maestros eran también sociólogos» y que, por consiguiente, sus «puntos de vista» merecen como mínimo una lectura crítica antes de que se los deseche -como acaece a menudo- por sentir debilidad por los 'primitivos', por no acomodar su lenguaje a las modas finiseculares o por haber sido tildados de representantes del 'realismo etnográfico' o del 'positivismo'. Diré, incidentalmente, que en unos momentos como los actuales, en que -por ejemplo- parece bastante consensuada la idea de que hay que analizar los discursos de los sujetos investigados como conducta discursiva, y no tanto como 'información', no es ineludible recluirse en la semiótica pragmática o en la sociología cualitativa (si bien hay que beber también de sus fuentes) para descubrir antecedentes de un giro analítico de tal envergadura, pues cabe hallarlos igualmente -entre otros- en Nadel (1974 -1951-: 49 y ss): «Radcliffe-Brown, Malinowski y otros muchos han advertido que no debemos esperar respuestas correctas cuando preguntamos a la gente de la razón o el significado de una actividad cultural. Pero sus respuestas no carecen de valor por completo; aunque en un sentido son fuentes de error, en otro ellas mismas son hechos sociales significativos, datos por derecho propio y, en consecuencia, fuentes de conocimiento. Pues la información verbal sobre la acción social es acción ella misma». Sin embargo, no quiero detenerme en esta clase de elucubraciones, que no he resistido la tentación de hacer al hilo de las palabras de Castillo, sino seguir -desde otro ángulo- con el asunto de la circulación interdisciplinar de las técnicas de investigación. 

La antropóloga Eugenia Ramírez Goicoechea (1996: 592 y ss), en el apéndice de un libro sobre los inmigrantes en España, asegura haber recurrido a la realización de 13 grupos de discusión para conseguir parte del apoyo empírico necesario para su trabajo; y aunque no sea la primera vez que los antropólogos se han subido al tren de las entrevistas grupales, Eugenia Ramírez toma como referencia la concepción que de las mismas ha delineado la denominada escuela española de sociología cualitativa, lo que se detecta no sólo en el nombre que les da (grupos de discusión, en lugar -verbigracia- de entrevistas en grupo o grupos focalizados), sino en los comentarios que vierte sobre ciertas modificaciones que se ve obligada a introducir en su diseño y puesta en funcionamiento: «Sin embargo, nos hemos adscrito aquí a una versión metodológicamente más libre de esta técnica, al estilo de las últimas tendencias en esta materia en la investigación cualitativa. Por eso, no se respetaron algunas de las condiciones formales de la técnica, ... como es que los participantes no se conozcan, el número máximo y mínimo de partícipes, la neutralidad del escenario así como el papel del investigador». Sólo si se tienen en la mente las directrices marcadas por aquella escuela sociológica para la composición y la moderación de los grupos de discusión, adquiere sentido e interés incidir en aclaraciones de esta índole. Para no cansar con la exposición de una larga lista de los estudios antropológicos que no ponen reparos disciplinarios a la hora de optar por una determinada técnica (1), mencionaré -por último- el de otro antropólogo español, Andrés Barrera (1985), quien en su investigación sobre la dialéctica de la identidad en Cataluña, amén de las entrevistas o de la observación participante, aplicó una encuesta a una muestra de 400 personas: por un lado, llevó a cabo un muestreo por cuotas y, por otro, nos confiesa no haber desdeñado los programas informáticos para el tratamiento estadístico de los datos. Pero no quiero terminar esta relación sin traer a la memoria que la propia observación participante entró en la antropología como un trasplante de la 'observación naturalista' de los zoólogos o que, como pone de manifiesto Comelles (1996:135), ha sido una técnica que ha desempeñado un papel asimismo destacado «en la elaboración del soporte factual de otras disciplinas», como es el caso de la medicina hasta que, en la segunda mitad del XIX, se impuso en ella el método clínico. Es decir, que la antropología, en lo que atañe también a su instrumental técnico-metodológico, es y ha sido siempre una disciplina abierta a todos los mundos, ya sea el de las ciencias sociales o el de las ciencias naturales, por lo que ha sido sacudida por los vientos y los vaivenes más diversos del pensamiento científico y humanista; lo que no significa, desde luego, que el utillaje ajeno no haya sido asimilado creativamente...." http://www.ugr.es/~pwl…/G15_01MariaIsabel_Jociles_Rubio.html 

Ahora bien, la interdisciplinariedad de los procedimientos de investigación, que no cuesta demasiado apreciar cuando se examinan los trabajos empíricos o que es defendida -a veces con apasionamiento- por quienes realmente la practican, parece evaporarse cuando nos encaramos con algunos libros que versan sobre metodología, esto es, con los clásicos manuales o colecciones de 'métodos y técnicas'. Ese desarrollo interdisciplinar es, en unas ocasiones, silenciado, como ocurre - por ejemplo- con la presentación que hace Josep Antoni Rodríguez (1995) del análisis de redes que, por omisión, induce a discurrir que fuera una creación genuina y exclusivamente sociológica. En otras ocasiones, la aportación realizada por otras ciencias sociales es minimizada, considerándosela -verbigracia- como un escalón o estadio ya superado dentro de una escala evolutiva que asciende hacia no se sabe dónde, como sucede con la imagen que José Miguel Marinas y Cristina Santamarina (1994: 263 y ss.) proyectan sobre el uso antropológico de las historias de vida, al quedar enclaustrado en un capítulo que significativamente titulan «Primera fase: el antropologicismo conservacionista». Y, las más de las ocasiones, tal desarrollo no se concibe más que como una maraña confusa de la que hay que extraer indicios de las tradiciones independientes de cada disciplina, como cabe advertir en el viaje que hace Valles (1995: 142 y ss.) a través de la observación participante(2). Son acercamientos, por tanto, que o bien ignoran la interdisciplinariedad o bien juegan con ella pero, casi siempre, para reforzar las fronteras más que para abolirlas. Todo lo cual tal vez no tenga otra explicación que el hecho de que cada uno la entiende de un modo diferente, por cuanto se hubiera convertido -y tomo de nuevo palabras de Juan José Castillo (1997: 141) «en algo así como el comentario inglés sobre el weather: eso de lo que se puede hablar con toda inocencia para poner a todos de acuerdo»; un acuerdo que -empero-, si se profundiza un poco, enseguida se evapora. Sin embargo, la interdisciplinariedad de las técnicas de investigación, se admita o no, constituye una realidad palpable, y exige el reconocimiento de que el estado actual de las distintas técnicas de trabajo de campo (ya sean de producción, de organización o de análisis de los datos) no pertenece al patrimonio privado de ninguna ciencia social, es decir, que es producto de las aportaciones que a lo largo del tiempo han hecho -en mayor o menor medida- todas y cada una de ellas. Para poner un caso, la conceptualización y el manejo más frecuente que hoy en día se hace en la antropología española de la entrevista individual en profundidad, es innegable que debe mucho a lo que Malinowski, Nadel, Hymes, Spradley, Geertz u otros antropólogos han dicho sobre la importancia y/o la manera de entrevistar a informantes para captar el punto de vista de los nativos, pero no se puede olvidar que bastantes de nosotros también nos hemos nutrido de las sugerencias útiles que nos han ofrecido obras como las de Rogers, Taylor y Bogdan, Hammersley y Atkinson, Douglas, Ortí, Blanchet o, en los últimos años, Alonso. Y no está de más resaltar aquí que en las más recientes encontramos planteamientos ya expresados en las más tempranas (a veces para criticarlos, otras para apoyarlos y/o matizarlos): Nadel y Geertz remiten -entre otros- a Malinowski; Taylor y Bogdan retoman experiencias de campo y recomendaciones metodológicas de Spradley, Lewis o Douglas; Hammersley y Atkinson hacen lo propio con Nadel, Perlmam o Agar; Blanchet recurre a Hymes, Shapiro o Austin; y Alonso se apropia de algunas ideas de Bateson, Geertz, Taylor y Bogdan y Blanchet. Pues, si nosotros como investigadores nos embarcamos en estos periplos, que no por sinuosos dejan de ser enriquecedores, cómo no invitar a los demás a que también los realicen, esto es, cómo no proponerles un recorrido reflexivo por todas esas imbricadas contribuciones que han perfeccionado o pueden servir para perfeccionar sus herramientas de trabajo...

 II. Sobre la mirada antropológica 

La gran variedad (en escala, complejidad, localización, etc.) que presentan los campos socio-espaciales en que investigan hoy en día los antropólogos hace bastante improbable que la distintividad de la antropología pueda encontrarse en ellos; desde luego, hace tiempo que no se estudian únicamente, ni siquiera mayoritariamente, las repetidas sociedades primitivas, como tampoco los campesinos de las sociedades industriales, las sociedades exóticas o las sociedades a pequeña escala. Así y todo, sigue habiendo quienes continúan buscando allí las fuentes de la identidad antropológica, como es el caso de los que se enzarzan en rastrear una característica común definitoria de los grupos de los que se han ocupado o se ocupan todavía los antropólogos, y creen descubrirla, por ejemplo, en su condición de 'minorías culturales' (3) o de «grupos marginales» dentro de estructuras socioculturales más amplias. Pero ¿no es verdad, entonces, que la especificidad de la antropología, como la de cualquier ciencia, radica en su objeto de estudio? Por supuesto que sí, pero eso no significa, en primer lugar, que dicho objeto coincida con el campo (lugar y/o grupo) en que se lleva a cabo las indagaciones y, en segundo lugar, que aquél pueda ser confundido con alguna entidad que esté ya 'dada' en la realidad. Lo primero lo advirtió hace tiempo Geertz: «El lugar de estudio no es el objeto de estudio. Los antropólogos no estudian aldeas (tribus, pueblos, vecindarios...); estudian en aldeas. Uno puede estudiar diferentes cosas en diferentes lugares, y en localidades confinadas se pueden estudiar mejor algunas cosas, por ejemplo, lo que el dominio colonial afecta a marcos establecidos de expectativa moral. Pero esto no significa que sea el lugar lo que uno estudia» [1987 (1973): 33]. Y lo segundo se columbra en el hecho -señalado, p. e., por Hammersley y Atkinson [1994 (1983): 57]- de que «un objeto de investigación es un fenómeno visto desde un ángulo teórico específico», pues «a determinadas características no se les presta atención e, incluso, el fenómeno considerado no se agota completamente en la investigación». El objeto de estudio está constituido, de esta manera, por el conjunto de preguntas que se considera significativo dirigir a un cierto fenómeno sociocultural, un conjunto de preguntas que delimita el ámbito de lo observable y de lo no observable, que siempre se hacen desde una perspectiva teórica concreta y que los antropólogos hemos equiparado comúnmente a la 'cultura'. Esto es lo que puso sobre la mesa Leslie White [1975 (1959): 129 y ss] cuando, intentando hallar un espacio adecuado para este último concepto, se opuso a los que Radcliffe-Brown o Kluckhohn y Kroeber manejaban, puesto que -para éstos- la cultura no era sino la reificación o cosificación de una abstracción, dado que lo existente, lo real, se plasmaba o bien en la 'estructura social' -para el primero- o bien en 'los individuos' -para los segundos-. Ello llevó a que Radcliffe-Brown negara que fuera el objeto apropiado de la antropología, y que Kluckhohn y Kroeber, aceptándolo como tal, lo dejaran reducido a aquella simple abstracción. White, en cambio, no admite ni una cosa ni otra. Partiendo de la definición clásica de Tylor, saca la conclusión (como había hecho antes Keesing -1958- o después hará Goodenough -1971-) de que los heterogéneos componentes (moral, derecho, hábitos, creencias, arte...) que forman parte de ella comparten el ser «conducta aprendida y transmitida socialmente»; no obstante, -continúa argumentando- cualquier conducta aprendida y transmitida socialmente puede ser analizada desde 'contextos' distintos: con relación a sus efectos fisiológicos, anatómicos, geográficos, simbólicos, psicológicos, etc. Por este camino es por donde llega a su noción de la cultura como «la clase de cosas y acontecimientos que dependen del simbolizar, en cuanto son consideradas en un contexto extrasomático»... 

