ENSEÑANZA, AUTORIDAD Y CONVIVENCIA
Parece una verdad de Perogrullo, pero es conveniente repetirla, permanentemente, hasta el cansancio, que los docentes estamos para enseñar, que esa enseñanza se logra con disciplina (propia y grupal), que implica una doble vía de ida y vuelta de respeto y una altísima dosis de responsabilidad, que, de ninguna manera, debió dejar de pensarse de esa manera, para adoptar el “dejar hacer, dejar pasar, que ya solos se corregirán”, pretendiendo que la sanción, no sirve para incorporar la norma, cuando la vida real demuestra todo lo contrario, porque ello es lo que hace que el alumno triunfe en la vida, no con un triunfo rutilante de estrella de algo, sino con ese triunfo más sencillo y humilde, que se traduce en el ejercicio pleno de la ciudadanía, que tiene que ver con ser buenos padres y buenos ciudadanos inclusivos y solidarios, que evite el despojo del “sálvese el que pueda”, por ello concuerdo con Ma. Beatriz Greco “(…) hay un riesgo en dividir espacios, en pensar que lo pedagógico va por un lado y que lo que hace a la convivencia escolar va por otro. Me parece que esto es colocar algo en lugares separados y que deberíamos pensar en articularlos y en que estén unidos. Si la convivencia se juega en el corazón mismo de la escuela es porque tiene que ver con el enseñar y el aprender mismo”. (2011:7)
Establecer y vivenciar las normas, o, colaborar en ese establecimiento, en el discernimiento de la mejor norma, que es la que más se adapta a los patrones culturales de esa micro sociedad en la que se encuentra inmersa la escuela, que es el barrio o pueblo, que nos permite articular con la ciudad y el estado, que son los que establecen las líneas límites, que no pueden ser franqueadas sino por procedimientos democráticos, donde se respete la ley y no se pretenda negarla o excederla (con aquello de: “nosotros aquí, hacemos las cosas diferente”, que se escucha muy frecuentemente, por allí y que es una forma de decir que violamos la norma y la ley, sean estas escritas o no, como ya explique en otro momento). Es por ello que la escuela es el lugar de ensayo, por excelencia, de las continuidades y rupturas de normas, que son la esencia misma de la democracia, con sus cambios, porque existen valores que cambian y valores inalterables (como el no matarás, o, su correlato actual de no violencia), que se sustentan en modelos de autoridad democrática, inclusiva y participativa, como marcan algunas de las normas, que ya comentamos, cuando les expliqué el por qué me gustaba el co-gobierno de las escuelas. Pero ello se logra con firmeza y afecto, con esa firmeza del que realmente sabe y ese afecto que puede demostrar aquel que se encuentra convencido de los valores de inclusión y participación.
Al respecto es interesante y vital, remarcar, con el autor, ese “(…) sostengo que es imprescindible que los adultos seamos referentes para los más pequeños, estando allí y dándonos por aludidos, mediando entre ellos y con la cultura, ese es el lugar. (Brener, “Quiero tu presencia, quiero que estés a mi lado”). Porque ello es la esencia misma de nuestra función como docentes, sin desconocer que debemos hacer carne en nosotros, dejando de lado esa soberbia del que cree saberlo todo, que en algún momento, o, permanentemente, deberemos “(…) negociar algunas normas sin quebrar la necesaria asimetría entre adultos y alumnos… (Brener) ; que también integra ese proceso de enseñanza-aprendizaje tan mentado, que no es unidireccional, ya que, necesariamente, implica el aprender, para aprehender del docente, en relación con sus alumnos, la cultura y el medio, que, en caso de ser exitoso (seguimos sin hablar de éxito rutilante televisivo), fortalecerá ese” Proceso de Construcción de Ciudadanía”, porque el dictado de normas consensuadas implica perder algo, para ganar un bien mayor, como lo indican la mayoría de los pensadores de la educación en la actualidad, sin perder de vista que debemos saber que las líneas, son los límites (o normas o leyes), que en lugar de transformarse en obstáculos deben servirnos de Centros de Apoyo, para incluir invitando y propiciando la participación responsable de todos, docentes, no docentes, padres y alumnos.