Como he expresado más atrás, lo que permite aceptar una investigación como antropológica no es el recurrir a un procedimiento, a un campo, a una técnica o conjunto de técnicas determinado, sino el uso que de ellas hace un investigador que se ha formado una 'mirada' que consideramos antropológica y que las sitúa en una situación etnográfica. Y, por supuesto, si la 'especificidad' de una investigación está en la 'mirada', en el 'enfoque', lo mismo cabe predicar de su calidad. Jean Peneff (1996: 25 y ss), en un artículo -citado por el ya mencionado Juan José Castillo (1997:145)- donde muestra el importante papel que desempeñó la observación participante en los primeros estudios sobre sociología del trabajo, lamenta que todo el énfasis para validar, por ejemplo, una entrevista biográfica se cargue habitualmente sobre la persona o sobre los métodos con que la entrevista se ha realizado, y suela faltar el interés por controlar al entrevistador, no sólo en la contextualización posterior, sino en el mismo acto de producir la información; preguntándose, acto seguido, si el investigador no está obligado no sólo a hacer un ejercicio reflexivo sobre su práctica actual, sino a analizar su historia y su experiencia como miembro de una disciplina. Hay que advertir, empero, que con esto no se pretende menoscabar la importancia de las técnicas de investigación, cuyo progresivo afinamiento es primordial en la evolución del conocimiento, sino rescatar el carácter singular y creador de 'la mirada' (que es siempre interpretativa), que no nos olvidemos de la trascendencia e impronta de un sujeto social, el investigador, que escudriña desde una determinada situación. «No hay modo de evitar el hecho de que el etnógrafo es, en sí mismo, un factor de la investigación. Al margen de la capacidad general de los hombres para aprender la cultura, la investigación sería imposible. En este sentido, las características particulares del etnógrafo son, para bien y para mal, un instrumento de la investigación» (Hymes 1993: 187). El reconocimiento de que la especificidad e, incluso, la calidad de un proceso de investigación dependen ante todo de la 'mirada' no es más que la confirmación de que el principal instrumento de investigación, al menos en ciencias sociales, es -como rememora Hymes- el propio investigador y, desde esta óptica, su formación académica y/o práctica (su puesta a punto) adquieran una gran importancia. Pero ¿en qué estriba, en definitiva, esa 'mirada' antropológica? 

Tomando prestada la expresión de Bourdieu para describir el habitus, yo diría que está compuesta por un conjunto de principios de percepción, sentimiento y actuación que, encarnados en el sujeto de la investigación, termina por guiar explícita o implícitamente sus indagaciones. Marc Augé, en una obra [1995 (1994). 11] donde acomete -entre otros- el tema de los intercambios habidos entre antropología e historia, manifiesta que los antropólogos, tras comprobar que algo de su disciplina ha pasado a las demás, pueden alertarse al ver que el «núcleo duro de su empeño (que es la combinación de una triple exigencia: la elección de un terreno, la aplicación de un método y la construcción de un objeto)» se diluye en alusiones un tanto imprecisas a la necesidad de una «perspectiva» o de una «orientación antropológica». Sin embargo, como él, intuyo que sería una inquietud excesiva y hasta poco justificada, sobre todo cuando no se elude el esfuerzo de dotar de un mayor grado de precisión a la naturaleza de esa orientación, perspectiva o mirada y, de paso, a los principios que la componen. Unos principios que, sin pretensión de ser exhaustiva, voy a tratar de exponer a continuación; y lo haré tomando como punto de arranque ciertas palabras de Wilcox referidas a la etnografía escolar: «Es un proceso continuado de investigación en el que hay que seguir ciertas normas antropológicas. Primera, intentar dejar a un lado las propias preconcepciones o estereotipos sobre lo que está ocurriendo y explorar el ámbito tal y como los participantes lo ven y lo construyen. Segunda, intentar convertir en extraño lo que es familiar, darse cuenta de que tanto el investigador como los participantes dan muchas cosas por supuestas, de que eso que parece común es sin embargo extraordinario, y cuestionarse por qué existe o se lleva a cabo de esa forma, o por qué no es de otra manera (Erickson 1973, Spindler y Spindler 1982). Tercera, asumir que para comprender por qué las cosas ocurren así, se deben observar las relaciones existentes entre el ámbito y su contexto, por ejemplo, entre el aula y la escuela como un todo, incluyendo la comunidad, la comunidad a la que pertenece el profesor, la economía, etc. Siempre se debe realizar un juicio sobre el contexto relevante y se debe explorar el carácter de este contexto hasta donde los recursos lo permitan. Cuarta, utilizar el conocimiento que uno tenga de la teoría social para guiar e informar las propias observaciones» [Wilcox, 1993 (1982): 96-97]. Si yo, por el contrario, he sustituido el vocablo normas por el de principios, ha sido por dos razones diferentes. En primer lugar, porque considero que tales normas dejan de mostrarse como tales a lo largo del tiempo, es decir, que con su empleo continuado dejan de percibirse conscientemente como preceptos que hay que acatar, para convertirse en categorías, en sentimientos y en comportamientos 'incorporados'. En segundo lugar, porque los mencionados principios, aunque encuentren las mejores condiciones para su cumplimentación en el trabajo etnográfico, una vez que el investigador los ha hecho suyos, configuran la 'mirada' con que el antropólogo inspecciona no sólo el material derivado de la etnografía, sino el procedente de otros procesos distintos de investigación; o dicho de otro modo, sospecho que son esos principios los que nos permiten identificar como antropológicos estudios que, en lugar de haber seguido una estrategia etnográfica, se han basado en exploraciones de índole historiográfica o, por ejemplo, literaria; como es el caso de los debidos a Carmelo Lisón (1992) sobre la figura de Vagad, a Juan José Pujadas y Dolors Comas (1991) sobre la evolución histórica de los símbolos étnicos catalanes, a Ignasi Terradas (1979) sobre las colonias industriales o a Joan Frigolé (1994) sobre la obra literaria de García Lorca. Con las matizaciones expuestas, las normas enumeradas por Wilcox pueden ser tenidas por algunas de las características esenciales de la 'mirada antropológica'; unas características que, sin duda, han tenido una génesis histórica concreta, y que el aprendiz de antropólogo -como he repetido- va adquiriendo mediante una formación teórica y práctica específicas. Más arriba he manifestado mis recelos ante la idea de que la particularidad de la antropología radicara en los campos en que los antropólogos han investigado; ahora bien, esto no quiere decir que desestime la posibilidad de que los campos tradicionales de la antropología hayan tenido algún peso en la conformación de la 'mirada antropológica'. Todo lo contrario, estoy convencida de que, al menos las dos primeras normas de Wilcox (que, por los motivos anteriores, prefiero llamar principios: el de intentar dejar a un lado las propias preconcepciones y el de convertir en extraño lo familiar), se han gestado gracias, entre otras cosas, al hecho de que los primeros antropólogos empíricos estudiaran en sociedades que exhibían una cualidad que François Jullien (1988: 118) califica -como he indicado en otro lugar- de «alteridad», esto es, una 'extrañeza' tan radical que les resultaba claro que no podían dar nada por sabido, que no podían dar por supuesto ningún marco común de interpretación, a no ser que impusieran ingenuamente el suyo como medida. En suma, se encontraron -como recuerda Nadel (1974/1951)- con que tenían que formular preguntas nuevas cuando otros estudiosos de la sociedad podían limitarse a pedir respuestas a las preguntas habituales; con que debían formar sus propias categorías al no disponer de categorías ya establecidas en las que sus datos se acomodaran sin resistencia; con que debían empezar por suspender sus presupuestos previos, inservibles en tales circunstancias, para captar los marcos de significado a los que acudían los sujetos investigados para dar sentido a sus acciones. Este interés por el punto de vista de los 'nativos', originado probablemente en esas exigencias impuestas por las investigaciones en sociedades 'exóticas', es el que, en ausencia de las mismas, ha conducido a que la antropología haya abogado por el 'extrañamiento' de los objetos estudiados en las sociedades o en los grupos que nos resultan 'familiares'; otro principio que nos permite reconocer una investigación como propia de nuestra disciplina: «Tiene sentido llamar antropológicas a esas investigaciones [a las realizadas en sociedades no exóticas]: porque todavía siguen fieles al acucioso espíritu de investigación que se desarrolló con el estudio de pueblos más sencillos y ágrafos. Tratamos una cultura familiar como si fuese una cultura extraña...

 Elegimos deliberadamente este punto de vista para poder mirar la cultura desde un ángulo visual nuevo y poner de relieve rasgos oscurecidos por otras formas de estudio» [Nadel 1974 (1951): 17-18]. No quiero dedicarle ahora más tiempo a estas cuestiones, porque las he abordado ya, y de una forma reiterada, en otros escritos. Es más, en principio, podría parecer que son tan obvias que no requieren mayor defensa y/o explicación, tan establecidas que no merece la pena seguir preocupándose por ellas. Pero, tal vez, por serlo, se olvida a menudo mentarlas siquiera y, en otras ocasiones -como en algunos libros de introducción a la etnografía-, son incluso presentadas como si fueran defendidas y defendibles exclusivamente por posicionamientos obsoletos, por quienes desearan continuar amarrados a las ortodoxias de la antropología clásica sin tener la lucidez o la capacidad suficientes para darse cuenta de los cambios operados en el mundo y/o en el pensamiento contemporáneo. Y es verdad que los principios que atribuyo a la 'mirada antropológica', así como las características que, en mi opinión, definen el proceso etnográfico, los creo válidos tanto para el estudio en sociedades tradicionales como para el que se efectúa en las denominadas sociedades complejas, pero ello es así no porque desee permanecer atada a ciertos credos, sino porque estoy segura de que, correctamente conceptualizados, tales principios y características son transponibles a las situaciones de investigación más diversas y constituyen logros irrenunciables de nuestra disciplina. Unos logros que, por otro lado, son los que han conseguido saltar las fronteras disciplinares y tener alguna impronta teórico-metodológica en las otras ciencias sociales, que se han vuelto -de este modo- cada vez más antropológicas (más interesadas por lo cultural, por el punto de vista de los actores, por extrañar lo familiar) (5). En este sentido, no tengo más remedio que mostrar mi acuerdo con Ogbu [1993 (1981): 147] cuando asevera que, con demasiada habitualidad, quienes tildan las aportaciones de la etnografía clásica de inadecuadas para el estudio de nuestras complejas y/o urbanas sociedades (en esta ocasión, de las escuelas occidentales) lo suelen hacer a costa de establecer comparaciones erróneas: «La crítica se dirige en concreto a la 'etnografía de Malinowski'. Señalan, por ejemplo, que no es lo mismo tomar como unidad de estudio una escuela urbana en América que un poblado trobiand..Erickson presenta de forma acusada un contraste entre una escuela americana y un poblado trobiand y concluye que 'las teorías y métodos de Malinowski no funcionan en las escuelas porque sus métodos no son apropiados para la situación' (1973: 11). Me parece a mí que lo que no es apropiado es la comparación. Debería ser entre un poblado trobiand y una ciudad o barrio americano por un lado, o entre una escuela americana y la institución educativa de los trobiand. Si comparásemos tales unidades de población o tales instituciones sociales, nos sorprenderíamos de encontrar fuertes semejanzas, aunque fueran evidentes las diferencias de escala». En cuanto a los otros principios enunciados por Wilcox (explorar el carácter del contexto relevante y utilizar el conocimiento que se tenga de la teoría social para encauzar las observaciones), el primero trata ni más ni menos que del tan traído y llevado holismo. Lucy Mair, en una obra harto conocida por los estudiantes de antropología de mi generación [1978 (1965): 15], aludía ya a él como uno de los posibles elementos que marcan el enfoque del antropólogo: «según algunos, es una cuestión teórica: consideramos cometido nuestro observar la totalidad de relaciones que operan entre la gente que constituye la unidad social que estudiamos, y no sólo aquellas directamente aplicables a un problema en particular». Sin embargo, Mair se aferra aquí a un concepto de holismo que ha sido posteriormente bastante cuestionado, en primer lugar, por inmanejable, es decir, porque resulta práctica y teóricamente imposible 'observar la totalidad de relaciones' y, en segundo lugar, por haber sido interpretado en ocasiones como una empresa dirigida a describir todos y cada uno de los subsistemas del grupo o del territorio donde se investiga (geografía, cultivos, formas de tenencia de la tierra, parentesco, matrimonio...), lo que ha promovido ciertamente una literatura etnográfica omnicomprensiva en exceso y, como dice Llobera (1990), a veces con escasas contribuciones teóricas. No obstante, ni siquiera los críticos de esa concepción renuncian a la investigación holística; Kaplan y Manners [1979 (1972): 333], verbigracia, lo que hacen es recomendar a los antropólogos 'moderar su holismo' para adaptarlo a las nuevas circunstancias de estudio, y la propia Wilcox [1993 (1982)] se decanta por una redefinición del mismo, según la cual consistiría en la integración de los problemas que se investigan en el contexto en que se producen, en asumir que para comprender por qué ocurren tales problemas se deben observar sus relaciones con los aspectos macroestructurales que se estimen relevantes (6). Por su parte, Ogbu -en el artículo del que he extraído asimismo la cita de la antecedente página [1993 (1981): 157]- se resiste a tomar por antropológicas las etnografías que, en su afán por entender el fracaso escolar de las minorías, se limitan a analizar las confrontaciones de estilos comunicativos que se dan dentro del aula entre alumnos y profesores, precisamente porque no son holísticas, porque no encaran las interrelaciones entre la escuela y otras instituciones sociales ni la manera en que dichas interrelaciones pueden afectar a los procesos que se dan en la primera: «aunque el aula sea el escenario de la batalla -nos dice-, la causa de la batalla puede estar en otro lugar». A su parecer, frente a la pobreza explicativa de estas microetnografías que se acoplan a un enfoque sociolingüístico, las que lo remplazan por otro antropológico -que nomina macroetnografías- logran, por el contrario, mostrar cómo las fuerzas sociales, y entre ellas las creencias de la sociedad global, influyen en los comportamientos de los que participan en la realidad estudiada. Así, lo esencial del holismo -como resaltan Velasco, García Castaño y Díaz de Rada (1993: 316) al hacerse eco de concepciones como éstas- es que conduce al investigador siempre un paso más allá del espacio y del tiempo en los que fija su atención; un paso hacia afuera que, como siguen aseverando, está comúnmente presente en «las mejores etnografías». Ahora bien, no cabe duda que lo que, para unos, es señal de riqueza de la investigación, se convierte para otros en una 'ficción persuasiva del modernismo', como es el caso de la visión que Marilyn Strathern [1991 (1987): 224] traza del holismo malinowskiano. Según esta antropóloga británica, Malinowski abogó por considerar las prácticas y creencias extrañas con referencia a un contexto social específico con la intención de crear un dispositivo por medio del cual modificar lo que su lectorado pudiera pensar o creer previamente sobre las mismas, es decir, por acercar su lógica a la lógica de los lectores, en tanto que Frazer -con quien es cotejado- situaba dichas prácticas y creencias 'fuera de contexto' porque no albergaba el propósito de reducir su extrañeza. Y es muy posible que la contextualización sociocultural consiga ese efecto retórico, lo que no quita para que sea algo más, esto es, para que sea también un principio metodológico que se instrumentaliza en la investigación antropológica de cara a explicar y/o dar sentido a los fenómenos que se estudian, que es a lo que aspiran tanto Malinowski como otros partidarios del holismo. En cuanto a la cuarta norma sacada a colación por Wilcox, tengo la impresión que, al menos como ella la expresa en el párrafo que he reproducido, no constituye ninguna peculiaridad ni de la investigación etnográfica ni -en general- de la investigación antropológica, ya que todo investigador apela, explícita o implícitamente, a la teoría de la que dispone para guiar e informar sus observaciones. Sin embargo, en un texto de Wolcott, perteneciente al mismo libro de donde he entresacado las referencias de Ogbu y de Wilcox, se encuentra una idea que puede servir para matizar la expresión de esta última de tal modo que la transforme en un rasgo más del tipo de 'mirada' sobre la que estamos hablando: «Cualquier lista que comience diciendo 'la etnografía no es...' se podría ampliar a ocho, diez, o cualquier número de negaciones -la etnografía no es empatía, la etnografía no es simplemente el relato en primera persona o el 'yo estuve allí', la etnografía no es 'un día en la vida', la etnografía no es un estudio del rol; y así sucesivamente, aunque todas esas cosas puedan encontrarse entre sus ingredientes./ Para hacer énfasis en ella, esta importante idea debería volver a plantearse de una forma apenas alterada: el propósito de la investigación etnográfica tiene que ser describir e interpretar el comportamiento cultural... La interpretación cultural no es un 'requisito', es la esencia del esfuerzo etnográfico. Cuando el interés por la interpretación cultural no se hace evidente en el informe de un observador, entonces el informe no es etnográfico, a pesar de lo adecuado, lo sensible, lo completo o lo profundo que sea» [1993 (1985): 130-131]. «La interpretación cultural no es un requisito, es la esencia del esfuerzo etnográfico», sostiene Wolcott en una sentencia que yo ampliaría hasta abarcar todo el esfuerzo de la antropología. Nos volvemos a topar, por tanto, con la cultura, con esos perfiles simbólicos de la actividad humana que, según White, conforman su objeto de estudio al ser contemplados en un contexto extrasomático. El ojo y el oído del antropólogo ve y oye a través de la cultura; su percepción de las escenas de las que recibe información está penetrada, además de por creencias personales, por una teoría cultural, de modo que «su sensorium perceptual -como declara Lisón (1996: 42) en un texto del que he rescatado también las frases precedentes- viene ya antropologizado: vemos una mujer echando agua sobre la cabeza de otra en una encrucijada, no un ritual, pero al mismo tiempo entendemos esa evidencia sensorial, la vemos como, captamos su direccionalidad significativa». Así, un elemento fundamental de la 'mirada antropológica' radica en estar armada de una teoría que facilite la interpretación cultural, que posibilite establecer -en palabras de Frake (1964)- «las condiciones bajo las cuales es culturalmente apropiado anticipar que... las personas que desempeñan un rol realizarán una actuación equivalente». Pero, ¡ojo!, no se le pide al investigador que se adhiera a una teoría cultural concreta ni a un «compuesto ecléctico con el cual pudieran estar todos de acuerdo», pues como recuerda Kessing [1995 (1974): 62], una formulación sobre la cultura en la que Marvin Harris y David Schneider, verbigracia, coincidieran sería seguramente una formulación vacía; lo que se le demanda, en cambio, es implicarse -como declara Wolcott- en un «diálogo acerca de lo que trata la cultura», en una reflexión sobre su naturaleza que faculte al antropólogo para ir más allá de una mera crónica de sucesos particulares, y para mirar debajo de ellos con el fin de comprender cómo la gente les hace frente y maximiza o, por el contrario, minimiza la probabilidad de su recurrencia. Pensar, por ejemplo, -como continúa diciendo Wolcott- que la cultura se detecta mejor en lo que la gente hace, en lo que dice, en lo que dice que hace o en la tensión entre lo que hace y dice que debería hacer, supone inclinarse por una determinada concepción de la cultura, constituyendo un asunto de tanta trascendencia en la investigación antropológica que conlleva distintas estrategias para la producción, organización y análisis de los datos, y arrastra incluso la concesión de una diferente credibilidad a los resultados obtenidos a través de técnicas de investigación distintas (observación participante, entrevistas, análisis documental, análisis genealógico, etc., etc.). A este respecto, pueden resultar ilustrativas las razones que están en la base de las discrepancias surgidas entre mi propio trabajo y el de Andrés Barrera (1990) acerca del sentido que adquiere la relación pubilla-gendre dentro de la familia tradicional catalana, pues se deben más al tipo de factores comentados hace un momento que al hecho de haber investigado cada uno en espacios geográficos dispares (Cataluña Vella/Cataluña Nova). En mi opinión, Barrera puede defender la hipótesis de que, en los matrimonios pubilla-gendre, acaece una inversión de los roles de género, en primer lugar, porque los derechos sobre el patrimonio familiar los mide sólo en función de que se sea o no el heredero del mismo, sin tener en cuenta que el pacto de constitución dotal puede transferir derechos sobre él desde la pubilla hasta el gendre; y, en segundo lugar, porque se deja llevar por lo que dicen el refranero popular y los informantes en las entrevistas (que no siempre 'reflejan lo que se practica'), sin interesarse por comprobar, mediante otras fuentes verbales y no-verbales (rastreadas, por ejemplo, mediante observación participante o encuestas genealógicas), si el mayor poder que efectivamente tiene la mujer dentro de los matrimonios pubilla-gendre (en comparación con el que se le concede en los matrimonios hereu-jove) entraña, en realidad, una inversión de dichos roles o es simplemente un problema de grado. En definitiva, desde mi punto de vista, la clave de las divergencias se sitúa en esas diferencias de concepción acerca de aquello en lo que la cultura se revela mejor y, por consiguiente, en primar una clase de información sobre otra. Con todo, no albergo sospechas de que alguno de los enfoques no sea antropológico, justamente porque ambos se posicionan sobre tales cuestiones y, de este modo, intentan mirar 'por debajo de los acontecimientos particulares'. Voy a dejar aquí la enumeración de los principios constitutivos de la 'mirada antropológica', ante todo, porque -como he anunciado más atrás- no pretendo ser exhaustiva y, por otra parte, porque la glosa del texto de Wilcox me ha dado la oportunidad de comentar, al menos, los que considero más importantes. Soy consciente, como he repetido, de que se pueden tomar por obviedades que todo el mundo conoce, pero hay veces en que es necesario insistir en las obviedades, principalmente cuando su olvido entraña el peligro de que se pierda de vista el horizonte del quehacer antropológico. III. Sobre la investigación etnográfica y el supuesto 'paradigma' cualitativo Entramos ahora en el otro aspecto de lo que he denominado el 'contexto general de aplicación de las técnicas de investigación en antropología social': su uso dentro de un proceso etnográfico; y uno de los modos posibles de empezar la exposición de cualquier tema, en este caso el de la etnografía, puede consistir en hablar sobre aquello que no es, es decir, en ir cogiendo las nociones que cotidianamente se le asocian para ir desmontando las que se estime que, de una manera u otra, dificultan una correcta visión de su naturaleza. Este ejercicio es el que recomiendan los pedagogos constructivistas como arranque de todo proceso de aprendizaje, precisamente porque parten de la constatación de que los individuos siempre se enfrentan a los nuevos contenidos con ideas preconcebidas, sobre las cuales los van empotrando, de suerte que si se no provoca su expresión (expresar=sacar fuera) y no se inicia un proceso de deconstrucción de las mismas, lo más probable es que el aprendizaje esté filtrado inexorablemente por ellas, que la adquisición de conocimientos se lleve a cabo sobre una base de arenas movedizas. Y, desde luego, algunos de nosotros seguimos resistiéndonos a abandonar ciertos estereotipos vinculados a la figura del etnógrafo, que nos han llegado a través de diferentes medios, como artículos de prensa, documentos audiovisuales y/o libros firmados por autores de variada adscripción académica, incluido algún antropólogo. Unos lo intuyen como un amante de antiguallas y rarezas culturales (7); otros como un impenitente cualitativista, que aborrece no sólo las encuestas sino todo lo que le huele a número; otros suponen que pasa, sin más mediaciones, de la elección del asunto a investigar a la realización del trabajo de campo; otros que se dedica a investigar absolutamente todo lo que atañe al grupo que ha escogido, desde la arquitectura de las viviendas a los tipos de cultivo, desde las estructuras de la familia a las prácticas rituales; otros piensan que no emprende investigaciones dirigidas a la puesta a prueba de teorías, porque su metodología se lo impide; otros que sus perspectivas teórico-metodológicas no son muy adecuadas para el estudio de las sociedades complejas; y, finalmente, otros están convencidos de que realiza una labor meramente descriptiva, puesto que los trabajos de comparación y generalización son diferentes y posteriores al etnográfico. Sin embargo, imágenes de este tenor merecen, como mínimo, un examen crítico y, cuando sea preciso, su puesta en cuestión. Ello nos permitirá darnos cuenta de que las estrategias metodológicas y técnicas que cabe seguir en la etnografía son muy diversas, pues varían en función de múltiples factores, entre los que se hallan la naturaleza y la amplitud del objeto de estudio, el grado de conocimiento que ya existe sobre él, los aspectos concretos a los que se quiere prestar atención, las características de la población y de los escenarios en los que se ha pensado investigar, el alcance teórico que se le desea dar a los resultados y/o la intención más o menos comparativista que se alberga desde un principio. La etnografía no es -en contra de la opinión de algunos- un 'paradigma' que exija forzosamente que se asuman ciertos posicionamientos teóricos, metodológicos y técnicos, sino un método de investigación sumamente flexible que facilita su adaptación a circunstancias de estudio muy variopintas. Tanto es así que, en la historia de la antropología, encontramos investigaciones etnográficas para todos los gustos: desde las que parten de postulados funcionalistas hasta las que expresamente los impugnan, desde las omnicomprensivas hasta las centradas en un tema, desde las que restringen su alcance teórico a la descripción cultural hasta aquellas otras que aspiran a proponer generalizaciones empíricas y/o teóricas, desde las que persiguen la generación de teorías hasta las que se deciden por la contrastación de las mismas, desde las que se interesan por una sola cultura hasta las que introducen en su diseño la comparación intercultural..; es más, estos ingredientes aparecen mezclados de muy distintas maneras en cada una de ellas. La contrastación de hipótesis, por supuesto, sólo tiene sentido cuando previamente se ha generado un corpus teórico fundamentado sobre un fenómeno sociocultural específico, y se tienen a la vez sobradas sospechas para creer que dicho corpus puede ser válido para comprender y/o explicar el mismo fenómeno en contextos distintos o bien otros fenómenos de naturaleza parecida. Si en antropología y, en general, en las ciencias sociales escasean los estudios que siguen la lógica de la contrastación es, entre otras razones (como la asociación que comúnmente se establece entre la puesta a prueba de hipótesis y los planteamientos positivistas), porque no suelen abundar las teorías suficientemente fundamentadas, y no porque la metodología etnográfica sea inadecuada para ello. Es cierto que, frente a lo que ocurre con los experimentos, en las investigaciones etnográficas no se pueden manipular las variables, pero -como dicen Hammersley y Atkinson (1994: 38-39)- lo que se pierde en éste se gana en otros aspectos, ya que los procesos sociales se observan tanto en situaciones cotidianas como en situaciones especialmente preparadas para la investigación (las entrevistas, los grupos de discusión o las encuestas), con lo que se minimiza el peligro de que los resultados sólo sean aplicables a estas últimas; de igual modo que el uso que se hace en la etnografía de múltiples fuentes de información disminuye la eventualidad de que las conclusiones sean dependientes de los efectos originados por la idiosincrasia de una determinada técnica de producción de datos o de un determinado tipo de situación 'natural'. No en vano, la etnografía (y, dentro de ella, la observación participante) se empeña en abordar una misma realidad desde «tantas facetas como sea posible», tal como Berreman afirma en el párrafo que se reproduce a continuación: «La observación participante se refiere a la práctica que consiste en vivir entre la gente que uno estudia, llegar a conocerlos, a conocer su lenguaje y sus formas de vida a través de una intensa y continua interacción con ellos en su vida diaria. Esto significa que el etnógrafo conversa con la gente, trabaja con ellos, asiste a sus funciones sociales y rituales, visita sus casas y les invita a la suya, es decir, está presente en tantas situaciones como sea posible, aprendiendo a conocerles en tantos ambientes y desde tantas facetas como pueda» (Berreman 1968: 337). Todo esto, que afecta -¡cómo no!- a las investigaciones exploratorias, se puede predicar igualmente de las que siguen la lógica de la puesta a prueba de teorías. En cualquiera de los dos casos, la etnografía ofrece mayores garantías de validez que otros métodos de investigación que se basan en el empleo de una modalidad exclusiva de técnicas. A este respecto, voy a traer a colación un estudio que fue presentado en Ávila dentro de un curso de la UNED celebrado en 1993. El estudio -según se nos contó- había sido encargado por la Comunidad de Madrid con el fin de comprobar la viabilidad o no de un programa de intervención que se tenía previsto implementar en el ámbito de la rehabilitación de drogodependientes: la idea era favorecer su reinserción sociolaboral mediante la creación de cooperativas de trabajo mixtas, es decir, compuestas tanto por drogodependientes como por personas en paro que no hubieran tenido contacto alguno con el mundo de las drogas; y fue realizado sobre la base de varios grupos de discusión cuyos miembros diferían entre sí según la edad, el género, la ideología política o el status socioeconómico. El análisis de sus discursos dejó ver la existencia de una visión tan negativa, unitaria e intransigente con relación a los drogodependientes y una oposición tan rotunda a la perspectiva de entrar a formar parte de tales cooperativas, que en el informe de la investigación se concluyó que la idea era inviable, pues no se iba a encontrar gente dispuesta a participar en ellas. Ahora bien, si se tiene en cuenta que los grupos de discusión lo que permiten conocer son las representaciones sociales habidas en torno a un tema y, que por la propia dinámica de los grupos, esas representaciones tienden a conformarse a la que es dominante en el medio social al que pertenecen sus integrantes, uno se puede permitir cavilar que las deducciones hubieran sido diferentes si se hubiera recurrido a otras técnicas de investigación, primero, porque el discurso colectivo no siempre coincide con el individual y, principalmente, porque no es legítimo presuponer de entrada que los comportamientos se van a ajustar estrictamente a alguno de los dos (8). Y si los grupos de discusión engendran un discurso que, como he indicado, termina conformándose a las cosmovisiones socialmente aceptadas en el medio cultural al que pertenecen sus componentes, esas cosmovisiones, si bien desestructuradas, se suelen acomodar a lo que está oficialmente autorizado cuando se hace uso de un instrumento como el cuestionario. Cabe decir, a modo de ejemplo, que una de las cosas que más me llamaron la atención del trabajo de campo que efectué en 1986 entre los pobladores de la comarca riojana de Cameros, fue las diferentes consecuencias que se pueden extraer según se analicen las respuestas que dieron en los cuestionarios que les pasé para una encuesta sobre la identidad étnica o, por el contrario, los discursos que produjeron mediante entrevistas en profundidad y los que les escuché en conversaciones informales. A partir de las primeras no cuesta inferir que los cameranos se sienten identificados con la Rioja y que, en este sentido, se distinguen poco del resto de los habitantes de la Comunidad Autónoma y de lo que pregonan sus 'autoridades'; en cambio, los discursos procedentes de las otras fuentes patentizan una realidad casi opuesta: buena parte de ellos, si bien no todos, no sólo ven menoscabada su identidad camerana por la forma en que se ha constituido la de la región, concebida -además- como impuesta desde fuera, sino que muestran a veces una actitud combativa ante tal imposición. Décalages de este tipo tienen su origen en el hecho de que las técnicas no son más que situaciones sociales, diseñadas -eso sí- para los propósitos de la investigación, pero que siempre encuentran un referente en la vida cotidiana de la gente: la entrevista en profundidad lo halla -según los casos y el papel que se haya 'ganado' el investigador- en las charlas entre amigos o en las entrevistas profesionales; las encuestas estandarizadas, en determinados 'interrogatorios' de carácter oficial, como los censos o los exámenes escolares; y los grupos de discusión, entre otros, en las asambleas y reuniones de diferentes colectivos, donde lo que se intenta es sobre todo alcanzar un acuerdo. Los sujetos sociales están constantemente definiendo las situaciones en las que se ven envueltos, así como acomodando sus comportamientos a las mismas, y de ello no se libran las creadas al aplicar cualquier herramienta de investigación social. «La variedad en los tipos de recogida de datos y en las técnicas empleadas puede desconcertar a los que no son etnógrafos.., ya que es muy difícil definir lo que una etnografía podría o debería ser y juzgar así su calidad. Tradicionalmente, desde el punto de vista del etnógrafo, se ha considerado que la recogida de diferentes tipos de datos incrementaba la validez y fiabilidad del estudio, y puesto que cada ámbito y cada área de estudio son únicos, se creía que era necesario adaptar los métodos y las técnicas» [Wilcox, 1993 (1982): 99]. Lo interesante de la combinación de técnicas para el abordaje de un mismo objeto de estudio, que -a mi parecer- constituye uno de los principales elementos marcadores de la etnografía, es que permite constatar empíricamente, y no sólo postular, esta clase de quiebras 'informativas', así como la manera en que acaecen, por lo que al etnógrafo se le conceden unas oportunidades inmejorables para ofrecer unas interpretaciones y/o unas explicaciones de los fenómenos socioculturales más dinámicas y complejas. Ello sin olvidar, desde luego, -como recuerda Wilcox en la anterior cita- que la 'triangulación' ha servido también como modo de controlar la veracidad de la información recopilada, lo que no deja de ser importante cuando se trata de estudiar acontecimientos que se tienen que reconstruir con la mayor fidelidad posible. No obstante, para cambiar de tema, lo que deseo subrayar ahora no es tanto que esa 'triangulación' puede estar dirigida a conseguir metas distintas dependiendo de los objetivos de la investigación, como el hecho de que, entre las técnicas que se combinan durante el proceso etnográfico, caben asimismo las cuantitativas; es decir, que el etnógrafo no sólo realiza entrevistas en profundidad, grupos de discusión y/o observación participante, sino que se sirve de cuestionarios y de otras técnicas cuantitativas de producción y/o análisis de los datos con una frecuencia mayor de la que se tiende a imaginar. Según nos comentan Kaplan y Manners [1979 (1972)], esa frecuencia se vio incrementada a partir de la década de los sesenta como consecuencia de que los etnógrafos desplazaron sus campos de investigación a los 'sistemas complejos', esto es, a sociedades más heterogéneas y de mayor escala que las que estaban acostumbrados a estudiar con su antiguo bagaje instrumental. 