Parece una verdad de Perogrullo, pero es conveniente repetirla, permanentemente, hasta el cansancio, que los docentes estamos para enseñar, que esa enseñanza se logra con disciplina (propia y grupal), que implica una doble vía de ida y vuelta de respeto y una altísima dosis de responsabilidad, que, de ninguna manera, debió dejar de pensarse de esa manera, para adoptar el “dejar hacer, dejar pasar, que ya solos se corregirán”, pretendiendo que la sanción, no sirve para incorporar la norma, cuando la vida real demuestra todo lo contrario, porque ello es lo que hace que el alumno triunfe en la vida, no con un triunfo rutilante de estrella de algo, sino con ese triunfo más sencillo y humilde, que se traduce en el ejercicio pleno de la ciudadanía, que tiene que ver con ser buenos padres y buenos ciudadanos inclusivos y solidarios, que evite el despojo del “sálvese el que pueda”, por ello concuerdo con Ma. Beatriz Greco “(…) hay un riesgo en dividir espacios, en pensar que lo pedagógico va por un lado y que lo que hace a la convivencia escolar va por otro. Me parece que esto es colocar algo en lugares separados y que deberíamos pensar en articularlos y en que estén unidos. Si la convivencia se juega en el corazón mismo de la escuela es porque tiene que ver con el enseñar y el aprender mismo”. (2011:7)
Establecer y vivenciar las normas, o, colaborar en ese establecimiento, en el discernimiento de la mejor norma, que es la que más se adapta a los patrones culturales de esa micro sociedad en la que se encuentra inmersa la escuela, que es el barrio o pueblo, que nos permite articular con la ciudad y el estado, que son los que establecen las líneas límites, que no pueden ser franqueadas sino por procedimientos democráticos, donde se respete la ley y no se pretenda negarla o excederla (con aquello de: “nosotros aquí, hacemos las cosas diferente”, que se escucha muy frecuentemente, por allí y que es una forma de decir que violamos la norma y la ley, sean estas escritas o no, como ya explique en otro momento). Es por ello que la escuela es el lugar de ensayo, por excelencia, de las continuidades y rupturas de normas, que son la esencia misma de la democracia, con sus cambios, porque existen valores que cambian y valores inalterables (como el no matarás, o, su correlato actual de no violencia), que se sustentan en modelos de autoridad democrática, inclusiva y participativa, como marcan algunas de las normas, que ya comentamos, cuando les expliqué el por qué me gustaba el co-gobierno de las escuelas. Pero ello se logra con firmeza y afecto, con esa firmeza del que realmente sabe y ese afecto que puede demostrar aquel que se encuentra convencido de los valores de inclusión y participación.
Al respecto es interesante y vital, remarcar, con el autor, ese “(…) sostengo que es imprescindible que los adultos seamos referentes para los más pequeños, estando allí y dándonos por aludidos, mediando entre ellos y con la cultura, ese es el lugar. (Brener, “Quiero tu presencia, quiero que estés a mi lado”). Porque ello es la esencia misma de nuestra función como docentes, sin desconocer que debemos hacer carne en nosotros, dejando de lado esa soberbia del que cree saberlo todo, que en algún momento, o, permanentemente, deberemos “(…) negociar algunas normas sin quebrar la necesaria asimetría entre adultos y alumnos… (Brener) ; que también integra ese proceso de enseñanza-aprendizaje tan mentado, que no es unidireccional, ya que, necesariamente, implica el aprender, para aprehender del docente, en relación con sus alumnos, la cultura y el medio, que, en caso de ser exitoso (seguimos sin hablar de éxito rutilante televisivo), fortalecerá ese” Proceso de Construcción de Ciudadanía”, porque el dictado de normas consensuadas implica perder algo, para ganar un bien mayor, como lo indican la mayoría de los pensadores de la educación en la actualidad, sin perder de vista que debemos saber que las líneas, son los límites (o normas o leyes), que en lugar de transformarse en obstáculos deben servirnos de Centros de Apoyo, para incluir invitando y propiciando la participación responsable de todos, docentes, no docentes, padres y alumnos.
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Video del MINISTERIO DE EDUCACIÓN, CIENCIA Y TECNOLOGÍA DE…
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