Y Oscar Lewis va a mantener que ese aumento se debió, además, a un conjunto de demandas interdisciplinares y de innovaciones teórico-metodológicas que tuvieron lugar en el trabajo de campo antropológico: «1)Un énfasis creciente sobre el estudio de la gama de variaciones en el comportamiento y en las costumbres, frente al antiguo énfasis sobre las pautas ideales; 2) el paso de la preocupación por salvar y reconstruir culturas en rápido curso de desaparición, al estudio de sociedades funcionando actualmente; 3) una mayor conciencia de los problemas metodológicos, resultado en parte del contacto más estrecho con otras disciplinas..; 📷(y) 4) el uso creciente de datos antropológicos por otras disciplinas y, en particular, el apremio de los psicólogos por más datos sobre diferencias individuales» [1975:100-101]..." http://www.ugr.es/~pwl…/G15_01MariaIsabel_Jociles_Rubio.html 

 DIDÁCTICA 6 DIVULGACION CIENTIFICA El trabajo del profesor debe seguir el estilo de la divulgación científica, siempre y cuando domine bien su materia. El trabajo escolar debe asimilarse a la divulgación científica, porque es posible y solo posible, que sea leído en la casa de los alumnos o por sus amigos. En muchas oportunidades supe de parientes y amigos de mis alumnos, que leían los trabajos producidos en la clase, algunos, los menos, no gustaban del cambio de la clásica enseñanza sobre la base de la memoria por el pensamiento crítico y diverso, pero es bueno demostrar que se puede cambiar lo tradicional, con resultados inmediatos beneficiosos. De otros profesores de la materia no tenia buena critica, pero es comprensible por el sistema de formación, sin embargo siempre existían los que preguntaban algo, para saber. En el caso de los otros compañeros de trabajo, generalmente, me aproximaba a Lengua y Literatura y a las artes, con facilidad y de vez en cuando a una ciencia exacta. 

DEFINICIÓN DE DIVULGACIÓN Del latín divulgatio, divulgación es la acción y efecto de divulgar (difundir, promover o publicar algo para ponerlo al alcance del público). Por ejemplo: “El científico alemán realizó una tarea incansable para la divulgación de este descubrimiento”, “Teníamos un buen producto, pero fallamos en su divulgación”, “El presidente se indignó por la divulgación de los temas tratados en su última reunión con los ministros”. La divulgación, por lo tanto, puede estar asociada a la tarea de prensa y comunicación. Aquello que publican o emiten los medios se está divulgando, ya que dichos contenidos quedan al alcance de la sociedad. Por eso cuando una empresa quiere promocionar una novedad, suele acudir a la prensa para que ésta sea el vehículo que lleve sus noticias a la gente. Se conoce como divulgación científica a la tarea de procesar y difundir el conocimiento científico de un modo que resulte accesible para el público general. Esta actividad suele ser llevada a cabo por científicos o periodistas especializados que tienen grandes conocimientos sobre la temática en cuestión y que ponen sus esfuerzos en traducir el lenguaje científico al habla coloquial. La divulgación científica puede realizarse en cualquier formato, como una revista, un programa de televisión o un sitio de Internet. Algunos canales de televisión se especializan en divulgación científica, como el Discovery Channel. Entre las personalidades más famosas que se dedicaron a la divulgación científica se destacan Carl Sagan y Stephen Hawking. Cabe mencionar que, en algunos casos, la divulgación científica pierde su valor ya que lo que se difunde es información falsa o errónea. Las fuentes poco confiables, en combinación con las ansias de fama y notoriedad han dado lugar a un gran número de documentales de naturaleza ilegítima, y la facilidad con la que es posible llegar a las masas en la actualidad da más espacio a este tipo de fraudes. Internet es, sin lugar a dudas, la herramienta más valiosa a la hora de realizar la divulgación de cualquier tema u obra, ya que nos ofrece diferentes formas de llegar a la gente y de obtener respuestas y opiniones. Dentro de este universo cibernético, las redes sociales son el medio más fácil de usar y directo para hacer públicas nuestras ideas; nos permiten estar conectados constantemente con un número potencialmente considerable de personas de todas partes del mundo. Entre los beneficios más sobresalientes de las redes sociales se encuentra el hecho de que cada usuario pueda compartir información con un número de personas que no necesariamente se conozcan entre sí, y que éstas repitan el procedimiento para comenzar una cadena de divulgación de dimensiones incalculables. Ya sea que queramos hacer conocido nuestro último libro, o que aboguemos por la defensa de los animales, las redes sociales son un excelente punto de partida. Por otro lado, siempre dependiendo de nuestros objetivos, Internet ofrece un sinfín de servicios para la divulgación. Un ejemplo muy resonado en los últimos años es el crowdfunding, que también recibe el nombre de micromecenazgo o financiación masiva, entre otros. Básicamente, se trata de un canal para hacer conocida una idea y conseguir el apoyo económico de quienes se interesen en ella, sin necesidad de un contacto físico, cara a cara. Gracias a los portales de crowdfunding, es posible hacer llegar emprendimientos a gente de todo el planeta sin ningún tipo de inversión económica previa: basta con darnos de alta de forma gratuita en algunos de los varios sitios que ofrecen este servicio y publicar nuestro proyecto, acompañado de un vídeo atractivo en el cual se expliquen nuestros objetivos con claridad. Por lo general, para recibir la aprobación de la compañía es necesario recibir un cierto número de votos positivos por parte de los demás usuarios. https://definicion.de/divulgacion/ Divulgación y Cultura Cientifica de la OEI Comunidad Entrevistas Multimedia Noticias Opinión Reportajes Salud Divulgación científica Artículos La importancia de una cultura científica 30 de julio de 2016, por administrador, index Celia Rosa Fierro Santillán. Ciudad de México, México. IBERCIENCIA. Comunidad de Educadores de la Cultura Científica. Vivimos en una sociedad que aprovecha la tecnología, sin embargo, la percepción social sobre la ciencia y el proceso de generación de conocimientos a través del método científico está distorsionada, y poco apegada a la realidad. En México y otros países de Iberoamérica prevalece el pensamiento mágico sobre el pensamiento científico Educación científica: hacia un cambio necesario 18 de abril de 2018, por administrador, index Mg. Daniela Palacio. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. IBERCIENCIA: Comunidad de Educadores para la Cultura Científica. La educación científica nos interpela: ¿Qué idea de ciencia manejamos los docentes?, ¿Por qué enseñamos ciencias?, ¿Cómo debemos hacerlo?, ¿Para qué? ¿Cuáles son nuestros propósitos?, ¿Cómo aprenden ciencias nuestros alumnos? Lo que sigue es un intento por dar respuesta a ellos teniendo en cuenta que hoy, a diferencia de ayer, es aceptada indudablemente como parte de nuestras vidas. https://www.oei.es/historico/divulgacioncientifica/… ¿Qué es la divulgación de la ciencia? Juan Tonda Mazón conoce más del autor HTML ↓ PDF← Regresar al índice ⁄ artículo siguiente → Estaba frente a mi computadora tratando de definir la divulgación de la ciencia y realmente no sabía por dónde empezar. Me imaginé cómo sería ésta si muchas personas tuvieran a su alcance un casco de realidad virtual, en el que uno se mete en un juego de computadora y experimenta estar en un mundo ficticio de tres dimensiones. Así, aprovechando los recursos que nos ofrece la divulgación de la ciencia, uno podría viajar por el Sistema Solar y acercarse a cada planeta, o recorrer el adn como quien se echa por una resbaladilla. Pero, oh desilusión, de pronto me encontré en la virtual realidad. Si definir la ciencia es una tarea por demás compleja, a la que muchos científicos han preferido no poner atención, precisar en qué consiste su divulgación resulta igualmente difícil. Partiendo de esta premisa, una definición de divulgación de la ciencia sólo proporcionaría una imagen burda y muy general de lo que representa. Trataré por ello, de dar algunas ideas sobre esta actividad. Si se tratara de un diccionario, la definición podría decir lo siguiente: disciplina que se encarga de llevar el conocimiento científico y técnico a un público no especializado, que va desde los niños hasta las personas de edad. Dicha labor es, sobre todo, interdisciplinaria, aunque la realizan especialmente los científicos, los técnicos, los comunicadores y, de manera más reciente, los divulgadores de la ciencia. Como en toda definición, la primera pregunta sería: bueno, si yo tengo conocimientos de especialización en física, ¿nadie se encargará de hacer divulgación para mí? Hacia la universalización De la respuesta a esta pregunta parte una de las características más importantes de la divulgación de la ciencia. Si tengo conocimientos especializados de física, no quiere decir que los tenga de todas las áreas de esta disciplina. Por ejemplo, me podría haber especializado en la Teoría de la Relatividad General, sin embargo, no sabría cómo poner a funcionar un microscopio electrónico. Aun dentro de la física y a pesar de ser un investigador destacado en un área, el desconocimiento en otras resultaría bastante profundo. La divulgación de la ciencia, por su parte, avanza en sentido opuesto: pretende hacer más universal el conocimiento, es decir, intenta que el físico relativista sea capaz de entender cómo se pone en funcionamiento un microscopio electrónico pero también que tenga conocimientos elementales de biología, química, ingeniería, electrónica, medicina, economía, historia, filosofía, etcétera, y que esté al tanto de los últimos avances de otras disciplinas. Resumiendo, un buen divulgador de la ciencia debe tener conocimientos elementales de muchas áreas de la ciencia y ser capaz de transmitirlos a públicos muy diversos. Por otro lado, quienes se acercan a la divulgación de la ciencia deben tener una necesidad de conocimiento, de entender cada vez mejor el mundo que nos rodea. Existen muchos investigadores que además de aportar su granito de arena para que la ciencia avance, se preocupan, por una parte, de que los no especialistas conozcan lo que hacen, y, por otra, de llevar sus conocimientos a sectores más amplios de la población. De hecho, fue así como nació la divulgación de la ciencia en México. Un grupo de investigadores se preocupó por editar una revista para que los estudiantes de las carreras científicas y del bachillerato entendieran lo que hacían sus colegas de otras áreas y estuvieran al día de los avances en todo el mundo. En el caso de los estudiantes de bachillerato, por vez primera se podían enterar de los avances científicos, de la ciencia fuera de los libros de texto, su historia y filosofía y acerca de lo que hacían los científicos mexicanos. La labor educativa Otro rasgo importante de la divulgación de la ciencia es que cumple con una función educativa, a pesar de que algunos divulgadores sostengan que no necesariamente tiene que ser así. Según ellos, sólo se trata de pasarse un rato agradable, divertirse con la ciencia o bien recibir alguna noticia científica; cumplir con educar, sostienen, es un proceso muy difícil y arduo que sólo puede darse en el salón de clases. En óptimas condiciones, un mexicano está en un salón de clases ocho mil horas durante toda su vida, lo que representa el 8% del tiempo libre que tiene una persona, suponiendo que trabaja ocho horas diarias, duerme otras ocho y dedica a las comidas otras cuatro horas. El resto (92%) de ese tiempo se invierte en hablar, jugar, ver la televisión, divertirse, escuchar la radio, leer, oír música, ir al cine o al teatro, hacer algún deporte, descansar, tener relaciones sexuales, desplazarse de un lugar a otro, etcétera. Si de ese 92% de tiempo restante no se aprovecha cuando menos una pequeña parte para la educación, entonces, hagámoslo, aunque no tengamos salón de clases ni maestros. En este sentido, la divulgación de la ciencia ofrece la posibilidad de contar con una educación informal fuera del ámbito escolar. Esto se logra a través de los diferentes medios de comunicación, que pueden ser desde una charla informal hasta la transmisión de un programa de televisión que llega a cinco millones de personas. La motivación En ciencia nos han enseñado que un investigador debe aportar un granito de arena para el avance de su disciplina. Cuando esto ocurre, el científico experimenta un gran placer, y si en lugar de un solo granito aporta más de cien, estará en el limbo. Cuando un investigador logra resolver algún problema o realiza algún descubrimiento o aportación al conocimiento, se siente realizado; ha logrado, con su esfuerzo, obtener un resultado. Éste se manifiesta con la publicación de su trabajo para que sus colegas conozcan sus aportaciones. El solo hecho de aportar algo nuevo, por pequeño que parezca, constituye una motivación fundamental para seguir investigando. Esta característica es válida tanto para el investigador como para el divulgador de la ciencia. Cuando un divulgador logra transmitir una serie de inquietudes e ideas a su público, se siente contento y satisfecho; se siente a gusto si es capaz de motivar a su público produciendo el efecto que deseaba, del que se percatará al terminar su trabajo de divulgación. Ese mismo placer que logra un investigador o un divulgador de la ciencia, lo experimenta un estudiante cuando entiende un argumento complejo, termina una obra de arte o resuelve un problema. Aquí haré un paréntesis para señalar que motivar no es sinónimo de divertir, característica que algunos le adjudican a la divulgación. Si el fin último de la divulgación de la ciencia fuera divertir, un juego como el Nintendo 64, sería un gran producto de divulgación por el simple hecho de ser muy divertido. Creo, sin embargo, que la mayoría de las personas estará de acuerdo en que el ejemplo anterior no tiene nada que ver con la divulgación. Un buen trabajo de divulgación puede motivar al público a comprender más un tema por varios caminos. Uno de ellos puede ser la diversión, la analogía, la historia o cualquier otro recurso. La falta de comprensión y la dificultad también pueden servir de motivación para adentrarse al conocimiento de la ciencia. En mi caso, recuerdo que en la preparatoria leí un libro que explicaba la Teoría de la Relatividad Especial de Landau y me llamaron mucho la atención las propuestas de Einstein. Realmente el libro no resultaba fácil para entender la teoría de Einstein, sin embargo, conocer que la velocidad de la luz es la más alta a la que se puede aspirar, así como los efectos en la forma de las cosas y en el tiempo al acercarse a ella, son resultados que rompen con el sentido común. Resultados que no fáciles de entender, sí llamaron mi atención; que me llevaron a acercarme más a la ciencia y a tratar de conocer cómo se llegaba a conclusiones tan sorprendentes. Después de estudiar la carrera de física, tuve la oportunidad de llevar varias materias de relatividad con excelentes maestros como el doctor Carlos Graef Fernández, el doctor Michael Ryan y la doctora Deborah Dultzin. Cuando llegué a la parte del curso en la que se abordaban las ecuaciones de Einstein —dos simples ecuaciones tensoriales que engloban todas las ecuaciones de Maxwell y, por lo tanto, todas las leyes del electromagnetismo y la relatividad—, me produjo una gran satisfacción el hecho de saber cómo se podían unificar las leyes del Universo a tal grado, aunque resolver el problema más elemental con dichas ecuaciones resulte una tarea ardua. Con el ejemplo anterior, sólo he querido mostrar lo que aprendí recientemente del doctor Luis Estrada, cuando en una reunión de divulgadores de la ciencia nos llevó una película de topología llamada No anudado, simplemente para discutir si se trataba de un trabajo de divulgación de la ciencia. En esa ocasión, señalé que no creía que lo fuera, porque no se entendía nada y yo no había entendido la secuencia de los razonamientos. La película mostraba los efectos que se producen al realizar transformaciones topológicas visualmente tal y como los vería una persona que estuviera en ese espacio matemático extraño. Debo decir que los efectos resultaban de una belleza inaudita y se habían realizado con un trabajo de computadora realmente impresionante. Hoy creo que esa película trata de mostrar que lo complejo y difícil puede servir de motivación para acercarse a la ciencia y por lo tanto, debe considerarse divulgación de la ciencia. No obstante, en este caso influye nuestra necesidad de llegar al fondo de las cosas. Si no logramos entender algún artículo de divulgación de física y el tema nos llama la atención, es probable que tratemos de acercarnos a otros artículos sobre el asunto y de esta forma iremos aprendiendo más. A continuación daré un ejemplo de que la divulgación no es traducción de la ciencia, sino recreación de ésta. Para entender qué es el adn puedo decir que se trata del ácido desoxirribonucleico. Esto sería una traducción literal, pero si digo que forma parte de una célula y que se encuentra en el núcleo de la misma, por lo menos puedo entender dónde está y que es de tamaño muy pequeño. Si además señalo que tiene la forma de doble hélice o de dos escaleras de caracol entrelazadas, entonces la analogía me proporcionará una imagen de la forma. Pero hasta ahora eso no me dice nada acerca del nombre. De ahí que si continúo con la analogía de las escaleras puedo decir que sus barandales están hechos de un compuesto químico llamado grupo fosfato y de un azúcar llamado ribosa a la que le falta un átomo de oxígeno, por eso lo de desoxi. Además, los peldaños son las llamadas bases nitrogenadas: adenina, guanina, citosina y timina, y cada escalón está formado por uniones débiles de adenina y timina o de guanina y citosina. Finalmente, puedo decir que la clave de la vida se encuentra en el ADN, pues en él se encuentran los genes, que determinan la herencia y las características de un organismo. El significado de la divulgación Como prueba de que definir con precisión la divulgación de la ciencia no es una tarea sencilla, empezaré señalando que el primer problema al que me enfrenté fue considerar que el periodismo científico, la divulgación de la ciencia y la comunicación de la ciencia eran sinónimos. Ahí el problema no era considerarlos sinónimos sino que existía una dependencia dedicada a la comunicación de la ciencia, una asociación dedicada al periodismo científico y una sociedad dedicada a la divulgación de la ciencia. Por razones obvias, cuando cada quien hablaba de lo que hacía, resultaba que todos estaban dedicados a lo mismo pero con tres nombres diferentes.


 El problema es que todavía hoy cada quien defiende sus términos. Ahora hagamos un nudo, pero no topológico sino de estos tres términos. Los divulgadores y los comunicadores de la ciencia señalan que el término periodismo científico es en sí mismo contradictorio por reducción al absurdo: ¿cuál es el periodismo acientífico o no científico? La respuesta, simplemente, es que sólo puede existir un periodismo: que esté bien o mal hecho nada tiene que ver con el carácter científico. En otras palabras, puedo hacer una nota roja de gran calidad y estaría entonces haciendo periodismo científico. Los defensores del término periodismo científico llaman así a la parte de divulgación de la ciencia que se desarrolla en periódicos y suplementos de ciencia. Otros escritores señalan que, a diferencia de la divulgación de la ciencia, el periodismo científico no tiene sustento teórico, y que por lo tanto, es una tarea puramente informativa. Los divulgadores y los periodistas científicos argumentan contra el término “comunicación de la ciencia” que la esencia misma de la ciencia es la comunicación. Así, la tarea más importante de los científicos es la comunicación; comunican sus resultados en revistas de prestigio internacional. Por lo tanto, un investigador y un comunicador de la ciencia serían personas que se dedican a lo mismo y no es así. El concepto que tiene la mayoría de las personas de la comunicación es hablar por teléfono, cuestión que no refleja lo que es en realidad la comunicación de la ciencia. A favor de esta crítica puede señalarse la creación del término comunicación pública de la ciencia, que hace la diferencia de comunicar la ciencia al gran público y entre los especialistas. Los comunicadores de la ciencia y los periodistas científicos critican el término divulgación porque, según su raíz, proviene de vulgo, vulgare, y es un término clasista que separa a los elegidos que saben de ciencia del vulgo, de la chuzma, a la que se le va a enseñar ciencia. Sin embargo, se puede contrargumentar que quienes hacen divulgación no adquieren esa filosofía, sino que la consideran una tarea social y cultural. A favor del término divulgación también puede señalarse que con una sola palabra se designa una sola actividad, sin lugar a confusiones, cosa que no ocurre con comunicación o con periodismo. Pero aquí no acaba la historia del lenguaje, pues están también los términos difusión de la ciencia, comunicación pública de la ciencia y comunicación social de la ciencia. El término difusión de la ciencia proviene de las tareas universitarias, dado que la difusión es una de las actividades fundamentales de la universidad. En contra del término difusión de la ciencia está que se difunde dentro de todas las actividades culturales y que en las universidades se le ha relegado al último sitio. Comunicación pública de la ciencia es una designación afortunada, salvo porque requiere varias palabras para entenderla: soy un comunicador público de la ciencia. Verdad que resulta complejo referirse a esa profesión. En relación con la comunicación social de la ciencia, en México los departamentos de comunicación social de las secretarías de estado son los voceros para la prensa. Su labor es de carácter gubernamental, es decir, de proporcionar información de las actividades de las secretarías al resto de la sociedad, lo cual se funde con la política y no tiene relación con la divulgación de la ciencia. Si ése fuera el caso se podría hablar de democratización de la ciencia. A partir de esta breve revisión de los términos que se emplean para designar la divulgación de la ciencia, habría que ponerse de acuerdo, en primer lugar, en usar el mismo término para nuestra actividad, cuando menos en todos los lugares donde se habla español. La creatividad Una característica importante de la divulgación es la de recrear el conocimiento científico a partir de la creatividad, conocimientos e imaginación propios del divulgador. En este sentido, la divulgación es una tarea artística en la que se combinan la sencillez, la diversión, la estructura, la riqueza y el uso del lenguaje, la motivación, el desarrollo del conocimiento científico, la capacidad para transmitir la belleza de un resultado, las características del pensamiento científico, la presentación, la capacidad para dirigirse a un público determinado, las imágenes y la síntesis visuales, la reiteración, las analogías y el contexto, todas ellas características que debe desarrollar un buen equipo de divulgación de la ciencia. Por ello, la divulgación no puede resumirse como una mera traducción o interpretación de la ciencia. Lo que tal vez puede decirse es que el concepto divulgación de la ciencia evoluciona con el tiempo, en el mismo sentido en que lo hace la ciencia, de ahí la riqueza de esta generosa disciplina que cada vez cobra mayor fuerza. ¿Quiénes hacen divulgación? En un principio se creía que sólo los investigadores de ciencias naturales podían hacerla. Pero si bien algunos son capaces de ello, los resultados no siempre son buenos. En una segunda etapa entraron los comunicadores y los periodistas a auxiliar a los investigadores de ciencias naturales; entonces se entabló una dura batalla sobre quién llevaba la bandera: los comunicadores lanzaron la artillería pesada diciendo que los investigadores no sabían escribir, que redactaban muy mal y, lo peor, que no conocían los géneros periodísticos. El contrataque fue feroz; los investigadores señalaron que los comunicadores no tenían la más mínima idea del contenido científico de los artículos (en el caso de la divulgación escrita), que los periodistas se iban por la parte sensacionalista y desinformaban a su público con afirmaciones falsas que leían miles y miles de personas. Fueron años de una lucha encarnizada, que para algunos aún persiste. La tercera etapa, la actual, se presentó cuando algunos investigadores se dieron cuenta de que podían trabajar con los comunicadores y periodistas de la ciencia y de que el trabajo entre ambos lograba mejores resultados. Entonces empezaron a experimentar uniéndose historiadores, filósofos, pedagogos y artistas, y el resultado fue mucho mejor. Hoy puede decirse que la divulgación de la ciencia la realiza un grupo interdisciplinario. No sólo los periodistas aprenden de los investigadores, sino que éstos aprenden de aquellos y además de diseñadores, fotógrafos, educadores, historiadores, filósofos, etcétera. Aprender a trabajar en equipo no es una tarea sencilla cuando en las universidades nos han inculcado que hay que destacar como persona, aun a costa de nuestro compañero y que los méritos no deben compartirse con nadie. Sin embargo, aprender de personas de otras disciplinas con un objetivo común resulta una tarea enriquecedora de la que se obtienen buenos resultados. Hasta ahora, los divulgadores de la ciencia nos encontramos en esta etapa: la formación en la práctica. Pese a lo anterior, se empiezan a dar los primeros pasos para profesionalizar la divulgación de la ciencia a través de cursos y diplomados. Esperemos que en el futuro podamos tener acceso a una maestría en divulgación de la ciencia y, por qué no, a una licenciatura en la que los divulgadores formados en la práctica proporcionen su experiencia para formar a los nuevos. A manera de conclusión Me gustaría mencionar algunos términos que todavía hoy se prestan a confusión. En primer lugar está el término científico. Comúnmente se entiende que científicos son los investigadores en física, química, biología, medicina y matemáticas. Sin embargo, no se incluye a los profesores y a los divulgadores de la ciencia. Por otro lado, cuando se habla de ciencia, nuevamente sólo se incluye a los físicos, químicos, biólogos, médicos y matemáticos, cuando las ciencias abarcan también a las ciencias sociales, de la conducta, las aplicadas, la historia, la filosofía, etcétera. Hoy, afortunadamente, hay consenso en que la divulgación de la ciencia debe abarcar todas las disciplinas. Si en los inicios de la divulgación sólo se incluían las llamadas ciencias duras, porque eran las que menos conocía el resto de la sociedad, hoy el concepto de ciencia se extiende al conocimiento que aportan las diferentes disciplinas, siempre y cuando dicho conocimiento tenga cierta validez que pueda cambiar con el tiempo. Estoy convencido de que cualquier persona puede acercarse a la divulgación de la ciencia si está realmente comprometido con ella. Si la divulgación llega a penetrar los medios masivos de comunicación, tendremos verdaderos libros de texto en los cuales diariamente estaremos aprendiendo, en lugar de periódicos y noticieros en los que sólo podemos leer, ver o escuchar miles de malas noticias o declaraciones vacías que venden mucho, pero que no aportan nada para nuestro desarrollo intelectual. Juan Tonda Mazón Dirección General de Divulgación de la Ciencia, Universidad Nacional Autónoma de México. _________________________ https://www.revistaciencias.unam.mx/…/864-ique-es-la-divulg… 

 DIDÁCTICA 7 COOPERACION Y APOYO MUTUO EN TURISMO SOSTENIBLE Es conocido que de buenas intenciones esta empedrado el camino del infierno (como decía mi abuelita materna), pero el caso es que la realidad indica que son muchos mas de los que aparentan los que tienen problemas de aporofobia (Con este punto de partida, la filósofa Adela Cortina, catedrática emérita de Ética y Filosofía Política en la Universidad de Valencia, acuñó una nueva palabra: “aporofobia”, para definir el rechazo al pobre. Aporofobia: “No se rechaza al extranjero, sino al pobre” - BBVA ... https://aprendemosjuntos.elpais.com › Aporofobia), disfrazados entre políticos gatopardistas y maquiavélicos, que suelen fomentar las divisiones entre el común de la gente, basados en esa realidad. Es bueno que los organismos internacionales postulen al turismo sostenible, como (supongo) una de las formas de beneficiar a los pobres y que los mismos organismos de turismo internacional lo asuman, como postulados propios, pero (y de nuevo supongo) pasaran varios años antes que ello logre ser puesto en práctica desde esos sectores. Lo mas seguro es que si los propios interesados no se mueven y no se mueven las escuelas, como reservorio de información y experiencia el tiempo de espera puede superar las décadas, tornando incierta su aplicación en algún momento, porque el tiempo es hoy. La Cooperacion y el apoyo mutuo tiene que hacer la diferencia, si no nos dfetenemos en aceptar el convite de los que ganan con las divisiones. Queda como capitulo aparte y ya no forma parte de los buenos deseos de nadie, que se incrementen los controles del Estado, por medio de las fuerzas de Seguridad y con el aval de la Justicia, para que se ponga fin a las distintas formas de trata de seres humanos, sobre la que se dice mucho y se hace poco, porque el negocio se encuentra enraizado hasta lugares insospechados, no solo en la sociedad, sino entre los que debiesen controlarlo y atacarlo y no solo me refiero a los mencionados, sino que se debe buscar otro tipo de complicidades en las manos que no mecen la cuna, pero si pretenden que educan. Turismo: Un desafío frente a la pobreza Documento Conceptual PREÁMBULO “Las personas en condiciones de pobreza ejercen cada día su voluntad de sobrevivir, pero sin el apoyo ni las posibilidades de ascender por la escalera de las oportunidades. Imaginen hasta dónde podrían llevarlos sus propios esfuerzos si esa escalera estuviera en su lugar. Tenemos la responsabilidad colectiva de colocarla allí”. La importancia del turismo en la reducción de la pobreza y la creación de puestos de trabajo no puede ni debe sobre estimarse. El turismo debe ser considerado cada vez más como una fuente importante de crecimiento económico, particularmente en los países en desarrollo. El desarrollo del turismo sostenible es uno de los desafíos que actualmente enfrentan muchos países en el Hemisferio Occidental, para quienes puede constituir una herramienta eficaz para el combate a la pobreza, aunque si bien se reconoce que el turismo, como actividad generadora de riqueza, contribuye significativamente al crecimiento económico de muchos países, el crecimiento económico no necesariamente reduce la pobreza. El desafío que se plantea es vincular el desarrollo del turismo sostenible en la lucha contra la pobreza, en particular la pobreza extrema, a partir de estrategias integrales, incluyentes, sostenibles y participativas, mediante la construcción de una nueva ruta estratégica del turismo en las Américas... 

RELACION CONCEPTUAL Y FACTICA ENTRE POBREZA Y TURISMO De acuerdo con la CEPAL, "La noción de pobreza expresa situaciones de carencia de recursos económicos o de condiciones de vida que la sociedad considera básicos de acuerdo con normas sociales de referencia que reflejan derechos sociales mínimos y objetivos públicos. Estas normas se expresan en términos tanto absolutos como relativos, y son variables en el tiempo y los diferentes espacios nacionales" La Organización de las Naciones Unidas ha establecido que “El turismo comprende las actividades que realizan las personas durante sus viajes y estancias en lugares distintos al de su entorno habitual, por un período de tiempo consecutivo inferior a un año, con fines de ocio, por negocios y por otros motivos turísticos, siempre y cuando no sea desarrollar una actividad remunerada en el lugar visitado”... 

MARCO REFERENCIAL EN EL AMBITO DE LA OEA Para la OEA, el éxito en el mantenimiento de los beneficios de turismo para contribuir a la mitigación (o al alivio) de la pobreza, sólo se puede lograr a través de la continua diversificación, innovación y actualización del producto de turismo, así como el fortalecimiento de capacidades e instituciones. Durante la Quinta Cumbre de las Américas celebrada en 2009, los Jefes y Jefas de Estado y de Gobierno declararon que para reducir la pobreza y el hambre, erradicar la pobreza extrema, crear trabajo decente y digno, y elevar el nivel de vida de todos los pueblos del Hemisferio, se deben lograr mayores niveles de desarrollo empresarial y de crecimiento económico sostenible con equidad; y que, sujeto a la legislación interna de cada país, continuarían promoviendo actividades económicas diversificadas en los sectores de energía, transporte, turismo, comunicaciones, servicios, servicios financieros y el sector agrícola... Como propuesta inicial se ha sugerido incorporar temas de impacto estratégico en la Agenda del XIX Congreso Interamericano de Turismo, siendo estos: Alianzas público-privadas para fortalecer un desarrollo turístico sostenible; 2) Turismo cultural y patrimonial como eje integrador de las comunidades; 3) Competitividad Empresarial y Responsabilidad Social Empresarial (RSE) como ejes del desarrollo turístico sostenible; 4) Retos del turismo sostenible en las Américas CONTEXTO POLITICO INTERNACIONAL Desde el punto de vista de la Organización de las Naciones Unidas, el turismo es una de las industrias más grandes del mundo y uno de los sectores económicos con más rápido crecimiento. Tiene grandes impactos, tanto positivos como negativos, en la vida de las personas y en el ambiente. El concepto «turismo a favor de los pobres» es reciente. El Departamento para el Desarrollo Internacional (DFID) del Reino Unido acuñó la frase en los años noventa y varios Organismos de las Naciones Unidas la adoptaron en este siglo. Según la Alianza del Turismo contra la Pobreza, el turismo a favor de los pobres es aquel turismo que da como resultado el aumento de las ganancias netas para las personas pobres. El turismo a favor de los pobres no es un producto específico o un sector nicho sino un acercamiento al desarrollo y la gestión del turismo... Si bien hay algunas pruebas empíricas que apoyan el nexo entre crecimiento del turismo, la expansión económica y en general la reducción de la pobreza, la evidencia de esta relación en América Latina y el Caribe, en el mejor de los casos, es escasa... El Foro Económico Mundial (FEM) recientemente elaboró un estudio de competitividad sobre viajes y turismo. Según el informe, el sector del turismo genera la mayoría de los nuevos puestos de trabajo en los países en desarrollo. El turismo también es el principal exportador de servicios para varios países en desarrollo y tiene un gran potencial para brindarles ventajas competitivas... 

LA ACTIVIDAD TURISTICA: CLAVE EN LA ESTRATEGIA DEL DESARROLLO SOSTENIBLE El desarrollo sostenible es un proceso orientado que contempla una gestión global de los recursos con el fin de asegurar su durabilidad, permitiendo conservar nuestro capital natural y cultural, incluyendo las áreas protegidas. El desarrollo turístico deberá fundamentarse sobre criterios de sostenibilidad, es decir, ha de ser soportable ecológicamente a largo plazo, viable económicamente y equitativo desde una perspectiva ética y social para las comunidades locales. Una buena gestión del turismo exige garantizar la sostenibilidad de los recursos de los que depende... Los criterios de calidad, orientados a la preservación del destino turístico y a la capacidad de satisfacción del turista, determinados conjuntamente con las comunidades locales y basados en los principio del desarrollo sostenible, deberían ser objetivos prioritarios en la formulación de las estrategias y proyectos turísticos. Toda opción de desarrollo turístico debe repercutir de forma efectiva en la mejora de la calidad de vida de la población e incidir en el enriquecimiento sociocultural de cada destino. En el Programa de Medio Ambiente en el Turismo de las Naciones Unidas, se establece que el desarrollo de un turismo sustentable deberá lograr las necesidades de los turistas actuales y de las regiones anfitrionas, al mismo tiempo que de proteger e incrementar las oportunidades para el futuro... En el ámbito de la OEA, en el XVII Congreso Interamericano de Turismo, celebrado en San José, Costa Rica, en abril de 1997, los Ministros de Turismo aprobaron la Declaración y el Plan de Acción para el desarrollo sostenible del turismo. En la Declaración de San José se reafirma, entre otras cosas, el compromiso de los Estados miembros de fomentar el desarrollo sostenible del turismo en el Continente, cumplir una función activa que garantice el desarrollo sostenible en los Estados miembros... 

ENTORNO CONTEMPORANEO DE LA ACTIVIDAD TURISTICA Según la OMT/ONU, mientras que el crecimiento continuado del turismo emergente sufrirá las bajas de la economía, el problema fundamental del desempleo, el alza permanente en el precio de los combustibles y las distintas crisis financieras alrededor del mundo; la cantidad de viajeros potenciales es tan grande y la lógica de apuntar al turismo para el desarrollo es tan clara, que las perspectivas de crecimiento a largo plazo continuarán siendo «considerables en todo sentido». La Organización enfatiza en sobremanera, la necesidad de realizar asociaciones entre públicos y privados para asegurar que los Estados emergentes tengan acceso a fondos de inversión para el desarrollo del turismo. Según informes de la OMT, los resultados hasta agosto de 2010 demuestran que el turismo internacional sigue recuperándose de la caída del 4,2% del año 2009 debido a la crisis financiera y económica... Según el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC), el concepto contemporáneo de turismo va más allá del corto plazo y se concentra en beneficios tanto para los viajeros como para las comunidades locales y sus entornos naturales, sociales y culturales. Tiene tres componentes principales: El reconocimiento por parte de los Gobiernos del sector de viajes y turismo como prioridad fundamental, el equilibrio a alcanzar entre su propia economía y las personas, la cultura y el medio ambiente y la búsqueda compartida del crecimiento y la prosperidad a largo plazo. En la conclusión del año 2010, los reportes de gastos por turismo internacional apuntan en las Américas un crecimiento del 8%, distribuido de manera sobresaliente en América del Norte y América Central con un 9% cada una, 7% para América del Sur, igualando el promedio mundial, mientras que el Caribe denota un crecimiento reducido del 3%. Siempre dentro de las perspectivas de la OMT, para el año 2011 se espera que continúe el crecimiento del sector turístico a un ritmo moderado, con una clara tendencia a favorecer los destinos emergentes y a los mercados emisores, los cuales se prevé ganaran rápidamente cuota del mercado internacional. 

TURISMO COMPETITIVO A FAVOR DE LOS POBRES El turismo puede tener tanto efectos positivos como negativos sobre las personas pobres. Existen tres maneras principales en que el turismo puede tener un impacto sobre las personas vulnerables: 1) Por efectos directos sobre los pobres, como los empleos de turismo y las pequeñas empresas turísticas; 2) Por efectos secundarios, tales como las ganancias de las industrias de la cadena de suministro (por ejemplo, alimentos y construcción), así como de los trabajadores del turismo que gastan sus ingresos en la economía local, y 3) Por efectos dinámicos sobre la economía, como por ejemplo, emprendimientos, salarios y precios, desarrollo de infraestructura, otros sectores de exportación, desarrollo de competencias y el entorno natural... IMPACTOS DEL TURISMO Medioambientales La calidad del ambiente tanto natural como artificial es esencial para el turismo. Sin embargo, la relación del turismo con el ambiente es compleja e implica muchas actividades que pueden tener efectos ambientales adversos. Muchos de estos impactos están ligados a la construcción de infraestructura como son: los caminos y aeropuertos, las instalaciones turísticas, incluyendo resorts, hoteles, restaurantes, tiendas, canchas de golf y marinas. Los impactos negativos del desarrollo del turismo pueden destruir gradualmente los recursos ambientales de los cuales depende. Por otra parte, el turismo tiene el potencial para crear efectos beneficiosos sobre el medio ambiente al contribuir con su protección y conservación. De esta manera se crea una consciencia a favor de los valores ambientales que puede servir como herramienta para financiar la protección de áreas naturales y para aumentar su importancia económica. Socioculturales Los impactos socio-culturales del turismo son los efectos que surgen en las comunidades anfitrionas debido a las relaciones directas e indirectas con los turistas, y de la interacción con la industria del turismo. Por varias razones, las comunidades anfitrionas son a menudo la parte más débil en interactuar con sus huéspedes y proveedores de servicios, disminuyendo cualquier influencia que pueda ser que tengan. Estas influencias no son siempre evidentes, pues son difíciles de medir, dependen de juicios de valor y son a menudo indirectas o difíciles de identificar. Los impactos se presentan cuando el turismo causa cambios en sistemas y comportamientos de valor y por tanto amenaza la identidad local. Además, los cambios muchas veces ocurren en la estructura de la comunidad, las relaciones familiares, los estilos de vida tradicionales, las ceremonias y en la moralidad. Sin embargo, el turismo puede también generar impactos positivos ya que puede servir como una fuerza de apoyo a la paz, para promover el orgullo de conservar las tradiciones culturales y ayudar a evitar la relocalización urbana al crear trabajos locales. Cuando se encuentran diferentes culturas, frecuentemente los impactos socio-culturales son ambiguos: los mismos impactos objetivamente descritos son considerados beneficiosos para algunos grupos, y son percibidos como negativos por otros. Económicos... Así mismo, es importante manifestar que el turismo impulsa el desarrollo y por esa misma razón, también genera riesgo de desastres naturales cuando no se acompaña de políticas, estrategias y acciones de reducción de riesgo de desastres. En este contexto, la velocidad y capacidad del sector para reducir su vulnerabilidad frente a los peligros naturales de diversos tipos serán críticos para minimizar el impacto económico y las perturbaciones en las economías que pueden causar los desastres, y para contribuir a la construcción de comunidades más resistentes frente a peligros naturales. La última Asamblea General, llevada acabo en Junio próximo pasado, en Lima, Perú, adoptó la resolución: ‘La Importancia de la Cooperación en el Turismo en las Américas’. En este instrumento, Estados Miembros de la OEA reconocen que los desastres tienen el potencial de impactar adversamente el sector turístico, particularmente, la competitividad de micro, pequeños, y medianos emprendimientos turísticos. También reconocen la importancia de reducir urgentemente la vulnerabilidad del sector turístico en los estados miembros frente a peligros naturales, a través del desarrollo de estrategias para la reducción del riesgo frente a desastres naturales, asistencia mutua, cooperación técnica, planificación del uso del suelo, y mejora en los códigos de construcción orientados al sector turístico. El Código Ético Mundial para el Turismo adoptado por la Organización Mundial del Turismo manifiesta: “La explotación de seres humanos, en cualquiera de sus formas, especialmente la sexual, y en particular cuando afecta a los niños, vulnera los objetivos fundamentales del turismo y constituye una negación de su esencia. Por lo tanto, conforme al derecho internacional, debe combatirse sin reservas con la cooperación de todos los Estados interesados, y sancionarse con rigor en las legislaciones nacionales de los países visitados y de los países de los autores de esos actos, incluso cuando se hayan cometido en el extranjero.” En este sentido, la Declaración de la Ciudad de Guatemala, adoptada durante el XVIII Congreso Interamericano de turismo, reconoció: “Que la trata y la explotación de adolescentes, mujeres y niños para el turismo sexual es una plaga para nuestras sociedades, que afecta de forma negativa la estructura familiar y la imagen de nuestros países como destinos turísticos” UNA VISION PRACTICA DE SOSTENIBILIDAD TURISTICA El turismo puede generar grandes ingresos y beneficios económicos a la economía de una nación y a regiones no desarrolladas que cuentan con amplias ventajas comparativas. En ese orden de ideas, la Organización Mundial del Turismo ha identificado las razones por las que la industria turística representa un factor de desarrollo económico sustentable en los países menos desarrollados, así: a) El turismo es consumido exactamente en el punto en donde se produce; el turista va al destino específico y es ahí donde gasta dinero, abriendo de esta manera, una oportunidad para los negocios locales de todo tipo, y permitiendo a las comunidades locales beneficiarse a través de la economía informal en la venta de bienes y servicios directamente a los visitantes. b) Muchos países menos desarrollados tienen una ventaja comparativa en el turismo con respecto algunos países desarrollados, ya que tienen una gran gama de valores como la cultura, el arte, música, escenarios naturales, variedad en flora, fauna y climas, incluyendo los lugares considerados “Patrimonio de la Humanidad”. Las visitas turísticas a tales lugares pueden generar empleos e ingresos a las comunidades y ayudar a la conservación de recursos tanto naturales, como culturales. c) El turismo es una industria con mucha mayor diversidad que otras. Cuenta con el potencial de sustentar otras actividades económicas, ambas a través de proveer flexibilidad. Trabajos de medio tiempo pueden ser complementados con otras opciones de sustento y a través de la creación de ingresos mediante una amplia cadena de insumos de bienes y servicios. d) El turismo es intensivo en mano de obra, la cual es particularmente importante en atacar a la pobreza. Fomenta la creación de muchas y diversas oportunidades de empleo, especialmente para las mujeres y la gente joven, la cual generalmente requieren de poco entrenamiento. e) Crea oportunidades para muchas micro y pequeñas empresas, tanto en la economía formal como informal. Es una industria en la que generalmente los costos y las barreras de entrada son relativamente bajas o pueden ser fácilmente reducidos. f) El turismo provee no sólo los beneficios materiales para los pobres, sino que también fortalece el orgullo cultural. La actividad crea una indudable conciencia del medio ambiente y su valor económico, un sentido de identidad y pertenencia y la reducción de vulnerabilidad a través de la diversificación de los recursos de ingreso. g) La infraestructura que requiere el turismo, tal como el transporte y las comunicaciones, suministros de agua y sanitarios, seguridad pública, y servicios de salud, beneficia directamente a las comunidades con índices altos de pobreza ANALISIS PRESENTE Y PERSPECTIVAS FUTURAS El continente americano recibirá un total de 282,3 millones de turistas en 2020, con un promedio de crecimiento anual del 3,9 por ciento, según se recoge en el informe "Visión del Turismo 2020: Américas", recientemente elaborado por la Organización Mundial del Turismo (OMT). En las próximas dos décadas, se prevé que el turismo dentro y fuera de América tienda a reflejar un incremento de los viajes... VER COMPLETO EN [DOC] Turismo: Un desafío frente a la pobreza https://www.oas.org › dai › Docs DIDÁCTICA 8 COOPERACION Y APOYO MUTUO Tanto en Educación en general y en Proyectos Educativos en Particular, como en Proyectos Sociales o en Economía Social se impone la cooperación y el apoyo mutuo, que como demuestra Kropotkin se encuentra en la base de cualquier sistema de vida, desde los mas elementales. Incluso con las ultimas investigaciones sobre especies vegetales (en el caso de los árboles De acuerdo con la ecólogo forestal Suzanne Simard, las plantas interactúan y se comunican a través de una red subterránea de hongos que une a las plantas con el ecosistema circundante. ... Los árboles más antiguos, ya desarrolladas y grandes, son considerados como «plantas madre». Investigadora Canadiense prueba que los árboles se comunican ... https://ecocosas.com › agroecologia › los... Suzanne Simard: Cómo los árboles se comunican) no solo se detecta comunicación sino protección o lo que equivale a cooperación (cosa que hace unos cientos de años nos hubiese costado la hoguera al afirmarlo y de hecho les acarreó grandes problemas a los pueblos vinculados con los árboles, como Celtas y Wichi, que se comunican con los mismos desde su cosmovisión). En la evolución no todo es lucha y competición, como afirmaban (y en algunos casos siguen afirmando) los positivistas, lo que validaría los distintos episodios de capitalismo salvaje y pretende ser la base de sustentación científica del individualismo, el consumismo y el sálvese el que pueda que pregonan desde los sitios donde pueden seguir usando esa falacia. No todo es competencia en la Naturaleza y mucho menos todo debe ser competencia en Educación aunque lo disfracen en la tendencia a la baja calidad de la misma. Por otra parte se encuentra bien documentado que la cooperación y el apoyo mutuo hizo de los originarios pueblos exitosos y sirvió para construir altas culturas, que en algún momento disputaron por territorios o por espacios económicos. Recuerdo a un profesor de Historia que mencionaba los enfrentamientos en la Patagonia, entre pueblos encerrados y hostigados por el avance de los blancos por dos sectores desde Chile y Argentina y las mismas políticas divisorias que esgrimían desde sus gobiernos, en los tiempos previos al genocidio conocido como Campaña del Desierto. Lo cierto, lo real es que no todo es competencia, ni puede serlo, porque no hubiesen existido altas culturas y pueblos exitosos en la antigüedad y hoy no existiría ni vestigios de originarios, como pretendieron hacer desde dos corrientes de exterminio. El ejemplo sirve directamente para nuestras clases con el método de investigación y para nuestros proyectos educativos derivados. "El apoyo mutuo": un breve análisis de la obra de Kropotkin Posiblemente, una de las palabras más vilipendiadas y vituperadas desde su génesis haya sido anarquía. Si analizamos las raíces linguísticas de este vocablo procedente del griego, significa "an"-no-"arquía"-gobierno, es decir, una sociedad sin Estado. Ese es el ideal de sociedad del anarquismo. Sin embargo, en el acervo cultural que hemos heredado, prácticamente se le vincula directamente con el caos. Algo que es anárquico ha sido normalmente designado como desconcertante, desordenado, "caótico". Y, como afirma Federica Montseny, los seguidores del anarquismo han sido asociados con individuos violentos, propensos a utilizar la intimidación y el terror (desgraciadamente, sigue ocurriendo que estos sectores minoritarios llaman más la atención que las mayorías pacíficas como, por ejemplo, ha ocurrido durante la última reunión del G8). De hecho, el anarquismo fue igualmente descalificado por las fuerzas políticas de derechas como por las de izquierdas (lo que sorprende más en este caso, ya que compartían muchos valores con comunistas o socialistas). Tras este pequeño "aperitivo" filológico, entro ya de lleno a analizar esta obra clave del anarquismo (así como del pensamiento filosófico del siglo XIX). Lo importante de "El apoyo mutuo" no es que nos parezcan más o menos aceptables las tesis del escritor, sino la capacidad que tiene para hacernos reflexionar, gracias a su increíble capacidad de análisis de todo lo que le rodea. Pedro Kropotkin sólo me era conocido por referencias históricas. Su vida resulta ser apasionante, realmente singular. Un aristócrata ruso que acaba convirtiéndose en uno de los principales defensores de la causa obrera y en figura referente del anarquismo. Para quien esté interesado en ello, hay numerosas reseñas biográficas y recursos disponibles en Internet. Lo que quisiera destacar del personaje es su "personalidad renacentista" (como la de Leonardo da Vinci o Miguel Ángel): geógrafo, zoólogo, historiador, filósofo, sociólogo. Sorprende realmente la propiedad con la que habla de temas tan dispares como la emigración de ciertas aves y el arte del Medievo. Mucho se puede hablar de "El apoyo mutuo", pero voy a tratar de ser breve en mis comentarios: -En primer lugar, destaca que la obra (compendio de diversos artículos) fue escrita en un momento (finales del siglo XIX, comienzos del siglo XX) dominada por un capitalismo salvaje y desenfrenado. En la actualidad, también vivimos una fiebre capitalista y consumista de parecidas proporciones, aunque con diferentes manifestaciones. Precisamente, para probar este capitalismo, aparecerán diferentes obras que tratan de demostrar que "la ley del más fuerte" es algo inherente a la naturaleza. Ejemplo de ello es T.H.Huxley, que llevó hasta sus últimas consecuencias la ley de la selección natural de Darwin, el famoso "struggle for life". Se considera la lucha entre individuos como el principal factor de la evolución, con lo que se pretendía justificar el capitalismo y el "darwinismo social " de Spencer (implicación que nunca estuvo en "El origen de las especies de Charles Darwin) y que hizo que surgieran engendros tan horribles como la eugenesia y las teorías racistas. La obra de Kropotkin arranca desde el mundo animal para demostrar la falsedad de esas concepciones. Tras largas investigaciones sobre fauna, verifica la importancia del apoyo mutuo entre individuos de la misma especie (incluso de diferentes), hecho que había sido tenido en cuenta por Darwin. Eleva el principio del apoyo mutuo incluso por encima del "struggle for life" (la lucha por la vida o, como diríamos coloquialmente, en la actualidad, "la ley de la selva"). Por ejemplo, los relatos sobre la sociabilidad de abejas y hormigas son impresionantes (dan ganas de ponerse a ver los documentales de TVE2, lo digo en serio; en los días que leía estos pasajes me "enganché" a estos espacios televisivos tan didácticos). Kropotkin considera el apoyo mutuo como un factor más de la evolución, y aquellas especies que desarrollan una mayor sociabilidad son las que tienen más posibilidades de supervivencia. Considera que el mundo no es una lucha constante. En todo caso, también hay que decir que era una persona realista y no compartía la visión idílica del ser humano que sostenía Rousseau. En su momento, tuvo pocos apoyos, entre ellos el del historiador Eliseo Reclus, James Knowles (director de la revista Nineteenth Century, para la que Kropotkin escribió asiduamente) y del naturalista y explorador Henry W. Bates. -En general, se nos ha presentado al Imperio Romano como uno los períodos cumbres de la Historia, si no la etapa más brillante de la civilización occidental. Sin embargo, en un principio para nuestra sorpresa, considera esta fase histórica como una de las más decadentes de la humanidad, ya que sienta las bases del Derecho moderno y del Estado como entidad fuerte, que tiende a controlarlo todo. De todos modos, creo que sería un error de enormes proporciones dejar a un lado el legado romano, que representa buena parte de los mimbres con que esta hecha nuestra civilización, desde el derecho a los hábitos y costumbres, cuna de nuestra cultura y de las lenguas romances, como es nuestra lengua castellana. Representa en buena medida qué somos, quiénes somos. Para él, las edades doradas de la sociedad humana están representadas por las poleis de la Antigua Grecia y las ciudades libres medievales. Esto, quizá, nos puede chocar más todavía, porque la Edad Media (como dice su denominación) siempre ha sido considerada como un tiempo de transición y oscuro. Kropotkin ve en las guildas y en los gremios de artesanos y comerciantes núcleos del medievo libertario, frente al feudalismo de señores, reyes y papas. Creo que para la mayoría de nosotr@s sería muy difícil concebir una sociedad sin Estado. Sin embargo, ese es precisamente el ideal del anarquismo. -Kropotkin ve muchos ejemplos de ayuda mutua que, con unas formas o con otras, persisten a pesar de la presión del Estado y del capitalismo. En algunos casos, creo que entiende de muy laxo el sentimiento de altruismo, como pueden ser las asociaciones deportivas. También lo observa en las asociaciones geográficas, ornitológicas, etc. Pero la clave de que dé tanta relevancia a estas uniones es que reúnen a personas de diferentes estratos sociales. Y ello no es obstáculo para que una actividad les hermane. Respecto a las sociedades de beneficencia también cree que están inspiradas por el apoyo mutuo. Para el autor el apoyo mutuo no es caridad, ni una virtud inspirada por el cielo. Es simplemente un deber. No hay ninguna superioridad del que da sobre el que recibe, sino que hay una igualdad común a todo el género humano. Esa reciprocidad se hace si cabe más patente en la vida privada. En algunos pasajes se describe de un modo desgarrador las penurias que vivía la clase obrera inglesa (que tan bien conocía Pedro). Son una descripciones tan desgarradoras (por el sufrimiento que encierran) como entrañables (el ser humano, en situaciones calamitosas, olvida su egoísmo y se da al prójimo, aunque sea muy poco lo que le pueda ofrecer). De este modo, Kropotkin está alentando el asociacionismo, grupos de personas que se unen libremente para la consecución de un objetivo determinado. El autor lo considera como la creación de “estados” dentro del Estado (sobre todo cuando habla de las guildas medievales). En la actualidad el asociacionismo está protegido e incluso alentado por la propia Constitución. Y realmente supone el mejor modo de participación activa de los ciudadanos en la vida política. No es casualidad que en los últimos años esté proliferando la creación de asociaciones y de ONG´s. Aunque la implicación de la ciudadanía en la política sigue estando lejos de lo deseable. Posiblemente, en ello tiene mucho que ver la desenfrenada y estresante vida que nos hace llevar la maquinaria capitalista y consumista. Porque esta sociedad, como decía Lolo Rico (director de “La bola de cristal”), nos enseña a votar y a consumir, pero no nos enseña a pensar. Creo que tiene más razón que un santo. -Kropotkin confía inequívocamente en la capacidad de mejora de la humanidad. Ejemplo de ello es esta cita: “No hay duda alguna que la voz del sano juicio, poniendo freno a la explotación de unos pueblos por otros, hará imposible otra guerra semejante”. No logro identificar exactamente a qué conflicto bélico se refiere. En cualquier caso, antes de su muerte, fue testigo de la 1ª Guerra Mundial. Luego vino la 2ª Guerra Mundial, la Guerra de Corea, Vietnam, etc., etc. Desgraciadamente, en esto Kropotkin se equivocó completamente. Para terminar utilizaré la última frase del autor, con la que acaba su conclusión: “En la amplia difusión de los principios de ayuda mutua, aún en la época presente, vemos también la mejor garantía de una evolución aún más elevada del género humano”. Es decir, lo mejor que puedes hacer es ayudar al prójimo. No me parece mal final para este artículo. Un saludo cordial. Nota1: utilizo el género masculino de forma genérica para facilitar la lectura, por lo que los sustantivos en forma masculina hacen referencia a personas de ambos sexos Nota 2: Para quien quiera leer esta obra, lo tiene muy sencillo a través de la versión digital en esta dirección: http://www.cgt.es/des…/SalaLectura/kropotkin-apoyo-mutuo.pdf Es una lástima que esta versión no contenga los 19 apéndices (sobre ejemplos de ayuda mutua tanto entre especies animales como entre las sociedades humanas) de la edición que he podido leer. En todo caso, lo importante es la obra en sí. Además, esta versión digital también contiene el excelente prólogo de Ángel J. Cappelleti. Suricato http://elciudadano-bibliotecario.blogspot.com/…/el-apoyo-mu… Bloque Negro México. EL APOYO MUTUO - PIOTR KROPOTKIN. Escrita en parte como respuesta al darwinismo social y, en particular, al ensayo del siglo XIX de Thomas H. Huxley, "La lucha por la existencia", el libro de Kropotkin se basó en su experiencia del día a día en expediciones científicas en Siberia para ilustrar el fenómeno de la cooperación. Tras examinar las pruebas de la cooperación en comunidades de animales no humanos, "salvajes", "bárbaros", en las autónomas ciudades medievales, y en la época moderna, llega a la conclusión de que la cooperación y la ayuda mutua son tan importantes en la evolución de la especie, como lo es la competencia y la lucha mutua, en caso de no ser más. "Pero la sociedad, en la humanidad, de ningún modo se ha creado sobre el amor ni tampoco sobre la simpatía. Se ha creado sobre la conciencia -aunque sea instintiva- de la solidaridad humana y de la dependencia recíproca de los hombres. Se ha creado sobre el reconocimiento inconsciente semiconsciente de la fuerza que la práctica común de dependencia estrecha de la felicidad de cada individuo de la felicidad de todos, y sobre los sentimientos de justicia o de equidad, que obligan al individuo a considerar los derechos de cada uno de los otros como iguales a sus propios derechos". http://www.fondation-besnard.org/…/kropotkin-apoyo-mutuo.pdf

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